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EL
DESCUBRIMIENTO
CAPÍTULO
VII
La clase que todos estaban esperando realmente era la de Defensa Contra las Artes Oscuras.
Llegaron después del almuerzo y se sentaron en sus sitios. Hermione, Ron y Harry se sentaron en primera fila, para no perderse detalle. Según los comentarios de la gente que había dado clase con él, era bastante bueno.
Sacaron sus libros de “Las Artes Oscuras, una guía para la autoprotección”, y esperaron impacientes a que el profesor llegara.
El profesor abrió la puerta, sobresaltando a todos que esperaban impacientes.
Anduvo hasta el centro de la clase, y dejó su maletín en la mesa de los profesores, aunque no se sentó en la silla.
Apoyándose en la mesa, se presentó:
- Me llamo Mundungus Fletcher, y voy a ser vuestro profesor de Defensa Contra Las Artes Oscuras, por este año.
Como todo sabéis, la situaación este año es bastante complicada. El director me ha informado de que el año pasado el profesor Moody os dio clases, así que supongo que estaréis bastante avanzados en maldiciones. Supongo que las sabréis, pero teneis que parender a llevarlas a cabo, en propia defensa. Pero primero pasaré la lista. – Empezó a leer los nombres, y cuando llegó al de Harry, éste vió que un relámpago de luz pasaba por su mirada, aunque no dijo nada.
Dejó la lista a un lado, y siguió hablando:
Por hoy,
empezaremos con las maldiciones protectoras, ¿alguien
puede decirme qué son?
Las
manos de Hermione, Ron y Harry se alzaron en el aire rápidamente. El año
pasado, ayudando a Harry a prepararse para la tercera prueba,
habían practicado muchísimo con las maldiciones, y las protectoras habían
entrado en su “entrenamiento”.
El
profesor Fletcher miró a Hermione y dijo:
-
Sí... –
miró la lista y dijo: - Hermione
-
Las
maldiciones protectoras son las que utilizamos en los momentos en los que nos
sentimos en peligro, ante un ataque inminente, o ante otra maldición no muy
poderosa para bloquearlas.
- Muy bien, Hermione, eso merece cinco puntos para Gryffindor. ¿Alguien podría decirme algún ejemplo? – Harry volvió a levantar la mano y Fletcher le señaló con la cabeza.
- ¿Sí Harry?
- Podría ser, la maldición reductora...
- Muy bien, eso merece otros cinco puntos. – Y después, se dirigió de nuevo a la clase – La maldición reductora es muy sencilla, y nos protege de cualquier peligro no muy poderoso que sea sólido o líquido, pero no de otras maldiciones. ¿Alguien sabe alguna otra? – Nadie levantó la mano, aunque Harry estaba seguro de que Hermione conocería las que el profesor iba a decir - ¿Nadie? – Para la sorpresa de todos, Neville levantó la mano. - ¿Sí Neville? – Preguntó Fletcher.
- Creo que la maldición Proctatus podría ser también de ese tipo.
- Excelente, Neville. Proctatus es la maldición protectora más poderosa de todas. Además de protegernos de los ataques inminentes en cualquier estado de la materia, nos protege de algunas maldiciones ofensivas.
- ¿Existe alguna que nos proteja de las maldiciones imperdonables? – Preguntó Lavender.
- No, las maldiciones imperdonables, como creo que el profesor Mooody os explicó, no tienen ningún contramaleficio y no se pueden interceptar. Es por eso por lo que la práctica de cualquiera de éstas es condenada con la cadena perpetua en Azkabán. Por el momento no vamos la Protactus porque sería demasiado complicada, pero empezaremos por la maldición protctora reductora. Observad:
Sacó de su maletín un tubo lleno de pequeñas abejas que revoloteaban inquietas por salir al exterior. Abrió el bote, y al instante una de las abejas se lanzó en picado a la nariz del profesor Fletcher, que sin asustarse lo más mínimo, levantó la varita y dijo: “Reducio”
De repente, la abeja se detuvo en el aire como bloqueada por un campo de fuerza invisible,
y cayó al suelo sin moverse.
-
¡¡Guau!!
– dijo la clase entera, a excepción de Harry, Hermione y Ron, que habían
visto demasiada veces el hechizo como para asombrarse.
-
¿Veis? - dijo el profesor. Es muy sencilla y muy útil. Ahora os voy
a dejar tiempo para que la practiquéis con vuestras varitas, antes de dejar las
abejas libres. – La clase se estremeció ante estas palabras y el profesor añadió.
– Pero no os preocupéis, no pasará nada.
