Hacia un tiempo que Harry no recibía noticias de su padrino Sirius Black ni de algún ataque de Voldemort, pero el aburrimiento lo mantenía entretenido entre los libros del curso pasado. Como por El Torneo de Tres Magos Harry no tubo que dar los exámenes no se dedico ni una mínima de segundo al estudio y decidió aprovechar el tiempo en la soledad de su habitación.
Harry nunca pensó que el aburrimiento llevaba al punto del estudio. Los Dursley ya se habían acostado, los ronquidos de su primo se oían como si lo tuviera durmiendo a su lado. Frente a Harry se encontraba VOLANDO CON LOS CANNONS, a pesar de que ya lo sabía de memoria y se conocía todas las jugadas y tácticas del equipo preferido de su mejor amigo, Ron, prefería eso antes de releer por décima vez LIBRO REGLAMENTARIO DE HECHIZOS CURSO IV. Agotado, después de que su tía Petunia lo había hecho trabajar en el remodelado del jardín toda la tarde, Harry cayó dormido sobre su escritorio.
Despertó un poco traspirado una hora después, si su columna hablara, lo habría matado. Había tenido un sueño horrible, su tía y su primo se le acercaban con una torta con 15 velas, Dudley su gordo primo tenia puesta la túnica de Hogwarts y el Gran salón estaba adornado con guirnaldas de color rojo y dorado, los colores de Griffindor. Lo que más lo asustó fue su tío, Vernón, con el puntiagudo sombrero de Dumbledore en su ancha cabeza y sentado en su silla, ubicada en la mesa de profesores. Luego de su susto, Harry comenzó a reír, eran las dos de la mañana y su sueño lo había tentado, Hedwin, su lechuza, hizo unos ruidos en señal de reproche a Harry, por que con sus carcajadas lo había despertado.
-Feliz cumpleaños Haryyyyy, feliz cumpleaños Harryyyyy- se cantaba a sí mismo mientras bajaba las escaleras, esa mañana Harry despertó muy contento, esperaba recibir cartas de sus amigos de Hogwarts.
Al entrar en la cocina, Harry soltó una risita al ver a su tío Vernón, sentado en la cabecera de la mesa con sus pequeños ojos puestos el diario. El desayuno fue en un silencio total. Hasta que por fin alguien lo rompió, tía Petunia habló como si chequeara una lista imaginaria
-Hoy tengo que ir al mercado por unas cosas, Dudy, cariño, ¿me acompañarías?- Harry giró su cabeza hacia su primo
-No- dijo cortante-Tengo que pasar el nivel 4 en el juego de mi Play Station- Dudley estaba muy cambiado, su pelo rubio se había oscurecido, y su voz se había tornado mucho más ronca, pero seguía siendo un cerdo.
-Yo podría- sugirió Harry, pero sus palabras fueron ignoradas. No lo preocupaba, ya se había acostumbrado. Terminó la panceta lo más rápido que pudo para recibir las lechuzas de sus amigos y la que más esperaba: la de su padrino Sirius Black.
Cuando llegó a su habitación cinco lechuzas golpeaban en la ventana. Cuando Harry abrió la ventana, una comenzó a revolotear, era Pig la pequeña lechuza de Ron, la otra se desplomó en la cama, era Errol la vieja lechuza de los Weasley, la otra lechuza era de un color tostado muy brillante y Harry supuso que era de Sirius y pensó que había viajado a la montaña, la otra era muy oscura y sus ojos resaltaban, era de Hagrid y la última era a la que Harry más quería, Hedwin, una hermosa lechuza blanca como la nieve. Luego de desatar todos los paquetes (incluyendo el de Pig, a pesar de que fue muy difícil) Harry abrió los pergaminos y los regalos.
La de ron decía:
Querido Harry:
¡Feliz Cumpleaños! Envié también a Pig para no
tener que soportarla aquí. Espero que Errol esté bien. Muchos
saludos a los Muggles que aún se deben acordar de nosotros!
Espero verte pronto
Ron
Harry abrió un paquete envuelto muy rápidamente: eran siete personitas diminutas paradas sobre una base de madera barnizada, todas vestidas con unas túnicas naranjas. De repente empezaron a volar por el cuarto, Harry comenzó a desesperarse cuando no los podía atrapar, cuando leyó la PD de su amigo que decía que para pararlos en la base tenía que ordenárselo. Harry grito:
-Todas a la baseeeeeeeeee- y las estatuillas volvieron a pararse con sus escobas al hombro.
