Mariana es una perfecta Hermione, hizo todas las tareas, analizo bien la obra y acá tenemos una continuación perfecta! Como perfecto envio todo, les dejo abajo sus comentarios para aquellos despistados que aun no entienden eso de mail y word...
HARRY POTTER Y LA
ORDEN DEL FÉNIX
Por
Mariana
1
Un cumpleaños
extraño
En el numero 4 de Privet Drive, como casi la mayoría de las veces, había una discusión.
El señor Vernon Dursley le gritaba a su sobrino, Harry.
– ¡Jamás!, ¿lo oyes? –gritaba furioso, en la mesa del desayuno –. ¡Jamás volveré a permitir que esa... que esa gente vuelva a poner un solo pie en mi casa!
– Pero ustedes estarán en Mallorca – replico Harry –.No creo que tenga nada de malo que yo pase lo que queda del verano con mi compañero de Hog... quiero decir del colegio.
– ¡No! –grito tío Vernon, cada vez mas molesto y colorado –.Pasaras el resto del verano con la señora Figg, te guste o no.
– Pero...
– ¡YA TE DIJE QUE NO! –grito el tío Vernon, salpicando de trocitos de lechuga la mesa –. Ahora, ¡sube a tu habitación!. ¡Pero ya!
Sin decir una palabra, Harry Potter se levanto de su silla y se dirigió hacia las escaleras. Miro hacia la cocina, mientras el tío Vernon se secaba la frente.
– Siempre lo mismo... – pensó Harry, cuando se tiro en su cama.
De hecho era verdad. Siempre ocurría lo mismo. Tío Vernon y tía Petunia no soportaban que Harry diera muestras de lo que ellos llamaban “anormalidad”.
Pero en cierto modo, parecían tener razón, ya que Harry no era muy normal. Harry Potter, de hecho era un mago, que acababa de finalizar su cuarto curso, en el Colegio Hogwarts, de Magia y Hechicería.
Harry miro hacia su escritorio, donde se encontraba su lechuza; Hedwig. Tomo un pequeño pedazo de pergamino, que se encontraba a un lado de la jaula y escribió un mensaje.
Querido Ron:
Espero que te encuentres bien. Lamento tener que decirte que no voy a
poder
pasar el verano en tu
casa. No me lo permitieron y tampoco quiere que ustedes se
acerquen a menos de diez
metros de aquí.
En lugar de eso tendré que
pasar, a partir de mañana, que es mi cumpleaños, lo que
queda del verano con la
señora Figg.
Dale mis saludos a toda tu
familia.
Con
cariño:
Harry
Abrió la jaula, saco a Hedwig y le coloco el mensaje a su pata.
– Entrégasela a Ron, lo antes posible.
Entonces abrió la ventana y Hedwig salió volando, hasta desaparecer en el horizonte.
Harry tomo todas sus cosas del colegio y las empaco en su baúl. Cuando termino, se recostó en su cama, tratando de no pensar que en mas o menos veinticuatro horas estaría pasando el peor verano de toda su vida.
Ese día paso rápidamente, tal y como sucede cuando uno no quiere que llegue el momento.
A la mañana siguiente Harry se levanto con los golpes de tío Vernon en su puerta.
– ¡Es hora! –gritaba –. ¡Levántate ya!
– ¿Qué ocurre? –pregunto Harry, abriendo la puerta.
– Alista tus cosas –contesto tío Vernon –te llevare con la señora Figg.
– ¿Tan temprano?
– ¡SI! –bramo tío Vernon, haciendo resonar el vidrio de la ventana –. Baja en cinco minutos, con todas tus... tus pertenencias.
Harry cerro la puerta y espero cuatro minutos. Entonces tomo su baúl y bajo las escaleras.
Tío Vernon ya estaba ahí. Tomo las llaves y abrió la puerta.
– Anda... –murmuro Tío Vernon y Harry tomo el baúl y salió por la puerta, con su tío tras el –. Muévete.
Durante el trayecto ninguno de los dos profirió una palabra, solo se escuchaba el jadeo de Harry, por cargar su pesado baúl.
En la entrada de la puerta, tío Vernon tomo a Harry del brazo.
– Escucha muchacho –dijo –. Una sola queja... por pequeña que sea...
– No voy a convertirla en rana...
– Eso espero...–murmuro tío Vernon, alzo su gorda mano y toco la puerta.
Unos segundos después se oyeron unos pasos y la puerta se abrió, para revelar a una mujer, algo anciana, con lentes cuadrados, unas canas en su cabello negro y un vestido floreado.
– ¡Harry! –chillo la señora Figg –¡que alegría de verte!
– Toma tus cosas... –gruño tío Vernon –. Gracias por cuidarlo.
–¡Para mi es un placer! – chillo la señora Figg –. Pasa Harry, para que saludes a “Miny”.
Tío Vernon se alejo con una expresión que parecía decir “vieja loca”, mientras Harry se preguntaba quien demonios seria “Miny”.
