José se tiene fe, y escribió el mismo una introducción elogiosa para su historia...Ustedes dirán!

 

Harry Potter& LAS TRES PRUEBAS 

Por José Dos Santos

Esta historia posee todo lo que debe poseer: amor, acción, intriga (espero que algo de comedia), originalidad, mucha originalidad... Además, ustedes no saben quién soy, pero les diré algo que hará que seguramente lean esto: mi cuento está escrito cuando Harry Potter se va a casar con Cho; y le suceden muchas pero muchas cosas, al final se descubre quién es Lord Voldemort (les daré una pista: aparece en la Biblia y no es el Diablo). Lean y les aseguró que llegarán a la conclusión que no hay en este mundo mejor escritor que YO. Ja, Ja, Ja... (NO HAY HORRORES ORTOGRÁFICOS).

                          

  1

                                             La Rosa Leurm

 

 

 

 

       Harry, apúrate, o vas a llegar tarde a tu boda –le dijo su mejor amigo Ron.

Harry llevaba 10 años desde que había salido de Hogwarts, y nunca se imaginó que algún día se le cumpliría su sueño: casarse con la chica a quien más amaba: Cho Chang.

Después de que Cedric Diggory, antiguo novio de Cho, había muerto a finales del cuarto curso, Harry volvió a tener el puesto libre con Cho y desde ese momento comenzó el amor.

Desde que salieron de Hogwarts Harry y Cho siempre habían deseado casarse, pero nunca llegaron a tomar la decisión del día en que se efectuaría la boda; siempre había razones que alargaban el tiempo del día más feliz de sus vidas... tantas fueron las excusas, que tardaron diez años en decidir la fecha de su alegre boda, pero al fin había llegado y ese día era hoy.

 

         Harry se miró en el espejo y vio a una persona alta de 27 años de edad, con el cabello increíblemente arreglado(algo que a él le pareció totalmente raro), unos lentes que reflejaban sus bellos ojos, vio a una persona maravillosa que se iba a casar con la mujer más bella del mundo; la última vez que se había sentido tan bien al mirarse al espejo fue hace 16 años, cuando estaba en primero que al contemplarse en un espejo mágico llamado Oessed se vio con su hermosa familia.

En el pequeño cuarto (que se iluminaba tan sólo por una pequeña lámpara) en que se encontraban estaba pintado de color rojo fluorescente y contenía solamente un enorme espejo, un pequeño closet en donde estaban todas las ropas que Ron le había aconsejado que usara y una mesita que para juzgar por su tamaño, Harry no sabía para qué se encontraba allí.

Ron comenzó a mirar el espejo en donde se encontraba Harry reflejado. Estaba al lado de él; luego Ron levantó una mano y comenzó a palmar la parte del espejo en el lugar en que se encontraba reflejada la barbilla de Harry.

       ¿Qué haces? –preguntó Harry desconcertado.

Ron apartó rápidamente la mano del espejo.

       ¿Lo hiciste? –preguntó Ron.

Harry trató de recordar lo que quiso decir su amigo al pronunciar aquella frase; hasta que después de una fracción de segundos, Harry dijo con un tono poco alegre:

       Sí, ayer utilicé el hechizo Antipilus para poder afeitarme.

       Sabía que comprenderías –dijo Ron tan alegre como siempre–. Y... dime, ¿qué tal te pareció?.

       Creo que es mejor que utilizar los artefactos muggles –contestó Harry–; se siente tan raro que una varita pase por toda tu mejilla mágicamente y haciendo que todo desaparezca.

       Ya te acostumbrarás –le dijo su amigo mientras le daba unas palmadas de consolación en la espalda.

       Sí, tienes razón; hay que usar algo para prevenir lo único que heredé de Vernon –dijo Harry comenzándose a reír.

De repente Ron chasqueó los dedos, al parecer se le había ocurrido una gran idea o eso parecía, porque después de una fracción de segundos, Ron había sacado del closet una pequeña caja y se la trajo a Harry.

       Por Dios, Ron –dijo Harry riéndose–, ya le propuse a alguien matrimonio.

       No seas tonto –dijo su amigo, abriendo la caja que contenía una rosa que resplandecía gran parte de la no muy iluminada habitación.

       ¿Qué es eso? –preguntó Harry.

Cuando Harry terminó de hacerle la pregunta, Ron sacó la rosa y se la puso en el bolsillo izquierdo que poseía el chaleco de Harry.

       ¿Qué haces? –volvió a preguntar Harry.

       Es una rosa que combina bien con tu traje de pingüino –dijo su amigo riéndose–, según George a las chicas les atrae las rosas Leurm.

       ¿Las rosas Leurm? –preguntó desconcertado Harry.

       Sí, son como veelas para las mujeres, sólo que con un poder menos –Ron se aclaró la garganta, parecía que quería buscar palabras complicadas para describir el poder de la rosa, pero sólo pudo decir–: bajo. Te la recomiendo, se te hará más fácil conquistar a Cho.

Después de estar un largo tiempo frente al espejo, decidieron que lo mejor era salir temprano de aquel cuarto cerca de Honeydukes y dirigirse rápidamente hacia la Catedral de Hogsmeade, para dar a cabo la ceremonia.

       Bueno –dijo Ron–, creo que es hora de irnos. Vayámonos caminando.

       Sí, este lugar me está comenzando a dar calor –contestó Harry.

Sin preocuparse de nada, salieron rápidos de aquel lugar, pensando en que todo iba a salir perfecto... pero estaban completamente equivocados.


 

                                                  2

 

                                  La prueba de amor:

 

 

 

 

Dentro de la capilla de Hogsmeade, se encontraba en un pequeño salón Cho, que estaba alisándose el cabello a través de un conjuro que hacía que la varita se moviera sola por sus cabellos. Cerca de ella se encontraba su mejor amiga: Hermione Granger, quien la había conocido en el sexto curso, cuando Harry y Cho ya se habían declarado novios.

       ¿Crees que vendrá Harry? –dijo Cho, que seguía alisándose su larga cabellera sólo con el mismo movimiento de los dedos que hacían que la varita se moviera por sí sola.

       Por supuesto que vendrá –contestó Hermione, que, como de costumbre, estaba leyendo un libro, éste se titulaba Grandes misterios de las rosas mágicas–.Conozco a Harry, nunca falla.

       Lo sé o espero creerlo –suspiró Cho.

       Tranquila –Hermione cerró el libro para poder concentrarse en su amiga–, Harry asistirá, si no asiste temprano llega justo a tiempo, pero no creas que irá a llegar tarde ¿verdad?.

       No lo sé, Harry ha estado muy nervioso todos estos días –dijo Cho mientras guardaba su varita.

       Bueno, de todas formas él es el que pierde el dinero, fue él el que gastó la boda...

Hermione no pudo terminar de hablar porque Cho la interrumpió bruscamente.

       Hermione –dijo Cho–, ¿Ron alguna vez te ha demostrado que te ama?

Hermione quedó espantada cuando su amiga le dijo aquella pregunta, tanto fue el asombro que respondió rápidamente:

       Sí, ¿por qué?

       Harry nunca me ha demostrado que me ama; sé que nos vamos a casar pero es que él es tan tímido cuando va a demostrar su amor –a Cho se le comenzaron a aguar los ojos.

       Cho, Harry te ama –dijo Hermione.

       ¡Pues él no lo demuestra!.

Hermione viendo que su amiga comenzaba a ponerse enojada, pensó en hacerle una pregunta para ver si ella se calmaba:

       ¿Cómo quieres que te lo demuestre?

Pero se dio cuenta de que aquello sólo empeoró la situación.

       ¡No sé!, que lo diga enfrente de todos, sí, ésa puede ser una forma –contestó Cho que comenzaba a calmarse.

Hermione alegre de que su amiga volviera a la normalidad, pensó en hacerle otra pregunta:

       ¿Cómo piensas hacer eso?

Justamente después de que Hermione le planteó la pregunta, Cho comenzó a sentir una mezcla de odio y amor: ella amaba a Harry, pero el problema estaba en que no quería que hacerle daño, ni tampoco tratar de obligarlo a hacer algo para demostrarle que él la amaba; así que se le ocurrió una idea.

       Hermione, tengo un plan.

       ¿Cuál es? –pregunto Hermione un poco asustada.

Las bodas del mundo mágico son totalmente diferentes a las del mundo muggle, tienen un mismo fin pero se realizan de una forma distinta: En las bodas muggle, primero se realiza lo que es el acto de casamiento y después de eso hay una fiesta que dura hasta las horas de la madrugada; en el mundo mágico no, hay dos fiestas. Generalmente las fiestas del mundo mágico comienzan a las siete de la noche, desde ese momento empieza la primera fiesta hasta las doce de la noche, que es el momento en que se inicia el acto de casamiento, y después de esto, la otra fiesta que finaliza hasta las horas de la mañana. Entre las horas que comprende la primera fiesta, (en el mundo mágico no es sólo una costumbre sino una ley), el novio no puede ver a la novia. (¡Qué raro!).

         Cho aún no había respondido a la pregunta de Hermione, aquélla se encontraba pensativa, se le había ocurrido la idea mas en esos momentos la estaba formulando.

       Ya sé –dijo Cho repentinamente–, antes del discurso de realización, Harry deberá decirles a todos los presentes que me ama.

En las bodas del mundo mágico, media hora antes del acto de casamiento, se acostumbra a que el realizador de la fiesta diera unas palabras por haber realizado la celebración; y, para suerte de Cho: Harry era quien le tocaba hablar en el discurso de realización.

       Tienes razón –dijo Hermione, sabía que la idea de Cho no era la correcta, pero ya que su amiga se encontraba en un mal estado lo mejor era apoyarla–, antes de que Harry llegue a la fiesta le deberás mandar que realice tu idea, y así comprobaremos si él en verdad te ama.

       Si no más recuerdo –dijo Cho–, Harry me dijo que se iba a encontrar con Ron en Honeydukes, al parecer allí era en donde estaban todos sus conjuntos para el baile... Pero por cierto, Hermione, ¿qué hora es?

       Son las seis y cuarto –respondió rápidamente Hermione.

       Entonces tenemos tres cuartos de hora para poder alcanzarlos. Además de que allí dejé mis vestidos. ¡Vamos, Hermione!.

Cho pensaba que la suerte estaba con ella, al fin se iba a dar cuenta si en verdad Harry la amaba; lo tenía todo planeado: llegaba a Honeydukes, le decía a Harry lo que tenía que decirle y volvería a Hogsmeade, se encontraba totalmente segura de que todo iba a salir bien... ; el problema era que ella no sabe lo mismo que sabemos nosotros: Harry no se encontraba en Honeydukes.

  

 

                                                         3      

                          

                                         La voz misteriosa:

Harry y Ron salieron de Honeydukes. Mientras caminaban a través de un camino estrecho y lleno de piedras en dirección a Hogsmeade, iban hablando sobre fantasías, recordando los años que estuvieron en Hogwarts, los largos años que permanecieron en ese colegio los recordaban perfectamente, desde que se conocieron en King Cross`s hasta que vencieron en forma total y definitiva a Lord Voldemort, (eso era algo que ellos creían), recordaron la vez en que se graduaron..., también tocaron el tema de su separación que tuvieron en el cuarto curso en Hogwarts, un tema que casi los iba a reiniciar en una nueva discusión hasta que Harry interrumpió con un tema que Ron nunca se imaginaría que lo diría:

       Ron, ¿Hermione alguna vez te ha demostrado que te ama?

Aquella pregunta lo dejó tan atónito como si le dijeran: “Te queda sólo un día de vida”. Pero, al igual que su esposa respondió:

       Sí..., ¿por qué?.

Harry no se atrevió a responder le pregunta que le formulaba su amigo, lo único que hizo fue dirigirse delante de Ron, algo que a él le pareció de muy mala educación, pero después comprendió que su amigo pasaba por un muy mal momento y se calló hasta que Harry comenzara a hablar.