El otro pergamino era sin duda la felicitación de Hermione, por que su prolija letra era inconfundible
Querido Harry:
¡Muy Feliz Cumpleaños! Espero que los
Muggles no te estén tratando muy mal. Por fin soy
Prefecta, hace poco, me llegó una carta de la Profesora
McGonagall con una insignia, espero que no dediquen
Su tiempo a hechizarla y si a estudiar, ya que el año
Pasado, no tuviste que dar los exámenes, y este año
nos tocan los TIMO.
¡Espero que nos podamos ver pronto!
Un beso de...
Hermione
El paquete era un rectángulo y según supuso Harry un libro. Al abrirlo se sorprendió “GRAN LIBRO DEL QIDDITCH” TODAS LAS FICHAS DE CADA UNO DE LOS JUGADORES DEL MUNDIAL DEL AÑO PASADO ORGANIZADA POR EQUIPOS... y seguía, Harry se sorprendió al ver que eso vino de parte de Hermione y no un libro de hechizos, al abrir el libro Harry vio un muy llamativo señalador con una muy emocionante jugada de Qidditch.
Se puso muy contento al ver un paquete con forma de frasco de mermelada ¡los caramelos de café con leche de Hagrid! A pesar de que eran horribles y durísimos, a Harry le recordaban Hogwarts.
¡Feliz Cumpleaños Harry!
Este año no pude mandarte caramelos de Café
Con Leche, pero si te mando mermelada de
Calabaza. Espero que te guste.
Hagrid
No siempre los inventos de Hagrid eran muy ricos que digamos, pero esta vez, Harry tuvo que reconocer que se comió la mermelada a cucharadas. El último pergamino era de su padrino...
Querido sobrino:
¡Feliz Cumpleaños!
Tengo muchas ganas de verte, debes haber
cambiado mucho, debes estar mas alto, mas...
mucho más parecido a tu padre... Ha! y debes
prepararte
por que este año nos veremos en
Hogwarts.
¡Hasta pronto!
Harry pasó la siguiente semana muy ansioso, como si Sirius estuviera por aparecer. Lo que Harry temía que apareciera era Voldemort, a pesar de que hacia unos años, Dumbledore le había dicho que en la casa de los Dursley estaría seguro.
Durante esa semana a Harry le llegó la carta de la profesora McGonagall:
Estimado señor
Potter,
El curso comenzará el 1
de septiembre, el expreso Hogwarts parte desde
la estación King Cross. Archivada a esta carta
se encuentra la lista de útiles que necesitará
este año.
Atentamente.
Prof. McGonagall
Harry comenzó a leer la lista:
· Libro reglamentario de hechizos curso 5 (Miranda Goshawk)
· Toda la historia de la magia (Peter Anderson)
· Las mil y una hierbas (Angelica Parker)
· Pociones y filtros mágicos Avanzados (Jonh Smith)
· Todas las especies mágicas (Andrea Carter)
· Transformaciones avanzadas (Emeric Swich)
· Despeje las tinieblas (Susan Bervatim)
· La oscura guía de las Artes Oscuras (anónimo)
Harry recordó a todos sus profesores, y pensó quien sería este año el profesor de Artes Oscuras. Releyó el título del libro: -La oscura guía de las Artes Oscuras, ¿anónimo? Que raro- pensó...
Una mañana en Privet Drive surgió una conversación que a Harry le recordó Hogwarts.
-Amorcito, tendremos que comprarte otro uniforme.- se dirigió tía Petunia a su gordo hijo, como si fuese una dulce criatura-Vernón, tendremos que ir a Londres mañana por la tarde-
A Harry se le ocurrió una idea que hasta él sabia que jamás funcionaría pero valía la pena intentarlo
-Tengo que comprar las cosas para este curso allí- dijo Harry tragando saliva, esperando que esta sea la oportunidad- prometo hacer mis compras rápido, sin molestar... - tía petunia dirigió un mirada cortante, que luego intercambió como su marido, luego un brusco movimiento con la cabeza, el cual Harry tomo como un sí. Corrió a su habitación y tomo un pedazo de pergamino y con su pluma escribió
Querido Ron,
Te escribo para avisarte que
Mañana por la tarde iré a Diagón Alley.
¡Allí te espero!
Harry
Ató la carta en la pata de Hedwin y le pidió que por favor llegara rápido y se asegurara de que Ron fuera.
Sobre su escritorio se encontraba un pedazo arrugado de un pergamino amarillento. Bajó las escaleras corriendo y tomo aire al entrar en la cocina,
-Me preguntaba si podía hacer una llamada por el teléfono...- dijo Harry en voz baja. Un gruñido de su tío Vernon alegró a Harry por completo. Mientras caminaba al teléfono desenrolló en pedacito de pergamino y leyó el número de teléfono.
