Capitulo 1 | Capitulo 2 | Capitulo 3 | Capitulo 5 |
Capitulo 6 | Capitulo 7 |
RETORNO A HOGWARTS
CAPÍTULO
IV
Los
días restantes en la Madriguera pasaron rápidamente.
La
señora Weasley se había ofrecido a ir al callejón Weasley a comprar las cosas
que los chicos necesitaran, pero ellos decidieron ir también.
Así
que el día antes de que el curso
empezara, todos se prepararon para ir a comprar sus cosas.
El
callejón Diagón seguía como siempre, con apenas algunas tiendas nuevas desde
la última vez que Harry había estado allí.
El
año pasado, la señora Weasley había comprado todas sus cosas mientras ellos
estaban en los mundiales de Quidditch, por lo que desde que empezó el tercer
curso, no había estado allí.
Como
a Harry todavía le quedaba suficiente dinero desde el año pasado, y los padres
de Ron y Hermione ya les habían dado a sus hijos, los tres amigos fueron
directamente a comprar su material escolar.
En
Flourish & Blotts, compraron los nuevos libros para el colegio.
Después,
los gemelos Weasley se acercaron a Ron, y le dieron una encantadora sorpresa,
con una túnica de color azúl oscuro, bastante bonita.
A
Harry la suya le quedaba un poco corta, porque desde el año pasado había
crecido bastante, así que fue a comprarse otra.
Por
consejo de Hermione, que los acompañó para renovar la suya también, Harry
compró una túnica de terciopelo de color morado oscuro, mientras que Hermone
escondió la suya sin dejar que los demás la vieran.
- Será
una sorpresa para el día que la utilicemos. – dijo Hermione, con un tono que
no admitía réplicas.
Tras
esto, fueron a comprarse un helado a “Florean Fortescue”, donde el propio
Florean les sirvió y les saludó personalmente, recordando los momentos en los
que Harry pasaba cada tarde en la heladería, haciendo sus deberes sobre la
quema de las brujas para el colegio.
Cuando
terminaron de hacer todas las compras, los señores Weasley decidieron que era
hora devolver a La Madriguera.
Al
llegar allí, todos, muy cansados por las actividades del día, resolvieron ir a
la cama sin que nadie tuviera que insistirles, cosa que le pareció bastante
rara a la señora Weasley.
Todos
subieron las escaleras, pero Arthur Weasley llamó a los gemelos con voz severa.
Ambos
se volvieorn, preocupados por si acaso habían descubierto los nuevos
formularios, pero Harry no puedo enterarse de lo que pasaba, ya que tras ellos,
la señora Weasley cerró la puerta.
En
la habitación, Ron y él estuvieron hablando un rato, intentando adivinar de qué
se podía tratar, pero pronto sus dudas se disolvieron, al ver a los gemelos que
abrían disimuladamente la puerta de su cuarto.
- ¿Qué
ha pasado? – dijo Ron en un susurro.
- No
os preocupéis, no se trata de nada de los “Sortilegios Weasley”
- ¿Entonces...?
Fred
y George se miraron seriamente, pero al fin dijeron como hablando para ellos
mismo:
- Debemos
decírselo, ¿verdad?... De todos modos tampoco es nada del otro mundo...
- ¿Queréis
decirnos de que se trata? – dijeron ambos impacientes
- Está
bien, está bien... – dijo Fred
- El
caso es que... – dijo George
- Nos
han pedido que os protejamos en el tren.
- ¿QUÉ?
– Dijo Harry elevando la voz.
- ¡¡Shhhh!!
Tan sólo nos han dicho que tenemos que estar contigo y con Ron para alejar a
Malfoy si se acerca. Este año estará mucho peor que los otros años, ya que su
padre ha estado muy cerca de ir con los dementores
- ¡Lo habría conseguido si no llegar a ser por Fudge! –Dijo
Harry indignado.
- Ya,
ya, pero lo importante es que sigue libre, y que seguramente el señor Malfoy
quiera vengarse de quién lo ha humillado de tal manera.
- Pero
Malfoy no puede nada con nosotros.
Sólo puede insultarnos, y tal vez hacernos crecer unos cuantos furnúnculus,
sin que el colegio lo expulse. Los que tienen que tener cuidado son tus padres.
