José se tiene fe, y escribió el mismo una introducción elogiosa para su historia...Ustedes dirán!
Harry Potter& LAS TRES PRUEBAS
Por José Dos Santos
1
–
Harry, apúrate,
o vas a llegar tarde a tu boda –le dijo su mejor amigo Ron.
Harry
llevaba 10 años desde que había salido de Hogwarts, y nunca se imaginó que algún
día se le cumpliría su sueño: casarse con la chica a quien más amaba: Cho
Chang.
Después de
que Cedric Diggory, antiguo novio de Cho, había muerto a finales del cuarto
curso, Harry volvió a tener el puesto libre con Cho y desde ese momento comenzó
el amor.
Desde que
salieron de Hogwarts Harry y Cho siempre habían deseado casarse, pero nunca
llegaron a tomar la decisión del día en que se efectuaría la boda; siempre había
razones que alargaban el tiempo del día más feliz de sus vidas... tantas fueron
las excusas, que tardaron diez años en decidir la fecha de su alegre boda, pero
al fin había llegado y ese día era hoy.
Harry se miró en el espejo y vio a una persona alta de 27 años de edad,
con el cabello increíblemente arreglado(algo que a él le pareció totalmente
raro), unos lentes que reflejaban sus bellos ojos, vio a una persona maravillosa
que se iba a casar con la mujer más bella del mundo; la última vez que se había
sentido tan bien al mirarse al espejo fue hace 16 años, cuando estaba en primero
que al contemplarse en un espejo mágico llamado Oessed se vio con su
hermosa familia.
En el
pequeño cuarto (que se iluminaba tan sólo por una pequeña lámpara) en que se
encontraban estaba pintado de color rojo fluorescente y contenía solamente un
enorme espejo, un pequeño closet en donde estaban todas las ropas que Ron le
había aconsejado que usara y una mesita que para juzgar por su tamaño, Harry no
sabía para qué se encontraba allí.
Ron
comenzó a mirar el espejo en donde se encontraba Harry reflejado. Estaba al lado
de él; luego Ron levantó una mano y comenzó a palmar la parte del espejo en el
lugar en que se encontraba reflejada la barbilla de Harry.
–
¿Qué haces?
–preguntó Harry desconcertado.
Ron apartó
rápidamente la mano del espejo.
–
¿Lo hiciste?
–preguntó Ron.
Harry
trató de recordar lo que quiso decir su amigo al pronunciar aquella frase; hasta
que después de una fracción de segundos, Harry dijo con un tono poco
alegre:
–
Sí, ayer
utilicé el hechizo Antipilus para poder afeitarme.
–
Sabía que
comprenderías –dijo Ron tan alegre como siempre–. Y... dime, ¿qué tal te
pareció?.
–
Creo que es
mejor que utilizar los artefactos muggles –contestó Harry–; se siente tan
raro que una varita pase por toda tu mejilla mágicamente y haciendo que todo
desaparezca.
–
Ya te
acostumbrarás –le dijo su amigo mientras le daba unas palmadas de consolación en
la espalda.
–
Sí, tienes
razón; hay que usar algo para prevenir lo único que heredé de Vernon –dijo Harry
comenzándose a reír.
De repente
Ron chasqueó los dedos, al parecer se le había ocurrido una gran idea o eso
parecía, porque después de una fracción de segundos, Ron había sacado del closet
una pequeña caja y se la trajo a Harry.
–
Por Dios, Ron
–dijo Harry riéndose–, ya le propuse a alguien matrimonio.
–
No seas tonto
–dijo su amigo, abriendo la caja que contenía una rosa que resplandecía gran
parte de la no muy iluminada habitación.
–
¿Qué es eso?
–preguntó Harry.
Cuando
Harry terminó de hacerle la pregunta, Ron sacó la rosa y se la puso en el
bolsillo izquierdo que poseía el chaleco de Harry.
–
¿Qué haces?
–volvió a preguntar Harry.
–
Es una rosa que
combina bien con tu traje de pingüino –dijo su amigo riéndose–, según George a
las chicas les atrae las rosas Leurm.
–
¿Las rosas
Leurm? –preguntó desconcertado Harry.
–
Sí, son como
veelas para las mujeres, sólo que con un poder menos –Ron se aclaró la garganta,
parecía que quería buscar palabras complicadas para describir el poder de la
rosa, pero sólo pudo decir–: bajo. Te la recomiendo, se te hará más fácil
conquistar a Cho.
Después de
estar un largo tiempo frente al espejo, decidieron que lo mejor era salir
temprano de aquel cuarto cerca de Honeydukes y dirigirse rápidamente hacia la
Catedral de Hogsmeade, para dar a cabo la ceremonia.
–
Bueno –dijo
Ron–, creo que es hora de irnos. Vayámonos caminando.
–
Sí, este lugar
me está comenzando a dar calor –contestó Harry.
Sin
preocuparse de nada, salieron rápidos de aquel lugar, pensando en que todo iba a
salir perfecto... pero estaban completamente equivocados.
2
La prueba de amor:
Dentro de
la capilla de Hogsmeade, se encontraba en un pequeño salón Cho, que estaba
alisándose el cabello a través de un conjuro que hacía que la varita se moviera
sola por sus cabellos. Cerca de ella se encontraba su mejor amiga: Hermione
Granger, quien la había conocido en el sexto curso, cuando Harry y Cho ya se
habían declarado novios.
–
¿Crees que
vendrá Harry? –dijo Cho, que seguía alisándose su larga cabellera sólo con el
mismo movimiento de los dedos que hacían que la varita se moviera por sí
sola.
–
Por supuesto
que vendrá –contestó Hermione, que, como de costumbre, estaba leyendo un libro,
éste se titulaba Grandes misterios de las rosas mágicas–.Conozco a Harry,
nunca falla.
–
Lo sé o espero
creerlo –suspiró Cho.
–
Tranquila
–Hermione cerró el libro para poder concentrarse en su amiga–, Harry asistirá,
si no asiste temprano llega justo a tiempo, pero no creas que irá a llegar tarde
¿verdad?.
–
No lo sé, Harry
ha estado muy nervioso todos estos días –dijo Cho mientras guardaba su
varita.
–
Bueno, de todas
formas él es el que pierde el dinero, fue él el que gastó la boda...
Hermione
no pudo terminar de hablar porque Cho la interrumpió bruscamente.
–
Hermione –dijo
Cho–, ¿Ron alguna vez te ha demostrado que te ama?
Hermione
quedó espantada cuando su amiga le dijo aquella pregunta, tanto fue el asombro
que respondió rápidamente:
–
Sí, ¿por
qué?
–
Harry nunca me
ha demostrado que me ama; sé que nos vamos a casar pero es que él es tan tímido
cuando va a demostrar su amor –a Cho se le comenzaron a aguar los ojos.
–
Cho, Harry te
ama –dijo Hermione.
–
¡Pues él no lo
demuestra!.
Hermione
viendo que su amiga comenzaba a ponerse enojada, pensó en hacerle una pregunta
para ver si ella se calmaba:
–
¿Cómo quieres
que te lo demuestre?
Pero se
dio cuenta de que aquello sólo empeoró la situación.
–
¡No sé!, que lo
diga enfrente de todos, sí, ésa puede ser una forma –contestó Cho que comenzaba
a calmarse.
Hermione
alegre de que su amiga volviera a la normalidad, pensó en hacerle otra
pregunta:
–
¿Cómo piensas
hacer eso?
Justamente
después de que Hermione le planteó la pregunta, Cho comenzó a sentir una mezcla
de odio y amor: ella amaba a Harry, pero el problema estaba en que no quería que
hacerle daño, ni tampoco tratar de obligarlo a hacer algo para demostrarle que
él la amaba; así que se le ocurrió una idea.
–
Hermione, tengo
un plan.
–
¿Cuál es?
–pregunto Hermione un poco asustada.
Las bodas
del mundo mágico son totalmente diferentes a las del mundo muggle, tienen
un mismo fin pero se realizan de una forma distinta: En las bodas muggle,
primero se realiza lo que es el acto de casamiento y después de eso hay una
fiesta que dura hasta las horas de la madrugada; en el mundo mágico no, hay dos
fiestas. Generalmente las fiestas del mundo mágico comienzan a las siete de la
noche, desde ese momento empieza la primera fiesta hasta las doce de la noche,
que es el momento en que se inicia el acto de casamiento, y después de esto, la
otra fiesta que finaliza hasta las horas de la mañana. Entre las horas que
comprende la primera fiesta, (en el mundo mágico no es sólo una costumbre sino
una ley), el novio no puede ver a la novia. (¡Qué raro!).
Cho aún no había respondido a la pregunta de Hermione, aquélla se
encontraba pensativa, se le había ocurrido la idea mas en esos momentos la
estaba formulando.
–
Ya sé –dijo Cho
repentinamente–, antes del discurso de realización, Harry deberá decirles a
todos los presentes que me ama.
En las
bodas del mundo mágico, media hora antes del acto de casamiento, se acostumbra a
que el realizador de la fiesta diera unas palabras por haber realizado la
celebración; y, para suerte de Cho: Harry era quien le tocaba hablar en el
discurso de realización.
–
Tienes razón
–dijo Hermione, sabía que la idea de Cho no era la correcta, pero ya que su
amiga se encontraba en un mal estado lo mejor era apoyarla–, antes de que Harry
llegue a la fiesta le deberás mandar que realice tu idea, y así comprobaremos si
él en verdad te ama.
–
Si no más
recuerdo –dijo Cho–, Harry me dijo que se iba a encontrar con Ron en Honeydukes,
al parecer allí era en donde estaban todos sus conjuntos para el baile... Pero
por cierto, Hermione, ¿qué hora es?
–
Son las seis y
cuarto –respondió rápidamente Hermione.
–
Entonces
tenemos tres cuartos de hora para poder alcanzarlos. Además de que allí dejé mis
vestidos. ¡Vamos, Hermione!.
Cho
pensaba que la suerte estaba con ella, al fin se iba a dar cuenta si en verdad
Harry la amaba; lo tenía todo planeado: llegaba a Honeydukes, le decía a Harry
lo que tenía que decirle y volvería a Hogsmeade, se encontraba totalmente segura
de que todo iba a salir bien... ; el problema era que ella no sabe lo mismo que
sabemos nosotros: Harry no se encontraba en Honeydukes.
3
La voz misteriosa:
Harry y
Ron salieron de Honeydukes. Mientras caminaban a través de un camino estrecho y
lleno de piedras en dirección a Hogsmeade, iban hablando sobre fantasías,
recordando los años que estuvieron en Hogwarts, los largos años que
permanecieron en ese colegio los recordaban perfectamente, desde que se
conocieron en King Cross`s hasta que vencieron en forma total y definitiva a
Lord Voldemort, (eso era algo que ellos creían), recordaron la vez en que se
graduaron..., también tocaron el tema de su separación que tuvieron en el cuarto
curso en Hogwarts, un tema que casi los iba a reiniciar en una nueva discusión
hasta que Harry interrumpió con un tema que Ron nunca se imaginaría que lo
diría:
–
Ron, ¿Hermione
alguna vez te ha demostrado que te ama?
Aquella
pregunta lo dejó tan atónito como si le dijeran: “Te queda sólo un día de vida”.
Pero, al igual que su esposa respondió:
–
Sí..., ¿por
qué?.
Harry no
se atrevió a responder le pregunta que le formulaba su amigo, lo único que hizo
fue dirigirse delante de Ron, algo que a él le pareció de muy mala educación,
pero después comprendió que su amigo pasaba por un muy mal momento y se calló
hasta que Harry comenzara a hablar.
Después de
quince minutos de caminata hacia Hogsmeade, Harry se quiso detener para
contemplar una roca que nunca había visto en sus siete años en Hogwarts, parecía
un simple menhir, pero en la punta de éste se alargaba lo que parecía un brazo,
con sus cinco dedos totalmente uniformes. Además de la extraña mano que tenía el
menhir en su parte superior, también había otra cosa que a Harry le pareció
rara: el extraño menhir era de un color azul oscuro, y lo más misterioso era que
parecía que este extraño color que la roca poseía era natural, de ella misma, no
parecía pintado.
–
Ron –dijo
Harry, mirando el menhir–, nunca has visto algo parecido ¿verdad?.
Pero su
amigo no quiso responder.
–
Ron, te
pregunté si nunca –Harry se volteó para mirar en dirección sur y se dio cuenta
de que su amigo no estaba. Desde que se colocó enfrente de él, Harry nunca había
tenido una conversación; como consecuencia de que no sabía cuánto tiempo estuvo
perdido–... Esto no es una broma, Ron, ¿dónde estás?
Pero Ron
no volvió a responder.
–
¡Ron, espero
que esto no sea una broma! –gritó Harry desesperado.
–
Harry, estoy
aquí –dijo
una voz pero no era la de Ron. Ésta era más chillona, como la voz de Dobby, pero
Harry estaba seguro de que aquélla no era de él.
–
¿De dónde
vienes, y dónde se encuentra Ron? –dijo Harry, hablándole al menhir, pensando
que la voz provenía de allí.
–
Ton...
Ton...
Cuando
Harry escuchó esto, sintió un revoltijo en el estómago, se encontraba realmente
asustado, pensó que aquellos sonidos provenían de su corazón, pero se dio cuenta
de que cada vez sonaban más duros.
Giró 360º
y vio que detrás de él habían crecido dos menhires más del mismo color, con la
única diferencia de que en la parte superior, uno tenía la forma de una mano
agarrando una varita, y el otro tenía en la punta del menhir la forma de la
testa de Ron.
Iba a dirigirse al menhir en donde se encontraba la forma de su amigo,
pero algo le impactó: los menhires iban apareciendo mágicamente hasta formar un
círculo que lo rodeó completamente; cada menhir poseía una mano agarrando una
varita, la punta de cada una apuntaba hacia arriba. Harry, sin pensarlo dos
veces sacó la suya, y apuntó hacia el primer menhir que había visto: el que no
tenía arma alguna.
–
¿Qué haces,
Harry Potter? –dijo la misma voz
chillona.
Harry
agarró su varita con todas las fuerzas que tuvo, iba a pronunciar las palabras
para realizar la maldición, pero algo lo detuvo: su varita se iba desintegrando
de su mano tan rápidamente como se va el tiempo cuando estás haciendo algo que
te gusta: ya la varita no la tenía él, la tenía el menhir a quien Harry le iba a
realizar la maldición.
Luego
comenzaron a escucharse unas palabras con un tono bello y hermoso, parecía que
estaba cantando; pero aunque su voz era hermosa lo malo estaba en lo que
decía:
¡Oh, Harry
Potter!, tu felicidad me asombra.
Si alguna
vez me conocieras, sabrías lo que es sentir odio.
¡Oh, Harry
Potter!, cuando mueras sentirás mi sombra;
y verás
que sentirme es mucho peor que mirarme.
–
¿Un
encantamiento cantado? –pensó Harry.
Después de
que la voz dejó de cantar, las manos que salían de los menhires apuntaron a
Harry: todas las varitas dispararon una tan luz cegadora como la misma luz des
sol, tanto fueron los destellos de luz, que Harry no pudo ver ni sentir más, eso
fue lo último que pudo resistir. Luego sintió como su cuerpo caía al suelo: él
seguía vivo, pero débil, muy débil... y no recordó más nada.
–
Hermione –dijo
Cho–, ¿los has visto?
Hermione y
Cho ya había llegado a Honeydukes, algo que a ellas les pareció un milagro.
–
Le pregunté al
vigilante en dónde había visto a Harry –dijo Hermione, caminando hacia su
amiga–, me dijo que se encontraba en la última habitación.
Caminaron
hacia el último pasillo de Honeydukes para averiguar por fin dónde se
encontraban. Llegaron hacia una puerta roja y que estaba medio abierta, entraron
y vieron un montón de ropas tiradas
en suelo, además del espejo, y la pequeña mesa.
–
Ésta debe ser
la habitación que hemos estado buscando –dijo Cho, levantando las ropas que se
encontraban en el suelo, y luego guardándoles en el closet–; pero..., ¿dónde
están?.
–
No lo sé –dijo
Hermione, usando la varita para guardar las ropas–, a lo mejor ya salieron.
–
No, no puede
ser –Cho comenzaba a ponerse furiosa–, ¿cómo rayos, Harry pudo hacerme esto?
–golpeó la mesa con mucha fuerza–, ¡Él no tiene derecho de hacerme ESTO!
–
Tranquilízate
–dijo Hermione dirigiéndose a su amiga–, Harry te ama, te ama más que cualquier
cosa en el mundo, Cho, yo lo sé. No te preocupes. Ven, comencemos a vestirnos
para la boda.
Cho
comenzó a llorar.
Hermione
decidió que lo mejor era hablar con ella.
–
¿En serio Harry
nunca te ha demostrado que te ama? –preguntó Hermione.
–
Nunca, nunca
–respondió Cho, llorando aún más–. Me acuerdo de la única vez que sentí que él
me amaba: la vez en que me comprometió matrimonio.
’’Hermione, no puedo casarme sin que antes él me pruebe que me ama,
no puedo, no puedo.
Cho lloraba más que nunca.
–
Desde que Harry
comenzó a trabajar como auror –dijo Cho, que ahora usaba su varita para secarse
las lágrimas– me sentí muy sola, siempre trabajaba y nunca me ayudaba o por lo
menos casi nunca sentía un abrazo de él. Llevamos 10 años comprometidos, hasta
que al fin, él tuvo un día libre para poder casarse.
Hermione
comenzaba a sentir lo mismo que su amiga. Pensó cómo sería si Ron trabajara como
auror y nunca la abrazara, o la ayudara(claro, aunque generalmente era ella
quien lo ayudaba), pero sintió como si Ron nunca la viera; lo que sentía Cho en
verdad era algo realmente terrible.
–
Comprendo lo
que sientes –dijo Hermione–, pero Harry es mi amigo, no puedo estar en contra
suya; además de que él siendo auror su obligación es salvar al mundo, algo que
debe tener en cuenta sobre todas las cosas.
Cho no
quiso seguir hablando.
Hubo un
silencio interminable.
–
Empecemos a
arreglarnos –dijo por fin Cho–, falta un cuarto para las siete; espero por lo
menos disfrutar la primera fiesta, ya que no creo que haya una segunda fiesta...
–
¿Por qué dices
eso? –preguntó Hermione un poco asustada.
–
Porque –dijo
Cho con frialdad– estoy segura de que no se dará a cabo el acto de
casamiento.
Harry
abrió los ojos. Vio que se encontraba en una especie de ataúd; tenía las manos
cruzadas en el pecho. Hacía un calor insoportable.
La caja en
donde él se ubicaba era de un color negro completamente. Harry trató de subir la
cabeza pero para poder observar su reloj, trataba de mover los brazos para ver
si se le hacía más fácil, pero se dio cuenta de que estaba encadenado. Eran
cadenas mágicas, porque el contacto de cada eslabón con su piel le producía una
quemadura leve, pero Harry estaba seguro que si no se desprendía de aquellas
cadenas, moriría quemado.
Trató de
mover la única parte que podía desplazar de todo su cuerpo: la cabeza. Harry
intentó averiguar el lugar de donde provenía el oxígeno, pero nuevamente se vio
obligado a ver su reloj: a lo mejor llevaba menos de cinco minutos en aquel
lugar y, le faltaría poco tiempo para morir ahogado, pero también estaba la
posibilidad de que existía algún lugar que emanaba el oxígeno y así tener
esperanza para poder salir.
Movió la
cabeza lo suficiente para ver la parte inferior del reloj y tuvo la suerte de
que la mano izquierda se encontraba encima de la derecha. Movió la cabeza lo
suficiente para ver el reloj pero... ¡Pum!, su cabeza había golpeado con la tapa
del ataúd, y la acostó de nuevo en el suelo de arena.
–
¡Maldita sea!
–se dijo con disgusto
No tenía
esperanza. Trató de mover las piernas pero más cadenas lo amarraban. Miró hacia
al lado izquierdo y vio la parte izquierda del ataúd, trató de girar la cabeza
hacia abajo y divisó más arena, luego la volvió a poner boca arriba mientras
pensaba cómo podría salir.
Pensó que
a lo mejor podría golpear la cabeza lo suficiente como para romper el ataúd,
pero decidió que era mejor utilizar ese plan como último recurso.
Sudaba
increíblemente. Ni en los partidos de quidditch había sudado tanto como en esos
instantes, las cadenas le quemaban cada parte de la piel, sentía que era su
fin..., así que además de derramar sudor por el calor insoportable que hacía
dentro del ataúd; además también de derramar sangre por las quemaduras que le
producían las cadenas; Harry comenzó a derramar lágrimas, pero no de dolor sino
de tristeza.
Los recuerdos volvían a su mente como si los hubiera vivido ayer; recordó
todos los años en Hogwarts, los años que había vivido después de haberse
graduado, cuando se volvió auror..., cuando le comprometió matrimonio a
Cho...
Aunque los recuerdos venían a él rápidamente, trató de hacer lo posible
para recordar más sobre las ocasiones en que había estado con Cho...; pero no
recordaba nada.
¿Sería que no la amaba de verdad?, pensó Harry. Trató de hacer que su
cabeza le hiciera recordar más recuerdos sobre Cho, pero se dio cuenta de que
aquello sólo le producía más dolor.
Comenzó a llorar más y más; ¿sería que nunca había tenido un momento
feliz con Cho?, los recuerdos que le venían a su cabeza sobre Cho eran muy
pocos; pero se dio cuenta de que la cantidad de recuerdos con ella comparado con
las veces que había hecho algo bien como auror, no eran nada.
Lloró más y más. Por primera vez se había dado cuenta de su error, por
fin sabía el por qué ella no lo amaba tanto comparado con el amor que tenían Ron
y Hermione: en los últimos diez años le había prestado demasiada atención a su
trabajo como auror, en vez de ocuparse de lo más importante que tenía en la
vida: Cho. Pensó que en los últimos diez años se había comportado como alguien
que recordaba en el cuarto curso: Barty Crouch.
Los recuerdos de Harry lo llevaron a tener más esperanzas para salir de
aquel lugar; pero cuando volvió a mirar las cadenas y sentir el ardor que ellas
producían se dio cuenta de que la única esperanza que tenía para salvar por lo
menos su alma, era que Cho lo perdonara.
CONTINUACION
4
Imágenes
olvidadas
–
Cho, pero si te
ves hermosa –dijo Hermione saliendo de un vestidor que se encontraba cerca del
cuarto donde antes estaban Harry y Ron.