-Hola- la voz de una adolescente contestó al teléfono.
-¿Hermione?- preguntó Harry
-Sí, ¿quién habla?-
-¡Harry! Hermione, ¿no me reconoces?- contestó Harry indignado.
-¡No lo puedo creer, Harry! ¿Qué sucedió?- su tono se torno preocupado.
-¡Nada, nada!- la calmó Harry –Solo quería preguntarte si mañana por la tarde te parecería encontrarnos con Ron en Diagon Alley- explicó.
-¡Por su puesto! Cuándo quieras, ¡tenemos que comprar las cosas de este año!- Harry sonrió muy feliz cuando Hermione lo interrumpió,
-Harry, tienes la voz muy cambiada, debes haber crecido muchísimo!- dijo Hermione atolondrada como siempre hablaba ella-¿tienes noticias de tu padrino?-
-Si, me escribió para mi cumpleaños, esta muy bien.- dijo Harry.
-¿Ron confirmó que iría?-
-no, aún no-
-Espero que se pase rápido el tiempo, ¡tengo muchas ganas de verlos!-
-Bueno, Hermione, hasta mañana!- dijo Harry al ver la cara de su tío que se asomaba por la puerta.
-¡Adiós Harry!- se despidió Hermione
-Adiós- dijo Harry
Esa mañana los Dursley y Harry se encaminaban a Londres. Dudley no se quejó mucho de tener que viajar al lado de su primo, por que estaba muy entretenido con su Game Boy Poket. En un semáforo de Londres, Harry vio una hermosísima muchacha, tenía el pelo rubio, lleno de rulos peinados muy cuidadosamente, su figura era muy linda, y lo que más le gustó de ella fue su túnica verde oscura y su sombrero haciendo juego. Al pasar por enfrente del auto Harry quedó embobado, cuando su tío lo hizo reaccionar con sus críticas absurdas acerca de aquel mundo...
Se separaron en una esquina llena de gente y quedaron en encontrarse allí a las 7 en punto
-Sé puntual, muchachito, o te quedaras en Londres- dijo su tío Vernon. Harry se dio vuelta y trató de recordar donde se encontraba aquel famoso Pub. Dio un par de vueltas y encontró el lugar que todos los muggles no veían, o, al menos eso era lo que Harry creía. Al entrar la gente se dio vuelta y todos comenzaron a saludarlo, trató muy delicadamente de saludar a todo el mundo y se retiro al fondo, miró aquel tacho y tomo la varita del bolsillo de su campera de Jean, que llevaba sobre su remera rallada. Contó 3 ladrillos hacia arriba y 2 horizontales. La puerta se abrió y Harry respiró, por fin el aire de su mundo, el mundo MÁGICO.
CONTINUACION!!!
Respiró ese aire como si fuera el mas puro de este mundo. Como estaba adelantado 20 minutos decidió entrar en Gringotts. Subió por las blancas escaleras de mármol. Salió 15 minutos después, mareado, algo verde, pero con una bolsa llena de monedas de oro, plata y bronce.
Se sentó en una de las mesas de “El caldero chorreante”, con un gran vaso de jugo de calabaza helado, cuando una mano se apoyó en su hombro y el corazón le dio un salto.
-¡OH! ¡Ron!- exclamo Harry
-¡Harry! Tengo tantas cosas por contarte- Le contestó con un fuerte abrazo. A Harry le interesó eso, por que el rostro de Ron tomo un color rojizo que Harry solía reconocer como “chicas”
-Soy todo oídos. Tenía muchísimas ganas de verte- Harry no sabía como explicarle a Ron la alegría que sentía en ese momento.
-Bueno Harry... – dijo sentándose en una de las sillas de la mesa bajo la sombrilla –Lo que tengo que contarte es muy importante, y como tú eres mi mejor amigo... en realidad traté de hablar esto con mis hermanos pero creo que tú eres el adecuado para darme este consejo- Ron solo miró a Harry a los ojos cuando le dijo que era su mejor amigo. Harry se sonrojó al sentirse tan halagado.
-Ron- dijo Harry tratando de disimular lo muy feliz que estaba, auque era imposible –Los amigos para esto estamos-
-¿Hermione aún no llegó?- pregunto levantando la mirada del piso y girando su cabeza hacia ambos lados.
- No, y no la he visto ¿Tiene que ver con ella?- Harry esperaba ansioso ese SI, debido a que pasó un tiempo de su verano pensando en que bonita pareja harían Ron y Hermione.
- Pues... – La sonrisa de Harry era imposible de disimular –he... sí... con ella... – Ron se puso tan colorado, como el cabello de Ginny.
-Bueno, si es tan importante, ¡dímelo ya!- La cara de Harry era pura sonrisa.