Después de quince minutos de caminata hacia Hogsmeade, Harry se quiso detener para contemplar una roca que nunca había visto en sus siete años en Hogwarts, parecía un simple menhir, pero en la punta de éste se alargaba lo que parecía un brazo, con sus cinco dedos totalmente uniformes. Además de la extraña mano que tenía el menhir en su parte superior, también había otra cosa que a Harry le pareció rara: el extraño menhir era de un color azul oscuro, y lo más misterioso era que parecía que este extraño color que la roca poseía era natural, de ella misma, no parecía pintado.

       Ron –dijo Harry, mirando el menhir–, nunca has visto algo parecido ¿verdad?.

Pero su amigo no quiso responder.

       Ron, te pregunté si nunca –Harry se volteó para mirar en dirección sur y se dio cuenta de que su amigo no estaba. Desde que se colocó enfrente de él, Harry nunca había tenido una conversación; como consecuencia de que no sabía cuánto tiempo estuvo perdido–... Esto no es una broma, Ron, ¿dónde estás?

Pero Ron no volvió a responder.

       ¡Ron, espero que esto no sea una broma! –gritó Harry desesperado.

       Harry, estoy aquí –dijo una voz pero no era la de Ron. Ésta era más chillona, como la voz de Dobby, pero Harry estaba seguro de que aquélla no era de él.

       ¿De dónde vienes, y dónde se encuentra Ron? –dijo Harry, hablándole al menhir, pensando que la voz provenía de allí.

       Ton... Ton...

Cuando Harry escuchó esto, sintió un revoltijo en el estómago, se encontraba realmente asustado, pensó que aquellos sonidos provenían de su corazón, pero se dio cuenta de que cada vez sonaban más duros.

Giró 360º y vio que detrás de él habían crecido dos menhires más del mismo color, con la única diferencia de que en la parte superior, uno tenía la forma de una mano agarrando una varita, y el otro tenía en la punta del menhir la forma de la testa de Ron.

         Iba a dirigirse al menhir en donde se encontraba la forma de su amigo, pero algo le impactó: los menhires iban apareciendo mágicamente hasta formar un círculo que lo rodeó completamente; cada menhir poseía una mano agarrando una varita, la punta de cada una apuntaba hacia arriba. Harry, sin pensarlo dos veces sacó la suya, y apuntó hacia el primer menhir que había visto: el que no tenía arma alguna.

       ¿Qué haces, Harry Potter? –dijo la misma voz chillona.

Harry agarró su varita con todas las fuerzas que tuvo, iba a pronunciar las palabras para realizar la maldición, pero algo lo detuvo: su varita se iba desintegrando de su mano tan rápidamente como se va el tiempo cuando estás haciendo algo que te gusta: ya la varita no la tenía él, la tenía el menhir a quien Harry le iba a realizar la maldición.

Luego comenzaron a escucharse unas palabras con un tono bello y hermoso, parecía que estaba cantando; pero aunque su voz era hermosa lo malo estaba en lo que decía:

 

¡Oh, Harry Potter!, tu felicidad me asombra.

Si alguna vez me conocieras, sabrías lo que es sentir odio.

¡Oh, Harry Potter!, cuando mueras sentirás mi sombra;

y verás que sentirme es mucho peor que mirarme.

       ¿Un encantamiento cantado? –pensó Harry.

Después de que la voz dejó de cantar, las manos que salían de los menhires apuntaron a Harry: todas las varitas dispararon una tan luz cegadora como la misma luz des sol, tanto fueron los destellos de luz, que Harry no pudo ver ni sentir más, eso fue lo último que pudo resistir. Luego sintió como su cuerpo caía al suelo: él seguía vivo, pero débil, muy débil... y no recordó más nada.

 

 

 

       Hermione –dijo Cho–, ¿los has visto?

Hermione y Cho ya había llegado a Honeydukes, algo que a ellas les pareció un milagro.

       Le pregunté al vigilante en dónde había visto a Harry –dijo Hermione, caminando hacia su amiga–, me dijo que se encontraba en la última habitación.

Caminaron hacia el último pasillo de Honeydukes para averiguar por fin dónde se encontraban. Llegaron hacia una puerta roja y que estaba medio abierta, entraron y vieron  un montón de ropas tiradas en suelo, además del espejo, y la pequeña mesa.

       Ésta debe ser la habitación que hemos estado buscando –dijo Cho, levantando las ropas que se encontraban en el suelo, y luego guardándoles en el closet–; pero..., ¿dónde están?.

       No lo sé –dijo Hermione, usando la varita para guardar las ropas–, a lo mejor ya salieron.

       No, no puede ser –Cho comenzaba a ponerse furiosa–, ¿cómo rayos, Harry pudo hacerme esto? –golpeó la mesa con mucha fuerza–, ¡Él no tiene derecho de hacerme ESTO!

       Tranquilízate –dijo Hermione dirigiéndose a su amiga–, Harry te ama, te ama más que cualquier cosa en el mundo, Cho, yo lo sé. No te preocupes. Ven, comencemos a vestirnos para la boda.

Cho comenzó a llorar.

Hermione decidió que lo mejor era hablar con ella.

       ¿En serio Harry nunca te ha demostrado que te ama? –preguntó Hermione.

       Nunca, nunca –respondió Cho, llorando aún más–. Me acuerdo de la única vez que sentí que él me amaba: la vez en que me comprometió matrimonio.

’’Hermione, no puedo casarme sin que antes él me pruebe que me ama, no puedo, no puedo.

         Cho lloraba más que nunca.

       Desde que Harry comenzó a trabajar como auror –dijo Cho, que ahora usaba su varita para secarse las lágrimas– me sentí muy sola, siempre trabajaba y nunca me ayudaba o por lo menos casi nunca sentía un abrazo de él. Llevamos 10 años comprometidos, hasta que al fin, él tuvo un día libre para poder casarse.

Hermione comenzaba a sentir lo mismo que su amiga. Pensó cómo sería si Ron trabajara como auror y nunca la abrazara, o la ayudara(claro, aunque generalmente era ella quien lo ayudaba), pero sintió como si Ron nunca la viera; lo que sentía Cho en verdad era algo realmente terrible.

       Comprendo lo que sientes –dijo Hermione–, pero Harry es mi amigo, no puedo estar en contra suya; además de que él siendo auror su obligación es salvar al mundo, algo que debe tener en cuenta sobre todas las cosas.

Cho no quiso seguir hablando.

Hubo un silencio interminable.

       Empecemos a arreglarnos –dijo por fin Cho–, falta un cuarto para las siete; espero por lo menos disfrutar la primera fiesta, ya que no creo que haya una segunda fiesta...

       ¿Por qué dices eso? –preguntó Hermione un poco asustada.

       Porque –dijo Cho con frialdad– estoy segura de que no se dará a cabo el acto de casamiento.

 

 

 

Harry abrió los ojos. Vio que se encontraba en una especie de ataúd; tenía las manos cruzadas en el pecho. Hacía un calor insoportable.

La caja en donde él se ubicaba era de un color negro completamente. Harry trató de subir la cabeza pero para poder observar su reloj, trataba de mover los brazos para ver si se le hacía más fácil, pero se dio cuenta de que estaba encadenado. Eran cadenas mágicas, porque el contacto de cada eslabón con su piel le producía una quemadura leve, pero Harry estaba seguro que si no se desprendía de aquellas cadenas, moriría quemado.

Trató de mover la única parte que podía desplazar de todo su cuerpo: la cabeza. Harry intentó averiguar el lugar de donde provenía el oxígeno, pero nuevamente se vio obligado a ver su reloj: a lo mejor llevaba menos de cinco minutos en aquel lugar y, le faltaría poco tiempo para morir ahogado, pero también estaba la posibilidad de que existía algún lugar que emanaba el oxígeno y así tener esperanza para poder salir.

Movió la cabeza lo suficiente para ver la parte inferior del reloj y tuvo la suerte de que la mano izquierda se encontraba encima de la derecha. Movió la cabeza lo suficiente para ver el reloj pero... ¡Pum!, su cabeza había golpeado con la tapa del ataúd, y la acostó de nuevo en el suelo de arena.

       ¡Maldita sea! –se dijo con disgusto

No tenía esperanza. Trató de mover las piernas pero más cadenas lo amarraban. Miró hacia al lado izquierdo y vio la parte izquierda del ataúd, trató de girar la cabeza hacia abajo y divisó más arena, luego la volvió a poner boca arriba mientras pensaba cómo podría salir.

Pensó que a lo mejor podría golpear la cabeza lo suficiente como para romper el ataúd, pero decidió que era mejor utilizar ese plan como último recurso.

Sudaba increíblemente. Ni en los partidos de quidditch había sudado tanto como en esos instantes, las cadenas le quemaban cada parte de la piel, sentía que era su fin..., así que además de derramar sudor por el calor insoportable que hacía dentro del ataúd; además también de derramar sangre por las quemaduras que le producían las cadenas; Harry comenzó a derramar lágrimas, pero no de dolor sino de tristeza.

         Los recuerdos volvían a su mente como si los hubiera vivido ayer; recordó todos los años en Hogwarts, los años que había vivido después de haberse graduado, cuando se volvió auror..., cuando le comprometió matrimonio a Cho...

         Aunque los recuerdos venían a él rápidamente, trató de hacer lo posible para recordar más sobre las ocasiones en que había estado con Cho...; pero no recordaba nada.

         ¿Sería que no la amaba de verdad?, pensó Harry. Trató de hacer que su cabeza le hiciera recordar más recuerdos sobre Cho, pero se dio cuenta de que aquello sólo le producía más dolor.

         Comenzó a llorar más y más; ¿sería que nunca había tenido un momento feliz con Cho?, los recuerdos que le venían a su cabeza sobre Cho eran muy pocos; pero se dio cuenta de que la cantidad de recuerdos con ella comparado con las veces que había hecho algo bien como auror, no eran nada.  

         Lloró más y más. Por primera vez se había dado cuenta de su error, por fin sabía el por qué ella no lo amaba tanto comparado con el amor que tenían Ron y Hermione: en los últimos diez años le había prestado demasiada atención a su trabajo como auror, en vez de ocuparse de lo más importante que tenía en la vida: Cho. Pensó que en los últimos diez años se había comportado como alguien que recordaba en el cuarto curso: Barty Crouch.

         Los recuerdos de Harry lo llevaron a tener más esperanzas para salir de aquel lugar; pero cuando volvió a mirar las cadenas y sentir el ardor que ellas producían se dio cuenta de que la única esperanza que tenía para salvar por lo menos su alma, era que Cho lo perdonara.  

 CONTINUACION

 

                                                        4

 

                                     Imágenes olvidadas 

 

       Cho, pero si te ves hermosa –dijo Hermione saliendo de un vestidor que se encontraba cerca del cuarto donde antes estaban Harry y Ron.

Cho iba vestida de un traje dorado que llegaba hasta el suelo; aquel traje que llevaba tenía una tela que poseía el mismo color y brillo del oro, además de que el suave vestido tenía incrustado pequeñas perlas que hacían que el traje brillara aún más. La larga cabellera de Cho ya no estaba suelta sino que tenía un cintillo que le arreglaba bellamente el cabello. Tenía las hombreras largas, con un tono más oscuro que el vestido dejando desnudos los brazos suyos.

Hermione llevaba un vestido de color negro que, al igual que su amiga, llegaba hasta el suelo; no era tan hermoso como el de Cho, pero sí la hacía lucir más hermosa que de costumbre.

       Tú también te ves bien –dijo Cho impresionada del vestido que usaba su amiga.

       No sé qué pensarán los hombres cuando te vean –dijo Hermione, sentándose en unas sillas que se ubicaban cerca de los vestidores.

       Ya me imagino lo que pensarán todos los hombres, pero Harry –Cho también se sentó–..., ¿Qué crees que pensará él cuando me vea, Hermione?