Todos
empezaron a practicar con las varitas en el aire, repitiendo “Reducio” e
intentándo concentrarse.
Al
cabo de cinco minutos, Fletcher dijo:
-
Muy bien,
creo que ya estáis preparados. Ahora os voy a ir llamando y os vais a acercar
para probar el hechizo. – Miró hacia el frente y dijo: - Ron Weasley
Ron
se levantó nervioso, aunque sabía que dominaba la protección reductora, y se
acercó a la mesa del profesor Fletcher.
Éste
abrió el bote con las abejas, y dejó salir una, que se dirigió rápidamente
hacia el brazo izquierdo de Ron. Pero Ron levantó su varita, y cuando la abeja
estaba suficientemente cerca de él, dijo: “Reducio”. Al punto el
insecto cayó el suelo, detenido por la misma barrera invisble que había
aparecido ante el profesor.
Uno
a uno, todos los chicos de la clase empezaron
probar la protección reductora, deteniendo a las abejas en el aire, que,
confundidas, se olvidaban de mover las alas y caín irremediablemente al suelo.
Cuando
sólo quedaban Seamus, Hermione y Harry, Fletcher se puso de nuevo en pie y
dijo:
-
Me parece
que ésta ya la domináis bien. Ahora vamos a probar con una abeja más grande,
a ver si os las apañáis igual de bien. Seamus, puedes acercarte.
Mientras
Seamus se acercaba asustado por lo que pudiera pasar, Fletcher levantó su
varita y dirigiéndose sal interior del bote murmuró: “Engorgio” y
las últimas abejas crecieron hasta hacerse del tamaño de galeones.
Semaus
se estremeció, peo no dijo nada.
Cuando
el profesor Fletcher dejó salir la abeja, ésta se dirigó rápidamente hacia
la mejilla de Seamus. Éste, levantó la mano débilemente y dijo: “Red...
reducio”. Sin embargo, la abeja no se detuvo en el aire. Parecía que la
barrera de Seamus no era lo suficientemente poderosa como para pararla, por lo
que siguió su caminó y se acabó estrellando en su mejilla.
Seamus
murmuró un ay, y el profesor se acercó rápidamente a él, y apuntando
con su varita dijo: Pumatus.
De
la punta de su varita salió una especie de crema que se aplicó a la zona
enrojecida de Seamus, que al punto volvió a la normalidad.
Ante
su fracaso, la clase pareció asustarse, pero aún así el profesor dijo:
-
¿Veis lo
que le ha pasado a vuestro amigo? No se concentró lo suficiente y por ello, la
barrera protectora no pudo retener y confundir a la abeja crecida. – Seamus
enrojeció, pero el profesor al verlo dijo: - Pero estoy seguro de que la mayoría
de vosotros no habría pasado la prueba de tratarse de un insecto de tamaño
mayor. Hermione, es tu turno. A ver como te defiendes con ésta.
Hermione
trató de concentrarse en vencer a la abeja, pero su mente parecía estar diciéndole
que era demasiado para ella, que no lo lograría.
Nerviosa,
alzó su mano contra la abeja y pronunció las palabras, pero ésta siguió sin
interrumpir su vuelo, y aterrizó en la manga de la túnica de Hermione.
El
profesor Fletcher, se levantó y volvió a repetir a toda la clase que la
concentración era lo más importante para detener el peligro.
Se
dirigió a Harry, el único que no había probado y dijo:
-
Harry, eres
el siguiente. Recuerda que debes concentrarte y no dejar que la abeja transpase
la barrera.
Harry
se levantó un poco nervioso y se acercó adonde el profesor le esperaba. Si
Hermione no había conseguido paralizarla, él dudaba seriamente conseguirlo.
Se
puso al frente de la gran mesa, y Fletcher le dijo: “Atención, voy a
soltarla”.
El
insecto salió rápidamente de su cautiverio, y se dirigió hacia donde Harry le
esperaba con la varita alzada.
Tenía
que concentrarse... tenía que...
“Reducio”,
- Gritó sin pensar en nada al ver que la abeja se acercaba, y, ante todos, la
abeja pareció confundirse y cayó al suelo sin moverse,como paralizada.
Harry
se sorpendió bastante, ya que ni siquiera había tenido tiempo de concentrarse.
Fletcher
se levantó y dijo:
-
Mirad
todos, Harry lo ha logrado. Muy bien Harry, te has concentrado y has conseguido
que la abeja se paralice. – En
ese momento la campana sonó – Muy bien todos. Para el próximo día, leeréis
el capítulo sobre la protección reductora, y haced un trabajo sobre ella de 15
centímentros. Eso es todo.
