Mariana hizo bien los deberes, lo mando sin errores, en el mail Y EN WORD ambas cosas juntas, y además...escribió una historia totalmente original!!

La hermana de Harry Potter

Capítulo 1

Por Mariana Gómez

Esta historia empieza en una noche de tormenta de hace ya quince años. Para ser más exactos, fue el 31 de julio a las cuatro de la madrugada Aunque era verano, la tormenta era torrencial. Pero eso no es lo importante, sino lo que sucedía dentro del Hospital Mágico de Godric Hollow: En el ala de maternidad se estaba atendiendo un parto muy difícil.  Un hombre de anteojos y desordenado pelo de color azabache caminaba nervioso para un lado y otro de la sala de espera. Al fin, depues de lo que parecieron siglos,  se abrió una puerta y entró una enfermera. Todo había terminado y tanto su esposa como sus hijos estaban bien. A los mellizos se los habían llevado para revisarlos, pero podía ir con su esposa. El padre suspiró de alivio. Por suerte todo había salido bien, y paso a ver a su mujer.

Mientras tanto, el doctor Huckleberry Koop se preguntaba como cumpliría las órdenes de su Maestro sin levantar sospechas. Tenía que llevar al varón de los mellizos Potter (eran un chico y una chica) a la Sala F, donde lo pasaría a buscar su cómplice Maurice Nott, para llevárselo al Maestro.

Pero no podía encargarse de llevarlo personalmente, ese era el problema. Demasiado arriesgado. Tenia que pedírselo a alguien que no hiciera preguntas, ¿a quien podía ser? Tan distraído estaba que casi se llevó por delante a una de las ayudantes, Leonora Fenton. Eso le dio una idea: se lo diría a ella, no iba a sospechar nada, eso seguro. Nunca hablaba mucho y no parecía que pudiera ser un peligro.

-Leonora, tengo que pedirle un favor. Hay un bebe, Potter, en la Sala D que debe ser llevado a la F.

La mujer asintió aunque sólo había escuchado a medias. En realidad, Leonora estaba pensando cómo iba a lograr que no la echaran de su casa por no pagar el alquiler. Su situación económica iba de mal en peor desde que su marido había muerto. Si hubiera sido ella sola no se preocuparía tanto, pero debía mantener su pequeña hija de dos años, Angie. Todavía pensaba sobre esto mientras se dirigía a la Sala D. Se llevo una sorpresa al llegar allí: había dos bebés apellidados Potter. Lo peor era que no podía recordar si tenía que llevar al niño o a la niña. Cargo  a la nena, aunque tenía dudas. Koop le había dicho eso?. Después de salir de la Sala F, se dirigió al despacho del médico para preguntarle. La puerta de la oficina estaba entreabierta. De adentro se escuchaban  las voces de dos personas discutiendo. Nunca se habría puesto a escuchar si en ese momento no hubiera escuchado su nombre.

-Se lo encargué a Fenton, una de las ayudantes-susurraba Koop-No habrá problemas.

-Idiota-dijo otra voz-Ahora tendremos que liquidarla para que no hable.

-Pero todos sospecharan demasiado... yo no podría seguir trabajando como espía.

-De eso me encargo yo. Ahora lo más importante es deshacerme de Potter.

Y entonces reconoció al otro hombre ¡Era Maurice Nott, un seguidor del Señor Tenebroso! Entonces, eso significaba que Koop estaba aliado al lado oscuro. Y tanto ella como la chica Potter estaban en peligro. No perdió más tiempo. Corrió a la Sala F, envolvió a la beba en un chal, y se fue directo a su casa, a pesar de la tormenta. 

En una de las habitaciones del hospital, estaban el señor y la señora Potter, con algunos de sus amigos, que se habían retrasado por la lluvia. Uno de ellos les preguntó cómo los iban a llamar:

-Hemos pensado con James en llamarlos Harry y Amy ¿No son lindos nombres?

Los demás estuvieron de acuerdo con ella. Justo fue cuando el doctor y una enfermera trayendo a un bebé.  Koop les dijo  que debía hablar con los Potter a solas. Todos se miraron, preocupados por lo que podía significar esto. Cuando salieron, el médico les contó la triste noticia: sólo había sobrevivido uno de sus hijos. Claro que no fue poca la sorpresa de Koop, cuando se dio cuenta, que el recién nacido que llevaba la enfermera era un varón y no una nena...