       Estoy segura de que pensará: ¡Por Dios!, Cho, estás hermosa –Hermione pensó que lo mejor era terminar la frase allí, creyó que no la convencería mucho–... Cho, ¿qué piensas?, ¿sigues angustiada?.

Cho volvió a llorar.

       Ya sé qué puedo hacer –dijo Hermione dando de nuevo una solución–, mira, le voy a decir a Harry lo que en verdad sientes, si él me dice que puede cambiar, aceptas, sino, bueno..., daremos por concluido que no te ama; pero tranquilízate amiga, sé que eso nunca pasará.

       Gracias, Hermione –dijo Cho secándose las lágrimas con las manos–, espero que eso funcione... Hermione, ¿qué hora es?.

       Son las siete y cuarto –dijo Hermione mirando su reloj y parándose de la silla, desesperada–, vamos a llegar tarde.

       Llegaremos tarde –dijo Cho con una sonrisa–; pero no importa, he ido a muchas bodas, siempre sucede.

Las muchachas se levantaron y decidieron que lo mejor era irse en carreta para no llegar tan tarde.

 

 

 

 

Ahora Harry no derramaba sangre por las extremidades, sino también por la nariz: se le acababa el aire.

Harry  pensó en su amigo Ron; aún quedaba la oportunidad de que él siguiera vivo, pero se dio cuenta de que sólo tenía dos opciones sobre el presente que su amigo estaba viviendo: o ya había muerto, o, estaba disfrutando en la fiesta, pero pensó que la primera era la más probable.

Trató de llorar por él, pero se dio cuenta de que no derramaba ninguna lágrima; tanto era el sudor que casi lo deshidrataba. Su cuerpo estaba seco, ya se había dado cuenta que no le quedaba más de dos horas de vida; así que decidió morir con dignidad, Harry iba recordar todos los momentos felices que tuvo en su vida; de tal manera que el dolor no fuera mayor: Harry quería morir feliz.

Volteó la cabeza hacia el lado derecho y comenzó a pensar. Recordó los momentos que estuvo en Hogwarts, recordó la primera vez que había visto a Hagrid, recordó también la primera vez que vio a Voldemort, recordó a sus padres, recordó tanto... que después de un tiempo no sabía si se durmió o ya había muerto.

       Ton... Ton...

Harry abrió los ojos repentinamente. Luego escuchó un ruido al lado de él, parecía que algo había entrado a su ataúd y lo peor de todo era que se había introducido por la parte de abajo. Después volteó al lado izquierdo, que era la parte en donde se escuchó aquel sonido... cuando vio lo que produjo aquel ruido, Harry ahogó un grito...

Al lado de él se encontraba una mano de color marrón oscuro que tenía espinas por todas partes y agarraba entre los dedos lo que parecía una varita. Harry dio gracias a Dios de que ésa no fuera la suya. Luego otra mano salió al lado de su pie izquierdo. Después de cinco minutos 20  brazos lo rodeaban.

Cada uno de los brazos tenía millones de espinas y agarraban una varita. Luego las manos apuntaron hacia abajo y dispararon un rayo que hizo que la parte inferior se separara del ataúd. Harry estaba libre pero...

Harry pensó por un momento que por fin había salido de aquel horroroso agujero, pero se dio cuenta que empezó a caer; aún estaba amarrado a la tabla pero caía, caía, caía... y no sabía dónde iba a parar.

Todo estaba oscuro. Aunque Harry se pudo acostumbrar a la oscuridad cuando estuvo en el ataúd; aquella noche le hizo perder su habilidad. En aquellos instantes era lo mismo tener cerrado los ojos o no.

Seguía cayendo sin saber adónde llegaría; caía suavemente; Harry estaba seguro de que no moriría hasta saber lo que estaba ocurriendo, pero para sorpresa suya, la verdad estaba por descubrirse porque acababa de caer en lo que parecía suelo firme.

Seguía amarrado a la tabla; las cadenas hacían sus funciones: quemarlo y tenerlo atrapado. El dolor que experimentaba Harry era tan fuerte como si te metieran en un lugar donde el fuego sólo te quemara la piel, pero nunca te matara.

Luego aparecieron dos ojos amarillos a cinco metros arriba de Harry, éstos iluminaban toda la oscura habitación, pero Harry no podía ver cómo era la bestia que los poseía.

       Harry, te voy a decir una adivinanza –dijo la bestia que poseía los ojos,  y que ahora tenía una voz totalmente grave–, ¿quién soy?.

Aquella pregunta le llegó a Harry como anillo al dedo; “¿quién era?”, se trataba seguramente del único ser capaz de hacerle daño: Lord Voldemort. Pero Harry prefirió no apresurarse y le preguntó:

       ¿Para qué me enviaste acá, para hacerme una estúpida adivinanza?.

La bestia comenzó a reírse.

       ¿Quién soy, Harry? –siguió diciendo la bestia.

Harry tenía que saber la verdad, así que se apresuró a contestarle la pregunta:

       Lord Voldemort.

       Sí, pero no.

Harry quedó mudo. Después los ojos se acercaron a él. Cuando ya estaban a tan sólo 10 centímetros de su pecho, algo brilló e hicieron que los ojos desaparecieran. Después no recordó nada más.

 

 

 

       Harry, despierta –le dijo Ron.

Harry abrió los ojos y lo primero que vio fue cantidades de piedras blancas que formaban un camino; luego se puso boca arriba(se encontraba acostado) y vio a Ron, que le sostenía una mano para levantarlo.

Harry se levantó con la ayuda de Ron y miró su traje, se  encontraba en excelente estado, no estaba rasguñado, no había señas de quemaduras, todo iba bien, cuando miró su reloj y ahogó un grito.

       Son las ocho –dijo Harry desesperado.

       Sí –contestó Ron–, llevó más de media hora tratando de despertarte; tan sólo me fui unos minutos al baño y luego cuando regresé, estabas acostado, ¡por Dios, Harry!, me diste un buen susto.

Harry se sacudió con las manos el traje.

       Tuve un sueño horroroso –dijo con desesperación.

       Tienes razón, todos los sueños largos son horrorosos –dijo Ron con una sonrisa–. Bueno, Harry, lo que haya sido fue tan sólo un sueño, así que no te preocupes; lo mejor es que nos larguemos de aquí...

       Ron –lo interrumpió Harry–, ¿no sabes si esta rosa Leurm no tiene otro poder que no sea el de encantar a las mujeres?.

       No que yo sepa –contestó su amigo–. Harry, ¿cómo hiciste para dormirte así tan improvisadamente?.

       Creo... que me desmayé. 

Después los dos se pusieron en camino hacia la fiesta, pero ya después de lo ocurrido, uno al lado del otro.

 

 

                                            5

                                     

                       Muchos encuentros

Ron y Harry subieron a una colina que se levantaba entre las dos montañas que formaban un valle, allí vieron lo que les esperaba: la catedral de Hogsmeade: era una iglesia enorme, ocupaba lo que era toda una cuadra. Ésta poseía un techo que se levantaba hasta formar un v invertida, hecho de un material que se parecía al vidrio, pero mucho más resistente. La iglesia tenía una forma rectangular y en sus lados más largos salían pequeñas torres que embellecían más la enorme iglesia; a través de las paredes transparentes se notaban los increíbles vitrales que formaban personajes importantes para el mundo mágico. Al lado de la iglesia de Hogsmeade, se ubicaba el salón de fiesta: Harry vio varias sillas y mesas que las ocupaban pequeños puntos que simbolizaban personas que venían a la fiesta, Harry nunca se imaginó que vendrían tantas personas. El salón de fiesta estaba al aire libre.

       ¿A cuántas personas invitaste? –preguntó Ron.

       No lo sé –respondió Harry–, las invitaciones las hizo Cho, esperemos que no se haya atrevido a invitar a más de mil personas, porque sino...

Ron lo interrumpió bruscamente diciendo:

       Bajemos, ya deben estar muy preocupado por ti.

Bajaron la enorme colina como alma que lleva el diablo. Cuando llegaron una enorme sorpresa los sorprendió:

Todos se alteraron cuando Harry llegó a la sala de fiesta. Lo miraban como si fuera un espécimen raro o algo parecido.

       Llegó el novio –cantó una voz de hombre.

       Ya llegó la novia –cantó una dulce voz de mujer.

Después aparecieron millones de hadas que ataron a Ron y se lo llevaron; Harry miró a Ron desconcertado, pero lo único que hizo Ron fue guiñarle un ojo.

Cuando Ron ya se había ido(dejando a Harry solo), dos fantasmas aparecieron en el centro del escenario: uno tenía una corbata(él era el que producía la voz de hombre en el canto), y el otro tenía una peluca amarilla(ella era la voz de mujer). A continuación los dos fantasmas se acercaron, agarrando fuertemente el micrófono, se abrazaron y dijeron los dos al unísono:

       Bienvenido al día más feliz de tu vida, Harry Potter. Hemos venido aquí por órdenes del señor Ronald Weasley, a cantarte la canción más hermosa en tu boda. ¡Música, maestro!.

Comenzó a sonar una música suave al toque de puros violines, y los dos fantasmas hicieron una señal a las hadas que tenían a Ron, éstas obedecieron rápidamente y trajeron en una nube de puras hadas a Cho, con su hermoso vestido, que estaba hablando en una mesa muy alejada del lugar donde estaba Harry. Las hadas la llevaron hacia él.

Los dos se agarraron y comenzaron a bailar al compás que producía la música y con la suavidad que cantaban los fantasmas.

 

Llegó el novio.

Ya llegó la novia.

Con mucho amor.

El amor es grande...

El amor es bello...

El amor es lo que los unió.

Tan frío como el viento.

Tan azul amo el cielo...

Así es el amor.

 Tan fresco como el páramo...

Tan amarillo como el sol...

Así,  es el amor...

Llegó el novio.

Ya llegó la novia.

Con mucho amor.

Su amor es tan bello...

Tan bello como el bosque.

Tan frío, tan intenso.

Así, es el amor.

        

 

         Harry seguía bailando, se encontraba tan callado porque sus pensamientos sólo le decían: “Mira que bella se encuentra Cho”, y en eso era lo único en que pensaba.

       Harry –dijo al fin Cho–, ¿sabes por qué estamos bailando en la primera fiesta?.

       No –contestó Harry rápidamente al momento que despertaba de sus fantasías.

       Porque Cornelius Fudge, el ministro y también vino a la fiesta, declaró que los novios en la primera fiesta, bailaran por lo menos hasta las ocho y treinta, después se volvería a cumplir la misma costumbre de siempre –declaró Cho.

       ¡Qué raro! –dijo Harry en voz baja–, ¿para qué lo hizo?

       Para hacer que los novios llegaran más temprano –dijo Cho–. Creo que tu trabajo como auror no te ha dejado tranquilo...

       Cho –dijo Harry interrumpiéndola–, hablando del trabajo de auror, quiero decirte que voy a...

Un montón de hadas agarraron a Cho antes de que Harry terminara la frase, la llevaron lejos de donde él estaba.

Los fantasmas seguían cantando y la gente bailando, como si todo lo que ocurriera fuera normal; Harry vio su reloj, éste marcaban las ocho y treinta, por fin se había dado cuenta de lo sucedido: acababa de terminar el plazo, Harry no vería a Cho hasta que terminara la boda, faltaban más de tres horas para que llegara el acto de casamiento, Harry pensaba que aquéllas serían las horas más largas de su vida. A continuación se le acercó Ron, y le dijo:

       No te preocupes, falta poco.

Pero Harry no tenía ganas de hablar con nadie excepto con Cho, quería decirle que en verdad la amaba, que haría lo que fuera para que ella lo amara tanto como el sentimiento que él sentía por ella... pero no, para eso faltaban más de tres horas.

       Harry –dijo Ron corriendo hacia él–, ¿ya tienes preparado el discurso de realización?.

La pregunta de su amigo se convirtió en su salvación, se había olvidado completamente de aquel discurso, pero ya sabía lo que tenía que hacer: en el discurso le comprobaría a Cho que en verdad la amaba.