-¡Hola!- la misma voz del teléfono ahora estaba con ellos.
-¡Hermione!- Ron dio un salto terrible.
-Hermione, tanto tiempo sin vernos, que alegría tenerte aquí... – Harry no se sorprendió cuando Hermione lo interrumpió.
-¿De que hablaban tan concentrados?- pregunto
Ron escupió todo el jugo de calabaza sobre la cabeza de Hermione y de Harry.
-¿Qué es lo que te pone tan nervioso Weasley?- se rió Hermione.
-Solo se atraganto, el jugo esta muy frío. Bueno... - mintió Harry para evitar las desesperadas miradas de Ron –vamos a comprar los libros, ¿Sí?-
Hermione se levantó de la silla y le extendió a Ron su mano para ayudarlo a levantarse, a pesar de que estaba toda pegoteada por el jugo de calabaza, definitivamente se había creído que Ron se había atragantado.
Entraron primero en Flourish & Blotts, Harry revisó la lista, cada uno tomó su pila de libros y mientras hacían la cola para pagar Hermione comentó que también le había sorprendido que el libro de Defensa contra las artes tenebrosas halla sido anónimo, pero no fue una charla muy larga por que el cajero les pidió que no se demoraran ya que como era comienzo de clases la librería estaba llena.
-Ronnie- gritó una voz conocida
-Señora Weasley- la saludo Harry. Harry noto enseguida la presencia de Ginny, quien toda colorada, de la mano de su madre le hizo un gesto en modo de saludo.
-¿Qué tal dulzuras? Harry, querido, luego tengo que comentarte algo. ¡Hermione! Que bonita estás, el bronceado de España te sienta hermoso-
-Es cierto, aún no nos has contado nada de tus vacaciones-
-Ron, cariño, a las 6 nos encontraremos en El caldero chorreante, cuídense muchoooo... – la multitud la arrastro hasta Flourish & Blotts.
Cada uno cargaba una mochila enorme, luego fueron por un caldero que necesitaba Hermione, unas plumas para Ron y un set de tintas para Harry.
Terminaron a las 5 de la tarde y decidieron mirar el atardecer desde las mesitas de “El caldero chorreante” Harry miró el reloj, ya eran las 6. Hermione habló de sus vacaciones en España, Ron sobre Charlie. La conversación había sido muy interesante.
-Fue el helado más grande que comí en toda mi vida- dijo Ron con una sonrisa de satisfacción.
-¡aja!- asintió Hermione terminando su helado de chocolate y frambuesa.
Harry estaba callado, había estado todo el día pensando si lo que Ron le diría era lo que él había estado esperando hacía ya un año. De repente algo le hizo olvidarse de la hermosa pareja y lo hizo pensar en lo peor. Su cicatriz comenzó a dolerle. Eran pequeñas puntadas. Mareado, miró Diagon Alley, sintió que todo se movía y luego un fuerte golpe en la cabeza.
-Harry... – La voz de Hermione sonaba muy preocupada –¡Ron, despertó!-
-Shhhh- la cayo Ron –silencio, bajen la voz, o nos descubrirán- la voz de Ron era un susurro –Harry, que bueno que estas bien-
-¿Que sucedió?- dijo Harry con un hilo de voz.
-Te desmayaste y te caíste de la silla. Luego, al menos diez mortífagos y comenzaron a atacar a la gente como si buscaran algo, al único negocio que entraron fue a la lechucería y... –Shhhh, mas bajo- Harry divisó a Ron, veía nublado, pero pudo darse cuenta de que estaban en una especie de callejón pequeño, en el que solo cabían ellos tres, Harry estaba sobre la falda de Hermione recostado en el piso y Ron se encontraba cubriéndolos en la entrada del callejón -... te decía que al único negocio que entraron fue a la lechucería, aún están afuera y Ron fue muy valiente al cargarte hasta aquí- dijo Hermione con cierto orgullo.
-Mi cicatriz- le dijo Harry a Hermione –Sabia que Voldemort estaba cerca pero no tuve tiempo de reaccionar-
-Tranquilo Harry, todo va a estar bien- le contesto cuando Ron les señaló el cielo. Hacía exactamente un año había aparecido, idéntica, La marca tenebrosa iluminaba el atardecer en Diagon Alley.