Todos
salieron del aula comentando la clase, y Harry, Ron y Hermione se dirigieron
hacia la sala común de Gryffindor.
Hermione
preguntaba a Harry cómo lo había conseguido, cuando ella había estado todo el
tiempo intentando concentrarse y no había logrado nada.
Llegaron
hasta la señora Gorda, y dijeron “Rayos”, para abrirse camino.
En
la sala común reinaba un alegre bullicio.
-
¿Qué
pasa? – Preguntó Ron
-
¡Harry!
– Dijeron a sus espaldas dos veces. Harry se dio la vuelta y vio a George y
Fred que se dirigían hacia él.
-
¿Qué
pasa?.
-
Reunión
esta tarde. La profesora McGonagall nos ha dicho que se lo comuniquemos a todo
el equipo de Quidditch. Necesitamos a un nuevo capitán y un guardián.
-
Muy bien...
¿Habéis puesto algún anuncio en el tablón?- Necesitamos que todo el mundo
sepa que esta tarde será la selección del nuevo guardián y capitán.
-
Está bien.
– Dijo Fred – Vamos a ponerlo.
Se alejaron de allí, gritándole a todo el mundo que se presentara por la tarde en el campo de Quidditch.
Llegó
la tarde, y Harry fue se dirigió a
la reunión, acompañados por Ron y Hermione que querían saber quienes serían
los elegidos.
Ron
habría probado, pero sabía que era muy difícil que lo cogieran, aunque si no
había muchos que se presentaran, lo intentaría.
Al
llegar allí, la profesora McGonagall los esperaba impaciente, y cuando por fin
llegaron los gemelos, que fueronlos últimos empezó se “abrió la sesión”.
- Ya
sabeís que necesitamos un nuevo guardián y un capitán. ¿Quién será el
capitán? –
Todos
se miraron. En realidad, ninguno tenía especiales deseos por ocupar ese puesto,
por lo que nadie dijo nada.
La
profesora repitió: - ¿Y bien?
Entonces
Angelina se levantó y dijo:
- Yo
opino, y creo que estaréis conformes conmigo, que el capitán debería ser
Harry. – Éste protestó, pero Angelina continuó hablando: - Si cualquiera de
nosotros ocupa el puesto, el año que viene habrá que elegir de nuevo... además,
tenemos que reconocer que eres un buscador soberbio.
Harry
enrojeció. Quería decir que no pensaba lo mismo, y que no le gustaría ser el
capitán, que no estaba seguro de hacerlo bien, pero todos empezaron a corear
las palabras de Angelina, por lo que acabó asintiendo.
La
profesora McGonagall asintió con la cabeza y dijo:
- Muy
bien, eso era el primer punto. Ahora, debemos proceder a la selección de un
nuevo guardián. Vayamos al centro del campo, parece que la gente se impacienta.
Se
introdujeron en el campo y la profesora anunció que se procedería a la selección
del guardián de Gryffindor.
Estuvieron
probando hasta que la luz se hizo tan escasa que era casi imposible ver las
pelotas, pero en opinión de todos, nadie era lo suficiente digno para ocupar el
puesto.
- Todos
son malísimos – Se quejó Fred mientras Harry decía a todos que los
resultados estarían la semana que viene. – No hay ninguno que haya conseguido
parar las quaffles de Angelina, y eso que no las estaba tirando con mucha
fuerza.
Decepcionados
volvieron al castillo.
Ron
no había querodo probar, por miedo a hacer el ridículo, aunque había
bastantes que lo habían hecho.
- No
sé qué vamos a hacer – Le dijo Harry a Ron cuando se acostaron en las camas.
–Pero si no conseguimos a nadie mejor la copa de Quidditch no llevará nuestro
nombre este año.
La
semana siguiente Harry continuó un poco deprimido.
Entre
el trabajo que le mandaban los profesoras, y los entrenamientos de quidditch que
tenían que sucederse sin buscador, apenas tenía tiempo para nada.
Por
eso se alegró mucho cuando el siguiente miércoles por la tarde, vio a todo el
mundo reunido frente al tablón de anuncios.
-
¿Qué pasa? – Preguntó a Lee Jordan que danzaba excitado.
-
¡Visita a Hogsmeade, el sábado!... ¡menos mal, ya me estaba quedando
muy escaso de bengalas!
Harry
sonrió.
Una
visita a Hogsmeade le iría bien. Además, el sábado sería Halloween y estaría
muy bien ir a Hogsmeade y disfrutar el banquete después.