Harry pensaba que Cho no le sentía gran amor, se había dado cuenta en su “sueño” que los instantes felices con ella eran muy pocos, desde ese momento se propuso a renunciar al trabajo como auror, buscar un nuevo trabajo, y vivir mucho más tiempo con Cho.

       Sí –contestó Harry con una gran sonrisa.

A continuación, Harry se dirigió a la mesa en donde estaban todos los profesores con los que había compartido en Hogwarts, alejándose de Ron: desde Dumbledore, su director, hasta Wood, su primer entrenador de quidditch.

       Ven –le dijo Wood–, toma asiento, Harry.

Harry se sentó cerca de sus profesores.

Todos los profesores que Harry había conocido se encontraban allí, sentados junto a él: McGonagall, la señora Pomfrey, la enfermera; Dumbledore, Snape, Hagrid, la profesora Sprout, Filch, el conserje; también al lado de Dumbledore se ubicaba la señora Hooch, ella era la que hacía de árbitro en los partidos de quidditch; la profesora Treanlenway (su profesora de Adivinación) y la bibliotecaria, la señora Pince.

       ¿Dónde está Binns? –preguntó Harry sorprendido al ver a todos sus profesores.

       ¿No lo viste? –contestó Dumbledore–, era el fantasma que te cantó la canción de entrada.

Harry quedó boquiabierto.

       ¿Él es cantante? –preguntó Harry sorprendido.

       Sí –contestó la profesora Sprout–, uno de los mejores, también va a ser el sacerdote que los va a casar.

       Oye –dijo una voz que provenía de un rincón de la enorme mesa que Harry no podía ver–, ¿tú eres Harry Potter?.

       Sí –contestó Harry en tono alto para que la persona que le hacía la pregunta lo escuchase–, el mismo.

       Por Dios, Harry –dijo la misma voz–, ¿no me recuerdas?, soy yo, Gilderoy Lockhart, tu antiguo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras.

Harry se sorprendió horrorosamente.

       ¿Profesor?.

Gilderoy se levantó hacia Harry, él se levantó y le dio la mano.

       ¡Profesor, me alegra verlo! –mintió Harry.

       Sí –contestó Lockhart–, a mí también, Harry. Desde que salí de Hogwarts he tratado de encontrarte, pero mis búsquedas han sido en vano: cuando supe que empezabas a cursar tercero, traté de visitarte en Hogwarts, pero con los dementores allí dentro me fue imposible entrar; después perdí las esperanzas. Cuando hace dos semanas vi el artículo de El Profeta que decía que te ibas a casar, así que pensé en venir y visitarte.

Lockhart agarró una silla que había cerca de allí, y se sentó cerca de Harry.

         Harry estaba sentado al lado del profesor Dumbledore y al lado de la profesora Sprout, al lado de ella estaba McGonagall; frente a Harry se ubicaba Wood, y al lado izquierdo de éste estaba Snape; y al lado derecho de Wood se sentaba tranquilamente Hagrid.

       Harry –dijo Wood–, Cho está hermosísima, ¿verdad?.

       Sí, Harry –siguió Snape, que estaba al lado de la profesora McGonagall–, encontraste a la mujer más hermosa de la tierra.

       Por favor, señores –bramó la profesora McGonagall–, dejen a Harry tranquilo...

       Harry –interrumpió bruscamente Hagrid–, ¿eso no es una rosa Leurm?.

       ¡Por Dios!, Harry –dijo Snape sorprendido, señalando con el dedo el bolsillo que resaltaba la hermosa rosa–, eso es una rosa Leurm; Harry, ¡picarón!.

       ¡Me la dio Ron! –contestó Harry furioso–, me dijo que tenía el mismo poder que una veela, sólo que ésta funcionaba con mujeres.

       Siete años en Hogwarts –dijo McGonagall con un suspiro– y no aprenden nada.

Todos soltaron una pequeña risa.

       Harry –dijo Lockhart–, cuando una rosa Leurm toca una gota de tu sudor, ella te obedecerá siempre que lo ordenes.

       Exactamente –dijo Dumbledore–, cuando rompes un pétalo de una rosa Leurm que ya sintió por lo menos una gota de tu sudor, ésta volverá loca a la mujer que amas.

       Cuando estés en tu primera noche –dijo Wood–, y desprendas un pétalo de la rosa, Cho se volverá completamente... loca por ti, en pocas palabras ella se hará tuyo y tú serás de ella; ¿me entiendes?.

       ¡Dejen a Harry tranquilo! –interrumpió la profesora Sprout–, creo que aún no sabe nada de lo que estamos hablando.

Harry sabía perfectamente lo que sus profesores le estaban hablando, pero prefirió cambiar de tema.

       Hay muchas personas aquí –dijo–, no me acuerdo de haber invitado a tantas personas.

       Tienes razón –contestó Wood–, pero tienes que tener en cuenta de tú eres Harry Potter, el famoso mago que venció a Lord Voldemort, todos tus amigos están aquí, incluso Draco vino a visitarte.

       Hasta los muggles –dijo Dumbledore– hablan de ti.

       ¿Cómo? –preguntó Harry intrigado–... pero ellos no tienen relaciones con nosotros, ¿o sí?.

       No –contestó Snape–, al menos que haya alguien y se los diga, o mejor dicho... se los escriba.

       Hay una escritora que sabe todo sobre ti –dijo McGonagall–, creo que su nombre era... Joanne Rowling; no me acuerdo, pero creo que le decían J. K. Rowling, ella ha escrito todas tus aventuras para los muggles.

       Sí –dijo Snape–, ella llegó a estudiar con nosotros, era de Ravenclaw, una muy buena muchacha.

       Aún no hemos llegado a leer alguno de sus libros –dijo Hagrid–, pero para qué, si lo estamos viviendo en carne y hueso.

       Pero, ¿eso está permitido? –preguntó Harry–, ¿no se supone que los muggles no tienen que saber nada sobre el mundo mágico?.

       Es cierto –contestó la profesora Sprout–, pero hay leyes del Ministerio que permiten que alguien pueda dar a conocer conocimientos mágicos a los muggles, mientras que ellos no sospechen sobre nuestra existencia. Rowling es tan sólo una escritora, quién diría que lo que ella escribe es algo que sucede en verdad y no una fantasía creada por ella.

       ¿Han habido otras personas que hagan lo mismo que ella? –preguntó Harry.

       Eso de dar a conocer conocimientos mágicos a los muggles no es nada nuevo –dijo Dumbledore–, hace no mucho tiempo existió también un escritor mago que dio a conocer cosas “mitológicas” para los muggles, su nombre era John Ronald Ruelen Tolkien, mejor conocido como J. R. R. Tolkien, él es alguien mucho más viejo que yo, pero si no me equivoco, también estudió en Hogwarts, era de Gryffindor; daba a conocer conocimientos sobre los Elfos, Hobbits, Enanos... cosas que para los muggles nunca existieron. Fue muy famoso.

       También hay otro mago en la actualidad que vive entre los muggles –dijo Hagrid–, su nombre es David Cooperfield, un hechicero que hace actos de magia a los muggles; no me acuerdo a qué casa pertenecía.    

       Ves, Harry –dijo McGonagall–, hay muchos magos que han hecho saber a los muggles sobre la existencia de la magia, pero ellos siguen sin comprender.

Hubo un silencio largo, nadie quería hablar, hasta que varias figuras entraron a la fiesta.

       ¿Quiénes serán? –preguntó Harry.

       No sé –contestó Lockhart–, pero lo mejor será que vayas a averiguarlo.

Harry se paró de su silla y fue a recibir a los nuevos visitantes. Después de una larga caminata llegó a las inesperadas figuras. Harry no se sorprendió al verlas.

       Tío Vernon, tía Petunia, Dudley, tía Marge ¿cómo están? –preguntó Harry–, vengan, tomen asiento... Pero, ¿cómo vinieron hasta aquí?.

Una pequeña figura se acercó a Harry.

       Dobby, eres tú –dijo Harry alegre.

       Sí, señor –contestó el elfo–, y mire, Dobby trajo también a Winky.

Otra figura entró a la sala.

       Hola, Winky –dijo Harry.

       Hola, amo Potter –contestó la elfina.

       Dobby sabía que Harry extrañaría a su familia, así que trajo a todos sus demás amigos –dijo Dobby.

Varias figuras volvieron a salir.

       Profesor Lupin, Sirius –dijo Harry sorprendido.

       Hola, Harry –dijo Sirius–, por fin te casas, ¿verdad?.

       Harry –dijo Lupin–, sólo quiero felicitarte porque ahora te vas a casar. Con permiso.

Lupin desapareció de vista.

       ¿Qué sucede? –preguntó Harry a Sirius.

       Hay luna llena –contestó Sirius.

       Tíos, Dudley, me parece increíble que hayan venido –dijo Harry mirando a su tío Vernon.

       Queríamos verte, Harry –dijo Vernon–, Dudley te extraña, todos te extrañamos.

Tía Marge buscó en su cartera y sacó un pequeño celular, luego comenzó a abrazarlo.

       Tía –dijo Harry–, ¿qué haces con eso aquí?, escóndelo.

       No puedo –contestó la fría voz de tía Marge–, necesito ver cosas lógicas en este lugar.

       ¿Aún no se ha acostumbrado? –preguntó Harry a Dudley.

       No –contestó Dudley–, aún no.

       Vengan –dijo Harry–, siéntanse como en casa; todos los tratarán bien, o eso espero.

Todos entraron a la sala, regocijados de felicidad. Todo marchaba bien, por los momentos. Harry estaba feliz de que hasta sus tíos lo fuesen a visitar, incluso Draco se encontraba en su fiesta; definitivamente todo marchaba de maravilla: los platos aparecían mágicamente, la gente reía, el profesor Binns cantaba, la familia Weasley estaba feliz (Harry notó que Ron no estaba con ellos pero pensó que debía de estar en el baño, o algo parecido), Cho disfrutaba con sus amigas; todos estaban felices, menos Harry que seguía preocupado por demostrarle su amor a Cho, quería que todos salieran felices de la fiesta, pero se imaginó que si Cho pensaba lo que él no quería que ella pensara, seguramente ésta iba a ser la fiesta más triste del mundo, y ahora no sería Harry Potter, el famoso mago que mató a Lord Voldemort, ahora sería Harry Potter, el primer mago más famoso que no logra conquistar a una chica. ¡Qué suerte!.

Después un escalofrío rodeó a Harry por todo el cuerpo.

                                                       6

 

                                           La Emboscada

Harry se dirigió hacia la familia de Ron; todos estaban allí: el señor y la señora Weasley, Ginny, Percy, George y Fred, Charlie y Bill, pero no vio a Ron, y él era justamente la persona con quien Harry quería hablar. Se acercó a la familia dando bienvenidas a su fiesta:

       Hola a todos.

       Hola, Harry –le dijo la señora Weasley mientras bebía un poco de cerveza de mantequilla–, tanto tiempo sin verte; y  mira cuánto has crecido.

       Sí, Harry –dijo el señor Weasley–, definitivamente ya eres un hombre.

Cuando Harry iba a preguntar sobre Ron, lo llamaron los gemelos Weasley.

       Hey, Harry –dijo George en un susurro para que sus padres no lo escucharan–, veo que tienes la rosa Leurm; nunca me imaginé que le harías caso a Ron.

       ¿Por qué no? –dijo Harry alzando la voz–, es mi amigo.

       Pero tienes que saber el poder que una rosa Leurm posee –dijo Fred–, se dice que tiene usos de alquimia, y que si la usas contra Cho, puede ser peligroso.

       ¿Qué? –dijo Harry–, Ron no me advirtió nada de eso.

       Por el simple hecho de que yo no se lo pospuse –dijo George.

       Las rosas Leurm tienen un poder para hacer que una maldición desaparezca cuando apenas toque tu cuerpo –dijo Fred–, si es que la tienes puesta.

