'Si de algo Patricia sabe, es de magos bebes! Asi que no es sorprendente que
su historia trate sobre un dia muy importante en la vida del bebe.....ops,
los dejo para que lo descubran por si mismos!)



Un día de fiesta 

Por Patricia

 

- ¡Será la próxima semana!

 

Llena de emoción, la señora Weasley daba la noticia a su esposo, mientras tenía en sus manos un ejemplar de "Corazón de Bruja". Estaba rodeada de niños, todos con el pelo rojo. Lamentaba no poder asistir, pero el cuidado de tantos hijos, y de un bebé pequeño, les impediría ir a tan feliz evento.

 

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Era una mañana luminosa. El sol brillaba en lo alto de un cielo azul en el que no había una sola nube. Empezaba la primavera. El verano pasado, había nacido el niño, que ahora jugaba en su cunita, haciendo girar con una varita minúscula las estrellas musicales que pendían del dosel.

 

El día que nació, todos los amigos de sus padres acudieron a verlo. También sus antiguos profesores del Colegio Hogwarts. Parecían tan lejanos aquellos días de aventuras: de la capa invisible, de los túneles secretos, de los partidos de quidditch, de las escapadas a Hogsmeade...

 

El profesor Dumbledore, así como otros profesores y profesoras del Colegio, habían mandado su confirmación a la fiesta que se celebraría ese día. También sus antiguos amigos.

 

El niño reía en su cuna cuando su padre se acercó a verlo. El bebé sonrió y estiró sus manitas; con una de ellas agarró el oscuro y rebelde pelo de su papá y le dio un jalón con todas sus fuerzas. - Tienes los ojos idénticos a los de tu madre-, le dijo al niño mientras se soltaba de la manita que lo tenía fuertemente agarrado.

 

La madre del niño gritó desde la cocina - apúrate, nos faltan muchas cosas y nos queda poco tiempo.

 

El bebé recibió un beso amoroso de su papá, quien salió de la habitación y se dirigió a la cocina. -No te preocupes querida, los elfos que amablemente nos prestó el profesor Dumbledore, ya tienen todo listo.

 

Ella volteó y le sonrió. Sus ojos verdes le sonreían también, en una mirada llena de amor. De pronto, una expresión extraña cruzó por su rostro, se abrazó a su esposo y le dijo - ¿y si...? El la apretó contra su cuerpo y no la dejó continuar, - no hay nada que temer, el lugar es totalmente seguro. Además, solo hay una entrada. Nadie que no tenga la invitación que mandamos, podrá entrar.

 

Ella asintió suavemente y separándose de él, lo apuró para que no se les hiciera tarde.

 

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El lugar estaba decorado alegremente. Parecía una fiesta de niños, aunque realmente era para adultos. Por los rincones se podían observar dragones y escobas de juguete. Una figura de ave fénix decoraba el techo del salón y por obra de magia, volaba de un lado al otro emitiendo su dulce canto. En todas las mesas, había recipientes llenos de ranas de chocolate y de grageas de todos los sabores. En la mesa de las bebidas, se servía hidromiel, cerveza de mantequilla (traída desde "las 3 escobas") y ron de grosella. En una mesa decorada con estrellas doradas, había un enorme pastel que semejaba un campo de quidditch, en el que se desarrollaba un partido con jugadores y pelotas en miniatura.

 

El salón se fue llenando poco a poco. En la puerta, unos leprechauns recibían a los invitados que llegaban cargando sus regalos. Para poder entrar, tenían que mostrar la invitación. Esta era un trozo de pergamino color rojo, que únicamente mostraba un león dorado. Al abrirlo, se podía escuchar una dulce música y una voz infantil decía "hola, eres mi invitado especial" y luego unas palabras inteligibles, en leprechaun, que sonaban algo así como "tarudi-miniparí-fofo-gulim".

 

Los invitados se saludaban unos a otros, recorrían el lugar admirando la decoración y se acercaban al niño, que en brazos de su madre, trataba de ponerse un pequeño gorro de mago. Cada vez que se lo lograba poner correctamente, el sombrero le cantaba una canción, cada vez una diferente.

 

El padre del niño platicaba con sus amigos. Recordaban viejos tiempos y se reían mucho con sus recuerdos:

 

- ¿recuerdan como se enojo Snape la vez que...?

 

- ¿o cuando Malfoy...?

 

- ¿o el día que recorrimos por primera vez el túnel del sauce boxeador hasta la casa de los gritos?

 

Ante este recuerdo, todos callaron un poco; pero luego terminaron por reírse al recordar la cara de Severus Snape...

 

La profesora McGonagall platicaba con el profesor Dumbledore y le decía - como pasa el tiempo ¿no Albus? Aún recuerdo cuando fue su ceremonia de selección ¡y ahora están casados!      ¿Quién podría imaginarlo entonces?

 

Albus Dumbledore, con su cabello plateado y sus lentes de media luna, iba a contestar algo, pero enmudeció al ver que por la puerta entraba un rostro conocido.

 

Con la ropa más estrafalaria que alguien se pudiera imaginar, un hombre enorme había hecho su entrada.

 

- ¡Hagrid! - Sonaron varias voces.