Cho iba
vestida de un traje dorado que llegaba hasta el suelo; aquel traje que llevaba
tenía una tela que poseía el mismo color y brillo del oro, además de que el
suave vestido tenía incrustado pequeñas perlas que hacían que el traje brillara
aún más. La larga cabellera de Cho ya no estaba suelta sino que tenía un
cintillo que le arreglaba bellamente el cabello. Tenía las hombreras largas, con
un tono más oscuro que el vestido dejando desnudos los brazos suyos.
Hermione
llevaba un vestido de color negro que, al igual que su amiga, llegaba hasta el
suelo; no era tan hermoso como el de Cho, pero sí la hacía lucir más hermosa que
de costumbre.
–
Tú también te
ves bien –dijo Cho impresionada del vestido que usaba su amiga.
–
No sé qué
pensarán los hombres cuando te vean –dijo Hermione, sentándose en unas sillas
que se ubicaban cerca de los vestidores.
–
Ya me imagino
lo que pensarán todos los hombres, pero Harry –Cho también se sentó–..., ¿Qué
crees que pensará él cuando me vea, Hermione?
–
Estoy segura de
que pensará: ¡Por Dios!, Cho, estás hermosa –Hermione pensó que lo mejor era
terminar la frase allí, creyó que no la convencería mucho–... Cho, ¿qué
piensas?, ¿sigues angustiada?.
Cho volvió
a llorar.
–
Ya sé qué puedo
hacer –dijo Hermione dando de nuevo una solución–, mira, le voy a decir a Harry
lo que en verdad sientes, si él me dice que puede cambiar, aceptas, sino,
bueno..., daremos por concluido que no te ama; pero tranquilízate amiga, sé que
eso nunca pasará.
–
Gracias,
Hermione –dijo Cho secándose las lágrimas con las manos–, espero que eso
funcione... Hermione, ¿qué hora es?.
–
Son las siete y
cuarto –dijo Hermione mirando su reloj y parándose de la silla, desesperada–,
vamos a llegar tarde.
–
Llegaremos
tarde –dijo Cho con una sonrisa–; pero no importa, he ido a muchas bodas,
siempre sucede.
Las
muchachas se levantaron y decidieron que lo mejor era irse en carreta para no
llegar tan tarde.
Ahora
Harry no derramaba sangre por las extremidades, sino también por la nariz: se le
acababa el aire.
Harry pensó en su amigo Ron; aún quedaba la
oportunidad de que él siguiera vivo, pero se dio cuenta de que sólo tenía dos
opciones sobre el presente que su amigo estaba viviendo: o ya había muerto, o,
estaba disfrutando en la fiesta, pero pensó que la primera era la más
probable.
Trató de
llorar por él, pero se dio cuenta de que no derramaba ninguna lágrima; tanto era
el sudor que casi lo deshidrataba. Su cuerpo estaba seco, ya se había dado
cuenta que no le quedaba más de dos horas de vida; así que decidió morir con
dignidad, Harry iba recordar todos los momentos felices que tuvo en su vida; de
tal manera que el dolor no fuera mayor: Harry quería morir feliz.
Volteó la
cabeza hacia el lado derecho y comenzó a pensar. Recordó los momentos que estuvo
en Hogwarts, recordó la primera vez que había visto a Hagrid, recordó también la
primera vez que vio a Voldemort, recordó a sus padres, recordó tanto... que
después de un tiempo no sabía si se durmió o ya había muerto.
–
Ton...
Ton...
Harry
abrió los ojos repentinamente. Luego escuchó un ruido al lado de él, parecía que
algo había entrado a su ataúd y lo peor de todo era que se había introducido por
la parte de abajo. Después volteó al lado izquierdo, que era la parte en donde
se escuchó aquel sonido... cuando vio lo que produjo aquel ruido, Harry ahogó un
grito...
Al lado de
él se encontraba una mano de color marrón oscuro que tenía espinas por todas
partes y agarraba entre los dedos lo que parecía una varita. Harry dio gracias a
Dios de que ésa no fuera la suya. Luego otra mano salió al lado de su pie
izquierdo. Después de cinco minutos 20
brazos lo rodeaban.
Cada uno
de los brazos tenía millones de espinas y agarraban una varita. Luego las manos
apuntaron hacia abajo y dispararon un rayo que hizo que la parte inferior se
separara del ataúd. Harry estaba libre pero...
Harry
pensó por un momento que por fin había salido de aquel horroroso agujero, pero
se dio cuenta que empezó a caer; aún estaba amarrado a la tabla pero caía, caía,
caía... y no sabía dónde iba a parar.
Todo
estaba oscuro. Aunque Harry se pudo acostumbrar a la oscuridad cuando estuvo en
el ataúd; aquella noche le hizo perder su habilidad. En aquellos instantes era
lo mismo tener cerrado los ojos o no.
Seguía
cayendo sin saber adónde llegaría; caía suavemente; Harry estaba seguro de que
no moriría hasta saber lo que estaba ocurriendo, pero para sorpresa suya, la
verdad estaba por descubrirse porque acababa de caer en lo que parecía suelo
firme.
Seguía
amarrado a la tabla; las cadenas hacían sus funciones: quemarlo y tenerlo
atrapado. El dolor que experimentaba Harry era tan fuerte como si te metieran en
un lugar donde el fuego sólo te quemara la piel, pero nunca te matara.
Luego
aparecieron dos ojos amarillos a cinco metros arriba de Harry, éstos iluminaban
toda la oscura habitación, pero Harry no podía ver cómo era la bestia que los
poseía.
–
Harry, te
voy a decir una adivinanza –dijo la bestia que poseía
los ojos, y que ahora tenía una voz
totalmente grave–, ¿quién soy?.
Aquella
pregunta le llegó a Harry como anillo al dedo; “¿quién era?”, se trataba
seguramente del único ser capaz de hacerle daño: Lord Voldemort. Pero Harry
prefirió no apresurarse y le preguntó:
–
¿Para qué me
enviaste acá, para hacerme una estúpida adivinanza?.
La bestia
comenzó a reírse.
–
¿Quién soy,
Harry? –siguió diciendo la
bestia.
Harry
tenía que saber la verdad, así que se apresuró a contestarle la pregunta:
–
Lord
Voldemort.
–
Sí, pero
no.
Harry
quedó mudo. Después los ojos se acercaron a él. Cuando ya estaban a tan sólo 10
centímetros de su pecho, algo brilló e hicieron que los ojos desaparecieran.
Después no recordó nada más.
–
Harry,
despierta –le dijo Ron.
Harry
abrió los ojos y lo primero que vio fue cantidades de piedras blancas que
formaban un camino; luego se puso boca arriba(se encontraba acostado) y vio a
Ron, que le sostenía una mano para levantarlo.
Harry se
levantó con la ayuda de Ron y miró su traje, se encontraba en excelente estado, no
estaba rasguñado, no había señas de quemaduras, todo iba bien, cuando miró su
reloj y ahogó un grito.
–
Son las ocho
–dijo Harry desesperado.
–
Sí –contestó
Ron–, llevó más de media hora tratando de despertarte; tan sólo me fui unos
minutos al baño y luego cuando regresé, estabas acostado, ¡por Dios, Harry!, me
diste un buen susto.
Harry se
sacudió con las manos el traje.
–
Tuve un sueño
horroroso –dijo con desesperación.
–
Tienes razón,
todos los sueños largos son horrorosos –dijo Ron con una sonrisa–. Bueno, Harry,
lo que haya sido fue tan sólo un sueño, así que no te preocupes; lo mejor es que
nos larguemos de aquí...
–
Ron –lo
interrumpió Harry–, ¿no sabes si esta rosa Leurm no tiene otro poder que no sea
el de encantar a las mujeres?.
–
No que yo sepa
–contestó su amigo–. Harry, ¿cómo hiciste para dormirte así tan
improvisadamente?.
–
Creo... que me
desmayé.
Después
los dos se pusieron en camino hacia la fiesta, pero ya después de lo ocurrido,
uno al lado del otro.
5
Muchos encuentros
Ron y
Harry subieron a una colina que se levantaba entre las dos montañas que formaban
un valle, allí vieron lo que les esperaba: la catedral de Hogsmeade: era una
iglesia enorme, ocupaba lo que era toda una cuadra. Ésta poseía un techo que se
levantaba hasta formar un v invertida, hecho de un material que se parecía al
vidrio, pero mucho más resistente. La iglesia tenía una forma rectangular y en
sus lados más largos salían pequeñas torres que embellecían más la enorme
iglesia; a través de las paredes transparentes se notaban los increíbles
vitrales que formaban personajes importantes para el mundo mágico. Al lado de la
iglesia de Hogsmeade, se ubicaba el salón de fiesta: Harry vio varias sillas y
mesas que las ocupaban pequeños puntos que simbolizaban personas que venían a la
fiesta, Harry nunca se imaginó que vendrían tantas personas. El salón de fiesta
estaba al aire libre.
–
¿A cuántas
personas invitaste? –preguntó Ron.
–
No lo sé
–respondió Harry–, las invitaciones las hizo Cho, esperemos que no se haya
atrevido a invitar a más de mil personas, porque sino...
Ron lo
interrumpió bruscamente diciendo:
–
Bajemos, ya
deben estar muy preocupado por ti.
Bajaron la
enorme colina como alma que lleva el diablo. Cuando llegaron una enorme sorpresa
los sorprendió:
Todos se
alteraron cuando Harry llegó a la sala de fiesta. Lo miraban como si fuera un
espécimen raro o algo parecido.
–
Llegó el
novio –cantó una voz de
hombre.
–
Ya llegó la
novia –cantó una dulce voz de
mujer.
Después
aparecieron millones de hadas que ataron a Ron y se lo llevaron; Harry miró a
Ron desconcertado, pero lo único que hizo Ron fue guiñarle un ojo.
Cuando Ron
ya se había ido(dejando a Harry solo), dos fantasmas aparecieron en el centro
del escenario: uno tenía una corbata(él era el que producía la voz de hombre en
el canto), y el otro tenía una peluca amarilla(ella era la voz de mujer). A
continuación los dos fantasmas se acercaron, agarrando fuertemente el micrófono,
se abrazaron y dijeron los dos al unísono:
–
Bienvenido al
día más feliz de tu vida, Harry Potter. Hemos venido aquí por órdenes del señor
Ronald Weasley, a cantarte la canción más hermosa en tu boda. ¡Música,
maestro!.
Comenzó a
sonar una música suave al toque de puros violines, y los dos fantasmas hicieron
una señal a las hadas que tenían a Ron, éstas obedecieron rápidamente y trajeron
en una nube de puras hadas a Cho, con su hermoso vestido, que estaba hablando en
una mesa muy alejada del lugar donde estaba Harry. Las hadas la llevaron hacia
él.
Los dos se
agarraron y comenzaron a bailar al compás que producía la música y con la
suavidad que cantaban los fantasmas.
Llegó el
novio.
Ya llegó
la novia.
Con mucho
amor.
El amor es
grande...
El amor es
bello...
El amor es
lo que los unió.
Tan frío
como el viento.
Tan azul
amo el cielo...
Así es el
amor.
Tan fresco como el páramo...
Tan
amarillo como el sol...
Así, es el amor...
Llegó el
novio.
Ya llegó
la novia.
Con mucho
amor.
Su amor es
tan bello...
Tan bello
como el bosque.
Tan frío,
tan intenso.
Así, es el
amor.
Harry seguía bailando, se encontraba tan callado porque sus pensamientos
sólo le decían: “Mira que bella se encuentra Cho”, y en eso era lo único en que
pensaba.
–
Harry –dijo al
fin Cho–, ¿sabes por qué estamos bailando en la primera fiesta?.
–
No –contestó
Harry rápidamente al momento que despertaba de sus fantasías.
–
Porque
Cornelius Fudge, el ministro y también vino a la fiesta, declaró que los novios
en la primera fiesta, bailaran por lo menos hasta las ocho y treinta, después se
volvería a cumplir la misma costumbre de siempre –declaró Cho.
–
¡Qué raro!
–dijo Harry en voz baja–, ¿para qué lo hizo?
–
Para hacer que
los novios llegaran más temprano –dijo Cho–. Creo que tu trabajo como auror no
te ha dejado tranquilo...
–
Cho –dijo Harry
interrumpiéndola–, hablando del trabajo de auror, quiero decirte que voy
a...
Un montón
de hadas agarraron a Cho antes de que Harry terminara la frase, la llevaron
lejos de donde él estaba.
Los
fantasmas seguían cantando y la gente bailando, como si todo lo que ocurriera
fuera normal; Harry vio su reloj, éste marcaban las ocho y treinta, por fin se
había dado cuenta de lo sucedido: acababa de terminar el plazo, Harry no vería a
Cho hasta que terminara la boda, faltaban más de tres horas para que llegara el
acto de casamiento, Harry pensaba que aquéllas serían las horas más largas de su
vida. A continuación se le acercó Ron, y le dijo:
–
No te
preocupes, falta poco.
Pero Harry
no tenía ganas de hablar con nadie excepto con Cho, quería decirle que en verdad
la amaba, que haría lo que fuera para que ella lo amara tanto como el
sentimiento que él sentía por ella... pero no, para eso faltaban más de tres
horas.
–
Harry –dijo Ron
corriendo hacia él–, ¿ya tienes preparado el discurso de realización?.
La
pregunta de su amigo se convirtió en su salvación, se había olvidado
completamente de aquel discurso, pero ya sabía lo que tenía que hacer: en el
discurso le comprobaría a Cho que en verdad la amaba.
Harry
pensaba que Cho no le sentía gran amor, se había dado cuenta en su “sueño” que
los instantes felices con ella eran muy pocos, desde ese momento se propuso a
renunciar al trabajo como auror, buscar un nuevo trabajo, y vivir mucho más
tiempo con Cho.
–
Sí –contestó
Harry con una gran sonrisa.
A
continuación, Harry se dirigió a la mesa en donde estaban todos los profesores
con los que había compartido en Hogwarts, alejándose de Ron: desde Dumbledore,
su director, hasta Wood, su primer entrenador de quidditch.
–
Ven –le dijo
Wood–, toma asiento, Harry.
Harry se
sentó cerca de sus profesores.
Todos los
profesores que Harry había conocido se encontraban allí, sentados junto a él:
McGonagall, la señora Pomfrey, la enfermera; Dumbledore, Snape, Hagrid, la
profesora Sprout, Filch, el conserje; también al lado de Dumbledore se ubicaba
la señora Hooch, ella era la que hacía de árbitro en los partidos de quidditch;
la profesora Treanlenway (su profesora de Adivinación) y la bibliotecaria, la
señora Pince.
–
¿Dónde está
Binns? –preguntó Harry sorprendido al ver a todos sus profesores.
–
¿No lo viste?
–contestó Dumbledore–, era el fantasma que te cantó la canción de entrada.
Harry
quedó boquiabierto.
–
¿Él es
cantante? –preguntó Harry sorprendido.
–
Sí –contestó la
profesora Sprout–, uno de los mejores, también va a ser el sacerdote que los va
a casar.
–
Oye –dijo una
voz que provenía de un rincón de la enorme mesa que Harry no podía ver–, ¿tú
eres Harry Potter?.
–
Sí –contestó
Harry en tono alto para que la persona que le hacía la pregunta lo escuchase–,
el mismo.
–
Por Dios, Harry
–dijo la misma voz–, ¿no me recuerdas?, soy yo, Gilderoy Lockhart, tu antiguo
profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras.
Harry se
sorprendió horrorosamente.
–
¿Profesor?.
Gilderoy
se levantó hacia Harry, él se levantó y le dio la mano.
–
¡Profesor, me
alegra verlo! –mintió Harry.
–
Sí –contestó
Lockhart–, a mí también, Harry. Desde que salí de Hogwarts he tratado de
encontrarte, pero mis búsquedas han sido en vano: cuando supe que empezabas a
cursar tercero, traté de visitarte en Hogwarts, pero con los dementores allí
dentro me fue imposible entrar; después perdí las esperanzas. Cuando hace dos
semanas vi el artículo de El Profeta que decía que te ibas a casar, así
que pensé en venir y visitarte.
Lockhart
agarró una silla que había cerca de allí, y se sentó cerca de Harry.
Harry estaba sentado al lado del profesor Dumbledore y al lado de la
profesora Sprout, al lado de ella estaba McGonagall; frente a Harry se ubicaba
Wood, y al lado izquierdo de éste estaba Snape; y al lado derecho de Wood se
sentaba tranquilamente Hagrid.
–
Harry –dijo
Wood–, Cho está hermosísima, ¿verdad?.
–
Sí, Harry
–siguió Snape, que estaba al lado de la profesora McGonagall–, encontraste a la
mujer más hermosa de la tierra.
–
Por favor,
señores –bramó la profesora McGonagall–, dejen a Harry tranquilo...
–
Harry
–interrumpió bruscamente Hagrid–, ¿eso no es una rosa Leurm?.
–
¡Por Dios!,
Harry –dijo Snape sorprendido, señalando con el dedo el bolsillo que resaltaba
la hermosa rosa–, eso es una rosa Leurm; Harry, ¡picarón!.
–
¡Me la dio Ron!
–contestó Harry furioso–, me dijo que tenía el mismo poder que una veela, sólo
que ésta funcionaba con mujeres.
–
Siete años en
Hogwarts –dijo McGonagall con un suspiro– y no aprenden nada.
Todos
soltaron una pequeña risa.
–
Harry –dijo
Lockhart–, cuando una rosa Leurm toca una gota de tu sudor, ella te obedecerá
siempre que lo ordenes.
–
Exactamente
–dijo Dumbledore–, cuando rompes un pétalo de una rosa Leurm que ya sintió por
lo menos una gota de tu sudor, ésta volverá loca a la mujer que amas.
–
Cuando estés en
tu primera noche –dijo Wood–, y desprendas un pétalo de la rosa, Cho se volverá
completamente... loca por ti, en pocas palabras ella se hará tuyo y tú serás de
ella; ¿me entiendes?.
–
¡Dejen a Harry
tranquilo! –interrumpió la profesora Sprout–, creo que aún no sabe nada de lo
que estamos hablando.
Harry
sabía perfectamente lo que sus profesores le estaban hablando, pero prefirió
cambiar de tema.
–
Hay muchas
personas aquí –dijo–, no me acuerdo de haber invitado a tantas personas.
–
Tienes razón
–contestó Wood–, pero tienes que tener en cuenta de tú eres Harry Potter, el
famoso mago que venció a Lord Voldemort, todos tus amigos están aquí, incluso
Draco vino a visitarte.
–
Hasta los
muggles –dijo Dumbledore– hablan de ti.
–
¿Cómo?
–preguntó Harry intrigado–... pero ellos no tienen relaciones con nosotros, ¿o
sí?.
–
No –contestó
Snape–, al menos que haya alguien y se los diga, o mejor dicho... se los
escriba.
–
Hay una
escritora que sabe todo sobre ti –dijo McGonagall–, creo que su nombre era...
Joanne Rowling; no me acuerdo, pero creo que le decían J. K. Rowling, ella ha
escrito todas tus aventuras para los muggles.
–
Sí –dijo
Snape–, ella llegó a estudiar con nosotros, era de Ravenclaw, una muy buena
muchacha.
–
Aún no hemos
llegado a leer alguno de sus libros –dijo Hagrid–, pero para qué, si lo estamos
viviendo en carne y hueso.
–
Pero, ¿eso está
permitido? –preguntó Harry–, ¿no se supone que los muggles no tienen que saber
nada sobre el mundo mágico?.
–
Es cierto
–contestó la profesora Sprout–, pero hay leyes del Ministerio que permiten que
alguien pueda dar a conocer conocimientos mágicos a los muggles, mientras que
ellos no sospechen sobre nuestra existencia. Rowling es tan sólo una escritora,
quién diría que lo que ella escribe es algo que sucede en verdad y no una
fantasía creada por ella.
–
¿Han habido
otras personas que hagan lo mismo que ella? –preguntó Harry.
–
Eso de dar a
conocer conocimientos mágicos a los muggles no es nada nuevo –dijo Dumbledore–,
hace no mucho tiempo existió también un escritor mago que dio a conocer cosas
“mitológicas” para los muggles, su nombre era John Ronald Ruelen Tolkien, mejor
conocido como J. R. R. Tolkien, él es alguien mucho más viejo que yo, pero si no
me equivoco, también estudió en Hogwarts, era de Gryffindor; daba a conocer
conocimientos sobre los Elfos, Hobbits, Enanos... cosas que para los muggles
nunca existieron. Fue muy famoso.
–
También hay
otro mago en la actualidad que vive entre los muggles –dijo Hagrid–, su nombre
es David Cooperfield, un hechicero que hace actos de magia a los muggles; no me
acuerdo a qué casa pertenecía.
–
Ves, Harry
–dijo McGonagall–, hay muchos magos que han hecho saber a los muggles sobre la
existencia de la magia, pero ellos siguen sin comprender.
Hubo un
silencio largo, nadie quería hablar, hasta que varias figuras entraron a la
fiesta.
–
¿Quiénes serán?
–preguntó Harry.
–
No sé –contestó
Lockhart–, pero lo mejor será que vayas a averiguarlo.
Harry se
paró de su silla y fue a recibir a los nuevos visitantes. Después de una larga
caminata llegó a las inesperadas figuras. Harry no se sorprendió al verlas.
–
Tío Vernon, tía
Petunia, Dudley, tía Marge ¿cómo están? –preguntó Harry–, vengan, tomen
asiento... Pero, ¿cómo vinieron hasta aquí?.
Una
pequeña figura se acercó a Harry.
–
Dobby, eres tú
–dijo Harry alegre.
–
Sí, señor
–contestó el elfo–, y mire, Dobby trajo también a Winky.
Otra
figura entró a la sala.
–
Hola,
Winky –dijo Harry.
–
Hola, amo
Potter –contestó la elfina.
–
Dobby sabía que
Harry extrañaría a su familia, así que trajo a todos sus demás amigos –dijo
Dobby.
Varias
figuras volvieron a salir.
–
Profesor Lupin,
Sirius –dijo Harry sorprendido.
–
Hola, Harry
–dijo Sirius–, por fin te casas, ¿verdad?.
–
Harry –dijo
Lupin–, sólo quiero felicitarte porque ahora te vas a casar. Con permiso.
Lupin
desapareció de vista.
–
¿Qué sucede?
–preguntó Harry a Sirius.
–
Hay luna llena
–contestó Sirius.
–
Tíos, Dudley,
me parece increíble que hayan venido –dijo Harry mirando a su tío Vernon.
–
Queríamos
verte, Harry –dijo Vernon–, Dudley te extraña, todos te extrañamos.
