Capítulo 4: “La hermana de Harry Potter”

  Por: Rowena Ravencalw. (Lucía Cirianni Salazar).

 

A los tres días de su llegada a Hogwarts, Laura había olvidado su dolor por haber abandonado el Instituto Salem y había enviado lechuzas a todos sus amigos contándoles del nuevo colegio. Estaba fascinada con las escaleras que se movían, las puertas falsas y los retratos parlantes.

Tenía por costumbre ir acompañada por Hermione o Ginny (que eran ahora buenas amigas de ella), por que Hogwarts era un castillo grande y complicado y todavía le costaba trabajo encontrar el camino a las aulas.

Ron aun se ponía nervioso con ella, pero había empezado a hablar y a resultar particularmente simpático, cosa que a Hermione no parecía hacerle demasiada gracia.  

Por su parte Harry estaba mucho más serio que de costumbre. Había estado un tanto apartado y nervioso desde el año pasado y se había vuelto suspicaz hasta rozar con la paranoia. No era cosa de olvidar el regreso de Voldemort y cada cierto tiempo se llevaba la mano a la cicatriz muy preocupado. No había compartido con nadie todas sus angustias por que sabía que la simple mención del nombre del Señor Tenebroso era suficiente para hacer cundir el pánico. Mas había notado que no era el único que parecía especialmente angustiado, Dumbledore había casi perdido su acostumbrado guiño amable detrás de sus gafas de media luna y Lupin parecía extremadamente pálido. Sin embargo, lo que regresaba constantemente a su mente era Laura.

Hacía dos días (el día siguiente de la llegada a Hogwarts), Lupin lo había mandado llamar. Harry había entrado al aula, particularmente nervioso, debatiéndose entre el enorme pesar que caía sobre él desde el final del Torneo de los Tres Magos y el inmenso alivio de verse rodeado de nuevo por Dumbledore, su padrino y Lupin.

Sirius se hallaba en el fondo de la habitación en forma de perro y Harry le acarició la oreja en lo que Lupin se aseguraba de poner un encantamiento de aislamiento de sonido en la puerta. Entonces Sirius recuperó su forma humana y se sentó junto a Harry frente al escritorio de Remus.

-         Hola Harry- murmuró - ¿Tienes idea de por qué te hemos mandado llamar?

-         Creo que sí, esa chica... Laura.

-         Exacto- dijo Lupin – en realidad has descubierto demasiadas personas olvidadas por una falsa sombra de muerte  a nuestro lado.

Harry miró el piso y no supo que contestar, así que Sirius continuó.

-         Sin embargo, este descubrimiento puede ser mucho más agradable que el anterior.

-         Aun es sólo una sospecha. Había quedado oculto, casi la habíamos olvidado.

-         ¿Quién es?- Soltó Harry- Lo he pensado mucho, se parece, se parece... a mí.

Harry recordó con un escalofrío la última vez que había encontrado extrañas similitudes con otra persona, Tom Riddle. El nombre que era un acertijo, el acertijo que él no descifró a tiempo: Tom Sorvolo Riddle.

Sirius lo miró por un momento, luego miró a Lupin, se le hizo un nudo en la garganta y no supo como empezar. Con una significativa mirada le pidió a su compañero que explicara las cosas y, para sombro de Harry, Lupin empezó a contar la historia de la supuesta muerte de su hermana gemela y del alboroto que la ocultó por quince años a la memoria de todos. 

-         Tus padres murieron tratando de investigar donde había quedado el cuerpo de su hija pero tenían a Voldemort pisándoles los talones y tenían que esconderse.

-         ¿Por que nadie me dijo nada? ¿Dumbledore?

-         Por que era un gran misterio y todos suponíamos que había muerto, quizá quería ahorrarte el shock. Quizá, como Sirius y yo, creyó que sería una pena más que caería sobre tus hombros, como si no tuvieras suficientes. En realidad nunca se lo pregunté.

-         Entonces Laura es mi... ¿Mi hermana?

-         No podemos saberlo, por que no entendemos toda la historia, pero los sospechamos. Antes de que esa información caiga en malas manos Harry, es necesario que tú le preguntes cómo fue adoptada y en dónde. Es necesario saber antes que Voldemort por que si se enterase, su vida estaría en grave riesgo, junto con la tuya.

-         Si, entiendo. Una cosa.

-         ¿Sí?- preguntó Lupin.

-         ¿Cuál es su verdadero nombre? Es decir, el que le dieron mis padres.

-         Ah...mmm... Amy, Amy Lillian Potter.

Desde entonces Harry no había hablado mucho con ella, en contra de las indicaciones de Lupin. No sabía por qué pero no había tenido el valor de enfrentarla a la misma historia que él había tenido que cargar desde que había dejado Privet Drive por primera vez para ir a Hogwarts. Con una última mirada hacia la chica, Harry se decidió, tenía que decirle la verdad.