– Dijo Harry, empezando a preocuparse – En cuanto Malfoy se sienta de nuevo
con seguridad irá a por ellos, y de eso no te quepa duda.
- Mis
padres ya han sido avisados por Dumbledore. – Dijeron los gemelos aún más
seriamente que al principio. – Van a esconderse.
- ¿CÓMO?
– Dijo Ron ahora, ya que se sentía profundamente enfadado porque sus padres
no se lo hubieran dicho. - ¿Dónde se van a esconder? Quién-Tú-Sabes lo
encontrará en cualquier parte.
- ¿Van
a nombrar a un guardián secreto? – preguntó Harry aparentando estar
tranquilo, aunque los nervios apenas le dejaban hablar.
- No,
no quieren que nadie se arriesgue por ellos. El señor Tenebroso matará a
cualquiera que pueda tener relación con ellos. Van a ir a las montañas, a un
refugio que Dumbledore conoce cerca de Hogsmeade. Además, papá nos lo ha dicho
sin consentimiento de mamá, por lo que tememos que mañana ella nos lo borre de
la memoria, temiendo que se lo digamos a alguien. –dijo Fred, mientras que un
escalofrío le hacía estremecerse.
- Así,
que si mañana no nos acordamos, tenéis que la obligación de hacérnolos
saber. – Añadió con voz muy firme. – Esa es nuestra condición.
- Está
bien- añadieron Ron y Harry – Buenas noches.
Los
gemelos salieron de la habitación tan silenciosamente como habían entrado,
dejando en ella a un par de chicos bastantes preocupados.
Sin
embargo, el sueño puedo más que la preocupación, y en breves minuto ambos
amigos dormían a pierna suelta.
A
la mañana siguiente, reinaba en la Madriguera un alegre bullicio.
Todos
los Weasley, Hermione y Harry, bajaron al hall de la casa, con los pesados baúles
llenos de cosas para el colegio.
Los
coches del ministerio vinieron de nuevo a recogerlos, pero ahora Harry sabía
que no era sólo por él, por lo que tenía un motivo más por el que
preocuparse.
Llegaron
a King Cross, y en parejas entraron por el muro que separaba el andrés 9 del
10, disimuladamente.
Al
atravesar el muro, el andén 9 y tres cuartos se materializó allí mismo como
por encanto, y los señores Weasley se despidieron de los chicos.
Antes
de meterse en el tren, sin embargo, mientras Hermione buscaba un compartimento,
ya que se había negado a ir en el de los prefectos, Harry vio como la señora
Weasley se llevaba a un ricón a los gemelos, para decirles algunas palabras.
Cuando
volvieron, Fred y George tenían una cara un poco aturdida, por lo que adivinó
que se habían cumplido las predicciones de los chicos: la señora Weasley habría
desmemorizado a sus hijos.
Iba
a comentárselo a Ron, cuando escucharon la aguda voz de Hermione, que los
llamaba desde un compartimento vacío al final del tren.
Dirigiendo
una última mirada a los Weasley, les volvieron a agradecer su hospitalidad.
- Ha
sido un placer muchachos – dijo la señora Weasley alegremente – Os invitaría
también en Navidad pero...
La
señora Weasley suspiró, y Harry, viendo la situación añadió:
- No
se preocupe, en lo que a mí respecta me encanta quedarme en Hogwarts durante
las Navidades. Hogwarts es muy divertido.
- Es
verdad señora Weasley – djo Hermione, que ignorando la situación no quería
que se sintiera mal. – Muchas gracias de nuevo y...
En
ese momento, el sonido del tren poniéndose en marcha los sorprendió, y todos
corrieron rápidamente a sus compartimentos.
Cuando
el tren ya marchaba a una velocidad considerbale, Hermione miró a sus amigos y
dijo:
- ¿Qué
es lo que vosotros sabéis y yo no?
Harry
y Ron le contaron todo lo que los gemelos le habían dicho la noche anterior, Y
Harry añadió lo que había visto en la esquina de la estación.
Antes
de decir nada, Hermione se acercó a la puerta del compartimento y sacando su
varita murmuró: ¡Bloccati!
En
ese momento, una especie de cuadro azul, pero transparente, se alzó en el
frente de la puerta del compartimento, y Hermione murmuró: Malfoy, Crabbe,
Goyle.