Tía Marge
buscó en su cartera y sacó un pequeño celular, luego comenzó a abrazarlo.
–
Tía –dijo
Harry–, ¿qué haces con eso aquí?, escóndelo.
–
No puedo
–contestó la fría voz de tía Marge–, necesito ver cosas lógicas en este
lugar.
–
¿Aún no se ha
acostumbrado? –preguntó Harry a Dudley.
–
No –contestó
Dudley–, aún no.
–
Vengan –dijo
Harry–, siéntanse como en casa; todos los tratarán bien, o eso espero.
Todos
entraron a la sala, regocijados de felicidad. Todo marchaba bien, por los
momentos. Harry estaba feliz de que hasta sus tíos lo fuesen a visitar, incluso
Draco se encontraba en su fiesta; definitivamente todo marchaba de maravilla:
los platos aparecían mágicamente, la gente reía, el profesor Binns cantaba, la
familia Weasley estaba feliz (Harry notó que Ron no estaba con ellos pero pensó
que debía de estar en el baño, o algo parecido), Cho disfrutaba con sus amigas;
todos estaban felices, menos Harry que seguía preocupado por demostrarle su amor
a Cho, quería que todos salieran felices de la fiesta, pero se imaginó que si
Cho pensaba lo que él no quería que ella pensara, seguramente ésta iba a ser la
fiesta más triste del mundo, y ahora no sería Harry Potter, el famoso mago que
mató a Lord Voldemort, ahora sería Harry Potter, el primer mago más famoso que
no logra conquistar a una chica. ¡Qué suerte!.
Después un
escalofrío rodeó a Harry por todo el cuerpo.
6
La Emboscada
Harry se
dirigió hacia la familia de Ron; todos estaban allí: el señor y la señora
Weasley, Ginny, Percy, George y Fred, Charlie y Bill, pero no vio a Ron, y él
era justamente la persona con quien Harry quería hablar. Se acercó a la familia
dando bienvenidas a su fiesta:
–
Hola a
todos.
–
Hola, Harry –le
dijo la señora Weasley mientras bebía un poco de cerveza de mantequilla–, tanto
tiempo sin verte; y mira cuánto has
crecido.
–
Sí, Harry –dijo
el señor Weasley–, definitivamente ya eres un hombre.
Cuando
Harry iba a preguntar sobre Ron, lo llamaron los gemelos Weasley.
–
Hey, Harry
–dijo George en un susurro para que sus padres no lo escucharan–, veo que tienes
la rosa Leurm; nunca me imaginé que le harías caso a Ron.
–
¿Por qué no?
–dijo Harry alzando la voz–, es mi amigo.
–
Pero tienes que
saber el poder que una rosa Leurm posee –dijo Fred–, se dice que tiene usos de
alquimia, y que si la usas contra Cho, puede ser peligroso.
–
¿Qué? –dijo
Harry–, Ron no me advirtió nada de eso.
–
Por el simple
hecho de que yo no se lo pospuse –dijo George.
–
Las rosas Leurm
tienen un poder para hacer que una maldición desaparezca cuando apenas toque tu
cuerpo –dijo Fred–, si es que la tienes puesta.
–
¿Y eso qué
tiene que ver en el asunto de Cho? –preguntó Harry.
–
Increíble –dijo
Fred cruzando los brazos–, eres Harry Potter y no sabes cómo sobreviviste a la
maldición de Quien-tú-sabes.
–
¿Qué quieres
decir? –preguntó Harry.
–
Se dice que tu
madre –dijo George–, Lily Potter, llevaba una rosa Leurm también que le había
dado Peter Pettigrew en el día de su boda, y cuando vino Quien-tú-sabes y los
atacó, Lily se fue a defender a James, y la rosa que cargaba se cayó en tus
mantas, cuando Quien-tú-sabes te atacó la rosa hizo que la maldición rebotara
hacia el que la convocó, de tal manera que destruyó a Quien-tú-sabes y no a ti.
NO fue Lily quien te salvó sino la rosa; se dice también que te comiste algunos
pétalos de la misma y por eso es que algunas veces Quien-tú-sabes no podía
tocarte. Tu cicatriz fue la única mancha que te dejó el poderoso hechizo de
Voldemort.
’’La rosa
se perdió y por los momentos nadie sabe dónde está, se dice que te comiste casi
todos los pétalos y no pudo restablecerse, pero es mentira: las rosas Leurms
tienen el poder de regenerarse, son inmortales, ni la magia más poderosa puede
destruirlas. Se dice también que Quien-tú-sabes llegó a comer una rosa Leurm,
pero ésa sí fue destruida porque se comió hasta la misma rama; ahora debe estar
creciendo dentro de su horrible estómago.
’’Si tenemos suerte y ésa es la verdadera rosa Leurm que te dio tu
mamá, entonces Quien-tú-sabes podrá ser destruido para siempre.
–
Aún no entiendo
nada –dijo Harry–, ¿cómo saben que ésta es la verdadera Rosa Leurm que me dio mi
mamá, y otra cosa más rara, cómo la consiguieron; además, Quien-tú-sabes ya no
está muerto?
–
Primero –dijo
Fred–, sólo existen seis rosas Leurm en el mundo, de las cuales, una de ellas
fue devorada por Quien-tú-sabes quedando sólo cinco: dos de ellas están
protegidas en Asia en manos del emperador God-domanán, averiguando cómo hacer
para multiplicarlas; otra está perdida en el continente americano; y las otras
dos están aquí, en Europa: las dos están perdidas pero una de ellas tiene el
poder para matar a Quien-tú-sabes.
–
Segundo –dijo
George–, me la dio un tipo bajito de apariencia rara, no me di cuenta de que era
una rosa Leurm hasta que la estudié detenidamente; él vendedor me la dio a un
sickle, vi tremenda ganga por una hermosa rosa y la compré.
’’Se la di
a Ron hace una semana para que te la diera, le dije lo que había investigado
hasta los momentos sobre su poder; en aquellos instantes que le entregué la rosa
a Ron no sabía nada sobre lo que te estoy contando.
’’Si
aquella rosa que tienes en el bolsillo no es la verdadera flor que te comiste
hace 27 años, entonces no tendrás el poder para matar a Quien-tú-sabes, ya que
no haría contacto con los pétalos originarios que ella poseía hace 27 años
entonces no se haría la fusión con sus verdaderas partes y morirías al
instante.
–
Tercero –dijo
Fred–, mientras Quien-tú-sabes posea desechos de una rosa Leurm en su estómago,
nada a excepción de otra rosa Leurm lo puede detener.
–
Y tú, Harry
–dijo George–, te comiste gran parte de la rosa y has podido sobrevivir el poder
que ella hace dentro de tu estómago, se podría decir que tienes el mismo poder
que Quien-tú-sabes, aun el de Dumbledore. No la uses para atraer a Cho,
quédatela como un regalo.
–
Pero, ¿por qué
ustedes no se la comen? –preguntó Harry.
–
Por que no
sobreviviríamos –contestó Fred–, sólo el poder de un verdadero mago puede
aguantar la magia de una rosa Leurm; nosotros no poseemos tal poder, pero tú sí
Harry.
–
Los profesores
–dijo Harry– ya me han visto la rosa y no me han dicho nada sobre su poder, nada
más me dijeron cómo usarla, no me hablaron sobre lo que ustedes me están
diciendo.
–
Entonces Ron no
te dijo cómo usarla –bramó George.
–
Todo el mundo
piensa –dijo Fred– que las rosas Leurms sólo tienen el poder que ellos te
explicaron, pero no saben la magia que ellas esconden, y no la han estudiado tan
detenidamente como nosotros.
–
Además de
estudiar la rosa –dijo George–, también hemos estudiado toda tu vida, Harry,
yace escrita en muchos libros, claro está, que no aparecen cosas tan sensatas o
tan específicas así que solamente llegamos a encontrar sobre el asesinato de tus
padres; quién se imaginaría que fueras tan famoso.
–
Nunca me
imaginé que ustedes fueran tan sabios –dijo Harry.
–
Por el simple
hecho –dijo Fred– de que la gente no conoce bien a sus amigos hasta se mete en
sus zapatos.
–
Nosotros somos
muy inteligentes –dijo George–, pero el simple hecho de aparecer como personas
cultas nos hace sentir un poco... de vergüenza, ¿me entiendes?.
–
Eso espero
–dijo Harry–. Pero por cierto, ¿dónde está Ron?.
–
No lo sabemos
–contestó Fred–, no lo hemos visto desde que apareció contigo, y el profesor
Binns te cantó la canción de entrada.
–
Bueno, gracias
por la alerta –dijo Harry sorprendido.
–
Haz lo que te
dijimos –dijo George.
Harry se
alejó de la familia Weasley.
Nunca se
imaginó que ésa podría ser la verdadera historia del hecho de la muerte de sus
padres. Pero había algo que no encajaba dentro del relato de los hermanos
Weasley: George había mencionado que la rosa la entregó Peter a su madre el día
de su boda, algo realmente raro, ya que los únicos que saben la verdadera
historia de que Peter es un verdadero traidor son: Ron, Hermione, Cho (se había
enterado en sexto), Dumbledore,(la escritora que había escrito su vida y todos
los lectores muggles que la leyeron) y él. La historia de Peter era algo que
definitivamente no encajaba o sino fue pura casualidad, quién diría que el mejor
acompañante de Voldemort había sido el que salvó su vida. Harry trató de ver
cómo hacía que la historia tuviera una lógica en todo esto, pero no pudo, si
Peter se había aliado con Voldemort después de la boda de sus padres, entonces,
¿cómo supo que él quería matar a sus amigos?, y si Peter se alió con Voldemort
antes de la boda, ¿por qué quiso traicionar a su amo?, era una historia que tenía que verse en dos
puntos de vista diferentes y que la casualidad era lo único que hacía que todo
el cuento de los Weasley tuviera lógica.
Harry
pensó en visitar a Hermione para ver si ella sabía dónde se encontraba su amigo,
pero notó que cerca de ésta estaba Cho y se acordó que no podía verla hasta que
se casara. Harry vio su reloj: eran las diez de la noche.
Harry miró
a su alrededor: vio que todo el mundo reía, bailaba, comía, hasta cantaba, todos
estaban felices; para ellos seguramente el tiempo pasaba más rápido de lo
normal, pero para Harry... aún faltaba una hora y media para que le tocara leer
el discurso de realización; para los invitados, el comienzo de dicho discurso
faltaba poco, pero para Harry sería como esperar que empezara el año escolar en
Hogwarts en otro terrible verano con los Dursley.
Harry se
sentó en una silla, solo, rendido de seguir buscando a Ron; se entretenía
comiendo y mirando a los demás divirtiéndose, algo que le parecía muy ABURRIDO;
así que trató de pensar como lo había hecho en su “sueño”, que le ayudó a
reflexionar sobre todas las cosas malas que había vivido, trató de reflexionar
pero no pudo: la música, las risas... la felicidad se podía hasta oler en la
fiesta. Después de lo que para él le pareció una eternidad, miró su reloj y
observó que eran las diez y media; y pensó: “Ahora no faltan dos eternidades
sino una, para que comience la fiesta”.
Siguió
comiendo y mirando a la gente sonreír, hasta por fin alguien se le acercó a
ayudarlo: era Neville.
Después de Neville, vino Seamus y sorprendentemente vino Viktor
Krum.
Charlaron toda la fiesta sobre sus años en Hogwarts, sobre sus
conocimientos, sobre el quidditch; Krum habló del por qué rompió con Hermione(al
parecer fue Hermione que terminó con Krum ya que amaba más a Ron); en fin,
hablaron de tantas cosas que por primera vez en el día, Harry sintió que el
tiempo iba volando.
Después de un largo rato de diversión, la voz del profesor Binns
resonó en todo el salón:
–
Harry Potter
–dijo–, es hora de que se dé a cabo el discurso de realización.
Por fin el
momento que Harry tanto anhelaba había llegado. Se fue rápidamente de la mesa en
donde estaban sus amigos y se dirigió hacia donde estaba el profesor Binns.
Cuando al fin llegó, éste sacó la varita y realizó el hechizo Sonorus en
la garganta de Harry, en aquellos instantes tenía el poder de decirle a Cho que
en verdad la amaba.
Por
primera vez en la fiesta se sentía verdaderamente feliz, aunque algo... o mejor
dicho bastante nervioso.
–
Buenas noches
–dijo el profesor Binns–, como en todas las bodas que se realizan en el mundo
mágico, es mi deber anunciarles que aquí está el realizador y además el novio de
la boda que hoy nos hace sentir felices a todos; con ustedes, ¡HARRY POTTER!,
que les dirá el discurso de realización.
La gente
comenzó a aplaudir. Harry estaba en un balcón en donde veía a toda la gente
feliz: vio a Cho que le sonreía desde lo lejos, vio a Hermione, a sus profesores
e, increíblemente notó que Ron estaba cerca de ellos; y éste lo miraba
fríamente, fue algo que lo puso más nervioso pero trató de calmarse.
–
Buenos días...
eh –el público comenzó a reír con una risa bastante burlona, hasta que se sumió
el silencio cuando Harry dijo–:Buenas noches, perdón. Sólo quiero decirles que
es un placer de que todos ustedes estén disfrutando esta maravillosa fiesta que
yo he realizado con tanto trabajo. Quisiera agradecer a todas las
personas que han hecho posible que el día más feliz de nuestras vidas se haga
mucho más divertido. Para empezar quiero agradecer al profesor... que digo al
señor Binns –hubo aplausos– que ha hecho que todos bailemos al sonar de su
música; también quiero agradecer a todos mis antiguos profesores que están allá
–señaló una mesa bastante alejada en donde se ubicaban todos los profesores.
Hubo aplausos– que han ayudado bastante, más de lo que ustedes se imaginan, para
que esta fiesta salga a flote –Hubo más aplausos, Harry respiró profundo: no
quería hablar sobre la fiesta, quería demostrarle a Cho que en verdad la amaba,
así que empezó a decir–: lo que en verdad me motivó a hacer esta grandiosa
fiesta no fueron las ganas de divertirme, ni el simple hecho de querer tener un
día agradable; lo que en verdad me estímulo a poner en pie esta fiesta fuiste
tú, Cho, esta boda la hice para ti, porque te –la tierra comenzó a temblar,
todos los invitados cayeron atemorizados al suelo.
–
¿Qué sucede?
–preguntó el profesor Binns.
Una
pregunta bastante interesante que tenía que ser respondida lo antes
posible.
Harry
trató de levantarse pero la tierra temblaba más y más; algunos adornos se iban
cayendo hiriendo a muchas personas, hasta que por fin Harry divisó lo que
ocasionaba el terrible terremoto: Ron se elevaba al cielo como si estuviera
volando pero no poseía escoba alguna, sus ojos comenzaron a brillar del mismo
tono que los ojos de la criatura en el sueño que tuvo: amarillos incandescentes,
y abrió la boca para decir algo:
–
Todos aquellos
–dijo el cuerpo de Ron con una voz extremadamente grave– que no quieran morir,
únanse a Lord Voldemort, que ha vuelto a renacer.
Un
espíritu salió del cuerpo de Ron, haciendo que éste cayera al suelo a la
distancia de 5 metros en que se encontraba; cuando Ron cayó se oyó una especie
de crujido, como si se tronara los dedos, pero aquel sonido se escuchó lo
bastante fuerte para que Harry lo escuchara. Cuando Harry lo captó, rogó que su
amigo siguiera vivo: pero se dio cuenta que aquel deseo sólo se haría realidad
si ocurría un milagro: Ron había muerto.
El
espíritu que había salido de Ron era totalmente transparente y no poseía cara,
sujetaba en cada mano una varita. Cuando Harry vio esto buscó en su bolsillo,
pero para sorpresa suya su varita no estaba, entonces Harry entendió lo que
había sucedido: Lord Voldemort trató de matarlo pero no pudo porque una luz
había salido de él y no pudo cumplir su misión, así que poseyó a Ron para poder
entrar fácilmente a la fiesta y tener otra oportunidad. Eso era lo que
significaba la frase de la criatura “sí, pero no”. Voldemort sólo había
tomado la varita de Harry para que no se repitiera el error que él había
cometido cuando Harry cursaba cuarto: el sueño que tuvo en camino a Hogsmeade
era real.
Cuando
Harry terminó de reflexionar lo anterior dos preguntas se formularon en la
cabeza suya: ¿Qué había sido aquella luz que le había salvado la vida?, ¿Había
alguna forma de matar a Voldemort cuando ya había recuperado todo su poder?.
Harry tenía una esperanza: la historia de los gemelos Weasley, pero aquella idea
volvió a ser estropeada por un acontecimiento que estaba ocurriendo: Voldemort
había unido las varitas y de ellas salía un cuerpo nuevo: Era Peter
Pettigrew.
Después de
que apareció Peter, Voldemort levantó las varitas y cantó un encantamiento:
Toda
criatura, buena o mala, que se presente aquí...
¡Oh, dios
de la muerte!, mata a todos aquellos que no posean pedazos de rosas Leurms en
sus estómagos. ¡Oh, dios de la muerte!, mátalos a todos, sí, elimínalos y dame
sus almas.
“¡Qué
buena emboscada!”, pensó Harry.
7
Después de
que Voldemort dejó de cantar millones de criaturas comenzaron a aparecer
mágicamente por todas partes, como si hubieran usado un traslador: había
cantidades de licántropos, duendes, vampiros, trolls, hasta había dementores que
aparecieron para atacar la boda, todos los invitados sacaron sus varitas y
comenzaron a luchar. Los Dursley se alejaron del sitio mas no salieron de la
fiesta.
–
Larguémonos de
este lugar –dijo tío Vernon a su esposa.
–
No, tenemos que
esperar a Harry –contestó tía Petunia colocándose debajo de la mesa más amplia
de todas, y aquélla era justamente en la que habían estado todos los profesores,
pero se habían marchado para luchar contra todas las criaturas–. Vengan,
escondámonos debajo de esta mesa; parece segura.
–
¿Para qué
tenemos que esperar a Harry? –preguntó Dudley colocándose también debajo de la
mesa.
–
Porque hicimos
una promesa antes de salir de casa –dijo tía Petunia–, ¿o no se acuerdan?,
dijimos que acompañaríamos a Harry hasta que terminara su boda.
–
Pero esto es un
asalto –bramó tío Vernon que ya se había metido dentro de la mesa–; ¿no lo ves,
Petunia?, mira todas esas criaturas del otro mundo, nos matarán si nos
encuentran.
–
Además –dijo
tía Marge entrando dentro de la enorme mesa y sujetando aún más fuerte su
celular–, ¿cómo saldremos de aquí?.
–
Tiene razón tía
Marge, papá –dijo Dudley– , al menos que... tía, danos tu celular.
–
Sí –dijo tío
Vernon con una sonrisa–, llamaremos a los policías y saldremos de aquí.
–
No van agarrar
mi celular –contestó tía Marge con aire de furia y abrazando con más fuerza su
celular–. Y es que acaso no se acuerdan que éste es el mundo mágico y no el
nuestro.
Todos
lanzaron un suspiro.
–
Entonces
esperemos –dijo tía Petunia.
El
espíritu de Voldemort y el de Peter desaparecieron en un instante.
Hermione estaba llorando.
–
¿Sucedió?
–preguntó Harry mientras se acercaba al cuerpo de Ron y se agachaba para verlo
mejor–. ¿Está muerto?.
–
Sí –contestó
Hermione llorando aún más–, Ron ha muerto.
Harry se
sorprendió al escuchar la noticia de su amiga. Se acercó aún más, levantó su
dedo índice y medio y los colocó suavemente en el cuello de Ron: éste no tenía
pulsaciones definitivamente había muerto.
Harry no
sabía si ponerse a luchar o llorar. Su mejor amigo había muerto, y comenzó a
frustrase mientras lloraba a chorros: por un momento empezó a pensar de quién
era la culpa de aquel acontecimiento y, sin esperar tiempo alguno la respuesta
vino a su mente: Lord Voldemort(después lo maldijo); él había sido sin duda el
culpable de la muerte de su amigo; pero trató de analizar las cosas como lo
había hecho en aquel ataúd. Después de un rato empezó a imaginarse que Ron había
muerto por culpa suya... y se dio cuenta que así era.
Harry se
asustó cuando su cabeza había hecho aquel comentario. Trató de imaginarse la vez
en que había estado en aquel ataúd para rectificar si la muerte de su amigo no
había sido culpa suya: sintió el dolor que producía las cadenas, el sudor que
rodaba por su cabeza, el calor infernal que había dentro de aquel horroroso
lugar; recordó los hechos: cuando aparecieron aquellas manos, cuando cayó
lentamente al suelo, cuando vio los horrorosos ojos... se tranquilizó bastante
al enterarse que no tenía oportunidad de salvar a Ron cuando estaba en el ataúd;
de que aquél era el terrible destino de su amigo, se alegró completamente cuando
supo que no había sido culpa suya la muerte de Ron; aun sonrío, un movimiento
que duró muy poco tiempo por la presencia de su amiga, así que volvió a chorrear
lágrimas... pero no porque Hermione se encontraba delante de él, sino porque en
verdad lo extrañaba.
Harry vio que muchos magos sacrificaban su vida para matar a todas
las criaturas que Voldemort había hecho aparecer, vio a Snape, a la profesora McGonagall, aun vio a
Hagrid, pero se dio cuenta que no estaba Dumbledore: ¿sería que había huido?,
observó por todas partes para localizar a su director; después de varias
búsquedas con la mirada se dio por vencido, así que siguió lamentándose por Ron.
Mientras
lloraban Hermione le habló a Harry.
–
Cho dice que tú
no le demuestras su amor –dijo mientras se secaba las lágrimas con las
manos.
–
Lo sé –contestó
Harry al momento en que también se secaba las lágrimas–, traté de demostrárselo
a través del discurso de realización pero Quien-tú-sabes estropeó todo de nuevo
y...
–
¿Lord Voldemort
está aquí? –Hermione se sorprendió, Harry no sabía si era porque su enemigo se
encontraba en la fiesta o sino era porque había pronunciado su nombre–. Juro que
no vi nada.
–
¿En serio no lo
viste? –preguntó Harry en voz baja, no quería que nadie los escuchara–, por eso
fue que Ron murió porque Quien-tú-sabes salió de él y entonces...
Hermione
lo miró con cara seria.
–
Yo no vi nada
–contestó Hermione–, la gente dice que fue uno de los vampiros que hizo que él
se elevara y después lo hizo caer. Sé mucho sobre los vampiros, antes de que
hagan una emboscada elevan a alguien y lo matan.