Su pregunta quedo contestada, cuando llegaron a la sala y Harry vio a una mujer sentada en el sofá. Su cabello negro estaba recogido en un moño.
– ¿Profesora McGonagall? –exclamo Harry, con la boca abierta.
– Si, Potter –contesto ella, levantándose y dirigiéndose hacia el –. Soy yo.
– Pero... pero usted... ella es... –balbuceo Harry, mirándolas rápidamente – ¿Qué hace usted aquí?
– No veo nada de malo en venir a visitar a mi madre, Potter.
– ¿Qué? –grito Harry –Usted no puede ser... ella no es... ¿o si?
– Así es, Harry – dijo la señora Figg –Soy una bruja
– No puedo creerlo...
– Aprovechando que estoy aquí – dijo la profesora –.Te entrego esto. Feliz Cumpleaños.
– Gracias... –dijo Harry, confundido.
– Bien... debo irme. –murmuro la profesora, dándole a Harry una palmada en el hombro.
– Pero Miny... ¿no puedes quedarte mas tiempo?
– Lo siento mama – contesto la profesora, dirigiéndose hacia la puerta, tomado su capa y colocándosela –Asuntos de Hogwarts... tengo muchas cosas que atender –añadió dirigiéndose a Harry –. Casi me olvidaba.
Entonces revolvió su capa y saco un sobre, escrito con tinta verde esmeralda y se lo entrego a Harry.
–Es la carta del Colegio –explico –. Preferí dártela personalmente. Hasta pronto, Harry.
Dicho esto hizo un pequeño estallido y en su lugar apareció un gato negro atigrado.
La señora Figg abrió la puerta y el gato salió de la casa, corriendo rápidamente.
– Bien, Harry – murmuro la señora Figg –¿no vas a abrirlo?
– Si... si claro –farfullo Harry, mientras sostenía el regalo y desprendía la envoltura. Destapo la caja, para revelar un brillante tablero de ajedrez, con unas piezas magníficamente talladas y pulidas.
– ¡Oh! –exclamo la señora Figg – ¡Miny siempre ha adorado el ajedrez!
– Si... –murmuro Harry, contemplando el juego y recordando la ocasión, en primer año, que él, Ron y Hermione, pasaron por el ajedrez gigante, que la profesora McGonagall había hechizado –. Es magnifico.
– Bien... –dijo la señora Figg, tomando de la mesa un paquete –. Este es mi regalo
– Gracias... –murmuro Harry, tomando el paquete.
– No lo abras aún –puntualizo la señora Figg –. Ábrelo cuando estés en tu habitación.
– De acuerdo... –acepto Harry, poniéndolo junto a su baúl.
– ¿Ya desayunaste?
– Aun no.
– Entonces –dijo la señora Figg –Ven conmigo, Harry.
Harry siguió a la señora Figg, hasta la cocina, que estaba enseguida de la sala.
– Siéntate, Harry. –le indico la señora Figg, apuntando una silla -¿Qué te gustaría para desayunar?
– Ehhh...
– ¡Casi me olvidaba! –chillo la señora Figg, dirigiéndose al refrigerador, sacando un enorme pastel redondo –. Ayer hornee esto para ti, espero te guste el chocolate.
– ¡Mucho! –exclamo Harry –. Muchas gracias.
La señora Figg sonrió y abrió un cajón, sacando un cuchillo. Harry miro el pastel. Con letras verdes tenia escrito “Feliz Cumpleaños, Harry”, con letra cursiva.
– Si... –dijo de repente la señora Figg –recordé el color de tus ojos, los mismos de tu madre, pero tu cabello negro es idéntico al de James.
– ¿Usted conoció a mis padres? –pregunto Harry, cuando los ojos de la señora Figg se llenaron de lagrimas.
– Si, por supuesto –murmuro con tristeza, cortando un trozo de pastel y poniéndoselo a Harry en plato –. Desde que eran unos niños.
– ¿En verdad? –pregunto Harry, sonriendo.
– Si –contesto ella, sonriendo –. Yo era maestra de ambos.
– ¿Su maestra? –pregunto Harry, engullendo un pequeño trozo del pastel –. ¿De que?
– De transformaciones –murmuro, sacando leche del refrigerador, sirviéndole a Harry en un vaso y se sentó en su silla –. Además era jefa de Gryffindor. Y también subdirectora.
– Igual que la profesora McGonagall –comento Harry, sorbiendo un poco de leche.
– Así es. Supongo que Miny decidió seguir mis pasos... luego de... –de repente se callo, limpiándose una lagrima, que caía por su mejilla.
– ¿Luego de que? –pregunto Harry, dejando el tenedor en el plato.
– Nada. –contesto rápidamente –. Olvídalo.
Harry miro su plato vació. Se preguntaba que era lo que había ocurrido, pero entonces un sonoro ulular, proveniente de la ventana, lo saco de sus reflexiones.
–¡Hedwig! –grito Harry, levantándose rápidamente de la mesa y acercándose a la lechuza, que llevaba en su pata varios sobres –. ¡Al fin! –añadió, quitándole los sobres.