Esa tarde acompañó a Ron, Hermione y Laura a Transformaciones con algo más de buen humor y un poco de nervios. Los tres parecían muy contentos de verlo mejor. Ron y Hermione le habían contado a Laura todas sus aventuras, todas excepto  la liberación de Sirius, que seguían considerando apropiando mantener en secreto hasta que Dumbledore diera su aprobación. Laura se encontraba bastante impresionada pero no había hecho muchos comentarios.

Durante la clase, Harry insistió en trabajar con Laura. Mientras ambos intentaban convertir a una pequeña oveja en un sueter de lana Neville hizo otra de las suyas convirtiendo el suyo en un abrigo con patas muy nervioso que corrió por el aula y mordió el sombrero de Parvaty Patil, provocando en la muchacha un repentino ataque de histeria. Harry aprovechó el barullo para decirle a Laura.

-         Tengo que hablar con ustedes. Ron, Hermione y tú.

-         Bueno- Contestó Laura, algo sorprendida.

Esa era la última clase del día y Harry los llevó al campo de quidditch para asegurarse de tener un lugar en el que nadie podría escucharles. Se sentaron en las gradas bajo el cielo cálido y estrellado.

-         ¿Que pasa Harry?- preguntó Ron- ¿Por qué nos has traído aquí? 

-         Por que necesito asegurarme de que nadie en el castillo nos oiga. Lupin me ha dicho que es mejor no hacer correr los rumores antes de que las cosas estén claras.

Laura los miraba con curiosidad y se sobresaltó cuando Harry se volvió hacia ella y le preguntó.

-         Am...ejem... Laura ¿Podrías contarnos tu historia?

Laura pensó un momento antes de contestar. ¿Por qué Harry Potter querría saber la historia de ella? La verdad no le gustaba andar diciendo por ahí que era huérfana y todo eso. Sin embargo, algo había en Harry que le había llamado la atención desde aquel día en casa de los Dursley y tomó aire antes de empezar a contar como había crecido en Estados Unidos ya hasta su última visita al orfanato Hopetown.

-         Hopetown... curioso nombre... pensé que ellos me dirían quiénes fueron mis padres. Pero fue ahí donde perdí toda esperanza de entender mi origen, quizá simplemente nunca me quisieron y me abandonaron para que no fuera yo una carga en sus vidas- terminó con amargura.  

-         Bueno- dijo Harry muy serio- si lo que he oído es verdad puedes estar segura de que no fue así.

Laura, que había estado mirando el piso y tronándose los dedos para evitar abandonarse a las lágrimas, alzó la mirada sin comprender.

-         ¿Cómo? ¿Has oído algo... de mí, de mis padres? 

Por un momento Laura se fijó en los ojos verdes y brillantes que la miraban y se le ocurrió una posibilidad... lenta pero contundentemente. Casi no necesitó que Harry asintiera y que Hermione la mirara con su habitual cara de repentina comprensión.

Entonces Harry sacó un álbum de fotos de su mochila, era el álbum que le había regalado Hagrid a finales de primero. Se lo extendió a Laura, que lo abrió con manos temblorosas y pasó página tras página observando las fotos de Lily y James Potter con asombro y dolor.

-         Tu verdadero nombre es Amy Lillian Potter. Desapareciste, el día en que nacimos. Le dijeron a nuestros padres que habías muerto y ellos murieron tratando de averiguar la verdad, por que no se lo creían. Voldemort llevaba ya algún tiempo persiguiéndolos.

-         No me gusta- dijo Ron- hay algo demasiado misterioso, oscuro, en todo esto. No me gusta nada.

-         A mí tampoco- dijo Harry.

Laura no dijo nada. Estaba demasiado impresionada para hablar y su corazón era una revoltura de sentimientos en que no podía distinguir ninguno claramente. Lloró, y los tres la abrazaron un largo rato.

Luego, lentamente, volvieron al castillo que los recibía con sus habituales pasillos iluminados por las velas.

Llegaron ante el retrato de la Señora Gorda.

-         ¿Contraseña?- Reclamó ella.

-         Gárgolas galopantes- contestó Ron.

Era ya muy tarde y la sala común estaba totalmente vacía. Hermione y Laura entraron juntas en su dormitorio y estaban a punto de echarse a dormir cuando Ron y Harry irrumpieron, jadeando nerviosos y haciéndoles señas de que bajaran con ellos.

-         Toda la habitación revuelta- dijo Ron- un desastre, alguien ha estado aquí.

Y el mapa- continuó Harry- el mapa del merodeador ha desaparecido...

 

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