–
Lo mejor será
que llevemos a Ron a un lugar seguro –dijo Harry cambiando de tema–. No creo que
su cuerpo se encuentre bien entre toda esta matanza.
Cuando
Hermione usó la varita para que el cuerpo de Ron se elevara, de la espalda de
éste comenzó a salir sangre, algo que hizo que Hermione y Harry ahogaran un
grito.
Lo
llevaron hasta un sitio bien alejado de la fiesta. Lo acostaron en el suelo y se
pusieron a contemplar el cuerpo de Ron.
–
Harry –dijo
Hermione–, si tú dices que la llegada de Quien-tú-sabes es cierta, entonces fue
él el que mató a Ron.
–
Exactamente
–contestó Harry–. ¡Qué raro!.
–
Entonces, Harry
–dijo Hermione–, tienes que ir con Dumbledore, puede ser que él sepa qué
hacer.
–
Lo haré si me
dices dónde está Cho.
–
Ella se fue a
luchar contra las criaturas –dijo Hermione.
–
Haré, pues, lo
que me pides, pero primero voy a visitar a Cho, necesitaré su ayuda –dijo
Harry.
–
Gracias
–contestó Hermione–, pero antes que nada, Harry, quisiera saber si te duele la
cicatriz.
Harry se
había olvidado completamente de la señal que le indicaba la presencia de
Voldemort. Tocó su cicatriz y contestó:
–
No.
Después
Harry se dirigió rápidamente al salón de fiesta a buscar a Cho. Cuando ya estaba
bastante alejado de Hermione, sintió que una mano agarraba su cintura, volteó la
cabeza hacia atrás rápidamente y en un abrir y cerrar de ojos todo el lugar
había cambiado completamente, como si se hubiese desaparecido, volteó la cabeza
hacia delante y vio a una persona con una enorme barba plateada: era
Dumbledore.
Harry estaba en una habitación enorme, con paredes azules rellenas de
pequeñas figuras que se movían mágicamente; toda la habitación estaba vacía,
pero en el centro de ésta sobresalía un círculo que poseía un diámetro de cinco
metros más o menos.
–
¿Para qué me ha
traído a este lugar? –preguntó Harry enfurecido.
–
Porque tú eres
el Elegido –contestó Dumbledore con voz fría–. Yo ya estoy muy viejo para seguir
luchando contra Voldemort y menos en esto instantes que él ha recuperado su
verdadero poder.
Harry lo
dio una mirada que le indicaba a Dumbledore: “No entiendo”.
–
Mira, Harry
–dijo Dumbledore–. La rosa Leurm que llevas en tu bolsillo es la esperanza para
matar a Voldemort. Ella fue quien te salvó la vida, no fue tu madre...
–
Sí, profesor,
ya oí esa parte de la historia –dijo Harry interrumpiendo a Dumbledore.
–
Entonces los
gemelos Weasley ya te lo contaron –dijo Dumbledore bajando la voz.
–
¿Cómo sabe que
los gemelos Weasley me lo contaron? –Harry levantó la voz lo suficiente para que
sonara más a una amenaza.
–
Porque yo se
los mandé, así de sencillo, usé una maldición para hacer que ellos dijeran lo
que yo quería –dijo Dumbledore con una sonrisa–. Harry, entiendo lo que te
sucede, pensarás que estoy loco pero no es así. Pero ya que los gemelos Weasley
te dijeron todo, entonces llamemos de una vez al Oráculo de los Delfos.
Dumbledore
sacó su varita; iba a pronunciar las palabras mágicas pero Harry lo detuvo.
–
Profesor –dijo
Harry rápidamente–, ¿usted ya sabía que Voldemort iba a causar todos estos
daños?.
Pero
Dumbledore no respondió. Levantó la varita y pronunció unas palabras mágicas en
voz tan baja que Harry no pudo escucharlas.
El círculo
se abrió lentamente después de que Dumbledore guardó la varita, y comenzó a
salir una estatua que medía de alto casi diez metros: parecía una pared que se
sujetaba de una base de un material muy semejante al oro; la pared estaba hecha
de un material parecido a los techos de la iglesia y sobresalía la cara de tres
personas distintas: dos de mujeres y una de hombre.
–
Éste es el
famoso Oráculo de los Delfos, Harry –dijo Dumbledore.
–
¿En dónde
estamos? –preguntó Harry interrumpiendo a Dumbledore.
–
Éste es un
lugar que sólo lo conocen los directores de Hogwarts –dijo Dumbledore–, ya que
el Oráculo de los Delfos fue construido por tres de los cuatro fundadores de
nuestro colegio: Godric Griffindor, Helga Hufflepuff y Rowena Ravenclaw...
–
No le expliques
más –dijo la voz del hombre que se pegaba en la pared. La cara del hombre del
Oráculo se había salido completamente y lo hizo estirando su enorme cuello para
poder despegarse un poco de la pared. Su voz era fría y su cara era totalmente
transparente–. Me toca decirle la verdad, Albus Dumbledore.
Cuando
Dumbledore escuchó el mandato de aquella cara, dio dos pasos hacia atrás.
–
Harry –siguió
diciendo la enorme cara–, mi nombre es Godric Griffindor, fundador de la casa a
la que perteneces. Sé que tienes muchas dudas y estoy seguro de que serán
aclaradas después de una larga charla.
’’Te
habrás dado cuenta de que Voldemort no es un mago común; Tom Ryddle, mejor
conocido como Lord Voldemort, es el heredero de Slytherin, es decir, nuestro
primer enemigo.
’’Mientras
construíamos Hogwarts hubo muchas rivalidades entre cada uno de nosotros:
Ravenclaw, Hufflepuff, Slytherin y yo. Fueron avanzando los problemas y un día
me di cuenta qué era lo que los causaban: Slytherin usaba magia antigua que
hacía que cada uno de nosotros nos peleáramos, la magia que él empleaba, y en
estos momento Voldemort también la utiliza, se remota desde más de 100.000 años,
entonces en esos instantes me di cuenta de quién se trataba.
’’Les
avisé a todos mis demás compañeros y nos dimos cuenta que la solución para
acabar con Slytherin era matándolo. El colegio ya se había terminado cuando me
enteré de la verdadera identidad de Salazar. Hubo una batalla terrible entre
nosotros tres y el Enemigo; al final lo único que logramos fue hacer que éste
huyera pero nos dejó una profecía: que algún día volvería con más poder que
antes; dijo que ese día llegaría cuando se celebrara la boda de un muchacho,
dijo que su nombre era Harry Potter; ahora la profecía se ha cumplido, ese día
es hoy.
’’Así que
decidimos usar toda nuestra magia para contrarrestar el hechizo, mas lo único
que logramos hacer fue el Oráculo de los Delfos, que es la maravilla que estás
viendo ante tus ojos. El Oráculo de los Delfos funciona de la siguiente manera:
tendrás que afrontar tres pruebas, si las
apruebas sabrás toda la historia del Enemigo y la tuya, y aprenderás en
menos de cinco minutos todos los hechizos que han existido desde los comienzos
de la magia y también podrás pedir un deseo.
–
Pero –dijo
Harry–, ¿por qué soy el Elegido?.
–
Harry –dijo
Griffindor–, nosotros sabíamos que esto iba a ocurrir algún día; si afrentas las
pruebas estarás más seguro de poder con Voldemort, o simplemente lo puedes matar
a través del deseo, pero eso ya estará a tu disposición. Harry, estas pruebas te
ayudarán a descubrir todo el secreto de tu vida: la verdad de la muerte de tus
padres, el por qué eres el Elegido. También nos ayudará a nosotros a ver si en
verdad tú eres el Predestinado... en fin, te ayudarán a ver la verdad, pero eso
sólo si las apruebas.
–
¿Qué sucede si
rechazo a realizarlas? –preguntó Harry.
Griffindor
no le hizo caso a la pregunta de Harry y siguió diciendo:
–
Cada uno de
nosotros te dirigirá una prueba; para eso tomaremos el cuerpo de Dumbledore
–dijo Griffindor–. La primera prueba te la aplicará Ravenclaw, después la haré
yo y luego la tercera y última prueba la hará Hufflepuff.
–
Pero –dijo
Harry tratando de lanzar otra pregunta pero no pudo porque Griffindor lo
interrumpió.
–
Harás todas las
preguntas que quieras cuando hayas realizado las Tres Pruebas, si es que las
apruebas. Bueno, antes de empezar Harry te deseo toda la suerte del mundo.
Después
los ojos de Griffindor comenzaron a brillar. Las otras caras no hablaban ni se
movían. Los ojos de Godric brillaban más y más y después de un rato una luz
segadora iluminó todo el cuarto. Harry tenía los ojos cerrados porque la luz era
demasiado intensa; luego hubo algo que lo tomó por la cintura, Harry trató de
abrir los ojos para ver lo que sucedía pero no pudo, las manos lo sujetaban con
más fuerza, hasta que al fin lo soltaron. Harry abrió los ojos y vio dos sillas
que se separaban por dos pequeñas pantallas planas, al lado de él apareció
Dumbledore que le indicaba que se sentara en una de las sillas. Había empezado
la primera prueba.
CONTINUACION!!!
8
Antes que Harry se sentara,
a Dumbledore le comenzaron a brillar los ojos con un tenue verdoso, y comenzó a
decir con voz parecida a la de una serpiente:
–
Bienvenido,
Harry –dijo–, soy Ravenclaw y te conduciré en la primera prueba, la prueba de
inteligencia: un verdadero mago tiene que ser inteligente cuando esté en
combate; esta prueba nos mostrará lo que has aprendido en Hogwarts y si la
apruebas, habrás demostrado capacidad para matar a Voldemort y se te hará MUCHO
más fácil la segunda prueba. Bueno Dumbledore, ya te di las instrucciones,
espero que lo conduzcas por el bien.
Después un espíritu salió
rápidamente del cuerpo de Dumbledore. Harry no pudo distinguirle la cara. Él se
sentía nervioso completamente, la inteligencia no era un talento que él poseía.
Se sentó en una silla al frente de Dumbledore, ya no le brillaban los ojos, al
parecer había vuelto a ser su mismo director de siempre.
–
¿Estás
nervioso, Harry? –le preguntó Dumbledore, pero ahora con su misma voz.
–
Sí –dijo Harry
sin vergüenza–, usted sabe muy bien que la inteligencia no es un talento que yo
poseo.
–
Bueno –dijo
Dumbledore–, te deseo la mejor suerte.
–
Gracias.
Hubo un silencio
duradero.
–
La prueba
consiste en lo siguiente, Harry –dijo Dumbledore–, te voy a hacer 15 preguntas
de selección simple, te voy a dar cuatro opciones y una de ésas va a ser la
correcta; cada una de las preguntas va a tener un valor en galeones y va a ir
subiendo el coste de dinero y de conocimiento en cada pregunta; la primera
pregunta va a tener un valor de 40 mil galeones, la segunda de 65 mil, la
tercera de 100 mil, la cuarta de 150 mil, la quinta de 250 mil, la sexta de 400
mil, la séptima de 650 mil, la octava de 1 millón cien, la novena de 1 millón
800 mil, la décima de 3 millones, la onceava de 6 millones 250 mil, la doceava
de 12 millones 500 mil, la treceava de 25 millones, la catorceava de 50 millones
y la quinceava y última de 100 millones. No necesitas llegar obligatoriamente a
la pregunta de 100 millones, en cualquier momento puedes retirarte y llevarte el
monto que llevas acumulado, pero te digo algo, Harry, mientras más ganes más
posibilidades vas a tener de pasar la segunda prueba.
’’Se sabe que no vas a poder
pasar esas 15 preguntas tan fácilmente, así que se te ha dado la oportunidad de
usar tres comodines: el cincuenta y cincuenta, que te serán eliminadas dos
opciones erróneas; podemos llamar a un amigo, no importa el lugar en donde esté,
ni la edad ni sexo; o si quieres podemos consultar a la audiencia. Utiliza bien
tus comodines, Harry.
Cuando Dumbledore terminó de
hablar, aparecieron muchos bancos vacíos alrededor de Harry que se separaban
bastante, a través de una pared, del lugar en donde se ubicaba él.
–
¿Ésta es la
audiencia? –preguntó Harry desconcertado.
–
Los asientos
los ocupan puros fantasmas que ahora se encuentran en forma invisible –dijo
Dumbledore–. Harry, ¿entendiste?.
–
Sí –contestó
Harry–, pero como es que siento que esto ya lo he visto antes...
–
A medida que
vayas avanzando se te dictarán otras reglas –le interrumpió Dumbledore–. Bueno,
Harry, ¿comenzamos a jugar?
–
De acuerdo
–contestó Harry con desgana.
–
Harry Potter
–dijo Dumbledore a la audiencia–, graduado en el colegio Hogwarts de magia y
hechicería, soltero, (por los momentos), 27 años, es auror y viene con vino
acompañado con sus amigos fantasmas.
Aparecieron muy cerca de
Harry las dos personas con quien menos había tenido relaciones amistosas en
Hogwarts: apareció Peeves, Nick Casi Decapitado y Myrtle La llorona,
todos estaban saludándolo desde las gradas.
–
Hola, Harry
–gritó Myrtle–, te deseamos toda la suerte del mundo.
–
¡Qué audiencia!
–dijo Harry a Dumbledore en voz baja -. ¿Por qué vinieron ellos –dijo señalando
a los fantasmas que estaban felices y aplaudiendo?.
–
Porque ellos
querían –respondió Dumbledore.
–
Pero entonces
ellos ya sabían que yo iba a...
–
Primera
pregunta –le cortó Dumbledore– por 40 mil galeones para el auror Harry Potter,
ésta es su pregunta.
Unas luces alumbraron todo
el estudio.
–
¿Qué animal
biológicamente no puede volar?
a)
Hipogrifo.
b)
Vampiro.
c)
Pegazo.
d)
Unicornio.
–
Sin lugar a
dudas –dijo Harry–, la respuesta correcta es la opción D: el unicornio, ya que
éste puede volar pero usando magia.
–
Sí, señor.–dijo
Dumbledore.
Se oyeron unos aplausos
desde los bancos.
–
Segunda
pregunta por 65 mil galeones –dijo Dumbledore–, ésta es la pregunta: ¿A qué país
representa el famoso jugador, Viktor Krum, en el quidditch?.
a)
Bulgaria.
b)
Inglaterra.
c)
Rumania.
d)
Japón.
–
La respuesta
correcta –dijo Harry– es la opción A: Bulgaria.
–
Sí, señor
–gritó Dumbledore.
Se oyeron de nuevo los
aplausos.
–
Tercera
pregunta por 100 mil galeones –dijo Dumbledore–, ésta es la pregunta: ¿Cuál es
el hechizo que se utiliza para desquitarse de los dementores?.
a)
Patronus.
b)
Lavelle.
c)
Ignoedo.
d)
Accio.
–
La respuesta
correcta es la opción A: Patronus.
–
Muy bien –dijo
Dumbledore al instante en que sonaban unos aplausos.
Las luces volvieron a
iluminar el estudio.
–
Cuarta pregunta
por 150 mil galeones, ésta es la pregunta: ¿Cuál es el nombre, en lenguaje
mágico, que se le da a las varitas?
a)
Cartucios.
b)
Lansasmágics
c)
Contenedors
d)
Lansasreios.
–
La opción B
–dijo Harry titubeando–: Lansasmágics
–
Exactamente
–contestó Dumbledore. Hubo aplausos–, ya que Lansasrieos es el nombre que se le
da a los sombreros que usan algunos magos para lanzar magia.
–
Sí –dijo Harry
haciendo que sabía perfectamente lo que Dumbledore estaba hablando.
–
Quinta pregunta
por 250 mil galeones, ésta es tu pregunta: Juan es más alto que Pedro, Pablo y
Luis; Pedro es más alto que Pablo pero Luis es más alto que Pedro, entonces,
¿Quién es más bajo?
a)
Pedro.
b)
Juan.
c)
Pablo.
d)
Luis.
Harry pensó: “Juan es el más
alto de todos así que él no es el más bajo; Pedro es más alto que Pablo, así que
Pedro no es; entonces quedaría Luis y Pablo, pero Luis es más alto que Pedro:
entonces el más bajo es Pablo”.
–
La respuesta
correcta es la opción C –dijo Harry–: Pablo.
–
¿Seguro?
–preguntó Dumbledore.
–
Sí.
–
¿Respuesta
definitiva? –volvió a preguntar Dumbledore.
–
Respuesta
definitiva –contestó Harry.
–
Respuesta
definitiva la opción C –sonaron unos tambores que provenían de algún lugar
desconocido–: ¡Correcto! –gritó.
Hubo aplausos.
–
Ahora, Harry
–dijo Dumbledore–, es el momento en que te debo explicar las otras reglas del
juego: Llevas acumulado 250 mil galeones; si en una pregunta que esté
comprendida entre la cinco y la diez la fallas, entonces ganarías 250 mil
galeones. Si respondes bien la pregunta diez que es por 3 millones de galeones,
desde ese momento si no aciertas alguna pregunta comprendida desde la diez hasta
la quince, ganarías 3 millones de galeones. ¿Comprendido?.
–
Eso espero
–contestó Harry.
–
Sexta pregunta
por 400 mil galeones, ésta es la pregunta: Antes de que ocurriera la Revolución
mágica, ¿cómo se titulaba el diario que hoy conocemos como El
Profeta.
a)
El
Sabelotodo.
b)
El
Conocetodo.
c)
El
Variasvista.
d)
El Ojo.
–
Creo que la
respuesta correcta –dijo Harry– es la opción D: El Ojo.
–
¿Seguro?
–
No, pero voy
por esa opción.
–
¿Respuesta
definitiva?
–
Sí, respuesta
definitiva.
Sonaron de nuevo los
tambores.
–
¡Correcto!
–gritó Dumbledore.
Hubo aplausos.
–
Séptima
pregunta –dijo Dumbledore– por 650 mil galeones, ésta es la pregunta: ¿Cuál es
el nombre que le dan los magos egipcios a los muggles?
a)
Nomagos.
b)
Maggles.
c)
Saleos.
d)
Nocameos.
Harry tenía una duda entre
Nocameos y Maggles, ya que según lo que él recordaba el término “cameos” lo
utilizaban los egipcios para definir a un mago; y Maggles era un término nuevo
para él. los Búlgaros llamaban a los muggles Saleos; y Nomagos era una palabra
que para Harry, ésta no tenía relevancia.
–
Voy a usar un
comodín –dijo Harry–: el cincuenta y cincuenta.
–
Muy bien
–contestó Dumbledore–, lo único que tengo que decirte es que este comodín te
eliminará dos opciones erróneas. Bueno aquí lo tienes,
a)
Nomagos.
c)
Saleos.
Cuando le despejaron las dos
opciones que Harry más creía, hizo un pequeño gesto de desesperación delante de
Dumbledore: apoyó la espalda más al espaldar, Dumbledore le hizo caso omiso a la
desesperación de Harry, seguía mirándolo seriamente.
Harry se puso a pensar: la
palabra Nomagos era un término que no tenía sentido alguno en cuanto al idioma
egipcio, ya que estaba compuesta de dos términos No–magos, pero eso ya sería
castellano; y Harry estaba completamente seguro de que Saleos era la palabra que
utilizaban Búlgaros para definir a los muggles; así que decidió rápido.
–
La respuesta
correcta es la opción A –dijo Harry–: Nomagos.
–
¿Seguro?
–preguntó Dumbledore.
–
Eso creo.
–
¿Respuesta
definitiva?.
–
Respuesta
definitiva.
–
Respuesta
definitiva la opción A: Nomagos –Dumbledore respiró profundo antes de dar el veredicto.
Sonaron unos tambores–, y eso es CORRECTO –hubo aplausos–. Ya que la palabra
Nomagos se deriva del árabe y se descompone así: Noma que significa no; y Gos
que significa mago.
–
Sí, eso es
correcto –dijo Harry haciendo que sabía perfectamente lo que estaba hablando
Dumbledore–, yo lo sabía desde un principios... pero usted sabe los
nervios...
–
Lo entiendo
–dijo Dumbledore con una amplia sonrisa–. Bueno, vamos por tu octava pregunta
por 1 millón 100 mil galeones, ésta es la pregunta: ¿Cómo se llamaba el duende
que era esposo de la duenda Localamasermosa, mejor conocida como “CheDuendina”,
comandante de la Guerra de los Mil Años?
a)
Erick el
Moreno.
b)
Tuk el
Morado.
c)
Soñal el
Gruñiente.
d)
Dendio el
Casafloja.
–
Ésta es más
fácil que la anterior –dijo Harry–, la respuesta correcta es la opción D: Dendio
el Casafloja, mejor conocido como “ChiDuendino”.
–
¿Seguro?
–preguntó Dumbledore asombrado.
–
Sí.
–
¿Respuesta
definitiva?
–
Por
supuesto.
–
Y eso es
CORRECTO.
Hubo aplausos.
–
ChiDuendino
–dijo Dumbledore–, se divorció más tarde de Localamasermosa y se casó con la
reina de Capton, que era el reino contra el que luchaba CheDuendina en la Guerra
de los Mil Años.
–
Sí, yo sé todo
eso, profesor, no se preocupe –mintió Harry.
–
Novena pregunta
por 1 millón 800 mil galeones –dijo Dumbledore–, ésta es tu pregunta: ¿Quién es
el escritor de la obra titulada Las Mil y Una Noches, escrita en el año
100?:
a)
Elrond.
b)
Âuioercomorter.
c)
Hâshasas.
d)
Floür.
Harry pensó que lo mejor era
usar otro comodín, pero decidió pensar un rato más: Tenía una duda entre Floür y
Elrond ya que el primero era el mejor escritor de aquella época. Nunca había
escuchado el nombre de Elrond. Los otros eran escritores más antiguos y Harry
estaba seguro de que no le pasaría lo mismo que le sucedió en la séptima
pregunta. Analizó un poco más la situación y pensó en arriesgarse.
–
La respuesta
correcta –dijo– es la opción D: Floür
–
¿Seguro?
–preguntó Dumbledore.
–
Sí.
–
¿Respuesta
definitiva?.
–
Sin lugar a
dudas.
–
Respuesta
definitiva la opción D: Floür –Dumbledore paró y comenzó a mover la cabeza
haciendo un signo de afirmación, luego dijo–: Eso es correcto –Hubo aplausos–.
Después de que él escribiera ese libro, muchos años más tarde un fanático de sus
cuentos decidió aparecer la historia a los muggles; e incluso en estos tiempos,
a los muggles les fascina ese libro.