En el primero, vio la letra de Ron. Emocionado tomo la carta y la leyó.
Querido Harry:
¡Feliz
cumpleaños!
Espero que estés pasando
bien tu cumpleaños.
Supongo que ya sabrás lo de
la señora Figg . Mi papá me lo dijo.
Cuando mi papá arregle un
asunto pendiente ¡me llevara a visitarte! Mantente atento,
pronto te enviare un mensaje
para avisarte cuando será.
Ron
Posdata: Hermione esta en
Bulgaria, con Víctor Krum. Me mando una lechuza para
informarme, pero supongo que debe
estarse divirtiendo mucho porque ya no ha escrito.
Espero que no haya olvidado tu
cumpleaños.
Harry cerro la carta, sonriendo, pensando que tal vez Ron estuviera celoso. Tomo la que identifico con la letra de Hermione. La abrió impaciente y comenzó a leerla.
Querido Harry:
¡Felicidades!
Ojala que estés pasando un excelente día. Te mande la carta calculando el
tiempo que
tardaría en llegarte. Espero que la estés leyendo en tu cumpleaños.
Estoy en Bulgaria. ¡Es genial! He aprendido muchas cosas y los papas de
Víktor son
muy buenas personas.
Hemos visitado todos los monumentos y lugares históricos que hemos
podido.
También he aprendido muchas cosas de la cultura de Bulgaria. ¡Víktor
tiene una enorme
biblioteca! Claro que todo esta en búlgaro, pero él puede usar magia y
lanzo un hechizo
para cambiar el idioma de los libros.
Ya estoy
contando los días para el regreso a clases. Espero verte pronto.
Besos
Hermione
Posdata:
Te daré tu regalo cuando nos veamos, el peso puede cansar a Hedwig.
Harry esbozo una gran sonrisa y tomo un sobre con letra garabateada, que Harry reconoció como la de Hagrid. Emocionado abrió la carta.
Querido Harry:
¡Feliz
cumpleaños!
Espero
que te estés divirtiendo. Yo, por mi parte estoy ni mas ni menos que de
viaje.
¿No
adivinas donde estoy? ¡En Francia!
Olympe me
invito a pasar las vacaciones con ella. Ay Harry, creo que...creo que estoy
enamorado.
Nunca me había pasado. Cada vez que la veo siento dragones revoloteando
en mi
estomago. No me atrevo a preguntárselo. Pero en fin, las cosas están bien.
Hagrid
Posdata:
El regalo te lo daré cuando te vea. No se nada de geografía, pero supongo que
Francia
debe estar muy lejos de Inglaterra. No quería matar a Hedwig con el viaje.
Espero que
todo este bien por allá.
–Parece que nadie se olvido de la fecha importante –murmuro la señora Figg, retirando los platos de la mesa.
– ¿Podría contarme de mis padres? –murmuro Harry, sentándose en una silla.
– Bueno... James se parecía extraordinariamente a ti –dijo la señora Figg, sentándose también en una silla –era un gran muchacho. Claro que tuve que reñirlo un centenar de veces... era muy inquieto. Pero jugaba muy bien el Quidditch.
En cambio, tu madre, Lily, era sumamente dedicada a sus tareas. Muy inteligente. Incluso fue prefecta y también Premio Anual. Era muy linda... su cabello era largo y rojo... y en tus ojos me parece que puedo verla de nuevo... –suspiro profundamente y añadió –eran muy diferentes... pero dicen que polos opuestos se atraen... eran una excelente pareja.
El día paso rápidamente. La señora Figg le platico muchas cosas sobre sus padres, anécdotas muy divertidas.
– ¿Te gustaría cenar, Harry? –pregunto la señora Figg.
– No...no gracias –dijo Harry, había sido un día muy emocionante para tener hambre.
– Bien... supongo que estarás cansado –dijo la señora Figg –.Ya es tarde.
– Si, un poco.
– De acuerdo. Ven conmigo, te enseñare tu habitación.
Harry tomo su baúl y la señora Figg llevo el regalo. Subieron las escaleras y la señora Figg le indico la puerta que estaba a la izquierda.
– Es aquí –dijo la señora Figg, abriendo el cuarto.
El cuarto estaba muy ordenado, con su cama a la izquierda, un escritorio enfrente de esta y una ventana con balcón.
– Bien, Harry... –murmuro la señora Figg, entregándole el paquete, cuando él puso el baúl contra la pared –. Espero que te guste. Mañana podremos seguir conversando.
– Gracias... Buenas noches.
La señora Figg sonrió y cerro la puerta alejándose. Muerto de curiosidad, Harry tomo el paquete y se sentó en su cama. Lo sacudió, pero no había nada móvil en su interior. Entonces desprendió cuidadosamente la envoltura, revelando un libro con tapas negras de piel brillante. Harry abrió el libro. En su interior había muchas fotos de sus padres. Una de ellas era de su padre, con el uniforme de Hogwarts. En su chaleco se veia el brillante escudo de Gryffindor. En otra foto, aparecía junto a sus tres mejores amigos: Sirius Black, Remus Lupin y Peter Pettigrew.