El
cuadro flotante se volvió del color de la puerta del compartimento, y habría
pasado desapercibido por todos los que no supieran que se encontraba allí.
Ron
murmuró:
- ¿Qué
has hecho?
- Es
un sencillo encantamiento bloqueador. Malfoy y sus amigos no podrán entrar en
el compartimento, si no quieren ser expelidos
por él
- ¡Bravo
Hermione! – Dijo Harry.
Durante
todo el viaje recibieron las visitas de sus amigos del colegio. Dean y Seamus se
acercaron a saludarles, y más tarde Neville Longbotton.
Ninguno
de ellos habían estado en el juicio de Malfoy, por lo que estuvieron hablando
de cómo sería Hogwarts este año, y de quién sería su nuevo profesor de
Defensa contra las Artes Oscuras.
Aunque
Harry, Ron y Hermione, sabían que sería una amigo se Sirius y Lupin, no le
dijeron a sus amigos lo que pensaban, por miedo a que descubrieran quién les
había revelado la noticia.
A
media tarde, pasó la bruja que llevaba el carrito de la comida, y Harry compró
un poco de todo, para compartirlo con sus amigos.
Cuando
la joven se fue, Harry vio a Malfoy que intentaba entrar por la puerta que la
bruja jabía dejado semi entornada.
En
ese momento, hubo un gran relámpago azul, y Malfoy salió disparado hacia atrás,
cayendo sobre los cuerpos de sus amigos Crabbe y Goyle.
- ¡Guau!
– Dijeron Harry y Ron al mismo tiempo ¿Dónde has aprendido eso Hermione?
- Está
en el libro de encantamientos del colegio de este curso. Seguramente lo
estudiaremos este año.
Por
una vez, Harry y Ron intentaron aprender el encantamiento, ya que presumían que
les sería muy útil durante el curso si querían mantener a Malfoy a raya.
Cuando
consiguieron dominarlo más o menos, Hermione se levantó y dijo:
-
Voy a echar una mirada a la cabina de los prefectos para ver cuanto
tiempo queda. Si no voy en todo el viaje se molestarán.
Se
levantó, y salió, mientras el cuadrado flotante se convertía en verde, como
analizando si debía dejar a la persona que saliera del compartimento.
Harry
empezó a hablar con Ron:
-
¿No crees que Hermione está muy rara? – Dijo Ron
-
¿Rara en qué sentido?. Yo la veo como siempre.
-
Algo le pasa. ¿Crees que la Hermione del año pasado habría dejado sus
obligaciones como prefecta para venir con nosotros?
-
No sé... Quizá las cosas sucedidas durante este verano, le han hecho
cambiar de opinión acerca de los prefectos.
-
De cualquier modo, creo que está rara. – Dijo Ron tozudamente.
-
Eh.... sí, puede...
Dejaron
de hablar porque Hermione abrió repentinamente la puerta el compartimento.
Se
le veía una cara un poco preocupada, pero no comentó nada. Harry se preguntaba
si habría oído la conversación que había mantenido con Ron.
-
Ya estamos llegando. Me acerqué al compartimento de los prefectos que me
han mirado como si los hubiera traicionado. La verdad es que no me gusta el
aspecto de los demás prefectos, sobre todo el de Slytherin.
-
¿Qué quieres decir? – perguntaron a la vez Harry y Ron
-
No sé... No tenía una mirada muy agradable. El otro prefecto de
Gryffindor, un chico de sexto, estaba intentando
entablar conversación con él, pero el chico parecía no querer escuchar
lo que le decían. Estaba mirando por la ventana, asintiendo con la cabeza a
todo lo que le decían.
-
Bueno... es normal – dijo Ron – Todos los de Slytherin son así. No
me extrañaría que estuviera haciendo eso.
-
Sí, pero no era normal – continuó Hermione. – Era un chico extraño,
nunca lo había visto antes, y no sé en qué curso está. Parecía de nuestra
edad.
-
A lo mejor es nuevo – djo Harry empezando a interesarse por el tema.
– Seguro que se hace íntimo con Malfoy, que no pierde una oportunidad de
hacese el intersante.
-
De cualquier modo no creo que si fuera nuevo le hubieran hecho prefecto.