Quizá
podría ver a Sirius, hacía tiempo que no le había escrito y podía estar
preocupado. Quizá tal vez podría ver a Lupin también, ya que como estaban
viviendo juntos...
Fue
corriendo a la lechucería, donde nada más entrar Hedwig se le acercó muy
contenta.
Hacía
tiempo que no veía a Harry, y tenía ganas de que éste le encomendara alguna
misión.
Harry
cogió su pergamino, y se dio cuenta de que se le había caído la pluma por el
camino. Se acercó a Fred y George, que acababan de entrar tras ellos, y les
preguntó si podían prestarle alguna.
Estos
se miraron y le dijeron:
- ¿Es
tuya la pluma de águila que había tirada en la escalera? La acabamos de
encontrar.
Agradecido,
Harry cogió la pluma y empezó a escribir:
Querido
Sirius:
Chupó
la pluma, mientras se concentraba y de repente un chorro de tinta negro salió
de ésta que le empapó la cara.
Oyó
unas risas procedentes de los gemelos, y se dio cuenta de que le habían engañado
con uno de sus trucos.
Harry
se miró de arriba abajo. Estaba cubierto por una espesa capa de tinta negra que
olía a demonios.
- No
te preocupes, es tinta invisible y en pocos segundos desaparecerá de tu
cuerpo., sin dejar ni rastro- Simplemente estábamos buscando a alguien con quién
probarlo, y has aparecido.
- Muy
bien – dijo Harry - ¿Todavía estáis interesados en abrir la tienda de
bromas?
- Por
supuesto. Estamos haciendo un contrato con Zonko. El propietario ya es viejo y
se retirará pronto. Sólo estamos esperando ocupar su plaza cuando se vaya.
Mientras tanto nos dedicaremos a la investigación de nuevos productos – Dijo
George muy contento.
- Espero
que mamá no se ponga muy pesada.- Añadió Fred. – Todavía cree que estamos
de broma cuando hablamos de estas cosas delante suya.
- Ah,
por cierto – dijo George – Aquí tienes tu pluma.
Harry
miró desconfiado la pluma que George le tendía, pero no tuvo más remedio que
cogerla.
Los
gemelos salieron de la lechucería, discutiendo sus planes acerca de su futuro y
de la tienda, y Harry volvió a su pergamino, para escribir la carta.
Cuando
la terminó, la releyó para asegurarse que sonaba bien.
Decía:
Querido
Sirius:
¿Cómo
estás?
Sólo
me preguntaba si podríamos vernos este Sábado.
Iremos
a Hogsmeade, si quieres podríamos quedar en el mismo lugar que el año pasado.
No
pasa nada, solamente me gustaría verte y hablar un rato.
Un abrazo.
Ató
la nota a la pata de Hedwig y le dijo:
-
Llévale esto a Sirius.
Hedwig le pellizco la mano cariñosamente, y salió por la ventana de la lechucería, adentrándose en la noche.
Harry
volvió a la sala común donde todo el mundo seguía comentando acerca de la
visita de Hogsmeade.
En
una esquina de la sala, Ron y Hermione esperaban a Harry, jugando al ajedrez.
Hermine
habñia mejorado mucho, pero aún así, todavía no era un rival para Ron,
aunque a éste le requería más concentración ganarle.
Harry
se sentó junto a ellos, pero sin decir nada para no interrumpirlos.
Cogió
u libro que Hermione había encontrado en la bibliotecaq y se lo había traído,
pernsando que le podría ser útil, “Capitanear un equipo de Quidditch”.
Aunque
al principio Harry había renunciado el leérselo, después había resultado ser
un libro muy interesante, en el que se explicaban varias tácticas muy útiles
para la formación del equipo.
Ron
sonrió débilmente, y moviendo un caballo dijo: “Jaque mate”. Y
Hermione se dio por vencida.
Después
levantó la mirada a Harry y dijo:
- ¿Qué
tal la sesión?
- De
perlas – Dijo Harry irónicamente. – Todavía no hemos encontrado un guardián
competente, y el primer partido será antes de Navidad.
- No
te preocupes, - dijo Hermione . seguro que lo encontrareis pronto. Acuérdate
que Wood también temía lo mismo antes de encontrarte a ti, por pura
casualidad.
Harry
sonrió.
Recordaba
perfectamente como había pasado a formar parte del equipo.
En
su primera clase de vuelo Malfoy le había tentado a perseguirle al robar la
recordadora de Neville. Al verse impotente, Malfoy la tiró al suelo desde una
distancia bastante elevada, y Harry se había lanzado en picado para recogerla,
ante los mismísimos ojos de la profesora McGonagall, que cogió a Harry y le
presentó a Wood, el capitán del equipo de Quidditch.