 

Hagrid saludó a todos y se dirigió hacia donde estaba el niño con su madre. La saludo, y luego, dirigiéndose al bebé, dijo - te traje un regalo. Y sacó un paquete, del que brotaban unos sonidos extraños, que parecían rugidos, pero de pronto también parecía el piar de un pajarito. Cuando lo abrieron, de la mayoría de las bocas brotó un grito, que fue ahogado por la risa nerviosa del papá del niño. El regalo era nada más ni nada menos que una arpía.

 

- Hagrid, no creo que este sea el mejor regalo para un niño de 8 meses.

 

- Tiene razón Minerva-, dijo el Profesor Dumbledore.

 

- No importa Hagrid, lo cuidaremos lo mejor que podamos... al niño por supuesto-, dijo su padre, mientras sus amigos se entretenían tratando de descubrir qué provocaba los rugidos y qué el piar de la arpía.

 

La madre del bebé se puso de pié y le dijo a su esposo que en vista de que ya no faltaba nadie, podrían iniciar la ceremonia. Al escuchar esto, el Profesor Dumbledore se alistó para dar un discurso. La profesora McGonagall le dio un codazo y le dijo - tú no, Albus. El reaccionó con un leve sonrojo y fingió tener un acceso de tos.

 

Uno de los amigos del padre, cargando al niño, le decía como si él pudiera entenderlo - tengo que agradecerle a tus padres que hayan elegido hacer esto de día, cuando no hay luna...

 

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Otro de los amigos, un hombre flaco y esmirriado, miraba nerviosamente hacia la puerta. Se dio cuenta de que Severus Snape lo miraba fijamente y se hizo el disimulando, diciendo - bueno, mejor que lo cargue su padrino ¿no?

 

El mejor amigo del padre del niño, lo tomó en brazos y se dirigió a un costado del salón. Se detuvo junto a una mesa, acompañado de los padres del bebé. Todos los demás se acercaron.

 

Sobre la mesa, solamente había una botella de oro, decorada con filigranas de piedras preciosas. Todos guardaron silencio y el ave fénix del techo, empezó a entonar la melodía mas dulce que nunca hubieran escuchado. De pronto, su canto empezó a tomar fuerza. Les hacía recordar un ejército en el calor de la batalla. De pronto, una de las invitadas se desmayó.

 

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- Parece un verdadero trance de la profesora Trelawney-, dijo la señora Pomfrey.

 

La profesora Sprout, Dumbledore, Minerva McGonagall y Hagrid se miraron entre ellos con cara de escepticismo.

 

La profesora Trelawney abrió los ojos y con voz baja y profunda dijo - a este niño le esperan las mas duras pruebas a que se ha visto enfrentado un mago. Luchará contra el mal, sufrirá grandes pérdidas, ganará muchos honores y al fin...

 

Un llanto del niño interrumpió la predicción. La profesora Trelawney volvió a desmayarse y tras unos segundos, recuperó el conocimiento y no recordaba nada.

 

La ceremonia continuó. El niño estaba en brazos de su padre, que tomó la palabra.

 

- Señoras y señores, queridos amigos y queridos profesores, ha llegado el día que elegimos para bautizar a nuestro hijo. Mi mejor amigo, compañero de penas y alegrías, cómplice de aventuras y travesuras, amablemente ha aceptado ser su padrino. Pido perdón a mis otros amigos, pero ya que el niño puede tener solamente un padrino, tuvimos que elegir. La competencia fue muy dura, me recordó el final de los mundiales de quidditch del año pasado...

 

Su esposa le dio un pisotón para que no se perdiera en divagaciones. El retomó el hilo de lo que estaba diciendo.

 

- Hoy es un día muy especial. Mi esposa y yo estamos seguros de que todos los aquí presentes, comparten nuestra alegría y nuestros deseos de bienestar para la vida de nuestro hijo. Dejo la palabra a su padrino...

 

- Amigos, es un honor para mí haber sido elegido el padrino de este niño. Sus padres han confiado en mí, depositando en mis manos el futuro de este niño si algo llegara a   sucederles -, en este punto, el hombrecito flaco y esmirriado sonrió para si, cosa que nadie advirtió,      -pero como todos confiamos en que el futuro se presenta sin nubes -, y aquí, todos voltearon a ver a la profesora Trelawney, que estaba como distraída-, prefiero agradecer una vez más el honor que me confieren mis queridos amigos

y pasar a concluir esta ceremonia, ya que seguramente el Profesor Dumbledore, querrá que inicie el banquete.

 

En medio de algunas risitas, el padrino tomó la botella de la mesa, la abrió y de ella salió una sustancia indefinida. No era liquido, pero tampoco aire, no era sólida, parecía fuego, pero era de color azul y de pronto se tornaba verde esmeralda. Inclinó la botella hacia el niño, vació un poco de esa sustancia sobre él y dijo:

 

 

Aquí Hagrid pareció ahogarse, una lágrima que podría llenar una de las copas del gran comedor del colegio, resbalaba por su barba. La ceremonia continuó.

 

- Yo, tu padrino, con todo el amor que tus padres, sus amigos y yo te profesamos, y por medio del espíritu mágico de todo lo que es bueno en el mundo, te bautizo con el nombre de Harry Potter.  

 

Giratiempo    Harrymania