-Mis Tíos- recordó Harry –me mataran ¿Qué hora son?-
-Son- dijo Hermione mirando su reloj- casi las siete-
-Tenemos que salir de aquí- dijo Harry incorporándose, le dolían todos los miembros del cuerpo –mis tíos me mataran-
-Tranquilo Harry- lo calmó Hermione
-Shhhhhh-Los cayó Ron-Vendrás a casa, oí a mamá y a papá hablar sobre Dumbledore, que los había autorizado- Harry olvidó sus tíos y comenzó a pensar como se defendería, haciendo un gran esfuerzo, tanteó en el bolsillo de su campera su varita. Allí estaba. Esperaron allí al menos media hora hasta que la marca tenebrosa desapareció. Muy cuidadosamente, Ron, ayudó a Harry a levantarse y lo llevó en sus hombros hasta El caldero chorreante, la gente comenzaba a salir de los negocios donde se habían escondido. Diagon Alley era una visión muy desagradable, gente herida, luego de haber peleado con los mortífagos y gente en el piso, según supuso Harry, muerta.
-¡Ron!- Harry oyó el grito desesperado de una madre, abrazó a Ron, a Harry y a Hermione
-¿Dónde han estado?¿No los descubrieron? ¡Ho! Dios, Harry, ¿estas bien?-
-Tranquilícese Señora Weasley, estamos bien gracias a Ron, él cargó a Harry hasta el callejón y gracias a él estamos vivos- le explicó Hermione algo agitada.
-Por dios Arthur, regresemos a casa y llevemos con nosotros a Harry-
-Tienes razón Molly, volvamos- De su bolso la señora Weasley tomó los polvos flu y se metieron en el caldero chorreante para viajar a la Madriguera.
Esa noche, al llegar a la Madriguera la señora Weasley preparó chocolate caliente para todos. La cara de Hermione estaba pálida, al igual que la de Ginny. Harry no parecía consciente de lo sucedido. Durante la cena, Harry intercambió un par de sonrisas con Ginny, pero todo fue en un silencio absoluto.
Al llegar a la habitación Ron se desplomó en la cama
-Harry, tu duermes en mi cuarto y Hermione en el de Ginny- le dijo tratando de encontrar el pijama. Era lo primero que había dicho desde lo sucedido en Diagon Alley.
-¿Hermione no les avisó a sus padres?- preguntó intrigado Harry
-Ya sabían-
Harry pensó en algo que lo distrajera y recordó la conversación que no habían podido terminar –¿Qué era lo que me ibas a decir en Diagon Alley cuando llegó Hermione?-
Un largo silencio fue la respuesta.
-¿Ron?-
Esta vez la respuesta fue un profundo ronquido.
-Nuestro héroe debe estar cansado- pensó Harry antes de intentar dormir...
La última semana antes de que comenzaran las clases fueron unas verdaderas vacaciones. La señora Weasley cocinaba muy bien. Y ya que Ron y Hermione se tomaban mucho tiempo para ellos, Harry descubrió una amiga más en Ginny, a pesar de que hablaban mucho de Quidditch, de los dragones de Charlie y de lo que aprendería Ginny en el cuarto curso, a Harry lo incomodaban muchísimo esos silencios en los que ni él ni Ginny sabían que decir. Entonces Harry aprovechaba la perdida mirada de Ginny para observar su dulce rostro y recordar aquella niña que gritaba su nombre en el andén 9 y ¾ de la estación King Cross.
Durante las noches antes de dormir Ron hablaba de Hermione y de lo interesante que habían sido sus peleas ese día.
-¿Fred?- gritó la señora Weasley –¿Ese ruido vino de tu habitación?-
-Siiiiiiii- Harry reconoció esa voz como la de George
-¡Bajen a cenar hijos!- sus atolondradas pisadas se sentían como una manada de hipogrifos.
-¿Qué hay hoy?- preguntó Fred
-Una receta que encontré en la revista “Corazón de bruja”, hijito- dijo muy concentrada en el recetario y con su varita en mano.
-¡Harry!- exclamo George –quédate todos los veranos, así mamá nos cocina rico y nos trata ‘Hijito, cariño, dulzura’- decía imitando a la señora Weasley.
-Buenas noches familia- dijo el señor Weasley mientras entraba.
-¡Hola papá!- exclamaron todos sus hijos
-La cena esta servida- dijo la señora Weasley con una cacerola que humeaba un exquisito olor. Mientras todos comían George preguntó:
-¿Alguien aquí es afortunado en tener una pareja?-
-George- contestó Fred
-¿acaso eso no es una aclaración?-
-No lo sé, pregúntenle
a... –
Ron comenzó a ponerse
muy colorado, Hermione desvió la vista, Ginny miró el techo y Harry se sintió
muy incómodo...