Además, ¿cómo sabrían que es de Slytherin?
-
Bueno, chico – dijo Ron interrumpiendo la conversación, - el tren está
aminorando la marcha. Hemos llegado.
Se
bajaron del tren y se dirigieron a la zona donde decenas de dilegencias
aguardaban a los chicos para levarlos a Hogwarts. Vieron a Hagrid que cruzaría el lago con los chicos de
primero, que empezaban el colegio.
A
diferecia de otros años, el tiempo era tranquilo aunque algo frío, y el sol
anunciaba su huída entre las montañas.
Harry,
Hermione y Ron fueron al coche y esperaron a que otro compañero viniera para
ocupar el cuarto puesto. Neville solía ser el que ocupaba este lugar, pero
aunque miraron alrededor no pudieron verlo.
Supusieron
que se habría subido con otras personas de su curso, así que epezaron su
viaje.
Durante
todo el camino, siguieron hablando del chico del tren, hasta que Ron dijo:
-
¿Vais a parar de hablar de él? ¿Qué nos importa a nosotros si es
nuevo o prefecto?. Lo único que sé de él es que es de Slytherin, y es fácil
suponer como será.
Harry
y Hermione pararon de hablar de él, y empezaron a comentar cómo sería el
curso o los profesores, el tema favorito de ésta.
Llegaron
al colegio, y se dirigieron directamente al Gran Hall de Hogwarts, donde tendría
lugar el fantástico banquete de principio de curso.
Se
sentaron en la gran mesa de Gryffindor, donde saludaron a todos los compañeros
que no habían tenido la oportunidad de ver anteriormente.
En
la gran mesa de los profesores, Harry distinguió a un hombre de rostro alegre
pero con algunas arrugas producidas por
la preocupación. En su pelo, de un color marrón oscuro se podían ver algunas
canas que luchaban por salir.
Harry
tuvo la sensación de que le caería bien.
El
Gran Hall estaba decorado con los estandartes de las cuatro casas de Hogwarts,
cada uno encima de las mesas de las respectivas casas. En la mesa de los
profesores, un gran estandarte con el escudo de Hogwarts, en el que las cuatros
mascotas se enlazaban en una gran H.
De
repente, se hizo un completo silencio, y desde una puerta, cuarenta chicos y
chicas con caras tímidas y asustadas entraron en la sala.
Se
asombraron al mirar el techo del Hall, que estaba hechizado para representar el
mismo cielo, y poco a poco, se alinearon en una hilera en frente de un taburete.
Tras
ellos, la profesora McGonnagall, subdirectora del colegio y la jefa de la casa
de Gryffindor, entró llevando en su mano un viejo sombrero raído y
descolorido.
Puso
el sombrero en el taburete, y al instante se abrió uno de sus agujeros, y el
sombrero empezó a cantar:
Se
cuenta que hace un gran tiempo
cuatro
magos existieron,
cuatro
magos poderosos
que
fundaron un colegio.
El
colegio construido,
como
“Hogwarts” fue bautizado
y
los magos muy contentos
a
enseñar comenzaron.
Cómo
escoger los alumnos
cada
uno decidía
ya
que cada uno de ellos
habilidades
escogía.
El
famoso Godric Gryffindor,
reclamaba
el valor el coraje;
Rowena
Ravenclaw,
prefería
la inteligencia.
Helga
Hufflepuff
la
buena voluntad amaba
y
Salazar Slytherin
magos
ambiciosos ambicionaba.
Cada
año elegían
los
que a sus casas irían
hasta
que un día decidieron...
que
me inventarían.
Yo,
el sombrero pensante,
tengo
algo de cada uno de ellos,
y
al instante yo sabré
en
qué casa poneros.
Así
que probadme,
no
tengáis temor
que
vuestras casas diré
sin
ningún horror.
Cuando
el sombrero volvió a cerrar la abertura que parecía ser su boca, todo el Gran
Hall rompió en aplausos, incluso los nuevos chicos, que se habían relajado al
saber que sólo tendrían que probarse el sombrero.
La
profesora McGonnagall tomó la palabra, y dijo:
-
Ahora os iré
llamando por orden de apellido. Saldréis y os probaréis el sombrero, y cuando
diga la casa que os corresponde, iréis a sentaros a la mesa. ¿Comprendido? –
Todos asintieron – Entonces empecemos. ¡Allonder, Sarah!
