Marcelo es un brujo ya grandecito...pero no deja de recibir lecciones de magia de sus dos hijas. Según sus propias palabras... ellas si que son brujas!
Este giratiempo llego perfecto. Con formato, sin errores, en fin , una obra de arte! Además de simpático y divertido, tiene acción y  suspenso. E  incluye, como dijo el autor, un personaje reivindicado.  10 puntos!

GIRATIEMPO FUTURO
Por Marcelo Alejandro Barina
 

-Hermione...

-...

-¡Hermione, escuché un ruido!

-Mmmmmm...

-¡Es... es como... un ectobúfalo, debe estar destrozando algo metálico con sus mandíbulas!

-Ron...

-¡¡Tal vez haya una manada entera de ellos, Hermione!! ¡Debemos llamar al ministerio... !

-Ron... Ronnie...

-¿Dónde está mi varita? Tengo que avisar...

-¡Ron, ya basta! – gritó Hermione. Estiró el brazo y encendió la luz. - ¡Ay, Ron, son las tres de la mañana! ¿Una manada de ectobúfalos en Londres? – gruñó ella – Cariño, qué error cometiste al no haber cursado “Estudios muggle”.

-Pe-pero el ruido...

-Se llama “camión recolector de residuos”, mi vida.

Ron enrojeció hasta mimetizarse con sus cabellos.

-¿Un... “recolectror...”?

-...”de residuos”. – se incorporó en la cama todo lo que le permitía su abultado vientre de seis meses – Ronnie, lamento haberte pedido que pasemos la noche en casa de mis padres; sé que no estás acostumbrado al mundo muggle.

-Oh, cielos, Hermione; lo siento tanto... Me siento un tonto. – dijo, mientras apoyaba su cabeza en el  hombro de ella.

-Ronnie, te amo; y deberías saber que no hubiese podido enamorarme de un tonto.

Tres años atrás, en una ceremonia discreta (todo lo discreta que Fred y George, los hermanos del novio permitieron), Ron y Hermione se juraron eterno amor en la pequeña capilla de Hogsmeade, lugar en el que residen desde entonces. Hermione daba clases de Encantamientos y Transformaciones en Hogwarts; y Ron, una vez retirado del Chuddley Cannons (y luego de haber conseguido la primera victoria para Inglaterra en un Mundial en cientos de años), daba clases de Quidditch en el colegio, y era dueño de una tienda de artículos deportivos mágicos en el pueblo.

-Cariño, - dijo Ron – lo lamento. Hay tantos ruidos nuevos, que no puedo pegar un ojo.

-No te preocupes, mi amor – dijo ella

-Sólo acuéstate... – estiró la mano hacia su varita...

-...cierra los ojos – y mientras él obedecía, murmuró “¡Repossum!

Una suave nube azul salió de la varita, y Ron se quedó inmediatamente dormido.

“Mi querido Ron” – pensó Hermione mientras lo despeinaba – “... qué triste lugar sería el mundo si no te tuviera...”

 

 

A la mañana siguiente, mientras los padres de Hermione les servían un desayuno “muggle” de dentista (café sin azúcar, jugo de pomelo ácido y pan de harina integral), Ron hacía como que comía mientras pensaba en la cita que tenían al mediodía: debían encontrarse en la Tienda de Chascos Mágicos de George (Fred tenía una sucursal en Hogsmeade), en el callejón Diagon. Luego se les unirían Harry (tanto tiempo, casi un año sin verse) y la pequeña Ginny. Si bien ya era una mujer, para Ron seguía siendo su hermanita pequeña.

También hacía tiempo que no la veía a ella: trabajaba para el Ministerio (gracias a los oficios de su padre, el Viceministro de Magia), en el Departamento de Relaciones Muggle.

Luego del desayuno, salieron a pasear por el Londres muggle. Hermione debía arrancarlo a rastras de las vidrieras de artículos electrónicos (“¡Oohhh, sorprendente!”) y evitar que detuviera al subterráneo con la varita.

Cuando se acercaban al Caldero Chorreante (acceso al callejón Diagon), se encontraron con Harry.

-¡Ron! ¡Hermione! – gritó el alto y delgado hombre con la extraña cicatriz.

-¡Harry! – contestó a dúo la pareja.