       ¿Y eso qué tiene que ver en el asunto de Cho? –preguntó Harry.

       Increíble –dijo Fred cruzando los brazos–, eres Harry Potter y no sabes cómo sobreviviste a la maldición de Quien-tú-sabes.

       ¿Qué quieres decir? –preguntó Harry.

       Se dice que tu madre –dijo George–, Lily Potter, llevaba una rosa Leurm también que le había dado Peter Pettigrew en el día de su boda, y cuando vino Quien-tú-sabes y los atacó, Lily se fue a defender a James, y la rosa que cargaba se cayó en tus mantas, cuando Quien-tú-sabes te atacó la rosa hizo que la maldición rebotara hacia el que la convocó, de tal manera que destruyó a Quien-tú-sabes y no a ti. NO fue Lily quien te salvó sino la rosa; se dice también que te comiste algunos pétalos de la misma y por eso es que algunas veces Quien-tú-sabes no podía tocarte. Tu cicatriz fue la única mancha que te dejó el poderoso hechizo de Voldemort.

’’La rosa se perdió y por los momentos nadie sabe dónde está, se dice que te comiste casi todos los pétalos y no pudo restablecerse, pero es mentira: las rosas Leurms tienen el poder de regenerarse, son inmortales, ni la magia más poderosa puede destruirlas. Se dice también que Quien-tú-sabes llegó a comer una rosa Leurm, pero ésa sí fue destruida porque se comió hasta la misma rama; ahora debe estar creciendo dentro de su horrible estómago.

         ’’Si tenemos suerte y ésa es la verdadera rosa Leurm que te dio tu mamá, entonces Quien-tú-sabes podrá ser destruido para siempre.

       Aún no entiendo nada –dijo Harry–, ¿cómo saben que ésta es la verdadera Rosa Leurm que me dio mi mamá, y otra cosa más rara, cómo la consiguieron; además, Quien-tú-sabes ya no está muerto?

       Primero –dijo Fred–, sólo existen seis rosas Leurm en el mundo, de las cuales, una de ellas fue devorada por Quien-tú-sabes quedando sólo cinco: dos de ellas están protegidas en Asia en manos del emperador God-domanán, averiguando cómo hacer para multiplicarlas; otra está perdida en el continente americano; y las otras dos están aquí, en Europa: las dos están perdidas pero una de ellas tiene el poder para matar a Quien-tú-sabes.

       Segundo –dijo George–, me la dio un tipo bajito de apariencia rara, no me di cuenta de que era una rosa Leurm hasta que la estudié detenidamente; él vendedor me la dio a un sickle, vi tremenda ganga por una hermosa rosa y la compré.

’’Se la di a Ron hace una semana para que te la diera, le dije lo que había investigado hasta los momentos sobre su poder; en aquellos instantes que le entregué la rosa a Ron no sabía nada sobre lo que te estoy contando.

’’Si aquella rosa que tienes en el bolsillo no es la verdadera flor que te comiste hace 27 años, entonces no tendrás el poder para matar a Quien-tú-sabes, ya que no haría contacto con los pétalos originarios que ella poseía hace 27 años entonces no se haría la fusión con sus verdaderas partes y morirías al instante.

       Tercero –dijo Fred–, mientras Quien-tú-sabes posea desechos de una rosa Leurm en su estómago, nada a excepción de otra rosa Leurm lo puede detener.

       Y tú, Harry –dijo George–, te comiste gran parte de la rosa y has podido sobrevivir el poder que ella hace dentro de tu estómago, se podría decir que tienes el mismo poder que Quien-tú-sabes, aun el de Dumbledore. No la uses para atraer a Cho, quédatela como un regalo.

       Pero, ¿por qué ustedes no se la comen? –preguntó Harry.

       Por que no sobreviviríamos –contestó Fred–, sólo el poder de un verdadero mago puede aguantar la magia de una rosa Leurm; nosotros no poseemos tal poder, pero tú sí Harry.

       Los profesores –dijo Harry– ya me han visto la rosa y no me han dicho nada sobre su poder, nada más me dijeron cómo usarla, no me hablaron sobre lo que ustedes me están diciendo.

       Entonces Ron no te dijo cómo usarla –bramó George.

       Todo el mundo piensa –dijo Fred– que las rosas Leurms sólo tienen el poder que ellos te explicaron, pero no saben la magia que ellas esconden, y no la han estudiado tan detenidamente como nosotros.

       Además de estudiar la rosa –dijo George–, también hemos estudiado toda tu vida, Harry, yace escrita en muchos libros, claro está, que no aparecen cosas tan sensatas o tan específicas así que solamente llegamos a encontrar sobre el asesinato de tus padres; quién se imaginaría que fueras tan famoso.

       Nunca me imaginé que ustedes fueran tan sabios –dijo Harry.

       Por el simple hecho –dijo Fred– de que la gente no conoce bien a sus amigos hasta se mete en sus zapatos.

       Nosotros somos muy inteligentes –dijo George–, pero el simple hecho de aparecer como personas cultas nos hace sentir un poco... de vergüenza, ¿me entiendes?. 

       Eso espero –dijo Harry–. Pero por cierto, ¿dónde está Ron?.

       No lo sabemos –contestó Fred–, no lo hemos visto desde que apareció contigo, y el profesor Binns te cantó la canción de entrada.

       Bueno, gracias por la alerta –dijo Harry sorprendido.

       Haz lo que te dijimos –dijo George.

Harry se alejó de la familia Weasley.

Nunca se imaginó que ésa podría ser la verdadera historia del hecho de la muerte de sus padres. Pero había algo que no encajaba dentro del relato de los hermanos Weasley: George había mencionado que la rosa la entregó Peter a su madre el día de su boda, algo realmente raro, ya que los únicos que saben la verdadera historia de que Peter es un verdadero traidor son: Ron, Hermione, Cho (se había enterado en sexto), Dumbledore,(la escritora que había escrito su vida y todos los lectores muggles que la leyeron) y él. La historia de Peter era algo que definitivamente no encajaba o sino fue pura casualidad, quién diría que el mejor acompañante de Voldemort había sido el que salvó su vida. Harry trató de ver cómo hacía que la historia tuviera una lógica en todo esto, pero no pudo, si Peter se había aliado con Voldemort después de la boda de sus padres, entonces, ¿cómo supo que él quería matar a sus amigos?, y si Peter se alió con Voldemort antes de la boda, ¿por qué quiso traicionar a su amo?, era  una historia que tenía que verse en dos puntos de vista diferentes y que la casualidad era lo único que hacía que todo el cuento de los Weasley tuviera lógica.

 

Harry pensó en visitar a Hermione para ver si ella sabía dónde se encontraba su amigo, pero notó que cerca de ésta estaba Cho y se acordó que no podía verla hasta que se casara. Harry vio su reloj: eran las diez de la noche.

Harry miró a su alrededor: vio que todo el mundo reía, bailaba, comía, hasta cantaba, todos estaban felices; para ellos seguramente el tiempo pasaba más rápido de lo normal, pero para Harry... aún faltaba una hora y media para que le tocara leer el discurso de realización; para los invitados, el comienzo de dicho discurso faltaba poco, pero para Harry sería como esperar que empezara el año escolar en Hogwarts en otro terrible verano con los Dursley.

Harry se sentó en una silla, solo, rendido de seguir buscando a Ron; se entretenía comiendo y mirando a los demás divirtiéndose, algo que le parecía muy ABURRIDO; así que trató de pensar como lo había hecho en su “sueño”, que le ayudó a reflexionar sobre todas las cosas malas que había vivido, trató de reflexionar pero no pudo: la música, las risas... la felicidad se podía hasta oler en la fiesta. Después de lo que para él le pareció una eternidad, miró su reloj y observó que eran las diez y media; y pensó: “Ahora no faltan dos eternidades sino una, para que comience la fiesta”.

Siguió comiendo y mirando a la gente sonreír, hasta por fin alguien se le acercó a ayudarlo: era Neville.

         Después de Neville, vino Seamus y sorprendentemente vino Viktor Krum.

         Charlaron toda la fiesta sobre sus años en Hogwarts, sobre sus conocimientos, sobre el quidditch; Krum habló del por qué rompió con Hermione(al parecer fue Hermione que terminó con Krum ya que amaba más a Ron); en fin, hablaron de tantas cosas que por primera vez en el día, Harry sintió que el tiempo iba volando.

         Después de un largo rato de diversión, la voz del profesor Binns resonó en todo el salón:

       Harry Potter –dijo–, es hora de que se dé a cabo el discurso de realización.

Por fin el momento que Harry tanto anhelaba había llegado. Se fue rápidamente de la mesa en donde estaban sus amigos y se dirigió hacia donde estaba el profesor Binns. Cuando al fin llegó, éste sacó la varita y realizó el hechizo Sonorus en la garganta de Harry, en aquellos instantes tenía el poder de decirle a Cho que en verdad la amaba.

Por primera vez en la fiesta se sentía verdaderamente feliz, aunque algo... o mejor dicho bastante nervioso.

       Buenas noches –dijo el profesor Binns–, como en todas las bodas que se realizan en el mundo mágico, es mi deber anunciarles que aquí está el realizador y además el novio de la boda que hoy nos hace sentir felices a todos; con ustedes, ¡HARRY POTTER!, que les dirá el discurso de realización.

La gente comenzó a aplaudir. Harry estaba en un balcón en donde veía a toda la gente feliz: vio a Cho que le sonreía desde lo lejos, vio a Hermione, a sus profesores e, increíblemente notó que Ron estaba cerca de ellos; y éste lo miraba fríamente, fue algo que lo puso más nervioso pero trató de calmarse.

       Buenos días... eh –el público comenzó a reír con una risa bastante burlona, hasta que se sumió el silencio cuando Harry dijo–:Buenas noches, perdón. Sólo quiero decirles que es un placer de que todos ustedes estén disfrutando esta maravillosa fiesta que yo he realizado con tanto trabajo. Quisiera agradecer a todas las personas que han hecho posible que el día más feliz de nuestras vidas se haga mucho más divertido. Para empezar quiero agradecer al profesor... que digo al señor Binns –hubo aplausos– que ha hecho que todos bailemos al sonar de su música; también quiero agradecer a todos mis antiguos profesores que están allá –señaló una mesa bastante alejada en donde se ubicaban todos los profesores. Hubo aplausos– que han ayudado bastante, más de lo que ustedes se imaginan, para que esta fiesta salga a flote –Hubo más aplausos, Harry respiró profundo: no quería hablar sobre la fiesta, quería demostrarle a Cho que en verdad la amaba, así que empezó a decir–: lo que en verdad me motivó a hacer esta grandiosa fiesta no fueron las ganas de divertirme, ni el simple hecho de querer tener un día agradable; lo que en verdad me estímulo a poner en pie esta fiesta fuiste tú, Cho, esta boda la hice para ti, porque te –la tierra comenzó a temblar, todos los invitados cayeron atemorizados al suelo.

       ¿Qué sucede? –preguntó el profesor Binns.

Una pregunta bastante interesante que tenía que ser respondida lo antes posible.

Harry trató de levantarse pero la tierra temblaba más y más; algunos adornos se iban cayendo hiriendo a muchas personas, hasta que por fin Harry divisó lo que ocasionaba el terrible terremoto: Ron se elevaba al cielo como si estuviera volando pero no poseía escoba alguna, sus ojos comenzaron a brillar del mismo tono que los ojos de la criatura en el sueño que tuvo: amarillos incandescentes, y abrió la boca para decir algo:

       Todos aquellos –dijo el cuerpo de Ron con una voz extremadamente grave– que no quieran morir, únanse a Lord Voldemort, que ha vuelto a renacer.

Un espíritu salió del cuerpo de Ron, haciendo que éste cayera al suelo a la distancia de 5 metros en que se encontraba; cuando Ron cayó se oyó una especie de crujido, como si se tronara los dedos, pero aquel sonido se escuchó lo bastante fuerte para que Harry lo escuchara. Cuando Harry lo captó, rogó que su amigo siguiera vivo: pero se dio cuenta que aquel deseo sólo se haría realidad si ocurría un milagro: Ron había muerto.