Harry desvió la mirada de la foto, tratando de no pensar en Peter, que había traicionado a sus padres. Cambio rápidamente de pagina y vio otra foto, donde aparecía su padre, junto a otros seis muchachos. Cada uno sostenía en su mano derecha una brillante escoba; era el equipo de Quidditch de Gryffindor. Su padre era el buscador.
Cambio de pagina y en la ultima foto estaban sus padres, abrazados. Ambos sonreían felices y Harry sonrió también.
Cerro el álbum, colocándolo en el buró que estaba a un lado de su cama. Abrió su baúl y saco una pijama que se puso rápidamente.
Prendió la pequeña lámpara que estaba sobre el buró y apago la luz del cuarto. Se metió en la cama, quitándose los lentes y colocándolos sobre el álbum.
Durante unos minutos, a la tenue luz ámbar de aquella lámpara, Harry pensó en sus padres, en sus amigos, la alegría de que no olvidaron su cumpleaños y en lo que no pudo decirle la señora Figg a la hora del desayuno.
Cuando sus ojos comenzaron a cerrarse a causa del sueño, apago la lámpara y se quedo dormido, tranquilo y feliz, en el día que él creía que había sido el mejor cumpleaños de toda su vida.
2
Un ruido proveniente de la calle, despertó a Harry de su sueño. El muchacho tomo sus lentes del buró y prendió la pequeña lámpara junto él.
El reloj que se encontraba en la pared, sobre el escritorio que estaba enfrente de su cama, le indico que se había pasado de sueño.
– Las nueve de la mañana... –murmuro Harry, somnoliento, levantándose lentamente de su cama – es tarde...
Se levanto completamente y en medio de un gran bostezo, se dirigió hacia su baúl y saco una camisa amarilla y unos pantalones azules. Se vistió rápidamente y abrió la puerta lentamente. Al parecer la señora Figg se había levantado ya, pues la puerta de su habitación, que estaba enfrente de la de Harry, estaba abierta.
Bajo las escaleras en silencio, tratando de no hacer ruido. Llego al vestíbulo, volteo a la derecha y vio la puerta de salida, entonces camino derecho hacia la sala. La chimenea enfrente de él tenia fuego crepitando en ella. En el centro de la sala, arriba de una alfombra había una pequeña mesa y alrededor de esta tres sillones.
A la izquierda de la sala, se encontraba una puerta que daba a la cocina. Harry entro a la sala, para dirigirse a la cocina cuando tropezó con una arruga en la alfombra y se precipito al suelo, pero con su mano golpeo algo, que hizo un ruido de vidrio roto al caer al piso.
– ¿Qué ocurre? –exclamo alarmada la señora Figg, saliendo de la cocina y viendo a Harry –. Muchacho... ¿estas bien? ¿no te has hecho daño?
– No... estoy bien... –murmuro Harry, incorporándose.
Miro el retrato que había tirado al piso, la imagen debió quedar hacia abajo, pues se veia la parte de atrás del portarretrato.
– Lo siento... yo... me tropecé... –explico Harry, mirando a la señora Figg.
– No te preocupes, Harry... –murmuro ella, sonriendo –esta bien. Iré a traer una escoba.
Harry se inclino y levanto el portarretrato. En cuanto lo hubo hecho, la foto contenida cayo al piso, con la imagen hacia abajo. Era mas pequeña que el portarretrato, por lo cual, al romperse el vidrio, no tuvo soporte en la parte delantera.
Harry dejo el portarretrato en la
mesita, tomo la foto y miro lo que estaba escrito en ella: “Arabella Figg.
1964”
– ¿Arabella Figg? –musito Harry, dando vuelta a la foto, para revelar a la señora Figg, visiblemente mas joven, sosteniendo un bebe en sus brazos.
– ¡No toques nada, Harry! –chillo la señora Figg, que traía una escoba y un recogedor en su manos –. Puedes cortarte con los vidrios.
– ¿Usted es Arabella Figg? –pregunto Harry, sosteniendo la foto.
– ¿Cómo lo sabes? –pregunto la señora Figg, acercándose a Harry –¡Oh! –musito, cuando él le enseño la parte trasera de la foto.
– ¿En verdad es usted?
– Si... –respondió ella, recogiendo los pedazos de vidrio con la escoba.
– El año pasado... el profesor Dumbledore dijo que había un “antiguo grupo”, formado por el profesor Lupin, Mundungus Fletcher y... y usted –dijo Harry –. ¿Qué es el antiguo grupo?
– Bueno... en los días oscuros... en los que Voldemort tenia el poder... –contesto ella, sentándose en un sillón. Harry se sorprendió, ya que no mucha gente decía el nombre de Voldemort directamente –decidí unirme a Dumbledore, para ayudarlo en lo que fuera necesario... Remus decidió unirse también, hace un par de años que había terminado la escuela y finalmente Mundungus, un viejo amigo mío lo hizo también...y así se formo el grupo...