Sin
embargo había que reconocer que no era muy probable que eso volviera a pasar.
Continuaron
jugando un rato más al ajedrez, hasta que el sueño los venció.
Pero
antes de irse a los dormitorios, Harry les dijo a sus amigos:
- He
escritoa Sirius. Quizá pueda verlo el Sábado, cuando volvamos de Hogsmeade.
Hedwig acaba de llevarle el mensaje, no sé cuando lo recibirá.
Ron
y Hermione lo miraron asintiendo, y ésta se despidió de los chicos al tomar el
camino contrario para subir a los dormitorios.
El
Sábado llegó rápidamente, para la delicia de todos los que iban a ir a
Hogsmeade.
Harry
había recibido una carta de Sirius en la que le decía que lo vería en el
mismo camino que hacía tiempo a las dos en punto.
Los
alumnos salieron por las grandes puertas de Hogwarts, mientras Filch comprobaba
las autorizaciones de los de tercero, que bajaban excitados por primera vez. En
el camino habían pasado por el Gran Hall, en el que ya lucían las decoraciones
típicas de Halloween.
Hagrid
se había superado este año al traer unas calabazas aún más grandes que las
del año pasado. Los murciélagos vivos revoloteaban en el techo, que parecía
abierto al aire libre.
El
día no había amanecido muy soleado, sino que gruesos nubarrones ocupaban el
ciel, y todos rogaron para que la lluvia no les estropeara el día.
Llegaron
a Hogsmeade, y se dirigieron rápidamente a Honeydukes, para rellenar sus
mochilas con chocolates y dulces de todos tipos.
Desde
el año pasado, había muchas cosas nuevas, empezando por grandes cuervos de
chocolate que movían las alas y flotaban en el aire, calabazas de halloween
rellenas de helado que no se podía derretir y enormes piruletas con forma de
rosas de azúcar que cambiaban de color y sabor según se iban chupando.
Salieron
de la tienda con los bolsillos bastante vacíos y se dirigieron a Zonko.
Fred
y George conversaban acaloradamente con el propietario, mientras una masa de
magos y brujas se amontonaban en la cola, que salía de la tienda y daba la
vuelta a la plaza.
Cuando
terminaron de hablar, los gemelos salieron de la tienda con una gran sonrisa,
sin darse cuenta de las miradas por parte de todos los que esperaban en la cola.
A
las dos en punto, los tres amigos se dirigieron al cruce de caminos en el que
habían quedado con Sirius, y, quizá Lupin, y vieron un perro grande y negro
que los esperaba moviendo la cola.
-
Hola Sirius
– dijeron los tres, y como respuesta recibieron un lametazo cariñoso del
perro.
Sirius
los condujo por los mismo enrevesados caminos que habían recorrido el año
anterior, hasta que llegaron a la cueva, donde Lupin los esperaba con una
sonrisa.
Buckbeak
no aparecía por ninguna parte, por lo que Harry pensó que quizá habían
preferido dejarlo en casa de Lupin.
Desde
que Sirius vivía con él, parecía más contento pero no mucho mejor
alimentado.
Lupin
también lucía túnicas desgastadas, y en dos puntos remendadas, y tenía cara
de haber estado enfermo hace poco.
Estuvieorn
hablando un largo rato, recordando los momentos en los que Lupin les había dado
clase, y las cosas que pasaban en Hogwarts últimamente.
Harry
les comentó su pena por no poder encontrar un buen guardián, pero Sirius
repitió las mismas palabras que le había dicho su amiga, que acabaría
encontrando uno pronto.
Empezaron
a hablar de la situación con Voldemort.
Desde
que el curso había empezado, los mortífagos no habían dado señales de vida,
y eso, según Hermione y Lupin era un mal presagio.
- Este
silencio por parte de ellos me inquieta bastante. – Dijo Sirius – No es
propio de Voldemort, hacer este alto en el fuego, cuando tiene al ministerio en
sus manos. Parece que tiene algún objetivo concreto, algún plan.
- De
todos modos mejor es que esté tranquilo a que empiece de nuevo la racha de
horror que hemos vivido durante el verano. – Dijo Lupin
- Pero
pensad que desde que Lucius fue absuelto no se ha sucedido ningún ataque. Todo
esto es muy sospechoso.
Continuaron
hablando hasta que se hizo casi la hora de volver.
Sirius
los acompañó convertido en perro hasta el cruce de caminos, donde empezaron a
dirigirse a Hogwarts.
La
oscuridad estaba empezando a caer sobre ellos, y si no se daban prisa se verían
envueltos en noche cerrada.