-... Percy, ¿algún
comentario?- preguntó Fred. Percy se puso Rojo, luego un color verdoso y luego
salió corriendo hacia el baño
-Bueno familia- Dijo
George mientras la señora Weasley se levantaba de la mesa para ver si Percy
necesitaba ayuda –Ya hemos ganado a un nuevo integrante en la familia-
-Y en eso tienes razón
querido gemelo, Penélope será una Weasley más- Percy apareció algo pálido por el
pasillo.
-Mamá, quedamos en que
sería una sorpresa- dijo frunciendo en entrecejo.
-No es culpa de tu
madre- dijo Fred –nosotros siempre escuchamos todo-
-Fred y George,
¿Cuántas veces les he advertido?- dijo la señora Weasley poniéndose
colorada.
-A parte- interrumpió
Percy –Penélope y yo aún no hemos hablado de casamiento-
-Familia, por favor,
cenemos en paz- dijo el señor Weasley.
Luego de cenar, Harry y
Ron subieron a la habitación. Mientras Harry buscaba un pijama que Ron le había
prestado, volvió a insistir con la pregunta que Ron había estado esquivando toda
la semana
-¿Quieres decirme que
es lo que me ibas a... – La puerta se abrió y el señor Weasley entró con una
bata azul oscura
-Harry ¿Te parecería ir
mañana a recoger las cosas a la casa de tus tíos?- preguntó.
-Por supuesto, debería
ir, por que no tengo ni la túnica, ni mi ropa... ¡Gracias!- dijo Harry muy
contento.
-Excelente, por la
mañana viajaremos con los polvos flu, Que descansen- y así se despidió.
-Retomemos a nuestra
charla- dijo Harry asegurándose de que el señor Weasley no los escuchara.
-Es muy tarde Harry,
mejor en Hogwarts, mejor que nadie nos escuche... - dijo señalando la puerta,
como si Fred y George los estuvieran mirando.
La primera visión de
Harry al caer por la chimenea fue la cara de espanto de su tía y otra mujer,
vestida muy elegante, desayunado en el living con sus tíos.
-¡Muchacho malcriado!- grito de repente
todo rojo y descontrolado su tío Vernon al ponerse de pie- Habíamos dicho a las
siete, esperamos 20 minutos por ti, irresponsable, malagradecido- seguía
gritando, y su cara parecía que iba a estallar
-Vernon- dijo su tía
poniéndole la mano en un hombro –la señora Figg esta con nosotros- aclaró casi
entrando en un ataque de pánico por lo que pensaría su vecina de que en medio
del desayuno un chico halla caído por la chimenea y su marido comenzara a
gritarle descontrolado.
-Discúlpenos- dijo el
señor Weasley quitándose el polvo del saco –Buenos días- tosió un poco y comenzó
a explicar todo lo que había sucedido- Harry regresó con nosotros solo por unos
días debido a que los mortífagos aparecieron en Diagon Alley mientras Harry
hacía sus compras con mi hijo y una amiga- el señor Weasley les explicaba, pero
sus tíos parecían escuchar chino básico. Por las escaleras bajaba Dudley, que al
ver al señor Weasley salió corriendo, y Harry pensó, que si Fred y George cuando
bajaban a cenar parecían una manada de hipogrifos, Dudley escapando del señor
Weasley parecía al menos cien colacuernos corriendo al mismo tiempo. De repente
se dio cuenta de la presencia de una nueva amiga de su tía, si mal no había
escuchado, la señora Figg, debía ser la hija, pues era muy bonita y tendría
alrededor de 35 años, pero parecía muy joven... entre tantas hipótesis Harry no
se dio cuenta de que la estaba mirando fijo y ella a él. De repente ella le
guiñó un ojo, y Harry, como por arte de magia (que fue lo que él supuso)
comprendió que el señor Weasley estaba distrayendo a sus tíos para que él fuera
por el baúl y sus cosas. Subió muy rápidamente las escaleras cargó todo lo que
entró en su baúl agarró la jaula de Hedwin y cuando lo estaba bajando, hay que
aclarar que le costaba mucho por que estaba pesadísimo, la señora Figg lo miró y
le demostró su hermosísima sonrisa.
-Bueno, Petunia, creo
que acompañaré al señor y al chico a la puerta y los dejaré tranquilos- dijo,
dándole tiempo a Harry a terminar de arrastrar en baúl por las escaleras y
llegar hasta la puerta –Petunia, Vernon, hasta pronto, cualquier cosa me llamas
¿Sí? Adiós- dijo empujando al señor Weasley y a Harry afuera (y todo lo hizo sin
dejar de sonreír)
Una vez afuera pareció
transformarse:
-Weasley, he oído
hablar de usted, ¿Trabaja en el ministerio, verdad?- dijo todo junto, mientras
se desarmaba un complicado peinado, que dejaba su pelo rubio, lleno de rulos y
muy bien cuidados, más bonito aún y se colocaba encima del muy arreglado vestido
una túnica verde oscura, y de repente era una mujer totalmente diferente a la
que Harry había visto en el living de la casa de sus tíos, y a Harry le parecía
haberla visto alguna vez.