– ¿Quién es Mundungus Fletcher? –pregunto Harry con interés.
– Lo siento, Harry... –dijo la señora Figg –. No puedo decirte mas. Iré a tirar esto.
Entonces se incorporo, tomo la escoba y el recogedor y se retiro a la cocina. Harry miro la foto de nuevo. Tenia tantas preguntas en su cabeza, que no podían ser contestadas ahora.
– ¡Harry, Harry! –gritó la señora Figg, desde la cocina –. ¡Creo que tienes correo!
Harry entro rápidamente a la cocina. Sobre la repisa de la ventana había una lechuza gris.
– ¡Pig! –exclamo Harry, sonriendo al ver a la lechuza, que seguramente había crecido bastante en un año, propiedad de su amigo, Ron.
Harry tomó emocionado la carta que estaba ataba a la pata de Pig y la leyó:
Querido Harry:
El
problema que tenia mi padre se ha resuelto mas rápidamente de lo que
pensábamos
así que mañana a las cinco de la tarde iremos a visitarte.
Podemos aprovechar el viaje, para ir la Callejón Diagon y comprar todos
los útiles que
necesitemos para el nuevo curso.
Ron
– Señora Figg... –murmuro Harry, cerrando la carta con una sonrisa.
– ¿Si? –contesto ella, acomodando unos platos en la alacena.
– ¿Me permitiría ir con mi compañero, Ron Weasley, a comprar todos los útiles que necesitemos del Colegio?
– Claro, Harry... –contesto ella, sonriendo –. ¿Es el hijo de Arthur Weasley, cierto?
– Si. ¿Lo conoce?
– Por supuesto que si. ¡Cuando llegas a mi edad, conoces a casi todo el mundo! –afirmo ella, con una sonrisa –. En fin... ¿Cuándo vendrán?
– Mañana –contesto Harry –. A las cinco de la tarde.
– Muy bien –dijo la señora Figg –. ¿No vas a avisarle que si vas a ir?
Harry asintió y rápidamente salió de la cocina, subió a su cuarto. Tomo un trozo de pergamino de su baúl y escribió un mensaje.
Querido Ron:
Todo
muy bien, Ron: La señora Figg me dio permiso de ir contigo.
Hasta mañana a las
cinco.
Harry
Harry cerro la carta, saco a Hedwig de su jaula y le ato el mensaje.
– Entrégasela a Ron –le indico Harry –. Pronto.
Hedwig ululo. Harry abrió la ventana y Hedwig salió volando apresuradamente, hasta desaparecer de vista.
Harry cerro la ventana y bajo las escaleras para ir a desayunar. Durante todo el día no pudo dejar de pensar en la visita de Ron.
Cuando anocheció, se metió a la cama y trato de conciliar el sueño. había tenido muchas emociones en los últimos dos días: había descubierto que la señora Figg, quien él había creído que estaba loca, era una bruja y la madre de la profesora McGonagall, muchas cosas sobre sus padres y por fin había logrado descubrir quien era Arabella Figg.
Entonces revolvió su capa y saco un sobre, escrito con tinta verde esmeralda y se lo entrego a Harry.
–Es la carta del Colegio –explico –. Preferí dártela personalmente. Hasta pronto, Harry.
Dicho esto hizo un pequeño estallido y en su lugar aparecio un gato negro atigrado.
La señora Figg abrió la puerta y el gato salió de la casa, corriendo rápidamente.
– Bien, Harry – murmuro la señora Figg –¿no vas a abrirlo?
– Si... si claro –farfullo Harry, mientras sostenía el regalo y desprendía la envoltura. Destapo la caja, para revelar un brillante tablero de ajedrez, con unas piezas magníficamente talladas y pulidas.
– ¡Oh! –exclamo la señora Figg – ¡Miny siempre ha adorado el ajedrez!
– Si... –murmuro Harry, contemplando el juego y recordando la ocasión, en primer año, que él, Ron y Hermione, pasaron por el ajedrez gigante, que la profesora McGonagall había hechizado –. Es magnifico.
– Bien... –dijo la señora Figg, tomando de la mesa un paquete –. Este es mi regalo
– Gracias... –murmuro Harry, tomando el paquete.
– No lo abras aún –puntualizo la señora Figg –. Ábrelo cuando estés en tu habitación.
– De acuerdo... –acepto Harry, poniéndolo junto a su baúl.
– ¿Ya desayunaste?
– Aun no.
– Entonces –dijo la señora Figg –Ven conmigo, Harry.
Harry siguió a la señora Figg, hasta la cocina, que estaba enseguida de la sala.
– Siéntate, Harry. –le indico la señora Figg, apuntando una silla -¿Qué te gustaría para desayunar?
– Ehhh...
– ¡Casi me olvidaba! –chillo la señora Figg, dirigiéndose al refrigerador, sacando un enorme pastel redondo –. Ayer hornee esto para ti, espero te guste el chocolate.