Se dieron un larguísimo abrazo en el medio de la vereda – lo que ocasionó que más de un transeúnte los evitara. Hay que decir que Londres sigue siendo una ciudad muy poco afecta a las exteriorizaciones de sentimientos. Por otro lado, Ron usaba un “conjunto muggle” algo llamativo: traje negro con sombrero de hongo, algo que no se usaba hacía décadas.

-¡Cielos, Hermione, estás bellísima! ¿No crees, Ron, que el embarazo le sienta magnífico?

-Gracias, Harry; se lo digo cada día, pero tal vez si lo escucha de otra persona, al fin me creerá.

-¡Tontos! – dijo Hermione, con los ojos llenos de lágrimas de emoción.

Entraron en una cafetería. Ron se desquitó del desayuno odontológico.

-¿Y qué tal esa vida de Auror, Harry? – inquirió Hermione

-Muy dura, amigos. Ahora entiendo al viejo Ojoloco. ¿Lo recuerdan?

-Claro que si – respondió Ron, con la boca llena de huevos con tocino

-Estoy pensando en retirarme. Sirius me contactó con el viejo Snape...

-Harry, – dijo Hermione - ¿cómo te enteraste que Snape se retira de las clases de Defensa contra las Artes Tenebrosas... ?

-Privilegios de Auror -  dijo Ron, metiéndose a la boca una cuchara llena de guisantes con tomate.

-¿... y cómo supiste que ha sido elegido director de Hogwarts?

-Privilegios de Auror, cariño – le guiñó un ojo Ron.

Harry, acalorado, contestó: -Bueno, Hermione, ya sabes, Sirius...

-... es tu padrino y Ministro de Seguridad Mágica. Ya lo sabemos, Harry.

Ron se reía por lo bajo, atragantándose de vez en cuando.

-Tal vez, ya saben, me haya mencionado algo de Snape...

-¡Ay, Harry, olvídalo: sólo era una broma! – rieron los Weasley

-Claro, amigo: nos encantará tenerte en el colegio. Será como tener 15 años otra vez. – lo palmeó Ron.

-Tal vez así sientes cabeza y... – decía Hermione, rápidamente interrumpida por Harry.

-Hey, ¿y cómo se porta el bebé? – le señaló el abultado vientre.

-¿Cuál de ellos? – dijo enigmáticamente ella.

-Que cuál... ¡Hermione! ¡No me digan que...!

-Sí, Harry: mellizos. No sabes las bromas que debimos soportar de Fred y George.

Acercándose la hora, pagaron la cuenta con dinero muggle que Hermione llevaba (Ron ya había puesto 20 sickles en la mesa), y comenzaron a salir.

-Harry, qué terrible lo de los primos Abbott: toda una familia de criminales. – comentó Ron

-Así es, amigo: tardé diez meses en poder atrapar a cuatro de ellos. Pero los otros dos se escaparon...

-Bueno, Harry, olvídate de eso por ahora. Ronnie, ¿qué había pasado con Ginny?

-Uf, no me hables: parece – dijo, mirando de reojo a Harry – que está de novia con un muggle. Pero no le contó a mi madre quién es...

-Hablando de muggles, Harry: ¿Has pasado últimamente por Privet Drive? – preguntó Hermione

-Pues, saben... tengo intención de hacerlo. Debe hacer... ¿tres o cuatro años que no los veo? Tío Vernon estará feliz, pero mi tía me había llegado a querer. Y Duddley... creo que si hubiésemos tenido más tiempo juntos, tal vez hoy seríamos amigos.

-Muchachos, estoy sintiendo algo raro – dijo Ron – ¿No deberíamos haber llegado al Caldero Chorreante, ya?

-Pues, si. Y éstas calles no me resultan familiares. ¿Y por qué no hay otras personas por acá? – se asombró Hermióne

Harry sacó su varita y, poniéndose delante de sus amigos dijo: - ¡Es un hechizo confundidor! ¿Pero quién...?

-¡Pootterr...! ¿Adivina quién soy?

-¡Leon Abbott! ¡Quédense detrás de mí, amigos! – y gritó - ¡Abbott, esto es entre tú y yo!

-¡Y yo también! – respondió otra voz – Vas a pagar por haber enviado a nuestra familia a Azkabán.

-¡Roger Abbott, también! Escuchen, amigos: voy a tratar de distraerlos para que puedan escapar...

-¡Ni lo sueñes, chico! – dijo Ron – No voy a dejarte...