El
camino se les hizo más largo que de costumbre.
Cuando
la primera estrella nació en el cielo sin luna, Harry, Hermione y Ron empezaron
a preguntarse si es que se habría perdido.
- Es
imposible. – Dijo Hermione – Hemos recorrido este camino cientos de veces.
Tenemos que estar a punto de llegar.
- Sí,
- añadió Ron – Pero al menos el castillo debería estar al alcance de
nuestra vista.
- Como
alguien se de cuenta de que no estamos allí nos meteremos en un buen lío –
Dijo Hermione empezando a preocuparse.
- ¿Qué
es esa luz? – Preguntó Harry que había recorrido el camino en silencio –
Ambos se volvieron hacia donde Harry había señalado, pero no puedieron ver
nada.
- Debe
de haber sido un relámpago. La noche está oscura, quizá... – Empezó
Hermione pero Harry no la dejó terminar
- ¡No
ha sido un relámpago! – Dijo Harry muy nervioso y empezó a caminar hacia
donde había señalado..
- ¡Harry!
– Dijeron Ron y Hermione corriendo tras él. – No sería mejor que volviéramos,
el camino está oscuro y estarán preocupados por nosotros.
Pero
Harry los ignoró.
Corrió
hacia donde había visto el astibo de luz rojiza y se acercó silenciosamente.
Ron
y Hermione lo alcanzaron todavía protestando, mientras se introducían en el
camino que se tornaba cada vez más oscuro.
Y
de repente llegaron a un claro en el que una especie de hoguera se consumía,
sin que nadie alimentara el fuego.
- ¿Quién
habrá encendido el fuego? – Perguntó Hermione empezando a interesarse por el
asunto. – En este camino no vive nadie, y se supone que a estas horas todo el
mundo debería estar en el castillo.
Las
llamas rojizas se elevaban lentamente, mientras los tres amigos contemplaban sin
decir nada.
Y
de repente, las llamas empezarona coger forma, y se empezaron a agrupar formando
un pico, unas alas... un cuerpo.
- ¡Es
un fénix! – Dijeron Hermione y Harry a la vez mientras Ron contemplaba si
palabras.
Harry
lo había reconocido enseguida y miraba expectante como el fénix iba cobrando
poco a poco forma.
Los
tres estaban paralizados, viendo como las llamas seguían componiendo el cuerpo
del fénix, hasta que con una última llamarada, el fuego desapareció por
completo.
El
fénix había revivido.
En
ese mismo momento, un canto suave rompió el oscuro silencio de la noche.
Los
tres amigos sintieron como el cansancio del día les abandonaba, y se sintieron
completamente renovados y alegres.
El
fénix siguió cantando durante un par de minutos más, en los que ninguno dijo
nada para no romper la melodiosa armonía.
Tras
esto, se alzó en el aire, y flotando sin mover las alas los miró con sus ojos
de fuego, de una manera en la que Harry creyó distinguir ternura.
Ni
Harry, Ron o Hermione querían alejarse de donde el fénix flotaba, y la
necesidad de encontrar un camino para llegar a Hogwarts se había hecho
secundaria.
Harry
miró fijamente a los ojos del ave.
Ésta
le devolvió la mirada, hasta que, movida por algún impulso cambió de dirección
y empezó a volar, adentrándose en el oscuro
camino.
Se
miraron un instante, y sin decir nada empezaron a seguir la estela que el féniz
dejaba a su paso.
Anduvieron
durante unos minutos, y tras esto llegaron a un claro, en el que el fénix se
había detenido.
Lo
miraron atentamente, hasta que éste empezó a hacer un extraño movimiento,
girando en círculos sobre una gran roca.
- Parece
que quiere que nos acerquemos – Dijo Harry mirando a los otros.
- Vayamos
pues, - Dijo Hermione y los tres empezaron a acercarse.
Y
de repente, el fénix dio una vuelta más sobre la gran piedra y desapareció.
- ¿Dónde
ha ido? – Preguntó Ron extrañado.-Se ha desvanecido.
- Parece
que se ha metido por la piedra. –Dijo Harry empezando a rodearla. – Si sólo
hubiera... ¡Ey, mirad!.
Hermione
y Ron se acercaron rápidamente hacia donde Harry había gritado, y vieron que
con sus manos apretaba una gran cabeza de fénix dibujada en la piedra, que
refulgía como el fuego.
-
Tiene que haber alguna manera de abrirla...
-
Dejadme que intente... – Dijo Hermione subiéndose las mangas de la túnica.
Se
acercó a la cabeza dibujada, y apuntándola con la varita dijo: Covus
alohomora.