–
Sí –dijo Harry
haciendo que sabía todo lo que estaba diciendo Dumbledore–, tenía una duda entre
Floür y Elrond, ya que Elrond, creo que también era un famoso escritor.
–
Pero si Elrond
es conocido entre los muggles como un personaje imaginario creado por un
imaginativo escritor –exclamó Dumbledore.
–
¿En serio?
–preguntó Harry–. Bueno, olvídelo...
–
De acuerdo
–dijo el director–. Vamos por tu pregunta 10 por 3 millones de galeones, ésta es
la incógnita: ¿En qué año se restablece por 4º vez la Constitución Mágica Del
Mundo?
a)
1982
b)
1978
c)
1986
d)
1981
–
Sin lugar a
dudas la respuesta correcta –dijo Harry muy seguro– es la opción C: 1986. Ya que
fue el año en que Cornelius Fudge llegó a ser nombrado Ministro, y entonces días
después cambió la Constitución.
–
¿Seguro?
–preguntó Dumbledore sorprendido.
–
Seguro.
–
¿Respuesta
definitiva?
–
Respuesta
definitiva.
–
¡Exactamente,
muy bien! –dijo Dumbledore a los cuatro vientos–. Ya estamos en la pregunta Nº
10, llevamos acumulados 3 millones de galeones, si en las cinco preguntas
faltantes fallas alguna te llevas lo que tienes acumulado; te digo que puedes
retirarte en cualquier momento con la cantidad que lleves en esos instantes.
¿entendido?. Ahora vamos por tu pregunta 11 por 6 millos 250 mil galeones: ésta
es tu pregunta.
Harry no podía estar más
feliz en su vida: había contestado diez que preguntas que seguro Hermione ni
siquiera las hubiese podido responder(esto lo dijo para animarse más). Pero lo
que él no sabía en aquellos instantes era que aquellas cinco preguntas que
faltaban era para comprobar en verdad si era un mago verdaderamente inteligente.
Le quedaba aún dos comodines, lo que significaba que por lo menos podía acertar
las próximas dos preguntas, pero al momento que pensó en los comodines le dio un
pequeño susto y pensó: ¿a quién llamaré?, luego miró fríamente a la audiencia
invisible.
9
Los Dos Comodines:
Hermione levantó la cabeza
débilmente y observó centenares de destellos que lanzaban las varitas para
atacar a sus enemigos, pero vio también que su amigo no llegaba. Ya eran más de
las doce y sus condiciones para luchar eran muy mínimas: la desgracia producida
por la muerte de sus esposo aún retumbaba en su enorme cerebro, sin dejarla
pensar en alguna solución para salir de aquel embrollo. Todo iba mal hasta que
salió corriendo y cansada su amiga Cho, con una varita en la mano.
–
Hermione –dijo
Cho acercándose hacia ella–, ¿Por qué no luchas?. ¡Estas criaturas parecen
infinitas?.
Pero Hermione no
respondió.
Cho corrió rápidamente hacia Hermione y ahogó un grito justamente cuando
vio el cuerpo de Ron tirado en el suelo duro, sin respirar.
–
¿Qué le
sucedió? –dijo Cho, se acercó al cuerpo de su amigo ya muerto.
–
Cuando cayó al
suelo después de que una fuerza lo levantó, luego murió –dijo Hermione.
–
Pero no está
muerto –dijo Cho con un suspiro.
–
¿Qué
dices?.
–
Pero si sólo se
le han quebrado los huesos, ¿no?–dijo Cho mirando a su amiga sorprendida–,
podemos revivir a Ron.
–
¿Cómo? –dijo
Hermione mostrando aire de felicidad.
–
Déjame ver si
la enfermera Pomfrey puede ayudarnos, ella sabe reparar huesos.
Después de unos minutos, Cho
trajo a la señora Pomfrey. Al parecer Cho ya le había contado todo porque apenas
vio a Ron, la enfermera se puso a
hacer su trabajo.
–
Durará un
tiempo –dijo la señora Pomfrey– la operación, el poder de mi varita es lo único
que puede revivir a este alumno, tendré que reparar todos sus huesos. Esto
tardará por lo menos seis horas. Pero les aseguro que lo salvaré.
–
Lo mejor será
–dijo Cho– que sigamos luchando. ¡Vamos, Hermione!, Ron ya se recuperará.
–
Cho –dijo
Hermione–, toma esto –le dio una rosa que tenía un aspecto común y corriente–,
es una rosa Curn, venía de regalo con el libro Grandes misterios de
las rosas mágicas que estaba leyendo cuando estábamos dentro de uno de los
cuartos de la capilla de Hogsmeade, traje la rosa porque pensé que se me veía
bien, pero no me gustó así que la he tenido en mi bolsillo todo este tiempo. Se
dice que tiene el poder de protegerte de los dementores. Creo que tú lo
necesitas más que yo, y además se dice también que tiene el poder de atraer las
varitas que contenga pelaje de algún animal que vuele mágicamente, pero eso no
está asegurado.
–
Gracias
–contestó Cho introduciendo la rosa dentro de su bolsillo.
Hermione siguió a Cho.
Cuando entraron un dementor venía hacia ellas; Hermione sacó rápidamente su
varita y gritó: Patronus, pero la bestia siguió su camino. Luego Cho hizo
el mismo movimiento y de su varita salió un centello que hizo polvo al dementor.
La rosa sí funcionaba. Hermione quedó sorprendida de que su Patronus no diera
resultado y el de Cho sí, hasta que se dio cuenta de que no había tenido ningún
recuerdo feliz para hacer el hechizo. Después siguieron luchando pero por más
criaturas que matasen siempre aparecían más.
Harry estaba sentado en la cómoda silla enfrente de la pantalla que le
mostraba la pregunta 11, la leía y la releía sin saber lo que le estaban
preguntando la pantalla. La incógnita decía lo siguiente: “¿Quién fue el último
rey trasgo?
a)
Coshia.
b)
Maritit.
c)
Loenaer
d)
Gashialf.
Harry no sabía absolutamente
nada sobre los trasgos; sus conocimientos antiguos le recordaban el nombre de
Maritit, pero ni siquiera sabía qué había hecho aquel trasgo. Pensó por un largo
tiempo sin recordar nombre alguno. El nombre que más le sonaba era Maritit pero
no quería arriesgarse por esa opción sin antes saber quién era aquel
trasgo.
–
Déjame
explicarte la situación en que nos encontramos –dijo Dumbledore al fin–, vas por
tu pregunta 11 por 6 millones 250 mil galeones, no arriesgas nada ya que tienes
asegurados 3 millones de galeones; si pierdes ganas la cantidad que ahora
llevas, si ganas obtienes 6 millones 250 mil galeones y sigues concursando por
más. Ah, te recuerdo, te quedan dos comodines que puedes usar cuando mejor te
convenga.
Cuando Harry oyó la última
frase del discurso de Dumbledore, se le iluminó la cara de esperanza; hasta que
volvió a contemplar a su alrededor la triste audiencia invisible.
–
Bueno –dijo
Harry con desgana–, voy a utilizar el comodín de consultar a la audiencia.
–
Está bien
–luego Dumbledore se dirigió a la audiencia y le preguntó–: ¿Quién fue el último
rey trasgo?: Coshia en la opción A, Maritit en la opción B, Loeaner en la C y
Gashialf en la D.¡A votar!
Harry vio a través de sus
tres “amigos” fantasmas lo que hacía el resto de la audiencia: inclinaban un
poco la cabeza y tocaban un pequeño control con las cuatro opciones disponibles,
después de unos segundos apareció en la pantalla las votaciones que daba la
audiencia.
–
La votación de
la audiencia es la siguiente –dijo Dumbledore–: la opción A un 15%, la opción B
un 32%, la opción C un 32% y la opción D un 21%. La audiencia está bastante
dividida, Harry.
Harry miró fríamente la
audiencia.
–
En estas
circunstancias –dijo– me voy por la opción B: Maritit, ya que ésta era por la
que yo me quería ir al principio pero tenía dudas, así que con mi voto hacen un
33%.
–
¿Aún te quedan
un comodín? –preguntó Dumbledore para hacerlo dudar.
–
No, vamos a
dejarlo para más tarde.
–
Entonces la
respuesta correcta es la...
–
Opción B:
Maritit.
–
¿Seguro?.
–
Seguro.
–
¿Respuesta
definitiva?
–
Respuesta
definitiva.
–
¿Sin comodín?
–volvió a preguntar Dumbledore.
–
Sin
comodín.
Hubo un silencio duradero.
Harry vio cómo Myrtle se mordía las uñas, parecía que estaba más nerviosa que
él. Dumbledore miró a los únicos fantasmas visibles de la audiencia y les
preguntó:
–
¿Ustedes qué
creen?.
–
Creo que ésa es
la correcta –dijo Nick Casi Decapitado.
–
Sí –dijo
Peeves–, hay que tener fe. Miren que aposté bastante dinero por Harry.
Myrtle no respondió.
–
¿Harry? –dijo
Dumbledore–, piensas que ésa es la respuesta correcta.
–
No –respondió
Harry–, pero me fui por esa opción.
–
Pues tienes
mucha suerte porque ésa es la respuesta correcta. ¡Sí, señor!
Hubo aplausos.
–
Vamos por tu
pregunta 12, por 12 millones 500 mil galeones –dijo Dumbledore–, ésta es la
pregunta: ¿Cuál es el verdadero nombre de Huchet, el Elfo, escritor del libro
Contra Todo lo Bueno?
a)
Marnon.
b)
Fuerfle.
c)
Liosor.
d)
Gaodor.
–
La respuesta
correcta es la opción A –dijo Harry muy seguro–: Marnon.
–
¿Seguro?
–preguntó Dumbledore.
–
Seguro.
–
¿Respuesta
definitiva?, mira que si no aciertas ganas 3 millones. Puedes retirarte en
cualquier momento con tus 6 millones 250 mil galeones.
–
No, es mi
respuesta definitiva.
–
¿Sin
comodines?
–
No, vamos a
utilizar el comodín más tarde.
–
Entonces –dijo
Dumbledore– la respuesta correcta es la opción...
–
A: Marnon.
–
¡Sí, señor!
–hubo aplausos–. Marnon ha sido el primer y único escritor Elfo que haya
existido en toda la historia de la magia; su única obra Contra Todo lo Bueno
era, es y será la mejor historia de todos los tiempos.
–
Exactamente
–dijo Harry, pero esta vez sabía todo lo que decía Dumbledore.
–
Pregunta 13 por
25 millones de galeones, ésta es la pregunta: ¿Dónde nació Griffindor?
a)
Inglaterra.
b)
Francia.
c)
Norteamérica.
d)
Bulgaria.
–
La respuesta
correcta es la opción D –dijo Harry–: Bulgaria.
–
¿Seguro?
–preguntó Dumbledore.
–
Totalmente.
–
¿Respuesta
definitiva?.
–
Respuesta
definitiva.
–
¿Sin
comodines?.
–
Sin
comodines.
–
Ya que estás
tan seguro, no te puedo hacer dudar; ¡Sí, señor!
Hubo aplausos.
–
Pregunta 14 por
50 millones de galeones, ésta es la pregunta: En la magia Húngara, ¿a qué se le
llama Shétité.
a)
Muggles.
b)
Varita.
c)
Sombrero.
d)
Túnica.
–
Eh –Harry
comenzó a dudar pero se decidió rápido–... la respuesta correcta es la opción C:
Sombrero.
–
¿Seguro?.
–
Eso
espero.
–
¿Respuesta
definitiva?
–
Sí, respuesta
definitiva.
–
Harry –dijo
Dumbledore preocupado –, acuérdate que si fallas esta respuesta ganas...
–
Entonces déjeme
utilizar mi último comodín...
–
No, ya diste tu
respuesta definitiva... y es CORRECTA, sí señor. Te salvó la suerte, Harry.
Hubo aplausos.
–
Pregunta 15 por
100 millones de galeones –dijo Dumbledore lentamente –, ésta es la pregunta:
¿Cuál es el nombre científico que se le dan a los licántropos?.
a)
Gorrierteros
máxliust.
b)
Kiántrapos
Lóciust.
c)
Gurriépidos
Saliust.
d) Gonodrotoprinoestucias
Galeorosnaciusct.
–
Ésta sí que
está difícil –dijo Harry dándole una mirada de compasión a Dumbledore.
–
Te queda un
importantísimo comodín.
–
Bueno, vamos a
usarlo –dijo Harry.
–
¿A quién vamos
a llamar?.
–
A Hermione...
pero profesor, ¿cómo no vamos a comunicar con ella si no tenemos lechuzas?.
–
Ya verás, Harry
–dijo Dumbledore tranquilo–, sólo espera.
Ring – ring, sonó el celular de tía
Marge. Luego ella dejó de abrazarlo y lo colocó suavemente en el suelo
–
Marge –dijo tío
Vernon–, contesta el celular.
Tía Marge tiró violentamente
el aparato comunicativo, pero éste siguió sonando.
–
Contesta, tía
–dijo Dudley.
Tía Marge no dijo nada; tomó
el celular pero no quiso ponérselo en el oído, éste siguió sonando.
–
Contéstalo de
una vez –dijo tía Petunia.
Tía Marge sujetó con más
fuerza el aparato; después de unos instantes se lo colocó en el oído.
–
Hola –dijo con
miedo–, ¿quién habla?.
Apenas el celular terminó de
oír la voz de tía Marge, le comenzaron a salir alas y salió volando,
dirigiéndose hacia a Hermione.
–
¿Es que acaso
todo aquí tiene vida? –preguntó tía Marge con furiosa.
–
Patronus –dijo
Cho cuando un dementor se acercaba a ella.
Justamente cuando Cho hizo
el hechizo, el teléfono cayó en manos de Hermione.
Ringggg – Ringggg.
–
¿Qué es esto?
–preguntó Hermione asombrada.
–
No lo sé –dijo
Cho–. Tú eres la que sabe de cosas muggles.
Hermione tomó el teléfono y
colocó el auricular en su oreja.
–
Hola, ¿con
quién hablo?.
–
Hermione, soy
Dumbledore desde el estudio de la Primera Prueba –dijo la voz de Dumbledore que
se oía un poco cortada–; tengo a Harry conmigo y tiene una duda...
–
¡Harry! –dijo
Hermione alterada–, ¿estás jugando ese estúpido juego?, mejor dirígete hacia tu
fiesta de boda a luchar con nosotros.
–
Lo siento,
Hermione –dijo Harry–, pero es que me atraparon y ahora estoy aquí...
–
Bueno, Hermione
–interrumpió la voz de Dumbledore–, como te iba diciendo Harry tiene una duda,
te va a formular una pregunta y tú tienes 30 segundos para responderla,
¿entendiste?.
–
Espero que sí
–contestó Hermione frustrada.
–
Bueno, Hermione
–comenzó Harry–, ¿cuál es el nombre científico que se le da a los licántropos?;
Gorri-er-te-ros Máxliust, Kiéntropos lóciust, Gurri-épidos sa-liust o
Go-no-dro... Gonodrotoprinoes... Ya va, éste sí que es largo...
Gonodrotoprinoestucias... ¡Oh!, al fin... Gonodrotoprinoestucias galeoros -
naciusct. Te quedan diez segundos.
–
¿Qué dijiste?
–preguntó Hermione asustada.
–
¡No me lo hagas
repetir, Hermione!, dame una respuesta,.
–
Eh... eh...,
creo que fue la que mejor pronunciaste.
–
¿Cuál?, la
opción que dice...
–
Harry, no estoy
segura, te recomiendo que te retires, esta pregunta debe ser..
El tiempo había
acabado.
–
Creo que me voy
a retirar –le dijo Harry a Dumbledore–, ella dice que no está muy segura y que
me debo... Hey, ¿cómo ella supo que me debo retirar si nunca ha hecho
esto?.
–
Fue una idea
sacada de los muggles, pero eso no importa. Dime tu respuesta –dijo
Dumbledore.
–
Me voy a
retirar.
–
Te vas a
retirar con tu cheque de 50 millones de galeones que te servirán en la próxima
prueba y los obtienes muy bien ganados... Pero ahora –dijo Dumbledore–, Harry,
ya te ganaste tu cheque de 50 millones; pero dime, ¡cuál hubiese sido tu
respuesta si no te hubieses retirado?.
–
Yo me hubiese
ido –dijo Harry más tranquilo– por la opción B: Kián...
–
No me lo
deletrees –dijo Dumbledore apresurado–; ahora te digo, Harry, que si hubieses
contestado la opción B, el cheque habría sido no de tres millones, ni de 50,
sino de 100 millones: la respuesta correcta de esta pregunta era justamente la
opción B.
Hubo aplausos.
–
Pero ahora,
Harry –siguió diciendo Dumbledore–, vamos a la siguiente prueba.
Luego Dumbledore se levantó
de su silla y tocó a Harry con el dedo suavemente en la frente. Desaparecieron
rápidamente de aquel lugar. Había comenzado la Segunda Prueba.
10
La Segunda Prueba
–
Bienvenido,
Harry –dijo Dumbledore–, a la siguiente prueba.
Harry ya no estaba en el
mismo cuarto con las dos pantallas y la audiencia; ahora se encontraba en un
cuarto oscuro que sólo poseía dentro de sí a Dumbledore y a Harry. De repente a
Dumbledore comenzaron a brillarle los ojos de un tenue verdoso, y empezó a
hablar con una voz más grave que la que él poseía anteriormente.
–
Harry –dijo el
cuerpo de Dumbledore–, soy Griffindor, me tocará a mí explicarte la Segunda
Prueba.
’’Antes de empezar a
explicarte en qué consiste esta siguiente prueba, te debo decir que ésta es la
forma en que veremos cómo luchas en batalla; ya vimos que eres bastante
inteligente, y por eso te recompensaremos: esta prueba se llevará a cabo de una
manera distinta para que se te haga más fácil pasarla.
’’Primero haré que el cuerpo
de Dumbledore te entregue la cantidad que ganaste anteriormente.
Dumbledore se acercó a Harry
y le entregó un papel que tenía escrito en letras grandes 50 MILLONES DE
GALEONES. Después apareció repentinamente una caja pequeña cerca de Harry.
–
Mete el cheque
en la caja –dijo el cuerpo de Dumbledore.
Harry lo colocó encima de la caja;
rápidamente se transformó en una control mucho más pequeño con un botón en el
centro.
–
Harry –dijo
Dumbledore con su verdadera voz–, toma una carta.
Dumbledore sacó de su
bolsillo cinco cartas.
Harry tomó una la volteó y
leyó Snape.
–
¿Qué es esto?
–preguntó Harry.
–
La carta que
quede dirá el nombre de tu próximo enemigo –contestó Dumbledore–. Ahora, toma
otra.
–
¿Qué nombres
dicen...?
–
¡Toma
otra!.
Harry obedeció y la leyó la
carta en voz alta.
–
¡Hagrid!.
–
Toma la
siguiente.
Tomó otra de las tres cartas
y leyó:
–
Sirius.
–
Toma otra.
Harry tomó la siguiente
carta y leyó:
–
Dumbledore.
Dumbledore mostró la otra
carta y se leía: McGonagall.
–
Minerva será tu
próxima contrincante –dijo Dumbledore–. Ahora Harry déjame explicarte las reglas
de esta prueba: lucharás contra la profesora McGonagall en un puente, la primera
persona que caiga de éste pierde. Pero va a haber algo nuevo. Toma el control
–Harry agarró el control–. Tú te ganaste 50 millones de galeones eso quiere
decir que te podrás recuperar un máximo de 5 veces; la profesora McGonagall se
podrá recuperar diez veces; ¿qué quiere decir que se podrá recuperar?: si te
caes del puente tocas el botón y serás transportado al lugar donde comenzaste.
Aquí tienes tu varita, no es la misma ya que está hecha de pelaje de unicornio
pero lanzará los mismo hechizos –Dumbledore sacó de su bolsillo una varita y se
la entregó a Harry –. ¿Entendiste?.
–
Eso
espero.
–
Bueno, todo
queda a favor tuyo, Harry.
Volvieron a transportarse a
otro lugar.
Harry estaba en un pequeño
risco que se unía con otro a través de un ligero puente. Harry divisó que al
otro lado del puente estaba la profesora McGonagall blandiendo una pequeña
varita. Dumbledore no estaba con él. Harry sujetó con mayor fuerza la pequeña
arma que traía en la mano izquierda y dio un paso hacia delante para enfrentarse
a su nuevo enemigo.
McGonagall reaccionó de la
misma manera.
El puente tenía de ancho
apenas diez pasos, y estaba totalmente libre de barandas para sostener las
manos. Harry puso su primer pie en puente.
La estructura se balanceó un
poco hacia los lados. Harry elevó los brazos hasta dejarlos en forma horizontal
para mantener el equilibrio. Volteó la cabeza en dirección a su enemigo y vio
que McGonagall ya se encontraba en más de la mitad del puente blandiendo su
varita que ahora se había transformado en un látigo.
Harry trató de acercarse a
McGonagall pero se dio cuenta que no había que hacer el más mínimo esfuerzo: su
profesora caminaba en forma lenta y tranquila hacia Harry blandiendo su feroz
látigo. Él miró hacia abajo y vio un profundo infinito y pensó que si se caería
alguna vez tardaría millones de años para tocar fondo. Miró de nuevo hacia
McGonagall: su profesora ahora estaba a más de diez pasos cerca de él. Pero
Harry no se movió.
Levantó su varita
fuertemente y gritó: ¡Sali di puenti!. De la varita de Harry salió un
rápido destello que se dirigía velozmente hacia su profesora. La maestra de
Harry hizo un movimiento que él nunca había pensado que se podía hacer en la
magia: Saltó hacia al lado izquierdo del puente elevándose de tal manera que
hizo que el destello destruyera las rocas del otro risco y no su objetivo
principal. McGonagall volvió al puente acercándose lentamente hacia Harry hasta
que blandió su veloz látigo hacia los pies de Harry. Éste saltó y mientras
permanecía en el aire por la falta de gravedad producida por el salto, lanzó un
hechizo que hizo que la profesora perdiera el equilibrio en el puente mas no
cayera de éste.
Harry aprovechó la
oportunidad para lanzar a su profesora al abismo pero en el momento en que se
acercó para darle su patada, ella desapareció ferozmente del punto en donde
estaba. Harry volteó todo su cuerpo hacia atrás y vio que su profesora ya no
blandía un látigo sino una espada y con intención de cortarle el cuello a su
alumno.
McGonagall lanzó su pesada
espada en dirección al cuello de Harry. Él se agachó evitando así la muerte
segura; rápidamente sacó su varita y gritó: ¡Sali di puenti!. El hechizo
hizo que la profesora se cayera al abismo. Harry volteó hacia el risco en donde
apareció por primera vez su profesora. Después de un rato apareció de nuevo su
enemigo.