-¡Ron, son muy peligrosos! Debes proteger a Hermione y los bebés... – pero no pudo terminar la frase. Un hechizo paralizante los dejó a los tres como piedras.

-Hola, Potter. ¿Creías que nos olvidaríamos del maldito que encarceló a nuestra familia? – dijo, acercándose, Roger.

-Tendrás la suerte de ver cómo destruímos a tus amigos, antes de matarte a ti. – rieron los Abbott, mientras preparaban sus varitas apuntando a Ron y Hermione.

-Dí “adiós” a tus amigos, Potter.

-O mejor, “hasta pronto”...

De pronto, del fondo del callejón surgió entre las sombras una inmensa figura que se abalanzó sobre los Abbott.

-“Hagrid” – pensó Harry. Pero, aunque era un hombre de unos buenos 2 metros de altura, no alcanzaba la gigantesca talla de más de tres metros del guardabosques.

Una enorme mano tomó del cuello a Roger Abbott, lo alzó en vilo y lo lanzó contra una pared, desmayándolo de inmediato. De espaldas a Harry, se enfrentó a Leon.

“Oh, no”, pensó Harry cuando oyó a Leon murmurando una maldición, al tiempo que lanzaba un rayo verde desde su varita.

El rayo alcanzó de lleno al gigantón. Este trastabilló un poco, sacudió la cabeza como un perro, y se rió.

-¿Eso es todo lo que puedes hacer, estúpido mago?

“Esa voz”, pensó Harry. “¿De dónde la conozco?”

El enorme salvador se lanzó sobre Leon, le arrancó la varita de las manos, y le aplicó un terrible puñetazo que lo puso fuera de combate.

Libertus! – dijo una voz femenina desde el callejón.

Ginny Weasley se acercó a ellos y preguntó: -¿Están bien?

Los tres, libres del hechizo, se movieron lentamente.

-¡Ginny, cariño! ¡Gracias a Dios estaban por aquí!

-¿Quién... quién es él? – señaló Harry

El hombretón se dio vuelta. Harry casi se desmaya por la impresión.  

CONTINUACIÓN:

-Hola, primito. Me debes una, ¿eh?

-Dud... Dudley? – musitó Harry - ¿Qué haces tú aquí?

-Pues, verás... vine a conocer a la familia de mi prometida. – dijo, abrazando a Ginny

-¿Ginny... y tú? Pero... ¡es una bruja!

-Sí, y también la mujer más maravillosa que he conocido. Tu sabes, Harry: entré a la Academia de Policía, y una vez, casualmente, conocí a una linda pelirroja...

-... que trabaja en el Departamento de Relaciones Muggle. – rió ella

-... y, bueno, tú sabes: una cosa llevó a la otra...

-Imaginen su sorpresa cuando supo que era una bruja. Y amiga de su querido primo Harry...

Harry, Ron y Hermione no sabían qué decir.

-... así que la vida nos volvió a unir, primo. Y en la misma profesión, no? Ginny dijo que eras un Arrior...

-Auror, Duddy. – aclaró la chica

-... como sea. Es una especie de policía, no?

-Eh, si, algo así. ¡Vaya, Duds, cómo me alegro de verte! – le dijo Harry, con un poco de cautela.

-Claro, tonto – dijo su primo, dándole un abrazo de oso – Sabes, Harry, sé que papá nunca lo aceptará, pero... ¡me alegro de ser tu pariente, chico!

Ron y Hermione se acercaron, presentándose. Ron no podía creer lo que veía: su Ginny, con ese muggle! Y sin embargo, estaba tan distinto a como él lo recordaba...

-Bueno, - dijo - ¿qué tal si vamos al callejón Diagon, y conoces al resto de la familia?

Así lo hicieron, luego de que Harry envió a los Abbott (todavía inconscientes) al Ministerio mediante un hechizo transportador.

Mientras caminaban hacia el Caldero Chorreante, Harry recordó algo que lo tenía intranquilo.

-Dime, Dudds: ¿Cómo hiciste para repeler la maldición que te envió Leon? Nadie pudo haberla soportado.

-Nadie del mundo mágico. Sabes, Harry, no fue difícil: usé un viejo truco que me enseñó papá.

-¿¿Tu padre??

-Así es. Me dijo: “Hijo, si alguna vez te cruzas con uno de esos malditos magos, haz de cuenta que es sólo tu imaginación”. Pues bien, lo hice... y resultó!!

FIN

 

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