– ¡Mucho! –exclamo Harry –. Muchas gracias.
La señora Figg sonrió y abrió un cajón, sacando un cuchillo. Harry miro el pastel. Con letras verdes tenia escrito “Feliz Cumpleaños, Harry”, con letra cursiva.
– Si... –dijo de repente la señora Figg –recordé el color de tus ojos, los mismos de tu madre, pero tu cabello negro es idéntico al de James.
– ¿Usted conoció a mis padres? –pregunto Harry, cuando los ojos de la señora Figg se llenaron de lagrimas.
– Si, por supuesto –murmuro con tristeza, cortando un trozo de pastel y poniéndoselo a Harry en plato –. Desde que eran unos niños.
– ¿En verdad? –pregunto Harry, sonriendo.
– Si –contesto ella, sonriendo –. Yo era maestra de ambos.
– ¿Su maestra? –pregunto Harry, engullendo un pequeño trozo del pastel –. ¿De que?
– De transformaciones –murmuro, sacando leche del refrigerador, sirviéndole a Harry en un vaso y se sentó en su silla –. Además era jefa de Gryffindor. Y también subdirectora.
– Igual que la profesora McGonagall –comento Harry, sorbiendo un poco de leche.
– Así es. Supongo que Miny decidió seguir mis pasos... luego de... –de repente se callo, limpiándose una lagrima, que caía por su mejilla.
– ¿Luego de que? –pregunto Harry, dejando el tenedor en el plato.
– Nada. –contesto rápidamente –. Olvídalo.
Harry miro su plato vació. Se preguntaba que era lo que había ocurrido, pero entonces un sonoro ulular, proveniente de la ventana, lo saco de sus reflexiones.
–¡Hedwig! –grito Harry, levantándose rápidamente de la mesa y acercándose a la lechuza, que llevaba en su pata varios sobres –. ¡Al fin! –añadió, quitándole los sobres.
En el primero, vio la letra de Ron. Emocionado tomo la carta y la leyó.
Querido Harry:
¡Feliz
cumpleaños!
Espero que estés pasando
bien tu cumpleaños.
Supongo que ya sabrás lo de
la señora Figg . Mi papá me lo dijo.
Cuando mi papá arregle un
asunto pendiente ¡me llevara a visitarte! Mantente atento,
pronto te enviare un mensaje
para avisarte cuando será.
Ron
Posdata: Hermione esta en
Bulgaria, con Víctor Krum. Me mando una lechuza para
informarme, pero supongo que debe
estarse divirtiendo mucho porque ya no ha escrito.
Espero que no haya olvidado tu
cumpleaños.
Harry cerro la carta, sonriendo, pensando que tal vez Ron estuviera celoso. Tomo la que identifico con la letra de Hermione. La abrió impaciente y comenzó a leerla.
Querido Harry:
¡Felicidades!
Ojala que estés pasando un excelente día. Te mande la carta calculando el
tiempo que
tardaría en llegarte. Espero que la estés leyendo en tu cumpleaños.
Estoy en Bulgaria. ¡Es genial! He aprendido muchas cosas y los papas de
Víktor son
muy buenas personas.
Hemos visitado todos los monumentos y lugares históricos que hemos
podido.
También he aprendido muchas cosas de la cultura de Bulgaria. ¡Víktor
tiene una enorme
biblioteca! Claro que todo esta en búlgaro, pero él puede usar magia y
lanzo un hechizo
para cambiar el idioma de los libros.
Ya estoy
contando los días para el regreso a clases. Espero verte pronto.
Besos
Hermione
Posdata:
Te daré tu regalo cuando nos veamos, el peso puede cansar a Hedwig.
Harry esbozo una gran sonrisa y tomo un sobre con letra garabateada, que Harry reconoció como la de Hagrid. Emocionado abrió la carta.
Querido Harry:
¡Feliz
cumpleaños!
Espero
que te estés divirtiendo. Yo, por mi parte estoy ni mas ni menos que de
viaje.
¿No
adivinas donde estoy? ¡En Francia!
Olympe me
invito a pasar las vacaciones con ella. Ay Harry, creo que...creo que estoy
enamorado.
Nunca me había pasado. Cada vez que la veo siento dragones revoloteando
en mi
estomago. No me atrevo a preguntárselo. Pero en fin, las cosas están bien.
Hagrid
Posdata:
El regalo te lo daré cuando te vea. No se nada de geografía, pero supongo que
Francia
debe estar muy lejos de Inglaterra. No quería matar a Hedwig con el viaje.
Espero que
todo este bien por allá.
–Parece que nadie se olvido de la fecha importante –murmuro la señora Figg, retirando los platos de la mesa.
– ¿Podria contarme de mis padres? –murmuro Harry, sentándose en una silla.
– Bueno... James se parecía extraordinariamente a ti –dijo la señora Figg, sentándose también en una silla –era un gran muchacho. Claro que tuve que reñirlo un centenar de veces... era muy inquieto. Pero jugaba muy bien el Quidditch.