Faltaban nueve vidas.
Harry miró profundamente a
su enemigo. A McGonagall se le notaba rápidamente el odio en sus ojos. Ella
avanzó rápidamente hacia el puente. Harry sujetó fuertemente su varita, la
levantó y gritó: ¡Descontrolius!: la porción del puente en donde se
ubicaba la profesora McGonagall comenzó a temblar haciendo que ella se cayera;
McGonagall volvió a deslizarse hacia el abismo, y cuando el hechizo terminó
volvió a subirse en el puente. Ella voló hacia lo cielos y desde allí gritó:
¡Ojius desvanecius!. De la varita de su profesora salió un centello verde
que iluminó todo el lugar; Harry se tapó los ojos porque el centello era
demasiado fuerte, así que caminó a ciegas hacia algún risco que pudiera sacarlo
de aquel infierno que no lo dejaba ver. Dio unos cuantos pasos hacia atrás hasta
que se detuvo porque alguna fuerza lo empujaba hacia delante.
McGonagall seguía
empujándolo hacia delante hasta que Harry no pudo dar más pasos ya que no había
tablones que conformaban el puente. Una fuerza lo sujetó por la cintura y le
agarró algo que Harry no supo hasta que ella lo tumbó del puente.
Harry caía y caía del puente
mientras veía a su profesora riéndose al momento que sujetaba el control de tele
transportación. El viento hizo que el cuerpo de Harry virara poniéndolo boca
abajo para que así pudiera mirar el profundo abismo; volvió a cerrar los ojos y
no recordó más.
Harry volvió a abrir los ojos. Levantó su cuello y miró a Dumbledore enfrente de él. Luego volvió a acostarse y entró en un profundo sueño.
11
La Tercera Prueba
–
Harry -dijo la
voz de Dumbledore–, despierta, ya terminó la Tercera Prueba.
Harry volvió a abrir los
ojos y notó que ahora se encontraba en otro cuarto oscuro.
Mágicamente recuperó todas
sus fuerzas y se levantó. Enfrente estaba Dumbledore, sonriente como
siempre.
–
Ay, Harry –dijo
Dumbledore–, quién se imaginaría que perderías en la Segunda Prueba.
–
¿Pero es que
acaso se valía quitar el control del enemigo?.
Pero Dumbledore no
respondió. Ahora comenzaban a brillarle los ojos del tenue verde: se estaba
preparando para ser poseído por otro mago de Hogwarts.
–
Harry –dijo el
cuerpo de Dumbledore–, soy Hufflepuff y es mi deber presentarte en qué consiste
la siguiente prueba: Antes debo decirte que como castigo por no haber superado
la prueba anterior se te descontará una petición del Oráculo. Bueno, Harry,
bienvenido a la Tercera Prueba.
’’Hasta ahora has visto que
se te ha aplicado una prueba de inteligencia y una prueba de fuerza, de las
cuales sólo pudiste pasar una... Pero bueno, ya estamos aquí. Esta prueba nos
hará ver si tu eres un mago que ama, si en verdad amas entonces se te hará fácil
esta prueba, pero si en tu corazón no hay amor olvida que vas a poder pasar lo
que te viene en estos instantes... Te preguntarás por qué un mago tiene que
tener amor, porque sino le sucederá lo mismo que Voldemort y caerá en una
maldición de puro odio.
’’La prueba consiste en lo
siguiente: tú vas a caminar, con los ojos vendados, por todo el país Breo, un
país muy pequeño en donde viven las criaturas más espantosas que jamás
hayas visto. Tu misión es encontrar el ser a quien más amas en el mundo, lo
deberás tocar con tu varita y una vez que lo hayas tocado serás transportado de
nuevo hacia acá. Si ese ser muere por una criatura del mundo Breo serás
descalificado. El espécimen que buscas va estar por un lugar muy distante tuyo y
te repito que lo tienes que encontrar.
–
Pero –dijo
Harry–, ¿cómo lo podré ver con los ojos vendados?
–
En el país Breo
la cosas no se ven, se sienten, y si te quitas las vendas o llegas a ver algo en
ese país con tus propios ojos, serás descalificado –contestó la dulce voz de
Hufflepuff–. Ahora toca la espalda del cuerpo de Dumbledore para tele
transportarnos.
Harry le hizo caso a la
hechicera y rápidamente le tocó la espalda a Dumbledore, después de un abrir y
cerrar de ojos ya Harry se encontraba en el maligno país Breo.
–
Harry –dijo
Dumbledore con su verdadera voz–, ante tus ojos tiene el famoso país Breo
–Dumbledore sacó su varita rápidamente y la hizo golpear en la cabeza de Harry,
haciendo que le apareciera una venda en los ojos de él–. Lo siento, Harry, pero
es mi deber; te deseo la mejor suerte del mundo. Ahora comienza a caminar.
Harry se encontraba
totalmente ciego sin saber qué hacer. Dio sus primeros tres pasos y sintió un
suelo caliente que hasta se podía sentir con los zapatos puestos. Volteó hacia
la izquierda y sintió mucho frío; volteó hacia la derecha y sintió demasiado
calor; volteó de nuevo en dirección norte y sintió mitad frío y mitad calor.
Así, pues, siguió caminando dirección norte sin tratar de desviarse hacia la
izquierda o hacia la derecha. Harry caminaba lento e impaciente hasta que sintió
que ya no pisaba un suelo duro y rocoso, sino unas tablas frías y soñolientas.
Harry pensó que aquellas tablas formaban otro puente inseguro. Desde la Segunda
Prueba Harry juró que nunca más volvería a pisar un puente. Pensó rápido y
decidió ir hacia donde se sentía frío.
Caminó a la izquierda por el
frío camino con más seguridad en sí mismo, hasta que después tropezó con unas
piedras; las palmó y sintió que no eran piedras sino hielos que tapaban el
camino. Sacó su varita y le gritó a las piedras: ¡Derritius!. No supo qué
sucedió hasta que después de cinco minutos trató de palmar las rocas de hielo
paro no las encontró: el hielo se había derretido. Comenzó de nuevo la marcha.
Dio cuatro pasos inseguros hacia delante y cuando iba a dar el quinto se dio
cuenta que no había más camino. Sintió ganas de quitarse el vendaje pero no
quiso perder el juego sin antes haber luchado.
Trató de sentir de nuevo el
calor e ir otra vez por el camino derecho. Después de un largo tiempo de caminar
y no sentir ni una pizca de calor de repente se pegó con una pared; la palmó con
las manos para ver si encontraba una entrada pero sus búsquedas fueron en vano.
Siguió palmando la pared hasta que sintió que unas manos agarraban sus pies;
buscó su varita rápidamente y gritó: ¡Quítitis!. No supo qué apareció
pero de todas formas los pies seguían jalándolo hacia abajo; se resistió aún más
pero no pudo, hasta que aparecieron dos manos más y lo agarraron también por las
piernas; así que Harry decidió no resistirse e ir hacia al lugar de donde se
originaron esas manos.
Sintió que un hueco se abrió
repentinamente en el suelo, y en éste él cayó; ahora Harry sentía que se
deslizaba por un tobogán en sentido oblicuo hasta que por fin cayó en un frío
suelo. Pero una onda de calor rodeó su cuerpo.
El suelo era frío pero el
calor rondaba por los aires; Harry pensó que sólo había una criatura capaz de
hacer que el aire fuera tan caliente: un dragón. Caminó hacia delante despacio y
con miedo hasta que oyó una dulce voz que decía:
–
¡Harry, estoy
aquí!.
Era Cho.
Los ánimos de Harry se le
subieron como el calor que había dentro de aquella cueva: ir ciego y sin
esperanzas de encontrar algo que ni siquiera sabes qué es, es una cosa... pero
ir ciego y con esperanzas de encontrar a la persona a quien más amas, era otra
cosa. Harry siguió la voz de Cho que seguía repitiendo la misma frase hasta que
se cayó con lo que parecía un tronco. Se levantó de nuevo y sintió más calor de
lo común; el aire que circulaba era difícil de respirar por el inmenso calor que
hacía. Harry pensó que a lo mejor estaría inhalando humo. La voz de Cho volvió a
retumbar en la cueva formando ecos que ampliaban la voz de su próxima esposa.
Harry siguió caminando hasta
un lugar en donde el calor se podía hasta oler. La voz de Cho se escuchaba cada
vez más cerca pero parecía que cada vez que Harry caminaba hacia ella, parecía
que se alejara lo mismo que él había caminado. Él comenzó a sentir más calor que
incluso aquella vez que había estado en aquella horrorosa tumba.
Después de un rato duro de
caminata sin encontrar lo que él estaba buscando el calor comenzó a hacer de las
suyas, haciendo que Harry empezara a sentir sed. El sudor que producía su frente
transcurría por todo su cuerpo. Harry pensó que lo mejor era quitarse la camisa
para que el dolor producido por el horroroso calor que emanaba la cueva fuera
menor. Realizó rápidamente su idea y sacó la rosa Leurm de su bolsillo y la
guardó poniéndola en el mismo bolsillo del pantalón en donde estaba su
varita; tiró la camisa al suelo y
siguió caminando con el pecho desnudo hasta donde estaba su querida esposa.
Las voces retumbaron de nuevo a través de los ecos. Harry siguió
corriendo cuidadosamente por donde el creía que provenía la voz. Todo iba bien
hasta que el calor empezó a multiplicarse aún más; de pronto Harry comenzó a
ver: primero eran líneas que formaban una figura abstracta, luego las líneas
iban tomando color a través de las vendas, y a continuación formaban figuras
claras y precisas que podían ser diferenciadas por la mente de Harry.
El calor lo estaba volviendo loco.
Se tiró al suelo rendido y sin fuerzas. Al rato se volvió a levantar y
decidió rendirse: no había pasado la Segunda Prueba y seguramente no pasaría la
tercera: quiso sacarse las vendas que tapaban no sólo sus ojos sino también su
mente.
Agarró las vendas por los lados y comenzó a empujarlas hacia arriba con
todas las fuerzas que tenía, pero éstas estaban fuertemente amarradas. Cuando
por fin las vendas ya estaban suaves para ser removidas, una voz le habló a
Harry, que también se ampliaba con los retumbes que producía el eco.
–
¡Harry, no lo
hagas!.
Era Dumbledore.
–
¡Profesor!
–dijo Harry hablando hacia arriba–, el calor me mata, no veo nada... No puedo
pasar esta prueba.
–
Si tú no pasas
esta prueba –dijo Dumbledore–, es por el simple hecho que no amas a Cho.
–
¿Qué quiere
decir, profesor? –preguntó Harry sorprendido.
–
Esta prueba nos
hace ver a nosotros si en verdad hay amor en tu interior; acuérdate de lo que
dijo Hufflepuff: “Te preguntarás por qué un mago tiene que tener amor, porque
sino le sucederá lo mismo que le sucedió a Voldemort: caerá en una maldición de
puro odio”. Esta prueba es para mí la más fácil de las tres. Si en verdad amas a
Cho puedes pasarla con mucha facilidad. ¡Vamos, hombre, ve por tu mujer!.
Los ánimos de Harry se
volaron hasta su cabeza. Dumbledore tenía razón: ésta era la más fácil de las
tres y Harry tenía que aprovechar la oportunidad que se le daba; además con esta
prueba le demostraría a Cho que en verdad la amaba y que sí le juraría su amor
eterno. Con las palabras de Dumbledore aún en la cabeza, se sujetó más fuerte
las vendas y siguió su marcha.
Ahora ya no sentía tanto
calor como antes, aun Harry se arrepintió de haberse despachado la camisa, ¿pero
qué podía hacer?, caminaba a ciegas siguiendo una voz que se extendía a través
de los ecos.
Después de una larga
caminata el calor comenzó a desvanecerse y el aire en aquel lugar comenzaba a
entibiarse. Ahora Harry se sentía más seguro de sí mismo y caminaba sin estar
titubeando por el miedo que le producía ya no estar pisando suelo. La voz de Cho
se sentía mucho más cerca.
–
Harry, estás a
pocos pasos de encontrarme. Sigue derecho y me encontrarás. Pero ten cuidado con
el dragón.
Aquella última frase de Cho,
Harry no le hizo caso.
Aquélla era sin duda la voz
de Cho que ya no se ampliaba por los ecos, era la misma voz de ella producida
por su propia garganta. Harry comenzó a trotar feliz de que había encontrado lo
que estaba buscando. Hasta que algo lo hizo caer.
–
¡Acabas de caer
en la cola del dragón, Harry, no me hiciste caso!.
–
Cho –dijo
Harry–, háblame para saber dónde estás.
Cho comenzó a gritar y Harry
se apresuró hacia donde se oían sus gritos. Siguió corriendo sin importarle lo
que haría el dragón. Hasta que se pegó de nuevo con una pared
–
Tienes que
subir unas escaleras que están a la derecha –gritó Cho–. ¡Rápido, Harry, que el
dragón se levanta!.
–
Caminaré hacia
la derecha y tú me dirás cuándo debo parar para subir.
–
De
acuerdo.
¡Pum, Pum!, sonaron los enormes pasos
del dragón.
Harry trotó rápidamente
hacia derecha. Después de unos cuantos pasos Cho emitió un grito que no
significaba que Harry ya tenía al lado la escalera, ese grito significaba
temor.
–
¡Harry! –gritó
Cho–, el dragón está enfrente de mí, me quiere comer.
–
¡No! –gritó
Harry.
Otro grito surgió de la voz
de Cho.
Harry tomó rápidamente su
varita y pensó en lanzársela a Cho. Deseó con todas sus fuerzas que la varita
tocara por lo menos el pie de ella o algo, pero que la tocara. Todo su amor se
generalizó en una sola esperanza. Llevó la varita hacia atrás, se volteó mirando
de nuevo a la pared y lanzó la varita fuertemente hacia arriba con un blanco
indefinido. Se oyó otro grito. Luego una luz iluminó todo el lugar. Las vendas
también se iluminaron y gracias a luz Harry pudo ver, aunque algo borroso, la
horrorosa imagen: se veía que el dragón agarraba fuertemente a Cho y se la metía
en su boca. Luego sintió una fuerza metálica que sujetaba su cintura. Sintió que
algo a alguien le había golpeado en la cabeza, quedó inconsciente y no recordó
más.
12
La Verdad se Descubre
Harry abrió los ojos y vio
un suelo sólido y de color negro; levantó más su cuello y vio a Dumbledore con
los brazos cruzados y formando una pequeña sonrisa.
Mágicamente Harry recuperó sus fuerzas y se levantó.
–
Dumbledore
–dijo Harry–, ¡qué sucedió!.
–
Ay, Harry
–contestó Dumbledore volviendo a sonreír–, no sé si pasaste esta prueba porque
en verdad tienes amor en tu corazón o simplemente por suerte.
–
¿Cómo?
–preguntó Harry sorprendido–, a Cho se la comió el dragón... Yo había tirado la
varita, pero no le llegó así que...
–
Sí, llegó
–contestó Dumbledore–. Allí es donde se encuentra lo interesante.
–
¿Qué?
–
Al parecer tu
futura novia cargaba en su bolsillo una rosa Curn –dijo Dumbledore–, ésta
tiene el poder de atraer a cualquier varita que esté hecha del pelaje de algún
ser que puede volar mágicamente, y la varita que tú le tiraste a Cho estaba
hecha de pelaje de unicornio, por eso fue que la varita la llegó a tocar antes
de que fuera devorada por el dragón... Te acuerdas la primera pregunta de la
Primera Prueba: ¿Qué animal biológicamente no puede volar?: el unicornio es uno
de los pocos seres que puede volar sin necesidad de alas, vuela
mágicamente.
–
Pero entonces
–dijo Harry–, ¿quién le dio la rosa?, y ¿por qué las rosas Curns tienen ese
original poder de atraer las varitas que estén hechas del pelaje de algún animal
que no pueda volar biológicamente?.
–
En cuanto a la
primera pregunta no te la sé responder –dijo Dumbledore–; y en cuanto a la
segunda es porque las rosas Curns están compuestas de un material llamado
Ciolóteno, que actúa como un imán capaz de atraer todo tipo de pelaje de
algún ser que necesite la magia para poder volar. Hay investigadores que usan el
Ciolóteno para buscar animales raros, se dice. Bueno, Harry, creo que es hora de
ver si en verdad pasaste la prueba o no.
–
Hey
–interrumpió Harry mirando su cuerpo–, tengo mi camisa.
–
Sí –contestó
Dumbledore–, te la puse mágicamente cuando yacías en el piso; en las dos últimas
pruebas te has quedado inconsciente una hora en... Harry, esta vez no me van a
poseer, te encerrarán en el cuarto del Oráculo y harán que se cumpla lo que te
deben. Yo te podré escuchar y ver pero tú no me podrás oír, sólo me verás, así
que no podré aconsejarte nada, todo estará bajo tu cuenta.
–
Haré lo que en
verdad sea necesario –dijo Harry con ánimos.
Cuando terminaron de hablar,
una nube de humo encerró a Harry y lo llevó hacia el Oráculo de los Delfos.
En menos de un abrir y
cerrar de ojos, Harry se encontraba en una especie de cápsula en donde
permanecía callada la misma estatua que Harry había visto antes de empezar la
Primera Prueba.
Harry miró hacia la derecha
y vio a través de las paredes transparentes a Dumbledore que lo miraba con los
brazos cruzados y el ceño fruncido.
–
Harry –dijo la
voz del hombre que permanecía pegado en la pared del Oráculo–, creo que
Dumbledore ya te dio la noticia de lo que sucedió en la prueba y tengo que darte
la noticia de que la pasaste. Aunque haya parecido más suerte que amor, la
prueba estaba hecha para que sólo los magos que tuviesen amor en el corazón
pudieran pasarla.
’’Antes que me preguntes qué
sucedió con Cho, te diré que ella, la profesora McGonagall(tu contrincante en la
Segunda Prueba), y Hermione(quien fue la persona a quien tú llamaste para usar
el comodín de llamar a un amigo) se han olvidado completamente de lo que sucedió
cuando tuvieron algún contacto contigo. Pero de todas forma lograste lo que en
verdad querías: Cho se siente ahora más alegre porque piensa que algo le ha
demostrado tu amor hacia ella. No te preocupes, lograste lo que querías.
’’Ahora, Harry, es el
momento de hacerte entrega de tu premio por haber pasado la Tercera Prueba, y,
además te podrás llevar otro por tu gran actuación en la Primera Prueba; pero
acuérdate que fallaste la segunda y por eso se te será descontado uno de tus dos
premios. Tú decidirás cuál.
’’Harry, me dirás cuál es el premio que no quieres que te demos. Elige
entre un deseo, saber toda la verdad de Voldemort y toda la tuya, o aprender en
menos de cinco minutos todos los hechizos mágicos que han existido en la
historia de la magia. Harry, dime cuál de éstos no deseas aceptar.
Harry bajó la cabeza y se puso a pensar un buen rato; luego dijo:
–
Quiero todos a
excepción de aprender todos los hechizos mágicos que han existido en la historia
de la magia en menos de cinco minutos.
Cuando Harry terminó de
hablar miró a Dumbledore que hacía un signo de negación y golpeaba fuertemente
la pared transparente, furioso. Harry no sabía por qué Dumbledore se ponía tan
furioso, hasta que el hombre de del Oráculo habló:
–
¡Qué raro!.
Muchos magos siempre han deseado saber todos los hechizos que han existido en la
historia de la magia, aun han existido hechiceros que sólo vienen acá para pedir
esa petición. Te diré que si estás arrepentido, con el deseo no podrás remediar
el daño.
Harry levantó los hombre
mientras miraba a Dumbledore.
–
Bueno, Harry
–dijo la voz del hombre–, ¿por cuál de las peticiones quieres comenzar?.
–
Empecemos por
saber la historia de Lord Voldemort y la mía –contestó Harry.
–
Lord Voldemort
el famoso mago de todos estos tiempos –dijo la cara–, fue conocido en otras
épocas... por lo menos hace ya unos años, Voldemort era conocido como Rasputín,
un famoso mago que desafió a una familia rusa y murió ahogado... En fin, Lord
Voldemort ha recibido millones de nombres y ha llegado a vivir más de lo que un
mago normal ha podido vivir; y esto no se produce porque él sea inmortal, ni
porque sea poderoso... Cuando estábamos construyendo Hogwarts me di cuenta de
quién era Voldemort(en ese tiempo conocido como Salazar Slytherin), y cuál era
su primer nombre... Harry, el verdadero nombre de Lord Voldemort es Adán, el
primer hombre en el mundo.
Cuando Harry escuchó lo que
dijo la voz, dio dos pasos hacia atrás ya que no daba crédito a sus oídos.
Volteó a mirar a Dumbledore y vio que éste movía la cabeza en forma negativa
porque tampoco creía lo que decía la cara.
–
Ésa es la razón
del por qué Voldemort –siguió diciendo la cara– puede reencarnar en otros seres:
Él ha sido el único que ha podido aprender el hechizo de la reencarnación, y fue
gracias a que Dios se lo enseñó, aun Adán no le quiso enseñar aquel poderoso
conjuro a Eva... Después de que la serpiente los engañó a los dos, fue tanta la
furia que tuvo Adán con Dios por haberlos sacado del paraíso que juró vengarse,
diciendo que él sería el que decidiría el Día del Juicio Final. Él Ha tratado
todas las millones de veces que ha
sido reencarnado de poder realizar su juramento, mas sus intentos han sido en
vano, pero después de tantas insistencias, creo que por fin ha podido realizar
lo que quería, y lo que quiere se va a cumplir hoy.
–
Pero –dijo
Harry–, y esa historia de las rosas Leurm, ¿qué tiene que ver con lo que esté
pasando?.
–
Eva –contestó
la cara– comió de las manzanas que producía el árbol del Bien y el Mal, pero
Adán comió equivocadamente una rosa Leurm que en aquellos tiempos parecía una
simple manzana; esto no se dice en la Biblia al igual que el juramento hecho por
Adán. Las rosas Leurms, en cada etapa de la tierra, evolucionan en otra cosa.
Antes ellas eran llamadas manzanas Leurms. Éstas las producía también el árbol
del Bien y el Mal, pero la diferencia que tenía con las verdaderas manzanas eran
que aquel que las comiera sus poderes iban a ser triplicados la máximo e iba a
poder sentir lo que era la inmortalidad; en conclusión, le iba a dar más poder
que cualquier otro mago existente en el mundo.