Sarah
fue tímidamente al centro del Hall y se probó el sombrero, mientras se sentaba
en el taburete.
Al
instante, el sombrero gritó: ¡Ravenclaw!
La
mesa de Ravenclaw estalló en aplausos, y los prefectos se acercaron a darle la
mano a Sarah, que un poco más alegre les sonreía.
¡Broman,
Brandom!
¡Hufflepuff!
¡Daily,
Daniel!
¡Hufflepuff!
¡Flannagan,
Luise!
¡Gryffindor!
Ahora
le tocó el turno a la mesa de Harry. Todos aplaudieron con fuerza, y algunos se
acercaron a darle la mano a Luise, aunque Hermione no se movió.
La
ceremonia continuó hasta que ¡Womintton, Derek! fue elegido para la casa de
Slytherin.En ese momento, Dumbledore se levantó de su asiento, y reclamó con
un gesto de la mano silencio.
-
Estamos aquí
de nuevo otro año, para intentar rellenar vuestras cabecitas con algo nuevo.
Aunque muchos creáis que este año va a ser muy complicado, por el asunto que
todos conocéis, yo sólo puedo deciros que tengáis confianza, y que lo que
tenga qye venir, vendrá, y que de nada sirve preocuparse de antemano. Este año
tendremos el placer de contar con el profesor Mundungus Fletcher, que cubrirá
la única baja que hay en el colegio, es decir, Defensa Contras las Artes
Oscuras. – Hubo un caluroso aplauso, ya que, aunque Harry no lo había visto,
el profesor Fletcher era bastante bien parecido. – Ahora, no quiero
entreteneros más, así que sólo me queda deciros una cosa: ¡A comer!
Todos
los chicos se volvieron a sus mesas, donde los platos y las fuentes de oro, se
había llenado de todos los manjares favoritos de los chicos.
Ron
miró a Hermione, preguntándose su ésta diría algo acerca de los elfos domésticos,
pero ella se limitó a sostenerle la mirada y decir:
-
Ya sé lo
que estás pensando. Sí, está bien, me habéis convencido. Este año conocí a
un elfo doméstico llamado Tummy, que me explicó de nuevo todo lo que vosotros
decíais sobre que era su gusto. Sé que lo que están, es educados para eso,
pero de todos modos no creo que yo pueda cambiar nada. – Y añadió muy
bajito: al menos... por el momento.
-
Menos mal .
Dijo Ron – Eso de la PEDO me estaba empezando a hartar.
Hermione
iba a replicarle que ése no era su nombre, cuando Harry se volvió a ellos, y
apresuradamente preguntó:
-
¿Qué os
parece el nuevo profesor?
-
Parece simpático.
-
Tengo la
sensación de que me va a caer bastante bien – dijo Harry – Tiene pinta de
ser el estilo de Lupin.
-
Sí, por
algo son amigos.
Siguieron
comiendo, hasta saciarse, y cuando todos hubieron terminado, los platos se
limpiaron de nuevo, dejando al descubierto el reluciente oro.
Dumbledore
su volvió a poner en pie y dijo:
-
Como me
imagino que estaréis cansados, no quiero entreteneros mucho. Sólo decir a los
nuevos, y recordar a algunos de los más veteranos, que las zonas del Bosque están
totalmente prohibidas, y que ningún alumno puede acercarse allí. Ahora, buenas
noches.
Todos
se levantaron de golpe, y se dirigieron en tropel hacia las respectivas salas
comunes.
Llegaron
al retrato de la señora Gorda, y Hermione, como prefecta de Gryffindor dijo la
contraseña, que era Rayos.
Entraron
en la sala, y demasiados cansados para decir nada, se dirigieron directamente a
sus habitaciones, donde el cartelito había cambiado para decir: Quinto curso.
Entraron
y se metieron en las camas, corriendo las cortinitas rojas de terciopelo que
rodeaban cada cama.
Al
instante, sus compañeros se durmieron, pero Harry no.
Había
algo extraño en la habitación, algo faltaba...
Empezó
a pensar, intentando recordar qué era lo que echaba en falta, hasta que de
pronto dijo:
-
¡Neville!