El espíritu que había salido de Ron era totalmente transparente y no poseía cara, sujetaba en cada mano una varita. Cuando Harry vio esto buscó en su bolsillo, pero para sorpresa suya su varita no estaba, entonces Harry entendió lo que había sucedido: Lord Voldemort trató de matarlo pero no pudo porque una luz había salido de él y no pudo cumplir su misión, así que poseyó a Ron para poder entrar fácilmente a la fiesta y tener otra oportunidad. Eso era lo que significaba la frase de la criatura “sí, pero no”. Voldemort sólo había tomado la varita de Harry para que no se repitiera el error que él había cometido cuando Harry cursaba cuarto: el sueño que tuvo en camino a Hogsmeade era real.

Cuando Harry terminó de reflexionar lo anterior dos preguntas se formularon en la cabeza suya: ¿Qué había sido aquella luz que le había salvado la vida?, ¿Había alguna forma de matar a Voldemort cuando ya había recuperado todo su poder?. Harry tenía una esperanza: la historia de los gemelos Weasley, pero aquella idea volvió a ser estropeada por un acontecimiento que estaba ocurriendo: Voldemort había unido las varitas y de ellas salía un cuerpo nuevo: Era Peter Pettigrew.

Después de que apareció Peter, Voldemort levantó las varitas y cantó un encantamiento:

 

Toda criatura, buena o mala, que se presente aquí...

¡Oh, dios de la muerte!, mata a todos aquellos que no posean pedazos de rosas Leurms en sus estómagos. ¡Oh, dios de la muerte!, mátalos a todos, sí, elimínalos y dame sus almas.

 

“¡Qué buena emboscada!”, pensó Harry.

 

 

 

                           

                                                           7

                           

                                         El Oráculo de los Delfos:

 

 

 

 

Después de que Voldemort dejó de cantar millones de criaturas comenzaron a aparecer mágicamente por todas partes, como si hubieran usado un traslador: había cantidades de licántropos, duendes, vampiros, trolls, hasta había dementores que aparecieron para atacar la boda, todos los invitados sacaron sus varitas y comenzaron a luchar. Los Dursley se alejaron del sitio mas no salieron de la fiesta.

       Larguémonos de este lugar –dijo tío Vernon a su esposa.

       No, tenemos que esperar a Harry –contestó tía Petunia colocándose debajo de la mesa más amplia de todas, y aquélla era justamente en la que habían estado todos los profesores, pero se habían marchado para luchar contra todas las criaturas–. Vengan, escondámonos debajo de esta mesa; parece segura.

       ¿Para qué tenemos que esperar a Harry? –preguntó Dudley colocándose también debajo de la mesa.

       Porque hicimos una promesa antes de salir de casa –dijo tía Petunia–, ¿o no se acuerdan?, dijimos que acompañaríamos a Harry hasta que terminara su boda.

       Pero esto es un asalto –bramó tío Vernon que ya se había metido dentro de la mesa–; ¿no lo ves, Petunia?, mira todas esas criaturas del otro mundo, nos matarán si nos encuentran.

       Además –dijo tía Marge entrando dentro de la enorme mesa y sujetando aún más fuerte su celular–, ¿cómo saldremos de aquí?.

       Tiene razón tía Marge, papá –dijo Dudley– , al menos que... tía, danos tu celular.

       Sí –dijo tío Vernon con una sonrisa–, llamaremos a los policías y saldremos de aquí.

       No van agarrar mi celular –contestó tía Marge con aire de furia y abrazando con más fuerza su celular–. Y es que acaso no se acuerdan que éste es el mundo mágico y no el nuestro.

Todos lanzaron un suspiro.

       Entonces esperemos –dijo tía Petunia.

 

 

 

El espíritu de Voldemort y el de Peter desaparecieron en un instante.

Harry vio que Hermione se acercaba al cuerpo de Ron y pensó que lo mejor era ver cómo se encontraba su amigo.

         Hermione estaba llorando.

       ¿Sucedió? –preguntó Harry mientras se acercaba al cuerpo de Ron y se agachaba para verlo mejor–. ¿Está muerto?.

       Sí –contestó Hermione llorando aún más–, Ron ha muerto.

Harry se sorprendió al escuchar la noticia de su amiga. Se acercó aún más, levantó su dedo índice y medio y los colocó suavemente en el cuello de Ron: éste no tenía pulsaciones definitivamente había muerto.

Harry no sabía si ponerse a luchar o llorar. Su mejor amigo había muerto, y comenzó a frustrase mientras lloraba a chorros: por un momento empezó a pensar de quién era la culpa de aquel acontecimiento y, sin esperar tiempo alguno la respuesta vino a su mente: Lord Voldemort(después lo maldijo); él había sido sin duda el culpable de la muerte de su amigo; pero trató de analizar las cosas como lo había hecho en aquel ataúd. Después de un rato empezó a imaginarse que Ron había muerto por culpa suya... y se dio cuenta que así era.

Harry se asustó cuando su cabeza había hecho aquel comentario. Trató de imaginarse la vez en que había estado en aquel ataúd para rectificar si la muerte de su amigo no había sido culpa suya: sintió el dolor que producía las cadenas, el sudor que rodaba por su cabeza, el calor infernal que había dentro de aquel horroroso lugar; recordó los hechos: cuando aparecieron aquellas manos, cuando cayó lentamente al suelo, cuando vio los horrorosos ojos... se tranquilizó bastante al enterarse que no tenía oportunidad de salvar a Ron cuando estaba en el ataúd; de que aquél era el terrible destino de su amigo, se alegró completamente cuando supo que no había sido culpa suya la muerte de Ron; aun sonrío, un movimiento que duró muy poco tiempo por la presencia de su amiga, así que volvió a chorrear lágrimas... pero no porque Hermione se encontraba delante de él, sino porque en verdad lo extrañaba.

         Harry vio que muchos magos sacrificaban su vida para matar a todas las criaturas que Voldemort había hecho aparecer, vio a Snape, a  la profesora McGonagall, aun vio a Hagrid, pero se dio cuenta que no estaba Dumbledore: ¿sería que había huido?, observó por todas partes para localizar a su director; después de varias búsquedas con la mirada se dio por vencido, así que siguió lamentándose por Ron.

Mientras lloraban Hermione le habló a Harry.

       Cho dice que tú no le demuestras su amor –dijo mientras se secaba las lágrimas con las manos.

       Lo sé –contestó Harry al momento en que también se secaba las lágrimas–, traté de demostrárselo a través del discurso de realización pero Quien-tú-sabes estropeó todo de nuevo y...

       ¿Lord Voldemort está aquí? –Hermione se sorprendió, Harry no sabía si era porque su enemigo se encontraba en la fiesta o sino era porque había pronunciado su nombre–. Juro que no vi nada.

       ¿En serio no lo viste? –preguntó Harry en voz baja, no quería que nadie los escuchara–, por eso fue que Ron murió porque Quien-tú-sabes salió de él  y entonces...

Hermione lo miró con cara seria.

       Yo no vi nada –contestó Hermione–, la gente dice que fue uno de los vampiros que hizo que él se elevara y después lo hizo caer. Sé mucho sobre los vampiros, antes de que hagan una emboscada elevan a alguien y lo matan.

       Lo mejor será que llevemos a Ron a un lugar seguro –dijo Harry cambiando de tema–. No creo que su cuerpo se encuentre bien entre toda esta matanza.

Cuando Hermione usó la varita para que el cuerpo de Ron se elevara, de la espalda de éste comenzó a salir sangre, algo que hizo que Hermione y Harry ahogaran un grito.

Lo llevaron hasta un sitio bien alejado de la fiesta. Lo acostaron en el suelo y se pusieron a contemplar el cuerpo de Ron.

       Harry –dijo Hermione–, si tú dices que la llegada de Quien-tú-sabes es cierta, entonces fue él el que mató a Ron.

       Exactamente –contestó Harry–. ¡Qué raro!.

       Entonces, Harry –dijo Hermione–, tienes que ir con Dumbledore, puede ser que él sepa qué hacer.

       Lo haré si me dices dónde está Cho.

       Ella se fue a luchar contra las criaturas –dijo Hermione.

       Haré, pues, lo que me pides, pero primero voy a visitar a Cho, necesitaré su ayuda –dijo Harry.

       Gracias –contestó Hermione–, pero antes que nada, Harry, quisiera saber si te duele la cicatriz.

Harry se había olvidado completamente de la señal que le indicaba la presencia de Voldemort. Tocó su cicatriz y contestó:

       No.

Después Harry se dirigió rápidamente al salón de fiesta a buscar a Cho. Cuando ya estaba bastante alejado de Hermione, sintió que una mano agarraba su cintura, volteó la cabeza hacia atrás rápidamente y en un abrir y cerrar de ojos todo el lugar había cambiado completamente, como si se hubiese desaparecido, volteó la cabeza hacia delante y vio a una persona con una enorme barba plateada: era Dumbledore.

 

         Harry estaba en una habitación enorme, con paredes azules rellenas de pequeñas figuras que se movían mágicamente; toda la habitación estaba vacía, pero en el centro de ésta sobresalía un círculo que poseía un diámetro de cinco metros más o menos.

       ¿Para qué me ha traído a este lugar? –preguntó Harry enfurecido.

       Porque tú eres el Elegido –contestó Dumbledore con voz fría–. Yo ya estoy muy viejo para seguir luchando contra Voldemort y menos en esto instantes que él ha recuperado su verdadero poder.

Harry lo dio una mirada que le indicaba a Dumbledore: “No entiendo”.

       Mira, Harry –dijo Dumbledore–. La rosa Leurm que llevas en tu bolsillo es la esperanza para matar a Voldemort. Ella fue quien te salvó la vida, no fue tu madre...

       Sí, profesor, ya oí esa parte de la historia –dijo Harry interrumpiendo a Dumbledore.

       Entonces los gemelos Weasley ya te lo contaron –dijo Dumbledore bajando la voz.

       ¿Cómo sabe que los gemelos Weasley me lo contaron? –Harry levantó la voz lo suficiente para que sonara más a una amenaza.

       Porque yo se los mandé, así de sencillo, usé una maldición para hacer que ellos dijeran lo que yo quería –dijo Dumbledore con una sonrisa–. Harry, entiendo lo que te sucede, pensarás que estoy loco pero no es así. Pero ya que los gemelos Weasley te dijeron todo, entonces llamemos de una vez al Oráculo de los Delfos.

Dumbledore sacó su varita; iba a pronunciar las palabras mágicas pero Harry lo detuvo.

       Profesor –dijo Harry rápidamente–, ¿usted ya sabía que Voldemort iba a causar todos estos daños?.

Pero Dumbledore no respondió. Levantó la varita y pronunció unas palabras mágicas en voz tan baja que Harry no pudo escucharlas.

El círculo se abrió lentamente después de que Dumbledore guardó la varita, y comenzó a salir una estatua que medía de alto casi diez metros: parecía una pared que se sujetaba de una base de un material muy semejante al oro; la pared estaba hecha de un material parecido a los techos de la iglesia y sobresalía la cara de tres personas distintas: dos de mujeres y una de hombre.

       Éste es el famoso Oráculo de los Delfos, Harry –dijo Dumbledore.

       ¿En dónde estamos? –preguntó Harry interrumpiendo a Dumbledore.

       Éste es un lugar que sólo lo conocen los directores de Hogwarts –dijo Dumbledore–, ya que el Oráculo de los Delfos fue construido por tres de los cuatro fundadores de nuestro colegio: Godric Griffindor, Helga Hufflepuff y Rowena Ravenclaw...