’’La serpiente endemoniada llegó a sacar
del paraíso cinco manzanas Leurms y éstas fueron dispersadas de las cuales una
llegó a tus brazos... o debería decir a tus bolsillos.
–
Pero entonces
–dijo Harry–, ¿por qué ustedes dicen que yo soy el Elegido para matar a
Adán?.
–
Porque tú eres
descendiente de Eva –contestó la cara.
Harry le dio una mirada de
miedo a Dumbledore.
–
Ésa es la
respuesta a la pregunta de cómo has podido sobrevivir con una rosa Leurm en tus
entrañas –dijo la cara, iba a seguir hablando pero Harry le interrumpió.
–
Pero si es por
eso –interrumpió Harry furioso–, todos somos descendientes de Eva.
–
La Biblia
oculta demasiadas cosas para mi gusto –dijo la cara con tono pensativo–. Verás,
Dios creó seis parejas de humanos, de las cuales una de ellas, que fue la última
pareja que creó, la puso de origen muggle, es decir, no le dio la capacidad de
hacer magia. Ellos una vez vieron que Adán y Eva habían comido del árbol del
Bien y el Mal, se marcharon hacia otras tierras y formaron todo lo que hoy es el
mundo muggle. La otra pareja hizo lo mismo y de ella se formó todo lo que es el
mundo mágico; de esa separación que tuvo la pareja que formó el mundo muggle de
la pareja que formó el mundo mágico, es que así el planeta se dividió en magos y
en muggles; todos decimos que somos de la misma descendencia, mas eso es
mentira. Pero en cuanto a Adán y Eva, la Biblia dice que llegaron a tener a Caín
y a Abel como hijos, pero eso es también una mentira; todas las descendencias de
Adán y Eva fueron tomadas por las parejas muggles: Tarín y Caní, es decir, que
la verdadera descendencia de Tarín y Caní fue toda la descendencia que los miles
escritores de la Biblia dijeron que tuvo Adán y Eva.
’’La verdadera historia que
tuvo Adán y Eva fue la siguiente: Una vez que Dios los expulsó del paraíso, Adán
siguió a la serpiente y de allí ya no se sabe más de él, ni siquiera se sabe la
fecha de su muerte(es mentira lo que dice la Biblia sobre la edad que tuvo Adán
cuando murió); en cuanto a Eva, ella empezó a vagar por el mundo, aun se llegó a
olvidar de Dios, y después de un largo tiempo conoció a Caín, el primer hijo de
Tarín y Caní que también fue desterrado de la gracia de Yavé por haber matado a
su hermano Abel. En la Biblia no se dice el nombre de la mujer con quien Caín
tuvo relaciones, pues los escritores de la Biblia no pudieron inventar otro
nombre que sustituyera al de Eva. Después de un largo tiempo Caín por fin se dio
cuenta de que su mujer era Eva, la primera mujer creada por Yavé; Eva le contó
todo lo que le había pasado con Adán, Caín sintió rabia por lo que habían hecho
con su mujer, y realizó un conjuro que consistía en que uno de sus descendientes
sería capaz de comer una manzana Leurm y podría llegar a tener las mismas
habilidades que Adán. Por eso, Harry Potter, tú vienes de esa descendencia, y
después de tantos milenios sin esperanza, ha llegado el Elegido, el que será
capaz de imitar a quien fue el primero. Tú has podido sobrevivir por 27 años con
una roza Leurm en tus entrañas, tú, Harry Potter, eres el Elegido.
Harry tragó saliva y volvió a mirar a Dumbledore que ponía una cara de
asombro mezclado con miedo.
–
Ahora –dijo
Harry–, quisiera que me concediera mi segunda petición: quiero que me cumpla un
deseo.
–
Dime lo que
deseas y te lo cumpliré –dijo la cara.
–
Deseo –contestó
Harry con miedo– que resucites a mi amigo Ron.
Tanta fue la rabia que
apoderó a Dumbledore por la decisión de Harry, que los golpes que daba a la
pared transparente se podían escuchar con bastante firmeza.
–
Entonces, pues
–dijo la cara–, que se cumpla tu decisión.
–
¡Oh!,¡ por
Dios! –dijo Ron sentándose de un salto del piso en donde estaba acostado–. ¿Qué ha sucedido?, ¿qué ocurrió?, ¿señora
Pomfrey qué hace usted aquí? –gritó
–
¡Por Dios, Ron!
–contestó sorprendida la señora Pomfrey–, has resucitado.
–
¿Qué?.
En ese momento llegó Cho y
Hermione que al parecer habían escuchado los gritos que había hecho Ron.
–
¡Ron! –dijo
Hermione, que al verlo fue directamente a darle un abrazo.
–
¿Ron? –preguntó
Cho sorprendida–. Señora Pomfrey , apenas son las tres y quince de la noche, ¿es
que acaso pudo repararle todos los huesos en menos de seis horas?.
–
¡No! –respondió
la enfermera–. Algo hizo que este muchacho resucitara mágicamente. No me vean
que yo no sé qué fue lo que lo ocasionó.
–
Pero –dijo
Ron–, lo único que recuerdo fue que me caí y desde allí ya no...
–
Espero que
nadie haya cometido un error –dijo Hermione mientras empezaba a explicarle a su
esposo lo que había sucedido.
–
Harry –dijo la
cara–, tu deseo ya se ha cumplido.
–
Menos mal
–contestó Harry al momento que miraba a Dumbledore que seguía golpeando la
pared.
–
El Elegido
–siguió diciendo la cara–, debe cumplir lo que dice la profecía, tú, Harry
Potter, debes matar a Adán.
Cuando Harry terminó de
escuchar lo que decía la cara, tomó la rosa Leurm de su bolsillo y con un rápido
movimiento se la comió; la masticó un poco pero casi toda la rosa llegó completa
al estómago de Harry. Dumbledore ahora no lo miraba con odio sino con
asombro.
–
Las Tres
Pruebas te han enseñado, Harry, más de lo que sabías en un principio... y través
de ellas hemos podido asegurar que en verdad, Harry, tú eres el Elegido. Por eso
fue que Dumbledore te envió hacia acá: para comprobarlo, además que nosotros se
lo ordenamos...
’’Al haber comido esa rosa,
Harry –siguió diciendo la cara–, has hecho que tus hechizos se tripliquen en
cuanto a su poder, y has podido alcanzar una resistencia a la magia insuperable.
Tú y Voldemort, en estos instantes son los magos más poderosos que han existido
en la faz de la tierra. Son los únicos que han podido llegar a tener un poder
posiblemente comparado con los dioses; por eso será también que tú lucharás solo
contra el Mal, Dumbledore ni nadie te acompañará para ayudar a destruirlo. Estás
totalmente listo para cumplir la profecía. Te transportaremos hacia donde está
Adán, tu enemigo.
El cuarto se oscureció completamente y en menos de un abrir y cerrar de ojos, Harry estaba en un lugar que nunca había visto.
13
La Batalla Final
Harry no sabía exactamente
el lugar en donde estaba: parecía que se encontraba en una especie de sótano con
millones de lanzas tiradas en el suelo. Caminó hacia delante con mucho cuidado y
cruzó hacia a la derecha, cuando miró lo que allí se ocultaba, ahogó un
grito...
Había una cobra gigantesca, que tenía dos
enormes manos en donde sujetaba cada una lo que parecía un varita. Al lado de la
serpiente estaba Peter Pettigrew.
–
Amo – le dijo
Peter a la serpiente–, todo está listo para que las criaturas que esconde el
Edén, salgan de su hogar a destruir este despreciado mundo. Sólo falta que
asegure las lanzas para que éstas puedan ser lanzadas hacia la tierra en forma
meteoros. Además, señor, tengo que decirle que no pude recuperar el Libro de los
Siete Sellos; es una lástima ya que cada sello que usted sacara del libro, haría
que se creara del infinito algún catástrofe, para que así fuera más fácil la
destrucción de no sólo el mundo muggles, sino también del mundo mágico. ¡Qué
lastima!.
–
¡Quédate
quieto, Adán! –gritó Harry. Voldemort (Harry se dio cuenta que Voldemort era
aquella serpiente y que sería un animal su verdadero enemigo) y Peter se
voltearon a ver quién les gritaba–. Yo, Harry Potter, no permitiré que destruyas
mi mundo.
–
¡Señor! –dijo
Peter alterado–. ¿Usted es –tragó saliva–... Adán?.
–
¡Esto no es
problema tuyo! –contestó Voldemort–. Así que no te entrometas. Ve a asegurar las
lanzas. ¡LÁRGATE DE AQUÍ!.
Peter quedó asustado y
desapareció bajo una nube.
–
Oh, Harry
Potter –dijo Voldemort con una voz que parecía a una serpiente–, ¿es que acaso
pudiste superar las Tres Pruebas, descendiente de Eva?, si las pudiste pasar es
porque en verdad hay en tu sangre alguien que me debió pertenecer y ser mía...
Tantos años luchando y por fin me doy cuenta que mi enemigo más poderoso es
justamente hijo de aquel que pudo buscar una solución para matarme: él hizo que
tú pudieras comer una manzana Leurm
y que pudieras ser comparado con mi poder... Harry Potter, desde ahora eres la
única solución para salvar este mundo; si mueres, verás que repentinamente suben
millones de almas al lugar a donde tú irás; y así podré utilizar este mundo para
que mi amo, la Serpiente, pueda crear sus propias criaturas y gobierne este
mundo con mano dura. Yo seré su mano derecha y tú no permitirás que se me cumpla
ese deseo... Entonces, ¡que dé comienzo la Batalla Final!.
Voldemort lanzó un sonido
gutural parecido bastante a la de una serpiente(ya que eso era), y empezó a
mirar a Harry con sus furtivos ojos. Harry sacó la varita y gritó:
¡Experllianus!. Voldemort unió rápidamente las dos varitas que tenía en
las manos e hizo que la chispa que había salido de la varita de Harry, se
destruyera. Voldemort volvió a
emitir otro sonido gutural. Harry convirtió su varita en una espada y comenzó a
lanzarse ferozmente hacia la bestia, pero cuando iba a dar su primer golpe hacia
la serpiente, ésta desapareció repentinamente.
–
¿Dónde estás,
Adán? –preguntó Harry con un tono en donde se podía deducir rápidamente que
sentía miedo.
Harry volteó y no miró a
Voldemort. Observó hacia los lados y no se veía ninguna silueta que indicaba el
lugar donde estaba Voldemort. Sintió que una fría mano se posaba en su hombro:
Voldemort estada detrás de él.
Harry quedó paralizado como
una estatua, y bajó su varita en forma de espada.
–
Tranquilo,
Harry –dijo la voz de serpiente–, no estoy en donde tú crees.
Harry levantó la espada y
con todo su miedo convertido en valentía, se volteó rápidamente y lanzó su arma
hacia el enemigo, pero se dio cuenta que atrás de él no había nada.
Tom, tom. Eran sonidos que comenzó a
escuchar Harry, él no sabía con certeza si aquellos sonidos era producidos por
Voldemort o simplemente eran los latidos de su corazón que sonaban producidos
por el enorme miedo que sentía en aquellos instantes...
Tom, tom. Parecía una especie de
golpe que retumbaba en una pared. Harry comenzó a palmar su pecho pero se dio
cuenta de que aquel sonido no era producido por los latidos de su corazón.
Harry volvió a voltearse y
miró una silueta que tenía forma de una serpiente; volvió a transformar
rápidamente su espada en una varita, apuntó a la silueta y gritó: ¡Rayius
Podeirus!. Un centello de color rojo salió de la varita y se dirigió
directamente hacia la silueta; cuando llegó a su objetivo se formó una explosión
que logró abrir la dura pared, pero no llegó a matar a Voldemort.
Harry sintió curiosidad por
saber dónde estaba cuando vio el hueco que había hecho la explosión de su
hechizo. Caminó hacia allá y vio un cielo oscuro iluminado por estrellas que
indicaban que era de noche; bajó la mirada y observó un montón de casas y
edificios. Harry pensó que estaba en algún país muggle. Bajó la cabeza
completamente y vio un inmenso reloj que movía fuertemente sus agujas: Harry se
dio cuenta rápidamente que estaba en la cima de la Torre del Reloj, en
Londres.
–
¡No puedo creer
que hayas establecido tu centro de destrucción en un monumento turístico! –gritó
Harry hacia el cielo.
De repente él sintió un
empujón desde atrás que lo tiró fuertemente hacia fuera del hueco: y una vez
más, Harry comenzó a caer.
Iba cayendo dirigido hacia
el duro suelo, hasta que el temor le dio una idea: rápidamente elevó su varita y
gritó: ¡Cuerdius!.Una soga salió de la punta de la varita y se ató
ágilmente en la aguja más larga del reloj. Harry comenzó a subir lentamente
hacia la aguja.
Cuando llegó a la aguja,
volteó la mirada hacia el hueco y vio a Voldemort con el cuerpo de serpiente,
haciendo sonidos guturales. Harry deseó que Voldemort no lo viera pero su
petición no se hizo realidad: Voldemort volteó la mirada hacia Harry, levantó
sus dos varitas, las unió y gritó con todas sus fuerzas:
¡Destructionesmond!. Y de las dos varitas unidas salió un centello que
iluminó todo el cielo oscuro como si fueran fuegos artificiales empleados en fin
de año. Harry lanzó rápidamente otra soga hacia la aguja más pequeña impidiendo
que el centello lo tocase; tanto fue el poder de éste que destruyó la aguja
haciendo que una mitad de ésta cayera al suelo tan rápido como una gota de agua;
cuando se desplomó en el suelo, un ruido estruendoso parecido al sonido que
produce una bomba atómica reinó entre la tierra. Harry miró a Voldemort que
ahora se preparaba para lanzar otro rayo...
Harry ya no tenía esperanza.
Hubiera deseado que el reloj se pareciera al de los Weasley con millones de
agujas, pero éste no tenía sino dos agujas. Miró hacia todas partes buscando una
solución hasta que rápidamente encontró lo que buscaba: había una calle bastante
estrecha que sobresalía de la parte inferior del reloj; Harry lanzó de nueva una
soga y pudo salir de la aguja antes que el rayo lo alcanzara, ésta cayó en suelo
y produjo el mismo sonido que la otra.
Harry miró hacia abajo y notó que ahora millones de espectadores
observaban lo que él hacía. Volvió a subir la mirada y vio que Voldemort no se
arrastraba bajando hacia el reloj, sino que bajaba hacia él porque le habían
salido dos enormes en su parte inferior; ahora era tan grande que parecía King
Kong cuando había subido hacia el edificio.
Voldemort sujetó sus dos extremidades inferiores hacia el reloj y dejó
caer todo su cuerpo libremente, haciendo que éste se pegara bruscamente hacia la
Torre; Voldemort retorció totalmente la cadera mirando la estrecha calle en
donde estaba Harry, levantó su enorme mano y se preparó para golpearlo... Harry
sacó su varita pero su miedo le dijo que ya no había tiempo para realizar un
hechizo, así que cerró los ojos... De pronto escuchó un fuerte ruido, parecía
que era el sonido de alguna explosión, abrió los ojos y vio que Voldemort ya no
estaba tratando de matarlo, ahora Voldemort lanzaba hechizos a objetos que Harry
no pudo distinguir, hasta que una voz de mujer habló a través de una especie de
micrófono y le aclaró las dudas.
–
En nombre de la
línea aérea de Londres –dijo la dulce voz–, le ordenamos a aquella persona que
esté detrás de todo esto que salga con las manos en alto.
Los refuerzos aéreos de
Londres habían venido a “rescatar” a Harry, aunque a él le pareció más
casualidad. Aprovechando la oportunidad, Harry lanzó otra soga hacia el hueco y
se ocultó para que ninguna fuerza aérea lo pudiese ver.
Después de que Harry escuchó
millones de disparos y bombas que desprendían las armas muggles, y explosiones
que causaban los hechizos que lanzaba Voldemort hacia sus nuevos enemigos, por
fin Harry escuchó de nuevo la paz; todo era tranquilo hasta que Harry vio que
surgía del hueco una figura de un hombre que era totalmente calvo, en su mirada
no se reflejaba amor y su cara era totalmente blanca, su aspecto demostraba que
no era ni viejo ni joven; tenía puesto unas mantas negras. La criatura(pues
aquello no era un hombre) dio varios pasos hacia delante, hizo aparecer una
varita mágicamente en su mano, dijo unas palabras en voz baja y la pared acomodó
su deformidad en menos de un santiamén.
–
Quiero que los
malditos descendientes de Turín no se metan en esto –dijo aquella criatura con
una voz fría y grave.
Era Voldemort.
Harry sacó de nuevo su varita y la transformó en una espada. Voldemort
también transformó su varita en una espada. Desde allí los dos comenzaron a
luchar.
Harry admitió que la rosa comenzaba a manifestar sus efectos, ya que
esgrimía bastante bien su arma.
Los clin clan que producían los choques de las espadas comenzaron
a sonar más fuerte y más a menudo que antes. Voldemort casi siempre usaba su
arma para atacar a su contrincante, pero nunca pudo penetrar la espada en la
carne de su enemigo porque Harry sabía perfectamente esgrimir y hacía unas
defensas impresionantes.
Cuando por fin Harry decidió comenzar a atacar, levantó su espada y
rápidamente la lanzó contra Voldemort, pero ésta falló el repentino ataque ya
que Adán había desaparecido.
Harry se sintió furioso. Se volteó de nuevo mirando hacia el lugar por
donde había entrado, y comenzó a esperar, con la espada lista para dar su último
movimiento.
Ya habían pasado cinco minutos (lo que a Harry le pareció una eternidad)
desde que Voldemort había desaparecido. Tanta fue su desesperación que
gritó:
–
¡Adán, sal de
una –pero no pudo terminar la frase ya que una luz había comenzado a iluminar
todo el lugar, tanto era el destello que Harry cerró los ojos ; una fuerza lo
empujó e hizo que Harry se cayera.
Cuando sintió el dolor por
haber caído al piso, abrió los ojos rápidamente y vio a Voldemort que sujetaba
la espada con las dos manos y la tenía puesta con la punta hacia abajo en
sentido vertical, listo para matarlo. Pero Harry no se movió.
El miedo se había apoderado
de él y no lo dejaba moverse. Esta vez sintió que ya no tenía esperanza. Vio que
Voldemort bajaba la arma para matarlo...
La bajaba rápidamente pero
algo repentino hizo que la tirara: al parecer algo le había clavado por
detrás...
Voldemort lanzó un grito de
desesperación y odio. Harry no sabía qué era lo que a él le había sucedido, ya
que el hueco estaba cerrado y las fuerzas aéreas no habían podido entrar; además
que si Voldemort pudo sobrevivir a una bomba lanzada por los muggles, entonces
podía sobrevivir a otras armas que ellos poseían. ¿Qué era lo que lo había
golpeado?.
Voldemort volteó todo su
cuerpo y lanzó un grito que no significaba odio, significaba interrogación.
Harry miró entre las piernas
abiertas de Voldemort y observó a una persona bajita: Era Peter Pettigrew.
–
¿Por qué
hiciste eso? –bramó Voldemort con desesperación.
–
Porque yo soy
el verdadero descendiente de Eva, por eso Harry no es tu enemigo –contestó
Peter
–
¿Qué? –preguntó
Voldemort aterrado–, mi sirviente es mi enemigo.
La sangre de Voldemort
comenzaba a chorrear por el piso: le quedaba podo tiempo para morir, pero Harry
estaba seguro de que haría lo que fuera para saber la verdad. Siguió escuchando
lo que decía Peter.
–
¿Es que acaso,
amo, nunca te has preguntado cómo Griffindor consiguió saber quién eres en
realidad? –preguntó Peter.
–
¡Cuéntamelo
todo maldito traidor! –gritó Voldemort.
–
Verás –dijo
Peter–, amo, yo llevo viviendo ya casi 3000 años y fue porque llegué a
encontrarme una rosa Leurm por la calle ahí tirada, así que me la comí cuando
apenas tenía 28 años. Nadie supo eso porque yo era un simple vagabundo que
andaba vagueando por todas partes. Me di cuenta que pasaron los años y no podía
envejecer, así que decidí investigar qué era lo que me hacía vivir más. Nadie
siguió sin saber mi secreto. Hasta que un día el mismísimo espíritu de Caín me
contó todo lo que yo era; me contó además todas las transformaciones que tú ibas
a tener y todos los enemigos que también te iban torturar por toda las
transformaciones que irías a poseer hasta el Fin de los Tiempos. ¿Cómo él lo
sabía?: no lo sé, pero pensé que Dios se las había dicho. Cuando me enteré de
que yo era el heredero de Caín, decidí ponerme a trabajar, y por 1000 años
estuve ideando todas tus transformaciones hasta que por fin decidí cuál sería la
mejor opción para eliminarte. ¿Por qué no te quise matar en aquellos instantes?,
por el simple hecho que sabía que aunque yo tenía un rosa Leurm en mi estómago,
no podía matar a un mago que tenía más de 100 mil años de vida. Hasta que hace
más o menos mil años, empecé a producir mi primera parte del plan.
’’Un día visité a Griffindor
y le conté todo lo que tú eras y parte de la verdad, él no me creyó así que me
preguntó cómo había obtenido esa información, desaparecí enfrente de él. Pasó un
largo tiempo sin creer ninguna palabra de lo que yo le había dicho, hasta que un
día te pilló haciendo hechizos no permitidos. En ese momento se dio cuenta que
era verdad lo que yo le había dicho, se lo contó a sus amigos “fieles” y te
sacaron de su grupo.
’’Hubo algo que hizo que los
tres magos no pudieran construir el Oráculo de los Delfos, ese problema me trajo
muchas desilusiones a mi plan, así que un día se me ocurrió una idea: me
transformé en Salazar Slytherin y me puse a pelear contra los tres magos; perdí
apropósito pero les dejé la profecía de que algún día volverías cuando se
realizara la boda de un muchacho llamado Harry Potter.
’’Después de que escucharon
esto, rápidamente se pusieron a trabajar en algo para prevenir la desgracia. Yo
diseñé el Oráculo de los Delfos de tal manera que ellos lo hicieran y que más
tarde fuera utilizado en la cuarta parte de mi plan. Así, pues, entré en el
castillo y dejé los planos en una mesa de la biblioteca; Ravenclaw los encontró
y sin pensar en cómo había llegado ese papel allí, se pusieron a trabajar en mi
diseño.
La sangre de Voldemort
brotaba ferozmente hacia el suelo, pero no le hacía caso, quería conocer la
verdad al igual que Harry.