Camino a su casa charló
con el señor Weasley, quien contestaba atónito a sus preguntas, todas eran
referidas a Harry. Al llegar a la entrada sacó una llave y los invitó a pasar,
el señor Weasley entró primero, ella lo siguió y después de que Harry entrara la
puerta se cerró automáticamente. El olor a repollo que acostumbraba a haber en
la casa de la señora Figg había desaparecido, hizo señas al señor Weasley para
que se siente.
-Como en tu casa
Arthur- dijo y con su varita hizo aparecer unos sándwich y unos jugos de
calabaza.
Mientras el señor
Weasley se acomodó en uno de los sillones la señora Figg se dio vuelta y se puso
justo enfrente a Harry. Con su suave mano le corrió el pelo de la frente y con
la yema de su dedo índice recorrió la cicatriz. De alguna manera a Harry no le
molestó. Sus ojos se llenaron de lagrimas, pero lo disimuló muy bien.
-Pueden usar mi
chimenea- dijo. Mientras hacía que buscaba algo se secó los ojos con la manga de
su túnica –Aquí están los polvos flu- dijo señalando una pequeña vasija de barro
en forma de caldero.
Giró otra vez y miró a
Harry. Harry la miró a los ojos y descubrió en ella algo familiar.
-Bien, señorita Figg,
ha sido un gran placer y de gran ayuda que se halla cruzado en nuestro camino-
dijo el señor Weasley besándole la mano. Para despedirse besó a Harry en la
mejilla, y mientras al señor Weasley y al baúl de Harry se los tragaba una
llama, la señora Figg ofreció a Harry el pequeño caldero de barro –Cuídate, y
aunque me duela decirlo y me vallan a odiar, Harry: lucha por los que amas-
Harry sabía que ese mensaje lo entendería en otro momento. Se acercó a la
chimenea con los polvos flu en la mano y cuando se disponía a gritar, algo lo
obligo a dar un paso atrás
-Gracias- dijo en un
susurro, no había pensado en decir eso, pero no se arrepintió, quería decir algo
más, quería preguntar algo más, pero las palabras no brotaban de su garganta.
Los hermosos ojos de la señora Figg, llenos de lágrimas no fueron su único modo
de agradecer
-Eres igual a James-
dijo sonriendo.
Esa noche Harry les
tubo que contar toda la historia por lo menos diez veces a cada uno, decidieron
empezar a incluir a Ginny en sus charlas, por no decir aventuras.
-... así que ‘lucha por
los que amas’- repetía Hermione pensativamente.
-y si... – pensaba
Ginny en voz alta -... si este año, alguien a quien tu quieres mucho estaría en
peligro de muerte... –
-¡Ginny! ¡La boca se te
haga a un lado!- gritó Ron –el año pasado comprobé que Harry me quiere- dijo
pestañando.
-Bueno, bien podría
ser- contestó Hermione
-Bien tenemos dos
cerebros en el grupo- se burlo Ron.
-Harry, estás callado
¿Te sientes bien?- preguntó algo preocupada Ginny.
-No, si, he, digo, Sí
estoy bien solo que... – la lengua se le trababa.
-solo que... – dijo
Ginny interesada en la respuesta
-Solo que algo en ella
me... no lo sé, como si la conociera-
-Bien muchachos,
vamonos a dormir, mañana nos espera un laaaargo día- dijo Ron bostezando.
-Ron tiene razón- dijo
Hermione extendiéndole su mano a Ginny para que se levantara –El viaje a Londres
será muy largo-
-Bien, buenas noches-
saludo Ginny con un beso en la mejilla su hermano –Buenas noches Harry- ese beso
hizo a Harry ponerse muy colorado.
La mañana siguiente, el
cielo estaba cubierto de una espesa capa de nubes grises, el señor Weasley cargó
todos los baúles en un auto que les había prestado el ministerio, la señora
Weasley les preparo un exquisito desayuno y unos sándwich para el viaje.
-Ron, creo que el tuyo
lo tiene Harry, no es de Corned Beef- dijo con dulzura.
-Todos al auto, o
llegaremos tarde- gritó desde la puerta el señor Weasley.
Todos se ubicaron muy
cómodamente en la parte trasera del auto y la señora y el señor Weasley
adelante.