Leonora  entró silenciosamente, para no despertar a la mujer que estaba cuidando a su hija, que dormía como un tronco. Metió sus cosas rápidamente en una valija, vistió a su hija, cargo una niña en cada brazo y se fue. Le costó bastante llegar hasta un Trasladador, cargando la recién nacida, su hija y la valija. Fue en dirección a Londres, donde vivía una amiga suya. Luego tomó el Autobús Noctángulo, hasta El Caldero Chorreante y pidió una habitación para pasar el resto de la noche. Al día siguiente, después de dejar a Angie al cuidado de su amiga, consiguió una guía telefónica muggle. Buscó el nombre de algún orfanato que quedara cerca. Era necesario que fuera muggle para que a Nott le fuera más difícil encontrar a la niña. Más tarde, compró una canasta, envolvió a la pequeña en mantas y la colocó dentro de ella. La canasta fue encontrada una hora después en las escaleras del Hogar Infantil Hopetown, por uno de los empleados.

Pocos días después, apareció Huckleberry Koop asesinado, probablemente por su propio Maestro.  Unos meses después, el  matrimonios Murray adopto a la pequeña Amy Potter. La llamaron Laura. Un año y medio más tarde, Harry Potter fue a vivir a casa de sus tíos. Luego de dos años, Leonora Fenton se volvió a casar, con un hombre llamado Edgar Johnson. Cambió el apellido de su hija, por el de su nuevo esposo. Si bien los seguidores de Voldemort se habían dispersado, era más seguro borrar las pistas. 
Cuando Laura tenía cuatro años, el señor Murray consiguió un mejor puesto en Estados Unidos y se mudó con su familia. Cuando cumplio 11, recibio una extraña carta desde Masachusett. La carta decia que era una bruja y tenia un puesto en el 
Instituto Magico de Salem. Después de la sorpresa del primer momento, comenzó a disfrutar mucho su escuela. Curso varios años sin incovenientes, con muy buenas notas. Tenia buenos amigos y le agradaban sus maestros. Pero un día, el jefe del señor Murray lo cambió todo.
 Laura acababa de regresar de Salem para pasar dos meses de vacaciones, después de finalizar su cuarto año de colegio, cuando sus padres le dieron la "fantástica" noticia. La reacción de Laura fue bastante fuerte, la niña tenía su carácter.

-¿Irnos a vivir en Inglaterra?-preguntó lentamente y con incredulidad-¿Para siempre?

-Sí, cielo, tu papá consiguió un trabajo mejor, vamos a vivir en una casa más grande, vas a tener...

-¡¡¡Que me importa la casa!!!-explotó ella-¡Esta casa esta bien!¡No quiero irme de mi país!

-Por favor, hija, en realidad Inglaterra es tu país, y vas a tener una habitación más cómoda, vamos a comprar un auto nuevo...

-¡No quiero saber nada de eso!-siguió, Laura, sin escuchar una sola palabra-Se reirán de mi acento...

-No tienes acento y harás nuevos amigos, podrás seguir viendo a los que tienes ahora...

-Si claro, van a poder ir hasta Inglaterra cada fin de semana-interrumpió Laura, en tono sarcástico-no los voy a ver nunca más, escribir no es lo mismo y seguro que ahí ni siquiera hay un colegio de magia!-En el calor de la discusión, se había olvidado de que el Mundial de Quidditch había sido en Inglaterra.

-Sé razonable-dijo su padre. Laura odiaba que le dijeran eso- Claro que hay un colegio, tu directora nos recomendó uno muy bueno, de los mejores que hay. La señora Pollock dijo también que el director era muy simpático...

¡Eso era el colmo!¡Su padre hablaba como si eso lo arreglara todo! Y por lo que le importaba a ella, ese asqueroso colegio podía hundirse en el mar y ese director ( que seguro era un frió ingles) podía desaparecer de la faz de la tierra. Escribiría a su mejor amiga, Casia Godoy, para que la ayudara, o se escaparía, o llamaría al teléfono de Atención a la Infancia. Nunca iban a poder sacarla de allí...

Sin embargo, un mes después, estaba en un avión rumbo a su país natal, junto a su familia y sus valijas. No sabía qué le sucedería al llegar allí, ni con quién se encontraría...

 Tampoco que el mago que causó la separación de su familia pronto intentaría cobrar venganza.  

 

Capítulo2

Dos semanas después

 

Laura se miró al espejo, tratando de explotarse un granito sobre la nariz respingada que tanto odiaba, ya que le daba un aire muy infantil. Mientras, sus padres hablaban sobre la cena que tenían al día siguiente con la familia de un tipo que trabajaba con unos taladros o algo así.

-¿Sabías, Laura, que tienen un hijo de tu edad?- le comentó en ese momento su papá.

-Ah, que interesante...