–
Después de esto
–siguió diciendo Peter–, comenzó la segunda parte de mi plan(y es aquí en donde
viene lo más interesante). Yo sabía que Harry iba a ser mi “sustituto” en cuanto
a lo del heredero de Eva, así que tenía que conocer a los padres de mi ayudante.
Hice un conjuro para que pudiera reducir mi edad, y así, pues, pude conocer a
los padres de Harry, un 1º de septiembre en la estación de King Cross’s. Me hice
amigo de ellos porque sabía perfectamente que de Lily y James saldría mi
sustituto.
’’La segunda parte de mi
plan, concluyó cuando le entregué una rosa Leurm a Lily como regalo de su boda
con James. Pasaron los años y tuvieron a Harry (yo ya era su ayudante cuando
Lily tuvo al niño)... y entonces un día sucedió lo que te hizo famoso: tu madre
te protegió para matar a Voldemort, se dice, pero es pura mentira. Lo que en
verdad sucedió es que como tú sabes, Harry, llegué a contaminar a Voldemort con
ideas para que él matase a tu padre; lo siento de verdad pero tenía que cumplir
la profecía como fuera posible.. Bueno, y por fin un día hice que usted, amo,
cediera; pero el hecho que en verdad ocurrió fue el siguiente: Lily y James
caminaban por un callejón, escucharon unos ruidos y se fueron directamente a ver
qué sucedía; James se fue con Lily y Harry hacia el lugar de donde provino el
sonido. Hubo una luz totalmente cegadora, allí fue cuando yo actué en forma
invisible: rápidamente saqué la rosa Leurm del bolsillo de tu mamá mientras ella
te dejaba en el suelo para defender a su esposo(una verdadera madre nunca deja a
su hijo, por eso fue que tuve que controlarla para que fuera a defender a
James), hice un conjuro antiguo para hacer que las rosas Leurms no te hicieran
daño y te di de comer unos cuantos pétalos; ese proceso me llevó mucho tiempo,
cuando me faltaba poco tiempo me ocurrió un problema: había perdido el control
total sobre Lily, ella venía hacia ti, Harry, huyendo del poder de Voldemort, no
podía volverla a controlar porque ya no quedaba tiempo: faltaba poco para usted
lanzara la última maldición para hacer que ella muriera, ella te cubrió con sus
brazos y te protegió. James ya yacía en el piso, muerto. Usted lanzó la
maldición y mató a la mamá de Harry, hice que el conjuro rebotara en usted pero
sabía que iba a sobrevivir. Y así me fue fácil protegerte, fui yo quien
le salvó la vida, eso fue fácil, pero el problema estaba en cómo haría para que
todo se pareciera realidad, con que tú mamá te abrazara, eso no podía explicar
cómo sobreviviste sin ningún rasguño a una maldición tan poderosa, así que hice
un conjuro y te formé una cicatriz en la frente, la famosa cicatriz que te hizo
famoso, Harry, no la hizo Voldemort, la hice yo. Pensé que los magos darían
alguna excusa sobre eso, y me fui un poco aliviado. Me quité el conjuro de
invisibilidad y no sé los hechos que sucedieron, lo único que sé es que tuve que
hacer algo para mantener la verdad sobre tu cicatriz, así que me transformé en
rata y me dirigí hacia una casa cualquiera, me encontró un muchacho y a través
de mi magia, hice que el muchacho que me encontró llegara a tener un contacto
contigo. En cuanto a la cicatriz, hice un conjuro que consistía en que cada vez
que Voldemort estuviera cerca de ti, Harry, la cicatriz te comenzara a producir
dolor, pero el problema era que no me acordaba muy bien del hechizo, así que
tuve que hacerlo “manualmente”, es decir, que cada vez que supiera que Voldemort
estaba cerca de ti, en ese momento sería cuando yo tendría que ejecutar de nuevo
el hechizo. Si no me crees, Harry, tócate la cicatriz con la varita y pronuncia
la palabra: Desesius.
Harry iba a transforma su
espada en varita pero Voldemort se apresuró: se volteó hacia donde estaba Harry
y le tocó la cicatriz con la varita pronunciando la palabra que Peter le había
indicado. Cuando Voldemort guardó de nuevo la varita, Harry palmó su frente y
sintió que su cicatriz ya no permanecía allí. Voldemort ahogó un ruido y se
volteó hacia Peter.
–
Esa cicatriz
–siguió diciendo Peter– me causó muchos problemas ya que tenía que activarla
cuando usted estuviese cerca, si te das cuenta, Harry, la cicatriz no te produjo
dolor cuando viste a Voldemort en la fiesta, o cuando te caíste en aquel ataúd,
en donde aprovechamos para poseer a Ron y así nos fuese más fácil entrar en la
fiesta. Voldemort no te tocó por el simple hecho de que yo no se lo permití
–Voldemort miraba con más furia a Peter–. Mi tercera parte del plan comenzó
desde le entregué la rosa Leurm a tu madre, hasta el día de tu boda; ésta fue la
parte más difícil del plan, ya que tus 7 años en Hogwarts tenía que protegerte
de mi amo, por el simple hecho que él pensaba que tú lo habías matado,
cuando en verdad lo que sucedió fue que yo había hecho un conjuro
rebotadizo en Harry, para que así la maldición saltara en usted. No fue él quien
casi lo mata, fui yo... Y la cuarta parte del plan ha sido todo esto:
desde la posesión de Ron, la aparición de todas las criaturas en el salón de
Hogsmeade... en fin, todas esas cosas que yo ya las había predicho. Bueno,
supongo que ésa es toda la historia.
–
¡Maldito seas!
–dijo Voldemort que ahora su sangre ya estaba esparcida en todo el suelo–, eres
una rata en verdad, ¡imbécil!, te mataré.
Voldemort se lanzó hacia
Peter, transformó rápidamente su varita en espada, pero cayó en el suelo, a los
pies de Peter.
–
Te veré en el
infier... fierno –bramó Voldemort, que ahora su cuerpo comenzaba a desvanecerse
junto con su sangre. Una nube roja lo rodeó, pero sucedió algo sorprendente:
Voldemort no quería morir, ni quería que se lo llevara la nube, así que pataleó
con todas sus fuerzas en el suelo y gritó–: ¡Serpiente mi misión no se ha
acabado!, ¡DÉJAME AQUÍ! –pero sus intentos fueron inválidos y la nube abrió un
hueco inmenso en la tierra. Harry usó su varita para recuperar su fuerzas y se
levantó rápidamente, se paró en uno de los extremos del cuarto porque el hueco
que surgía del suelo se abría ocupando más espacio. Voldemort que yacía en el
suelo a los pies de Peter, seguía pataleando produciendo además sonidos
guturales. Cuando el hueco se abrió ya bastante, Harry estaba de puntillas en un
extremo del cuarto evitando caerse en la entrada del Infierno: miró hacia abajo
y vio el hueco: era bastante profundo y de éste salía pequeñas chispas de fuego,
en su interior se veían las almas que gritaban por el dolor producido por las
llamas que nunca se apagan. Después de una larga visión de almas torturadas,
comenzó a surgir de las llamas del Infierno, una enorme mano que se levantaba
hacia las profundidades de la superficie, hasta que por fin ya había salido
desde las llamas que nunca se apagan; la mano era totalmente roja y se le veían
las articulaciones rotas y descompuestas, ésta se colocó totalmente en posición
vertical, luego dobló la muñeca y agarró a Voldemort desde los pies. Voldemort
seguía gritando fuertemente, después la enorme mano tumbó a Adán hacia las
profundidades, y rápidamente bajó ésta también. Después se cerró el hueco.
Cuando por fin ya no había
hueco, Harry decidió ir hacia donde estaba Peter, y hacerle más preguntas que
tenía en mente. Cuando llegó vio que éste poseía una cara totalmente funesta.
Harry le comenzó a hablar, pero Peter lo interrumpió diciendo:
–
No puedo seguir
viviendo, tengo que suicidarme, es la única forma de dejar este mundo
horroroso.
–
Pero entonces
–dijo Harry– eso significa que yo también tendré que suicidarme...
–
¡No! –le
interrumpió Peter–, se me olvidó decirle a nuestro enemigo que tú no posees una
verdadera rosa Leurm, lo que te comiste fue una rosa Sinr, eso fue lo que le
vendí a aquel muchacho para que te lo entregara, es parecida a las Leurms, con
la diferencia que las Sinrs no alcanzan la inmortalidad. No te suicides, amigo o
debería decir enemigo... ¡Oh!, ya va –Peter sacó de su bolsillo una varita y se
la entregó a Harry–. Creo que esto te pertenece... Pero en fin, vivirás lo que
tu cuerpo quiere que vivas.
De repente se escucharon
unos pasos.
–
¡Oh, no! –dijo
Peter–, los muggles rompieron la protección que había puesto en la entrada.
Bueno, Harry, hasta luego –Peter hizo que una lanza viniera hacia su mano, luego
se la clavó en el estómago e inmediatamente su cuerpo desapareció sin dejar
rastro alguno. Harry se apuntó a sí mismo y pronució en voz baja:
Desmayius, su cuerpo cayó nuevamente al suelo, sin energía, y guardó la
varita rápidamente en un bolsillo del pantalón... Lo último que llegó a ver
Harry fueron millones de pies que lo rodeaban, después no recordó más.
–
Dejen al
paciente tranquilo –dijo una voz de mujer que Harry no reconocía–. Al parecer se
encuentra en coma, por favor, señores, más tarde le diremos a la prenso qué
sucedió, por los momentos déjenos tranquilo.
Harry volvió a cerrar los
ojos.
Después sintió que algo
comenzó a moverse y que luego él también se movía: se dio cuenta de que debía
estar en un carro; iban a investigarlo policías muggles y seguro le harían
muchas preguntas, pero Harry volvió a quedar dormido sin importarle lo que le
harían los muggles. Hasta que se oyó la misma voz de mujer.
–
Todo esto es
increíble, Larry, imagínate –dijo la voz de mujer–, un hombre que se transforma
en serpiente y camina por toda la Torre del Reloj, además de que destruye sus
agujas, diez helicópteros militares y aún así este hombre pudo matarlo...
Cuando la mujer terminó de
decir la palabra matarlo, se acordó completamente de todo lo que había sucedido
con Voldemort y Peter; y pensó que el verdadero héroe de todo esto era
justamente el acompañante de Voldemort, él había sido el que lo había matado,
pero se suicidó... Harry era él único que sabía aquello y decidió contar toda la
verdad sobre Peter, pero hubo algo que lo hizo cambiar de opinión: se puso a
recordar nuevamente todo lo que había sufrido en los siete años de Hogwarts;
recordó también la muerte de sus padres... Él había sufrido demasiado toda su
vida para cumplir una simple profecía, él era el que había sido elegido por
Peter para cumplir un deber... Peter había tenido razón cuando decía que él fue
el que mató a sus padres, no Voldemort... Además que Harry hubiese preferido
tener una vida normal que haber sido el Elegido y sufrir todo lo que había
sufrido en Hogwarts. Harry se imaginó cómo hubiesen pasado los años en Hogwarts
si Peter no lo hubiese aceptado como su “ayudante” como así lo llamaba; se
imaginó cómo sería tener padres, no haber vivido con los Dursley y ser un gran
mago. También trató de verle lo positivo a todo aquello de ser el Elegido,
gracias a la decisión de Peter, Harry había podido aprender una verdad que había
estado oculta por toda la existencia(algo realmente bueno, aunque ustedes no lo
crean), a lo mejor no hubiese conocido a Ron y a Hermione, a lo mejor no se
hubiera casado con Cho... Después de un mundo de pensamientos, Harry tomó la
decisión finalmente que él debería llevarse toda la fama por ser la persona
quien más sufrió, y juró que algún día daría honor al NOMBRE de Peter, pero sin
que nadie se diese cuenta.
–
¡Oh, por Dios!
–dijo la mujer que ahora Harry la veía claramente. Era una mujer catira de ojos
azules, que sin duda alguna era la mujer más hermosa que Harry hubiese visto–.
Señor, perdone si mi comunicación lo ha despertado... Venga, tengo que quitarle
la camisa, es mi deber saber si usted ha sufrido alguna herida en el tórax u
otra parte del cuerpo.
–
De... de
acuerdo –dijo Harry sin pensar en lo que decía.
La enfermera agarró una
tijera y le cortó la camisa por el
centro, después comenzó a usar materiales que Harry no conocía, para examinar su
cuerpo.
–
A ver –dijo la
mujer–, dígame qué sucedió.
–
Bueno –contestó
Harry sin pensar en lo que decía–... Bueno, la serpiente con cuatro patas se
transformo en persona y después agarré un cuchillo y...
–
¿Lo mató?.
–
Eh, eh –dijo
Harry sin acordarse de lo que había dicho anteriormente. Estaba totalmente
hipnotizado contemplando la belleza de la enfermera–. Sí.
–
¿Y sin sufrir
ningún rasguño? –preguntó una voz desde más atrás, parecía que era el conductor
pero Harry no respondió la incógnita que él le formulaba.
–
Oiga –dijo la
enfermera–, tiene el cuerpo más poderoso que he visto en mi vida... Mi nombre es
Katty Pernol, llámeme Katty, es un placer conocerlo.
–
Para mí también
es un placer –dijo Harry–, y no sabe cuánto... Mi nombre es... es..., creo que
se me olvidó.
–
Creo que sí
llegó a sucederle algo –dijo la enfermera.
Su nombre no quiso decirlo
por miedo.
Después el carro se detuvo.
La enfermera abrió las puertas y sacó a Harry en una camilla.
Harry ahora sí le preocupaba
lo que haría en estos momentos; los muggles seguramente lo interrogarían, así
que tenía que estar preparado, hasta que una voz le salvó la vida.
–
Harry Potter,
¡qué haces con esa mujer a tu lado!
Era Ron.
Harry sacó su varita y la usó para recuperar sus fuerzas. Se levantó de
la camilla y miró hacia el cielo, y notó que venían cuatro escobas en su
búsqueda.
La enfermera y el chofer no dijeron nada, se echaron hacia atrás
asustados.
En las escobas venían
Hermione, Ron y Cho, pero en la cuarta escoba no había nadie. Harry supuso que
aquélla la usaría para salir del mundo muggle.
–
¡Por Dios!,
Harry –dijo Cho al momento que dejaba caer su escoba –, creíamos que ya habías
muerto.
Cho fue directamente a
abrazarlo. Hermione y Ron se quedaron atrás.
–
Bueno, todo fue
una confusión y –dijo Harry– entonces...
–
No importa
–contestó Ron que le traía la cuarta escoba vacía. Harry la montó–. Explícanos
todo cuando ya estemos en el cielo... y en cuanto a los muggles –Ron miró a la
enfermera y al chofer que se escondían entre las sombras. Sacó la varita y la
apuntó en dirección hacia ellos, y dijo–: ¡Olviditititis! –de la varita
de Ron salió una chispa que hizo que les cerrara los ojos a los muglles–.
Vámonos, cuando abran los ojos, no sólo ellos sino todos los muggles que vieron
el hecho olvidarán lo que sucedió.
Todos se subieron en sus
escobas y volaron hacia el cielo; mientras volaban comenzaron a surgir las
preguntas.
–
¿Cómo supieron
que yo estaba aquí? –preguntó Harry.
–
Porque
Dumbledore nos avisó –contestó Ron–; él nos dijo que te habían aprisionado.
Dumbledore también fue encarcelado, pero al parecer él nos dijo que eran
extraterrestres buenos, que sabían que tú eras el que más había luchado contra
Quién-tú-sabes, entonces te mandaron a destruirlo. Si más recuerdo, Dumbledore
nos dijo que los extraterrestres también habían sufrido daños en su planeta por
causa de él.
–
Ah –suspiró
Harry con alivio–... Sí, los extraterres tenían problemas porque los hechizos de
Volde –Harry notó que sus compañeros ahogaban un grito–... de Quién-tú-sabes
ocasionaban problemas biológicos en la atmósfera de su planeta... Por favor,
amigos, creo que es hora de que vayamos llamando las cosas por su nombre,
además, Voldemort ya murió.
Todos se llenaron de
felicidad.
–
¿Y cómo lo
mataste?, pero Harry, es acaso impresión mía, o tú ya no tienes la cicatriz
–preguntó de nuevo Ron, cuando todos se acercaron hacia Harry para ver el
maravilloso milagro.
Desde ese momento(o mejor
dicho un poco antes), fue que comenzaron las mentiras de Harry. Harry nunca le
contó a sus amigos la verdadera historia, los únicos que la sabían era Harry y
Dumbledore, que justamente cuando llegaron al salón de Hogsmeade(ya destruido
por todos las criaturas hechas por Voldemort), Harry le contó todo lo que había
sucedido.
Después de todo lo ocurrido,
Harry renunció a su trabajo como auror, para así poder casarse con Cho y
ocuparse de ella. Fue nombrado como mejor mago del milenio por haber matado a un
hechicero que había sido todo un “fastidio”(como muchos ahora llamaban a
Voldemort porque ya no le temían) por casi 30 años. Harry más tarde recibió otro
premio dedicado por la Gran Asamblea de la Magia, que además de eso le
ofrecieron más de 100 millones de galeones, que Harry recibió gustosamente.
En cuanto a Ron y Hermione,
ella se hizo escritora, que con ayuda de J. K. Rowling(escritora de los siete
libros que hablaban sobre los siete años que Harry estuvo en Hogwarts), escribió
para todos los muggles, la segunda parte de la vida de Harry(ocultando la verdad
que ahora les hago llegar). Ron se hizo médico y se graduó en el colegio
Learn very fast to be doctor, en donde recibió además otros premios.
Todo en la vida iba bien, hasta que un día los Potter y los
Weasly(conformada la familia por dos integrantes cada una, por ahora),
decidieron ir a algún lugar diferente de donde vivían(le parecerá raro pero
eligieron ir a Miami <E.E.U.U>), para así poder tomar unas vacaciones.
Cuando al fin llegaron al enorme país, se adentraron en él y se quedaron
comiendo en una pequeña plaza, contemplando el maravilloso lugar(aunque un poco
sucio). Allí comienza el siguiente y último capítulo de esta historia.
14
LA LLEGADA DE UN SER NUEVO
–
¡Por Dios, Cho!
–exclamó Hermione–, esa barriga tuya está grandísima. ¿Cómo se te ocurre venir
de vacaciones con ocho meses y medio de embarazo?.
–
Tú mismo lo
dijiste, Hermione –dijo Cho–, llevo ocho meses y medio de embarazo, falta medio
mes para que salga.
–
No lo sé, pero
si fuera tú, no vendría –respondió Hermione furiosa.
Caminaron por toda la plaza,
observaron los árboles, la naturaleza.. todo el bello lugar que los rodeaba,
hasta que después de tanto amor, Cho comenzó a sentir fuertes dolores que
provenían de su vientre. Pasaron un tiempo caminando hasta que Cho se detuvo por
fin y dijo:
–
Creo que allí
viene, Harry.
–
Se los dije
–contestó Hermione–. Llevémosla hacia el hospital que queda por aquí cerca,
¡vamos!.
–
Cariño, por
favor, ponte tranquila –dijo Harry–, ya que si no te pones tranquila...
–
¡Maldita sea,
Harry! –gritó Cho mientras sujetaba con fuerza la corbata de Harry–. Llévame a
donde dice Hermione, ¡por favor!.
Harry y Ron levantaron a
Cho, y la cargaron entre los dos formando a través de las manos una especie de
silla, y corrieron directamente hacia el hospital que decía Hermione.
Cuando llegaron a las
puertas del hospital, Ron sacó ágilmente, sin dejar de cargar a Cho, un carnet
que lo identificaba como doctor, y corrió velozmente junto con Harry hacia el
puesto de información.
Al llegar a dicho puesto, había una señora de apariencia muy bonita,
sentada y organizando algo en unas carpetas.
–
Señora, por
favor atiéndanos –le gritó Ron para que ésta escuchara–. Tenemos a una paciente
que está apunto de dar a luz, así que necesitamos su ayuda. Soy doctor, aquí
tengo mi carnet. Díganos dónde se encuentra una sala viable y los materiales
para hacer estas operaciones.
–
A ver su carnet
–Ron le dio el carnet a la mujer. Se veía que estaba nervioso al igual que
Harry–. Mmm, ¿cuál es esta escuela?, Learn very fast to be doctor, ¿qué
rayos es eso?.
–
Olvidé que
estamos en el mundo muggle –contestó Ron en voz baja para que sólo Harry lo
escuchara–. Lo siento, deme eso –Ron le quitó ferozmente el carnet–. Necesitamos
un doctor y una sala.
–
Sala 48,
pasillo al final, cruce a la derecha –dijo la secretaria–. ¡Vamos!,
muévanse.
Hermione, Ron y Harry se
llevaron velozmente a Cho, hasta que se detuvieron y entraron en el cuarto que
les había indicado la secretaria.
Allí estaban otras
enfermeras, haciendo cosas de muggles.
–
¡Esta mujer va
a dar a luz! –gritó Ron–. Soy médico, así que les ordeno que muevan ese trasero
rápidamente para comenzar la operación.
–
Mejor me quedo
afuera –dijo Hermione–, odio estas cuestiones de médicos.
–
Creo –dijo
Harry– que yo también...
–
¡No! –gritó Cho
a Harry, que ahora comenzaba a sudar–. Tú te vas a quedar aquí.
–
Siempre es así,
Harry –dijo Ron.
Después de varios sucesos
que no quiero contar aquí, por fin había nacido el dichoso bebé.
–
Es varón –dijo
Ron al momento que despegaba al bebé de los brazos de su madre, y se lo enseñaba
a Harry–. ¿Qué nombre le pondrás? –preguntó a Cho.
Cho no pudo responder:
estaba bastante agotada.
–
Harry –dijo
Ron–, necesito un nombre para la lista de inventarios de todos los bebés que han
nacido en este hospital, tienes que darme el nombre ya.
Harry no tardó mucho tiempo
en pensarlo.
–
Peter Potter
–contestó.
Ron le dirigió una mirada
confusa a Cho. Ella le devolvió la mirada, y Ron pudo entender que nunca habían
podido comentar el nombre del recién nacido. Supuso que Harry lo había
inventado.
–
¿Y por qué le
pones ese nombre? –preguntó Ron.
–
Así lo
podríamos llamar con cariño doble P, y me recordaría siempre a una persona que
me salvó la vida hace no mucho tiempo –dijo Harry.
Ron colocó el nombre del
nuevo infante en la lista del inventario, y volvió a mirar de nuevo que Cho y
ella le devolvió la mirada de confusión porque ninguno de los dos sabía lo que
decía Harry.