Llegaron a la estación
King Cross a las 11 menos cuarto, el día no había mejorado, bajaron y comenzaron
a cruzar la barrera invisible del andén 9 y ¾. La plataforma estaba llena de
magos y muggles. Un muchacho alto, según pudo definir Harry de Reveneclaw se
acercaba a ellos.
- Hola ¿Qué tal? ¿Tú
eres Hermione Granger?-
preguntó.
-Si- respondió con cara
de ‘no entiendo nada’.
-Charles- dijo
sonriendo –Charles Hudson- completó el alto muchacho de ojos claros
extendiéndole su mano derecha a Hermione –Soy uno de los nuevos prefectos de
Reveneclaw, ¿serías tan amable de acompañarme a nuestro compartimiento?- dijo
sin dejar de soltarle la mano a Hermione –Nos veremos luego, señor Potter, señor
Weasley- Y así como así se llevó a Hermione de la mano, Harry tenía la misma
cara de atónito que la de Ron.
-¿Quién era ese
muchacho?- la señora Weasley preguntó intrigada.
-Un prefecto de
Reveneclaw- dijo Ron sin sacar la vista de la puerta del expreso Hogwarts por la
que Charles se había llevado a Hermione.
-Bien, hijito, adiós
cuídate, y cuida a Harry-
-Sí mamá, sí, adiós-
dijo Ron compactado por el cariñoso abrazo de su madre.
-Adiós Harry, tu
también cuídate, y no se metan en líos, hagan siempre lo que Dumbledore les
diga, por favor, ahora sí, suban al tren, adiós- dijo la señora Weasley
empujándolos dentro del expreso Hogwarts con los ojos llenos de lagrimas.
Entraron en el último
compartimiento, que era el que solían ocupar. Ginny, Fred, George, Harry y Ron se sentaron.
Una vez que terminaron de acomodar
los baúles, Harry soltó a Hedwin para que volara a Hogwarts.
-¿Dónde está Hermione?-
preguntó Fred.
-supongo que en el
compartimiento de los prefectos- dijo Ginny
-Sí- confirmó Ron
cortante.
-Bien, ya debe estar
por llegar la señora del carrito- comentó Harry para romper un poco el hielo
–vamos Ron, vamos a ver a Hermione- dijo llevándoselo de la mano.
-¿Qué crees que haces?-
dijo Ron
-Vamos a comprar ranas
de chocolate y a buscar a Hermione- dijo
Harry intentando retener a Ron que peleaba por volver al
compartimiento.
-Debe estar muy
contenta- dijo cuando por fin se liberó de Harry –con ese tal Charles Hudson-
dijo imitándolo.
-Ron-dijo Harry
nervioso -¿no estarás celoso?-
-No- dijo todo colorado
–No y es una respuesta definitiva, volvamos-
-¡Chicos!- el grito de
Hermione los hizo pegar un salto –Sálvenme, por favor-
-¿Que?- preguntaron
Harry y Ron al mismo tiempo.
-Sálvenme de
Charly-dijo agitada después de haber corrido todo el pasillo casi desesperada
–¡Escóndanme ya!-
Ron la cubrió hasta el
compartimiento con un cierto aire de triunfo, mas bien diría Harry: de
felicidad.
-Ese chico es un
castigo- dijo enfadada.
-¿Qué sucedió?-
preguntó Ginny al verlos entrar.
-Nada, todo está
bien-
-¿Segura?- preguntó
Harry
-Mejor en Hogwarts-
dijo en un susurro para Harry. Harry pensó que había sido por los mellizos
Weasley.
Pasaron el resto del
viaje jugando al Snap explosivo. Habían trabado la puerta con el baúl de Harry y
cada vez que alguien lo forzaba Hermione se cubría con algunos abrigos y la
antigua túnica de gala de Ron.
Al llegar a la estación
de Hosmedage llovía a cantaros. Harry, juntó con Ron cubrió a Hermione para
entrar en los carruajes, cuando entro Hermione la siguió Ginny, luego Harry y
después Ron. Cuando cerraron la puerta alguien golpeó
-Hola Harry ¿Hermione
está con ustedes?- pregunto Charles.
-Si, aquí estoy, no te
preocupes, es una lástima que justo seamos cuatro- dijo Hermione.
-No te preocupes- dijo Charles –¡Nos veremos en
Hogwarts!-
-Si, en Hogwarts- dijo Hermione no tan alegre como
Charly.
Llovía tanto que cuando llegaron a Hogwarts era
difícil ver el castillo.
Se amontonaron en la puerta, esperando ver
ansiosos el gran salón repleto de comida.
La puerta se abrió por fin. La profesora
McGonagall estaba allí, con su túnica negra y su puntiagudo sombrero
-Bienvenidos a Hogwarts- dijo.