La verdad era que Laura se estaba preguntando cómo haría para arreglar ese pelo azabache todo electrizado que tenía y no escuchó nada de lo que le dijeron. Tendría que haberle pedido a su amiga un poco de esa poción alisadora, pero no se le había ocurrido. O tal vez pudieran hacerle algo en la peluquería para arreglarlo. Si odiaba algo más que a su nariz, sin duda era su pelo, tan molesto y difícil para peinar.

-Si nos acompañaras, seguro que te divertirías bastante ¿no te parece?

-No, gracias, prefiero aburrirme en casa. Las cenas de negocios siempre son aburridas.

-Pero no te podemos dejar sola tanto tiempo y no conocemos a nadie por acá...

Ahí empezaron a discutir: ella no quería saber nada de ir a esa cena, pero el padre insistía con que tenía que ir. Resultado: terminó venciendo él, como siempre. Era todavía más cabeza dura que Laura, ganaba todas las discusiones con su insistencia infinita. Podía ser insoportable a veces... o siempre, según la perspectiva.

Al día siguiente, cuando iban en el auto viajando para la casa de “ese idiota”(como Laura siempre le decía), nadie habló mucho. El señor Murray estaba concentrado en el negocio, su esposa, que había estado a dieta toda la semana, se preguntaba qué iban a comer y Laura seguía un poco malhumorada todavía, en parte porque no quería ir y en parte por haber perdido la discusión con su papá.

Cuando llegaron, la chica se quedó sorprendida de lo limpio que parecía el caminito de entrada. Se preguntó, en broma, si tendría que limpiarse los pies antes de pisarlo. Había que ser un maniático de la limpieza para tenerlo tan prolijito. Tampoco le gustó mucho la casa, se la veía muy perfecta, todo en su lugar. Además, todas las casas del lugar eran casi iguales, la gente que vivía ahí no debía tener creatividad, sin duda eran unos aburridos. No cambió de opinión cuando entraron, sino todo lo contrario: era todavía peor.

“Ese Idiota” era un hombre gordo, casi sin cuello y con bigotes tan cuidados como el caminito; su mujer tenía un cuello de jirafa y una cara huesuda. Ambos los recibieron con comentarios como “¿Ella es su hija? ¡Que adorable!”, “El vestido que tiene usted puesto es precioso, señora Murray”, etc, etc. El chico parecía una ballena de lo gordo y sonreía estúpidamente. Lo peor era lo falsos que parecían todos ellos, era muy obvio. Tardó un rato en darse cuenta de que había otro chico en la habitación, apoyado contra una pared, un adolescente con anteojos que miraba la escena con indiferencia. Tal vez a Laura le cayó bien sólo porque era el único que parecía igual de aburrido que ella. Al notar que lo miraba, le dijo “hola” y ella le respondió igual, sin el teatro de los otros, que seguían hablando muy falsamente entusiasmados. El chico dirigió una mirada a “El Idiota y Cía” y le guiñó un ojo con aire cómplice. Laura quería saber quién sería, no parecía ser el hijo del idiota ni amigo del “Idiota Jr.”, pero no se animaba a preguntar.

-Ah, pensé que tenían un solo hijo.- comentó la señora Murray al verlo. Por alguna razón, la otra mujer se puso algo nerviosa:

-No, no... es nuestro sobrino, que pasa el verano con nosotros. Ehh... se llama... - la señora dudó un momento, durante el cual Laura se preguntó si se habría olvidado el nombre de su propio sobrino. Finalmente, volvió a hablar: Se llama Harry Potter.

¿Harry Potter? Laura tuvo un escalofrío: estaba segura de haber escuchado ese nombre antes pero ¿dónde? ¿Cuándo? Claro que era un nombre muy común, pero aun así... le resultaba familiar... Era extraño ya que también estaba convencida de no haber visto al chico antes. Trató de recordar por qué le sonaba el nombre, pero no podía. Hasta que en un momento, el chico, al volver a levantar la vista, se sacó con la mano el pelo de la frente y dejando  ver una cicatriz. Una cicatriz muy rara, en forma de rayo ¡Una cicatriz en forma de rayo! La reconoció casi al instante, imposible dudar, pero ¡no era posible! ¡El famoso Harry Potter, quién venció al Que-No-Debe-Nombrarse, viviendo en ese lugar! Nunca, aun con su abundante imaginación, se le hubiera ocurrido. Se quedó muda y para que eso le pasara a ella tenía que ser algo grave de verdad. Harry Potter la miraba, sus ojos verdes reflejaban sorpresa. Laura no sabía qué decir, preguntar algo así como “¿Sos el verdadero Harry Potter?” sonaba muy estúpido, pero tampoco podía pasarlo por alto. Finalmente le volvió la voz, pero le costó un gran esfuerzo poder preguntar, bastante abruptamente, lo primero que le salió:

-¿En qué año de Hogwarts estás?- Todos, sin excepción, se la quedaron mirando, sorprendidos. Los Murray, porque se preguntaban cómo sabía ella que él iba a ese colegio; los Dursley, porque nunca se imaginaron que la hija de los Murray fuera... una anormal; y Harry, porque nunca la había visto en el colegio y tampoco hubiera pensado que ella podía ser bruja. Por fin, consiguió responderle.

- Éste otoño empiezo el quinto año.- Harry miró sus tíos y su primo, que estaban espantados y sintió un poco de satisfacción.

- Yo también empezaré quinto en Hogwarts. Antes, iba al Instituto Salem, hasta que nos mudamos a Inglaterra.

Ya al borde de la desesperación, tía Petunia trató de salvar la situación anunciando que la cena estaba lista. Tal vez la comida los distrajera. Sin embargo, no consiguió nada, porque Laura no iba a dejar la oportunidad de hablar con alguien que le pudiera contarle cosas sobre Hogwarts, sólo sabía lo que le dijeron sus padres que no era mucho; y Harry no quería dejar pasar la oportunidad de torturar a su tío pronunciando la palabra magia en su propia cena.  Laura, para seguir la conversación y acordándose de su amiga, que era re-contra fanática del Quidditch, le preguntó si tenían un equipo en la escuela, como en Salem.

-Por supuesto que sí, hay cuatro en total- Al verla confusa, le explicó que había uno por cada casa.

-¿Casa? ¿Y eso qué es?- preguntó mientras se sentaba a la mesa. Entonces, él le explicó todo sobre las cuatro casas del colegio. Cada tanto, miraba a los Dursley. Duddley parecía de piedra, no debía ni respirar, ¡casi no comía! Su tía apenas podía responder con asentimientos de cabeza a la señora Murray y tío Vernon, aunque trató, no pudo concentrarse en los taladros. Estaba arrepintiéndose de haber dejado que su sobrino cenara con ellos esa noche “para poder vigilarlo, Petunia” como había dicho. Grave error. Tendría que haber hecho caso a su esposa. Los padres de Laura quedaron convencidos de que eran unos idiotas, el señor Murray incluso decidió que no firmaría el contrato con ellos. Lo único bueno, pensó la señora Murray, era que Laura y Harry parecieran llevarse tan bien. Por primera vez su hija estaba entusiasmada con algo del nuevo colegio. En ese momento hablaban acerca de un sombrero que hablaba o algo así, no lo entendió muy bien. Laura estaba sorprendida, no sólo por lo que le contaba de Hogwarts, sino por el hecho de que él no fuese para nada engreído. Siempre creyó que alguien cuya fama hubiera cruzado el Atlántico tenía que ser algo esnob, pero no era así. A Harry también le cayó bien ella, era divertida y muy simpática, salvo cuando le agarraba el mal humor. Además, él disfrutaba de poder vengarse de los Dursley por todo lo que le hicieron ese verano y de poder hablar sobre lo que más le gustaba: Quidditch.  

Al irse los invitados, Harry empezó a preocuparse: sus tíos parecían enojados de verdad... Más que enojados, estaban de color púrpura. Tal vez, con el miedo que le tenían a Sirius, se salvaba. Pero no fue su padrino quien lo salvó: fue el teléfono, que tío Vernon fue a contestar, murmurando “¿Quién llamará a ésta hora?”. Cuando volvió, estaba más blanco que un papel. Farfulló:

-Marge ha tenido un accidente, voy ya mismo para el hospital.

Harry aprovechó la distracción y, mientras su tío explicaba lo que le había pasado, se fue rápidamente a su habitación. Mientras se acostaba, pensó que no había estado nada mal la noche, con todo lo que había pasado.

Aunque sabía que estaba mal alegrarse por lo del accidente, no lo pudo evitar. Después de todo, la tía Marge era insoportable: se lo merecía.

   

 

ESTA HISTORIA TOMA RUMBOS INESPERADOS... tres diferentes autoras enviaron sus continuaciones, incluyendo la autora original....así que acá tienen, tres diferentes continuaciones!

CAPITULO 3 POR Mariana        CAPITULO 3 POR Nataly      CAPITULO 3 por Rocio

 

CAPITULO 4 POR Rowena Ravenclaw (Lucia Cirianni Salazar)

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