Pero
no pasó nada, la cabeza seguía en su sitio, resplandiendo y alumbrando los
ojos de los tres.
-
No sé... Parece que para abrirla se necesita un requisito especial
-
Tal vez sea como la cámara de los secretos – dijo Ron empezando a
emocionarse – Tal vez sólo pueda abrirla el que hable fénixcio o algo así.
Venga Harry, inténtalo.
Harry
se encogió de hombros.
La
única lengua especial que podía hablar era pársel, y sólo porque Voldemort
le había traspasado algunos de sus poderes, y ése entre ellos.
Sin
embargo se acercó al dibujo del fénix e intentó concentrarse.
Después
de todo, había hablado en más de una ocasión con Fawkes, aunque no estaba
seguro de que ese contara, ya que
después de todo Fawkes era un fénix especial.
Miró
la cabeza en la roca concentrándose lo posible porque estuviera vivo, para ver
si hacía efecto.
Tras
esto dijo: Ábrete.
Sin
embargo miró las caras de sus amigos que negaban decepcionados.
- Lo
has dicho en nuestra lengua – Dijo Hermione intentando pensar en algún otro
conjuro para poder abrir la roca.
Sin
embargo, Harry no se dio por vencido.
Algo
le decía que tmapoco iban tan mal encaminados, y que tal vez sólo necesitaba
un poco más de concentración.
- Esperad
un momento. –Dijo con la voz algo quebrada.
Miró
de nuevo la cabeza, que brillaba en la noche, e intentó oír el canto del fénix
de nuevo.
Algo
le decía... algo...
Harry
miró los ojos del ave dibujada y se dio cuenta de que se movían
misteriosamente.
Abrete
– repitió,
pero esta vez, de su boca no salieron palabras sino un bello silbido que se
parecía al de la lengua pársel, aunque mucho más melódico y suave.
La
cabeza en la roca empezó a dar muestras de movimiento, y los ojos del ave
empezaron a dilatarse, hasta convertirse en una apertura suficientemente grande
como para permitir la entrada de un hombre.
Los
tres se miraron, como sabiendo qué vendría a continuación, pero no dijeron
nada.
Harry
empezó a meterse lentamente por el orificio, con la sensación de que le
esperaba una agradable sorpresa.
CONTINUACIÓN!!!!!
Hermione
y Ron, sin embargo, no las tenían todas consigo
- ¿Estás
seguro de que estamos haciendo bien? – Peguntó Hermione preocupada. – Es
decir, ¿no crees que deberíamos volver al castillo y comentárselo al
director?.
Pero
Harry negó con la cabeza desde el agujero.
- No
hay tiempo. Sabéis que si nos vamos ahora no volveremos a encontrar este
camino. No os estoy pidiendo que vengáis.
Hermine
y Ron se miraron, pero después fueron tras él, por el estrecho agujero.
Empezaron
a bajar por él, y estuvieron descendiendo durante un largo rato, sin saber
adonde se dirigían.
Tras
unos minutos, el túnel comenzó a agrandarse, hasta que pudieron andar por él,
aunque un poco encorvados.
Siguieron
andando durante algunos minutos hasta que el túnel se agrandó por completo, y
se encontraron en una caverna pintada con la misma pintura dorada y
resplandeciente, que les cegó momentáneamente los ojos.
Grandes
pancartas colgaban del techo de la caverna, con adornos rojos y oro.
- Me
recuerda al Gran Hall cuando Gryffindor ganó la copa. – Dijo Ron mirando los
adornos con interés
- ¡Eso
es! – Dijeron Hermione bastante excitada
- ¿Qué
pasa? – Dijeron Ron y Harry sin comprender
- Ya
sabía que me recordaba a algo – Dijo Hermione aún conla voz quebrada por la
emoción. - ¡Harry! Ésta tiene que ser la habitación creda por Godric
Gryffindor.
- ¿Qué
habitación? – Preguntaron de nuevo ambos.
- ¿Es
que nunca vais a abrir un libro? – Dijo Hermione empezando a perder la
paciencia. – Cuando me leí la historia de la Cámara de los Secretos, vi un
anexo que nadie había leído. Cuando Salazar Slytherin creó la Cámara, para
matar a los muggles, Godric Gryffindor decidió que tenía que hacer algo para
evitar el mal que se encerraba en ella. Y creó esta habitación. Creí que era
una invención del libro, pero ahora me doy cuenta de que era verdad. Tengo que
comprobarlo por mí misma cuando volvamos a Hogwarts, pero si no me equivoco...
- ¡Mirad!