       No le expliques más –dijo la voz del hombre que se pegaba en la pared. La cara del hombre del Oráculo se había salido completamente y lo hizo estirando su enorme cuello para poder despegarse un poco de la pared. Su voz era fría y su cara era totalmente transparente–. Me toca decirle la verdad, Albus Dumbledore.

Cuando Dumbledore escuchó el mandato de aquella cara, dio dos pasos hacia atrás.

       Harry –siguió diciendo la enorme cara–, mi nombre es Godric Griffindor, fundador de la casa a la que perteneces. Sé que tienes muchas dudas y estoy seguro de que serán aclaradas después de una larga charla.

’’Te habrás dado cuenta de que Voldemort no es un mago común; Tom Ryddle, mejor conocido como Lord Voldemort, es el heredero de Slytherin, es decir, nuestro primer enemigo.

’’Mientras construíamos Hogwarts hubo muchas rivalidades entre cada uno de nosotros: Ravenclaw, Hufflepuff, Slytherin y yo. Fueron avanzando los problemas y un día me di cuenta qué era lo que los causaban: Slytherin usaba magia antigua que hacía que cada uno de nosotros nos peleáramos, la magia que él empleaba, y en estos momento Voldemort también la utiliza, se remota desde más de 100.000 años, entonces en esos instantes me di cuenta de quién se trataba.

’’Les avisé a todos mis demás compañeros y nos dimos cuenta que la solución para acabar con Slytherin era matándolo. El colegio ya se había terminado cuando me enteré de la verdadera identidad de Salazar. Hubo una batalla terrible entre nosotros tres y el Enemigo; al final lo único que logramos fue hacer que éste huyera pero nos dejó una profecía: que algún día volvería con más poder que antes; dijo que ese día llegaría cuando se celebrara la boda de un muchacho, dijo que su nombre era Harry Potter; ahora la profecía se ha cumplido, ese día es hoy.

’’Así que decidimos usar toda nuestra magia para contrarrestar el hechizo, mas lo único que logramos hacer fue el Oráculo de los Delfos, que es la maravilla que estás viendo ante tus ojos. El Oráculo de los Delfos funciona de la siguiente manera: tendrás que afrontar tres pruebas, si las  apruebas sabrás toda la historia del Enemigo y la tuya, y aprenderás en menos de cinco minutos todos los hechizos que han existido desde los comienzos de la magia y también podrás pedir un deseo.

       Pero –dijo Harry–, ¿por qué soy el Elegido?.

       Harry –dijo Griffindor–, nosotros sabíamos que esto iba a ocurrir algún día; si afrentas las pruebas estarás más seguro de poder con Voldemort, o simplemente lo puedes matar a través del deseo, pero eso ya estará a tu disposición. Harry, estas pruebas te ayudarán a descubrir todo el secreto de tu vida: la verdad de la muerte de tus padres, el por qué eres el Elegido. También nos ayudará a nosotros a ver si en verdad tú eres el Predestinado... en fin, te ayudarán a ver la verdad, pero eso sólo si las apruebas.

       ¿Qué sucede si rechazo a realizarlas? –preguntó Harry.

Griffindor no le hizo caso a la pregunta de Harry y siguió diciendo:

       Cada uno de nosotros te dirigirá una prueba; para eso tomaremos el cuerpo de Dumbledore –dijo Griffindor–. La primera prueba te la aplicará Ravenclaw, después la haré yo y luego la tercera y última prueba la hará Hufflepuff.

       Pero –dijo Harry tratando de lanzar otra pregunta pero no pudo porque Griffindor lo interrumpió.

       Harás todas las preguntas que quieras cuando hayas realizado las Tres Pruebas, si es que las apruebas. Bueno, antes de empezar Harry te deseo toda la suerte del mundo.

Después los ojos de Griffindor comenzaron a brillar. Las otras caras no hablaban ni se movían. Los ojos de Godric brillaban más y más y después de un rato una luz segadora iluminó todo el cuarto. Harry tenía los ojos cerrados porque la luz era demasiado intensa; luego hubo algo que lo tomó por la cintura, Harry trató de abrir los ojos para ver lo que sucedía pero no pudo, las manos lo sujetaban con más fuerza, hasta que al fin lo soltaron. Harry abrió los ojos y vio dos sillas que se separaban por dos pequeñas pantallas planas, al lado de él apareció Dumbledore que le indicaba que se sentara en una de las sillas. Había empezado la primera prueba.  

 

 CONTINUACION!!!

                      8

 

                                 La Primera Prueba

 

 

 

 

Antes que Harry se sentara, a Dumbledore le comenzaron a brillar los ojos con un tenue verdoso, y comenzó a decir con voz parecida a la de una serpiente:

       Bienvenido, Harry –dijo–, soy Ravenclaw y te conduciré en la primera prueba, la prueba de inteligencia: un verdadero mago tiene que ser inteligente cuando esté en combate; esta prueba nos mostrará lo que has aprendido en Hogwarts y si la apruebas, habrás demostrado capacidad para matar a Voldemort y se te hará MUCHO más fácil la segunda prueba. Bueno Dumbledore, ya te di las instrucciones, espero que lo conduzcas por el bien.

Después un espíritu salió rápidamente del cuerpo de Dumbledore. Harry no pudo distinguirle la cara. Él se sentía nervioso completamente, la inteligencia no era un talento que él poseía. Se sentó en una silla al frente de Dumbledore, ya no le brillaban los ojos, al parecer había vuelto a ser su mismo director de siempre.

       ¿Estás nervioso, Harry? –le preguntó Dumbledore, pero ahora con su misma voz.

       Sí –dijo Harry sin vergüenza–, usted sabe muy bien que la inteligencia no es un talento que yo poseo.

       Bueno –dijo Dumbledore–, te deseo la mejor suerte.

       Gracias.

Hubo un silencio duradero.

       La prueba consiste en lo siguiente, Harry –dijo Dumbledore–, te voy a hacer 15 preguntas de selección simple, te voy a dar cuatro opciones y una de ésas va a ser la correcta; cada una de las preguntas va a tener un valor en galeones y va a ir subiendo el coste de dinero y de conocimiento en cada pregunta; la primera pregunta va a tener un valor de 40 mil galeones, la segunda de 65 mil, la tercera de 100 mil, la cuarta de 150 mil, la quinta de 250 mil, la sexta de 400 mil, la séptima de 650 mil, la octava de 1 millón cien, la novena de 1 millón 800 mil, la décima de 3 millones, la onceava de 6 millones 250 mil, la doceava de 12 millones 500 mil, la treceava de 25 millones, la catorceava de 50 millones y la quinceava y última de 100 millones. No necesitas llegar obligatoriamente a la pregunta de 100 millones, en cualquier momento puedes retirarte y llevarte el monto que llevas acumulado, pero te digo algo, Harry, mientras más ganes más posibilidades vas a tener de pasar la segunda prueba.

’’Se sabe que no vas a poder pasar esas 15 preguntas tan fácilmente, así que se te ha dado la oportunidad de usar tres comodines: el cincuenta y cincuenta, que te serán eliminadas dos opciones erróneas; podemos llamar a un amigo, no importa el lugar en donde esté, ni la edad ni sexo; o si quieres podemos consultar a la audiencia. Utiliza bien tus comodines, Harry.

Cuando Dumbledore terminó de hablar, aparecieron muchos bancos vacíos alrededor de Harry que se separaban bastante, a través de una pared, del lugar en donde se ubicaba él.

       ¿Ésta es la audiencia? –preguntó Harry desconcertado.

       Los asientos los ocupan puros fantasmas que ahora se encuentran en forma invisible –dijo Dumbledore–. Harry, ¿entendiste?.

       Sí –contestó Harry–, pero como es que siento que esto ya lo he visto antes...

       A medida que vayas avanzando se te dictarán otras reglas –le interrumpió Dumbledore–. Bueno, Harry, ¿comenzamos a jugar?

       De acuerdo –contestó Harry con desgana.

       Harry Potter –dijo Dumbledore a la audiencia–, graduado en el colegio Hogwarts de magia y hechicería, soltero, (por los momentos), 27 años, es auror y viene con vino acompañado con sus amigos fantasmas.

Aparecieron muy cerca de Harry las dos personas con quien menos había tenido relaciones amistosas en Hogwarts: apareció Peeves, Nick Casi Decapitado y Myrtle La llorona, todos estaban saludándolo desde las gradas.

       Hola, Harry –gritó Myrtle–, te deseamos toda la suerte del mundo.

       ¡Qué audiencia! –dijo Harry a Dumbledore en voz baja -. ¿Por qué vinieron ellos –dijo señalando a los fantasmas que estaban felices y aplaudiendo?.

       Porque ellos querían –respondió Dumbledore.

       Pero entonces ellos ya sabían que yo iba a...

       Primera pregunta –le cortó Dumbledore– por 40 mil galeones para el auror Harry Potter, ésta es su pregunta.

Unas luces alumbraron todo el estudio.

       ¿Qué animal biológicamente no puede volar?

a)     Hipogrifo.

b)    Vampiro.

c)     Pegazo.

d)    Unicornio.

       Sin lugar a dudas –dijo Harry–, la respuesta correcta es la opción D: el unicornio, ya que éste puede volar pero usando magia.

       Sí, señor.–dijo Dumbledore.

Se oyeron unos aplausos desde los bancos.

       Segunda pregunta por 65 mil galeones –dijo Dumbledore–, ésta es la pregunta: ¿A qué país representa el famoso jugador, Viktor Krum, en el quidditch?.

a)     Bulgaria.

b)    Inglaterra.

c)     Rumania.

d)    Japón.

       La respuesta correcta –dijo Harry– es la opción A: Bulgaria.

       Sí, señor –gritó Dumbledore.

Se oyeron de nuevo los aplausos.

       Tercera pregunta por 100 mil galeones –dijo Dumbledore–, ésta es la pregunta: ¿Cuál es el hechizo que se utiliza para desquitarse de los dementores?.

a)     Patronus.

b)    Lavelle.

c)     Ignoedo.

d)    Accio.

       La respuesta correcta es la opción A: Patronus.

       Muy bien –dijo Dumbledore al instante en que sonaban unos aplausos.

Las luces volvieron a iluminar el estudio.

       Cuarta pregunta por 150 mil galeones, ésta es la pregunta: ¿Cuál es el nombre, en lenguaje mágico, que se le da a las varitas?

a)     Cartucios.

b)    Lansasmágics

c)     Contenedors

d)    Lansasreios.

       La opción B –dijo Harry titubeando–: Lansasmágics

       Exactamente –contestó Dumbledore. Hubo aplausos–, ya que Lansasrieos es el nombre que se le da a los sombreros que usan algunos magos para lanzar magia.

       Sí –dijo Harry haciendo que sabía perfectamente lo que Dumbledore estaba hablando.

       Quinta pregunta por 250 mil galeones, ésta es tu pregunta: Juan es más alto que Pedro, Pablo y Luis; Pedro es más alto que Pablo pero Luis es más alto que Pedro, entonces, ¿Quién es más bajo?

a)     Pedro.

b)    Juan.

c)     Pablo.

d)    Luis.

Harry pensó: “Juan es el más alto de todos así que él no es el más bajo; Pedro es más alto que Pablo, así que Pedro no es; entonces quedaría Luis y Pablo, pero Luis es más alto que Pedro: entonces el más bajo es Pablo”.

       La respuesta correcta es la opción C –dijo Harry–: Pablo.

       ¿Seguro? –preguntó Dumbledore.

       Sí.

       ¿Respuesta definitiva? –volvió a preguntar Dumbledore.

       Respuesta definitiva –contestó Harry.

       Respuesta definitiva la opción C –sonaron unos tambores que provenían de algún lugar desconocido–: ¡Correcto! –gritó.

Hubo aplausos.

       Ahora, Harry –dijo Dumbledore–, es el momento en que te debo explicar las otras reglas del juego: Llevas acumulado 250 mil galeones; si en una pregunta que esté comprendida entre la cinco y la diez la fallas, entonces ganarías 250 mil galeones. Si respondes bien la pregunta diez que es por 3 millones de galeones, desde ese momento si no aciertas alguna pregunta comprendida desde la diez hasta la quince, ganarías 3 millones de galeones. ¿Comprendido?.