En cambio, tu madre, Lily, era sumamente dedicada a sus tareas. Muy inteligente. Incluso fue prefecta y también Premio Anual. Era muy linda... su cabello era largo y rojo... y en tus ojos me parece que puedo verla de nuevo... –suspiro profundamente y añadió –eran muy diferentes... pero dicen que polos opuestos se atraen... eran una excelente pareja.
El día paso rápidamente. La señora Figg le platico muchas cosas sobre sus padres, anécdotas muy divertidas.
– ¿Te gustaría cenar, Harry? –pregunto la señora Figg.
– No...no gracias –dijo Harry, había sido un día muy emocionante para tener hambre.
– Bien... supongo que estarás cansado –dijo la señora Figg –.Ya es tarde.
– Si, un poco.
– De acuerdo. Ven conmigo, te enseñare tu habitación.
Harry tomo su baúl y la señora Figg llevo el regalo. Subieron las escaleras y la señora Figg le indico la puerta que estaba a la izquierda.
– Es aquí –dijo la señora Figg, abriendo el cuarto.
El cuarto estaba muy ordenado, con su cama a la izquierda, un escritorio enfrente de esta y una ventana con balcón.
– Bien, Harry... –murmuro la señora Figg, entregándole el paquete, cuando él puso el baúl contra la pared –. Espero que te guste. Mañana podremos seguir conversando.
– Gracias... Buenas noches.
La señora Figg sonrió y cerro la puerta alejándose. Muerto de curiosidad, Harry tomo el paquete y se sentó en su cama. Lo sacudió, pero no había nada móvil en su interior. Entonces desprendió cuidadosamente la envoltura, revelando un libro con tapas negras de piel brillante. Harry abrió el libro. En su interior había muchas fotos de sus padres. Una de ellas era de su padre, con el uniforme de Hogwarts. En su chaleco se veia el brillante escudo de Gryffindor. En otra foto, aparecía junto a sus tres mejores amigos: Sirius Black, Remus Lupin y Peter Pettigrew.
Harry desvió la mirada de la foto, tratando de no pensar en Peter, que había traicionado a sus padres. Cambio rápidamente de pagina y vio otra foto, donde aparecía su padre, junto a otros seis muchachos. Cada uno sostenía en su mano derecha una brillante escoba; era el equipo de Quidditch de Gryffindor. Su padre era el buscador.
Cambio de pagina y en la ultima foto estaban sus padres, abrazados. Ambos sonreían felices y Harry sonrió también.
Cerro el álbum, colocándolo en el buró que estaba a un lado de su cama. Abrió su baúl y saco una pijama que se puso rápidamente.
Prendió la pequeña lámpara que estaba sobre el buró y apago la luz del cuarto. Se metió en la cama, quitándose los lentes y colocándolos sobre el álbum.
Durante unos minutos, a la tenue luz ámbar de aquella lámpara, Harry pensó en sus padres, en sus amigos, la alegría de que no olvidaron su cumpleaños y en lo que no pudo decirle la señora Figg a la hora del desayuno.
Cuando sus ojos comenzaron a cerrarse a causa del sueño, apago la lámpara y se quedo dormido, tranquilo y feliz, en el día que él creía que había sido el mejor cumpleaños de toda su vida.
2
Un ruido proveniente de la calle, despertó a Harry de su sueño. El muchacho tomo sus lentes del buró y prendió la pequeña lámpara junto él.
El reloj que se encontraba en la pared, sobre el escritorio que estaba enfrente de su cama, le indico que se había pasado de sueño.
– Las nueve de la mañana... –murmuro Harry, somnoliento, levantándose lentamente de su cama – es tarde...
Se levanto completamente y en medio de un gran bostezo, se dirigió hacia su baúl y saco una camisa amarilla y unos pantalones azules. Se vistió rápidamente y abrió la puerta lentamente. Al parecer la señora Figg se había levantado ya, pues la puerta de su habitación, que estaba enfrente de la de Harry, estaba abierta.
Bajo las escaleras en silencio, tratando de no hacer ruido. Llego al vestíbulo, volteo a la derecha y vio la puerta de salida, entonces camino derecho hacia la sala. La chimenea enfrente de él tenia fuego crepitando en ella. En el centro de la sala, arriba de una alfombra había una pequeña mesa y alrededor de esta tres sillones.
A la izquierda de la sala, se encontraba una puerta que daba a la cocina. Harry entro a la sala, para dirigirse a la cocina cuando tropezó con una arruga en la alfombra y se precipito al suelo, pero con su mano golpeo algo, que hizo un ruido de vidrio roto al caer al piso.
– ¿Qué ocurre? –exclamo alarmada la señora Figg, saliendo de la cocina y viendo a Harry –. Muchacho... ¿estas bien? ¿no te has hecho daño?
– No... estoy bien... –murmuro Harry, incorporándose.
Miro el retrato que había tirado al piso, la imagen debió quedar hacia abajo, pues se veia la parte de atrás del portarretrato.