– Dijo Ron que se había empezado a alejar de donde Hermione hablaba
Se
acercaron donde Ron señalaba una segunda subida de un túnel, y empezaron a
caminar por él.
Hermione
ardía de emoción, pero no dijo nada.
Anduvieron
durante diez argos minutos, pero con la esperanza de encontrar algo.
Cuando
se habían empezado a decepcionar, llegó a sus oídos el canto del fénix al
que habían seguido anteriormente.
La
sala había cambiado.
Seguía
siendo una cueva excavada en la roca, pero eso sólo se podía sentir por el frío
que se introducía a través de ésta.
Cada
centímetro de la sala, estaba cubierto por tapices en los que se mostraban el
enorme león de Gryffindor con un fénix en su espalda.
En
el centro de la habitación había una gran mesa de madera de roble, y una gran
bola de cristal yacía en ella.
El
fénix, flotaba encima de la bola de cristal, mirándolos con sus penetrantes
ojos, esperando a que callaran.
Cuando
el silencio reinó de nuevo, el fénix empezó a cantar con su melodiosa voz,
pero esta vez se había sucedido una cambio.
La
suave melodía dulce pero siseante, había empezado a cobrar sentido para Harry.
Podía
entender las palabras.
El
fénix decía en su canción:
Cuando
no tenemos fuerzas,
cuando
estamos desolados,
cuando
pensamos que los cielos
ya
no están de nuestro lado...
Cuando
el mal viene, la noche reina,
y
el malvado se alza,
para
que nuestras cabezas
ya
no guarden esperanza...
Fue
Salazar, él fue el culpable
el
fue el causante certero
al
crear aquella cámara
y
dejar a su heredero.
Pero
Godric prevenido
sabía
que ocurriría,
y
creó esta habitación
donde
yo sería el guía.
Aquí
estáis, el mal ha vuelto,
pero
vosotros llegásteis,
así
que la nueva orden
ha
de fundarse.
Si
entiendes estas palabras,
hijo
del heredero,
es
que tu turno ha llegado
y
con tus valerosos amigos
has
de combatir el pasado.
Harry
observaba asustado, sin entender muy bien lo que el fénix quería decir.
¿Hijo
del heredero?, ¿es que acaso su padre había sido...?
Tradujo
la canción a sus amigos, que no habían oído más que los susurros de la bella
melodía, y los tres, instintivamente se acercaron a la mesa, rodeándola.
El
fénix habló de nuevo, siempre cantando:
Esta
orden ha de ser
fundada
por el valor,
rendida
por el coraje
y
llevada con honor.
Hijo
del heredero,
guía
a tus nobles amigos
para
empezar la ceremonia
y
vencer al enemigo.
Son
necesarias tres pruebas
para
el lugar merecer
en
esta nueva orden
que
hoy volvera a nacer
Primero,
jurar solemnes
que
nunca os iréis de este lado
y
que nunca al enemigo
haréis
saber nuestro bando.
El
fénix calló por un momento, y Harry que seguía traduciendo miró a sus
amigos, y los tres, levantando sus voces dijeron: “Sí, lo juro”
El
fénix continuó:
Segundo,
este brazalete,
nunca
habéis de traicionar
con
honor habréis de llevarlo
y
hasta la muerte llegar
Un
poco asustados, los tres chicos juraron de nuevo, y en ese momento, un rayo de
luz dorada apareció en sus brazos derechos, que se formó en un brazalete muy
extraño con diferentes runas grabados en él. Hermione se puso aún más
nerviosa al verlo.
Por
último habéis de jurar
que
esta habitación sagrada
sñolo
en vuestro corazón
tendrá
la fuerza su espada.
Los
tres volvieron a jurar por última vez, sin entender muy bien las palabras del fénix.
Al
oír sus palabras, el fénix alzó su vuelo y una voz repitió en la cabeza de
los tres
La
nueva orden se ha fundado.
Hermione
y Ron miraron a Harry.
Habían
entendido las últimas palabras, por lo que debían de haber sido dichas en su
idioma, o en fenixcio.
De
repente, una puerta se abrió en la sala, en cuyo mango tenía la misma cabeza
de fénix dibujada, pero escondido.
Salieron
de ella, y los pasillos les parecieron muy familiares.
Habían
vuelto a Hogwarts.
Miraron
hacia atrás de nuevo rápidamente.
La
puerta se había cerrado, y la cabez del fénix en el pomo se apagó hasta
hacerse casi invisible.
Aún
aturdidos y bastante asustados, se dirigieron a sus habitaciones sin ir cenar.
CONTINUARÁ!!!!