– Lo siento... yo... me tropecé... –explico Harry, mirando a la señora Figg.
– No te preocupes, Harry... –murmuro ella, sonriendo –esta bien. Iré a traer una escoba.
Harry se inclino y levanto el portarretrato. En cuanto lo hubo hecho, la foto contenida cayo al piso, con la imagen hacia abajo. Era mas pequeña que el portarretrato, por lo cual, al romperse el vidrio, no tuvo soporte en la parte delantera.
Harry dejo el portarretrato en la
mesita, tomo la foto y miro lo que estaba escrito en ella: “Arabella Figg.
1964”
– ¿Arabella Figg? –musito Harry, dando vuelta a la foto, para revelar a la señora Figg, visiblemente mas joven, sosteniendo un bebe en sus brazos.
– ¡No toques nada, Harry! –chillo la señora Figg, que traía una escoba y un recogedor en su manos –. Puedes cortarte con los vidrios.
– ¿Usted es Arabella Figg? –pregunto Harry, sosteniendo la foto.
– ¿Cómo lo sabes? –pregunto la señora Figg, acercándose a Harry –¡Oh! –musito, cuando él le enseño la parte trasera de la foto.
– ¿En verdad es usted?
– Si... –respondió ella, recogiendo los pedazos de vidrio con la escoba.
– El año pasado... el profesor Dumbledore dijo que había un “antiguo grupo”, formado por el profesor Lupin, Mundungus Fletcher y... y usted –dijo Harry –. ¿Qué es el antiguo grupo?
– Bueno... en los días oscuros... en los que Voldemort tenia el poder... –contesto ella, sentándose en un sillón. Harry se sorprendió, ya que no mucha gente decía el nombre de Voldemort directamente –decidí unirme a Dumbledore, para ayudarlo en lo que fuera necesario... Remus decidió unirse también, hace un par de años que había terminado la escuela y finalmente Mundungus, un viejo amigo mío lo hizo también...y así se formo el grupo...
– ¿Quién es Mundungus Fletcher? –pregunto Harry con interés.
– Lo siento, Harry... –dijo la señora Figg –. No puedo decirte mas. Iré a tirar esto.
Entonces se incorporo, tomo la escoba y el recogedor y se retiro a la cocina. Harry miro la foto de nuevo. Tenia tantas preguntas en su cabeza, que no podían ser contestadas ahora.
– ¡Harry, Harry! –gritó la señora Figg, desde la cocina –. ¡Creo que tienes correo!
Harry entro rápidamente a la cocina. Sobre la repisa de la ventana había una lechuza gris.
– ¡Pig! –exclamo Harry, sonriendo al ver a la lechuza, que seguramente había crecido bastante en un año, propiedad de su amigo, Ron.
Harry tomó emocionado la carta que estaba ataba a la pata de Pig y la leyó:
Querido Harry:
El
problema que tenia mi padre se ha resuelto mas rápidamente de lo que
pensábamos
así que mañana a las cinco de la tarde iremos a visitarte.
Podemos aprovechar el viaje, para ir la Callejón Diagon y comprar todos
los útiles que
necesitemos para el nuevo curso.
Ron
– Señora Figg... –murmuro Harry, cerrando la carta con una sonrisa.
– ¿Si? –contesto ella, acomodando unos platos en la alacena.
– ¿Me permitiría ir con mi compañero, Ron Weasley, a comprar todos los útiles que necesitemos del Colegio?
– Claro, Harry... –contesto ella, sonriendo –. ¿Es el hijo de Arthur Weasley, cierto?
– Si. ¿Lo conoce?
– Por supuesto que si. ¡Cuando llegas a mi edad, conoces a casi todo el mundo! –afirmo ella, con una sonrisa –. En fin... ¿Cuándo vendrán?
– Mañana –contesto Harry –. A las cinco de la tarde.
– Muy bien –dijo la señora Figg –. ¿No vas a avisarle que si vas a ir?
Harry asintió y rápidamente salió de la cocina, subió a su cuarto. Tomo un trozo de pergamino de su baúl y escribió un mensaje.
Querido Ron:
Todo
muy bien, Ron: La señora Figg me dio permiso de ir contigo.
Hasta mañana a las
cinco.
Harry
Harry cerro la carta, saco a Hedwig de su jaula y le ato el mensaje.
– Entrégasela a Ron –le indico Harry –. Pronto.
Hedwig ululo. Harry abrió la ventana y Hedwig salió volando apresuradamente, hasta desaparecer de vista.
Harry cerro la ventana y bajo las escaleras para ir a desayunar. Durante todo el día no pudo dejar de pensar en la visita de Ron.
Cuando anocheció, se metió a la cama y trato de conciliar el sueño. Había tenido muchas emociones en los últimos dos días: había descubierto que la señora Figg, quien él había creído que estaba loca, era una bruja y la madre de la profesora McGonagall, muchas cosas sobre sus padres y por fin había logrado descubrir quien era Arabella Figg.