       Eso espero –contestó Harry.

       Sexta pregunta por 400 mil galeones, ésta es la pregunta: Antes de que ocurriera la Revolución mágica, ¿cómo se titulaba el diario que hoy conocemos como El Profeta.

a)     El Sabelotodo.

b)    El Conocetodo.

c)     El Variasvista.

d)    El Ojo.

       Creo que la respuesta correcta –dijo Harry– es la opción D: El Ojo.

       ¿Seguro?

       No, pero voy por esa opción.

       ¿Respuesta definitiva?

       Sí, respuesta definitiva.

Sonaron de nuevo los tambores.

       ¡Correcto! –gritó Dumbledore.

Hubo aplausos.

       Séptima pregunta –dijo Dumbledore– por 650 mil galeones, ésta es la pregunta: ¿Cuál es el nombre que le dan los magos egipcios a los muggles?

a)     Nomagos.

b)    Maggles.

c)     Saleos.

d)    Nocameos.

Harry tenía una duda entre Nocameos y Maggles, ya que según lo que él recordaba el término “cameos” lo utilizaban los egipcios para definir a un mago; y Maggles era un término nuevo para él. los Búlgaros llamaban a los muggles Saleos; y Nomagos era una palabra que para Harry, ésta no tenía relevancia.

       Voy a usar un comodín –dijo Harry–: el cincuenta y cincuenta.

       Muy bien –contestó Dumbledore–, lo único que tengo que decirte es que este comodín te eliminará dos opciones erróneas. Bueno aquí lo tienes,

a)     Nomagos.

c)     Saleos.

Cuando le despejaron las dos opciones que Harry más creía, hizo un pequeño gesto de desesperación delante de Dumbledore: apoyó la espalda más al espaldar, Dumbledore le hizo caso omiso a la desesperación de Harry, seguía mirándolo seriamente.

Harry se puso a pensar: la palabra Nomagos era un término que no tenía sentido alguno en cuanto al idioma egipcio, ya que estaba compuesta de dos términos No–magos, pero eso ya sería castellano; y Harry estaba completamente seguro de que Saleos era la palabra que utilizaban Búlgaros para definir a los muggles; así que decidió rápido.

       La respuesta correcta es la opción A –dijo Harry–: Nomagos.

       ¿Seguro? –preguntó Dumbledore.

       Eso creo.

       ¿Respuesta definitiva?.

       Respuesta definitiva.

       Respuesta definitiva la opción A: Nomagos –Dumbledore respiró  profundo antes de dar el veredicto. Sonaron unos tambores–, y eso es CORRECTO –hubo aplausos–. Ya que la palabra Nomagos se deriva del árabe y se descompone así: Noma que significa no; y Gos que significa mago.

       Sí, eso es correcto –dijo Harry haciendo que sabía perfectamente lo que estaba hablando Dumbledore–, yo lo sabía desde un principios... pero usted sabe los nervios...

       Lo entiendo –dijo Dumbledore con una amplia sonrisa–. Bueno, vamos por tu octava pregunta por 1 millón 100 mil galeones, ésta es la pregunta: ¿Cómo se llamaba el duende que era esposo de la duenda Localamasermosa, mejor conocida como “CheDuendina”, comandante de la Guerra de los Mil Años?

a)     Erick el Moreno.

b)    Tuk el Morado.

c)     Soñal el Gruñiente.

d)    Dendio el Casafloja.

       Ésta es más fácil que la anterior –dijo Harry–, la respuesta correcta es la opción D: Dendio el Casafloja, mejor conocido como “ChiDuendino”.

       ¿Seguro? –preguntó Dumbledore asombrado.

       Sí.

       ¿Respuesta definitiva?

       Por supuesto.

       Y eso es CORRECTO.

Hubo aplausos.

       ChiDuendino –dijo Dumbledore–, se divorció más tarde de Localamasermosa y se casó con la reina de Capton, que era el reino contra el que luchaba CheDuendina en la Guerra de los Mil Años.

       Sí, yo sé todo eso, profesor, no se preocupe –mintió Harry.

       Novena pregunta por 1 millón 800 mil galeones –dijo Dumbledore–, ésta es tu pregunta: ¿Quién es el escritor de la obra titulada Las Mil y Una Noches, escrita en el año 100?:

a)     Elrond.

b)    Âuioercomorter.

c)     Hâshasas.

d)    Floür.

Harry pensó que lo mejor era usar otro comodín, pero decidió pensar un rato más: Tenía una duda entre Floür y Elrond ya que el primero era el mejor escritor de aquella época. Nunca había escuchado el nombre de Elrond. Los otros eran escritores más antiguos y Harry estaba seguro de que no le pasaría lo mismo que le sucedió en la séptima pregunta. Analizó un poco más la situación y pensó en arriesgarse.

       La respuesta correcta –dijo– es la opción D: Floür

       ¿Seguro? –preguntó Dumbledore.

       Sí.

       ¿Respuesta definitiva?.

       Sin lugar a dudas.

       Respuesta definitiva la opción D: Floür –Dumbledore paró y comenzó a mover la cabeza haciendo un signo de afirmación, luego dijo–: Eso es correcto –Hubo aplausos–. Después de que él escribiera ese libro, muchos años más tarde un fanático de sus cuentos decidió aparecer la historia a los muggles; e incluso en estos tiempos, a los muggles les fascina ese libro.

       Sí –dijo Harry haciendo que sabía todo lo que estaba diciendo Dumbledore–, tenía una duda entre Floür y Elrond, ya que Elrond, creo que también era un famoso escritor.

       Pero si Elrond es conocido entre los muggles como un personaje imaginario creado por un imaginativo escritor –exclamó Dumbledore.

       ¿En serio? –preguntó Harry–. Bueno, olvídelo...

       De acuerdo –dijo el director–. Vamos por tu pregunta 10 por 3 millones de galeones, ésta es la incógnita: ¿En qué año se restablece por 4º vez la Constitución Mágica Del Mundo?

a)     1982

b)    1978

c)     1986

d)    1981

       Sin lugar a dudas la respuesta correcta –dijo Harry muy seguro– es la opción C: 1986. Ya que fue el año en que Cornelius Fudge llegó a ser nombrado Ministro, y entonces días después cambió la Constitución.

       ¿Seguro? –preguntó Dumbledore sorprendido.

       Seguro.

       ¿Respuesta definitiva?

       Respuesta definitiva.

       ¡Exactamente, muy bien! –dijo Dumbledore a los cuatro vientos–. Ya estamos en la pregunta Nº 10, llevamos acumulados 3 millones de galeones, si en las cinco preguntas faltantes fallas alguna te llevas lo que tienes acumulado; te digo que puedes retirarte en cualquier momento con la cantidad que lleves en esos instantes. ¿entendido?. Ahora vamos por tu pregunta 11 por 6 millos 250 mil galeones: ésta es tu pregunta.

Harry no podía estar más feliz en su vida: había contestado diez que preguntas que seguro Hermione ni siquiera las hubiese podido responder(esto lo dijo para animarse más). Pero lo que él no sabía en aquellos instantes era que aquellas cinco preguntas que faltaban era para comprobar en verdad si era un mago verdaderamente inteligente. Le quedaba aún dos comodines, lo que significaba que por lo menos podía acertar las próximas dos preguntas, pero al momento que pensó en los comodines le dio un pequeño susto y pensó: ¿a quién llamaré?, luego miró fríamente a la audiencia invisible.

         9       

 

                                        Los Dos Comodines:

 

 

 

 

Hermione levantó la cabeza débilmente y observó centenares de destellos que lanzaban las varitas para atacar a sus enemigos, pero vio también que su amigo no llegaba. Ya eran más de las doce y sus condiciones para luchar eran muy mínimas: la desgracia producida por la muerte de sus esposo aún retumbaba en su enorme cerebro, sin dejarla pensar en alguna solución para salir de aquel embrollo. Todo iba mal hasta que salió corriendo y cansada su amiga Cho, con una varita en la mano.

       Hermione –dijo Cho acercándose hacia ella–, ¿Por qué no luchas?. ¡Estas criaturas parecen infinitas?.

Pero Hermione no respondió.

         Cho corrió rápidamente hacia Hermione y ahogó un grito justamente cuando vio el cuerpo de Ron tirado en el suelo duro, sin respirar.

       ¿Qué le sucedió? –dijo Cho, se acercó al cuerpo de su amigo ya muerto.

       Cuando cayó al suelo después de que una fuerza lo levantó, luego murió –dijo Hermione.

       Pero no está muerto –dijo Cho con un suspiro.

       ¿Qué dices?.

       Pero si sólo se le han quebrado los huesos, ¿no?–dijo Cho mirando a su amiga sorprendida–, podemos revivir a Ron.

       ¿Cómo? –dijo Hermione mostrando aire de felicidad.

       Déjame ver si la enfermera Pomfrey puede ayudarnos, ella sabe reparar huesos.

Después de unos minutos, Cho trajo a la señora Pomfrey. Al parecer Cho ya le había contado todo porque apenas vio a Ron, la enfermera se puso a  hacer su trabajo.

       Durará un tiempo –dijo la señora Pomfrey– la operación, el poder de mi varita es lo único que puede revivir a este alumno, tendré que reparar todos sus huesos. Esto tardará por lo menos seis horas. Pero les aseguro que lo salvaré.

       Lo mejor será –dijo Cho– que sigamos luchando. ¡Vamos, Hermione!, Ron ya se recuperará.

       Cho –dijo Hermione–, toma esto –le dio una rosa que tenía un aspecto común y corriente–, es una rosa Curn, venía de regalo con el libro Grandes misterios de las rosas mágicas que estaba leyendo cuando estábamos dentro de uno de los cuartos de la capilla de Hogsmeade, traje la rosa porque pensé que se me veía bien, pero no me gustó así que la he tenido en mi bolsillo todo este tiempo. Se dice que tiene el poder de protegerte de los dementores. Creo que tú lo necesitas más que yo, y además se dice también que tiene el poder de atraer las varitas que contenga pelaje de algún animal que vuele mágicamente, pero eso no está asegurado.

       Gracias –contestó Cho introduciendo la rosa dentro de su bolsillo.    

Hermione siguió a Cho. Cuando entraron un dementor venía hacia ellas; Hermione sacó rápidamente su varita y gritó: Patronus, pero la bestia siguió su camino. Luego Cho hizo el mismo movimiento y de su varita salió un centello que hizo polvo al dementor. La rosa sí funcionaba. Hermione quedó sorprendida de que su Patronus no diera resultado y el de Cho sí, hasta que se dio cuenta de que no había tenido ningún recuerdo feliz para hacer el hechizo. Después siguieron luchando pero por más criaturas que matasen siempre aparecían más.

 

 

 

         Harry estaba sentado en la cómoda silla enfrente de la pantalla que le mostraba la pregunta 11, la leía y la releía sin saber lo que le estaban preguntando la pantalla. La incógnita decía lo siguiente: “¿Quién fue el último rey trasgo?

a)     Coshia.

b)    Maritit.

c)     Loenaer

d)    Gashialf.

Harry no sabía absolutamente nada sobre los trasgos; sus conocimientos antiguos le recordaban el nombre de Maritit, pero ni siquiera sabía qué había hecho aquel trasgo. Pensó por un largo tiempo sin recordar nombre alguno. El nombre que más le sonaba era Maritit pero no quería arriesgarse por esa opción sin antes saber quién era aquel trasgo.

       Déjame explicarte la situación en que nos encontramos –dijo Dumbledore al fin–, vas por tu pregunta 11 por 6 millones 250 mil galeones, no arriesgas nada ya que tienes asegurados 3 millones de galeones; si pierdes ganas la cantidad que ahora llevas, si ganas obtienes 6 millones 250 mil galeones y sigues concursando por más. Ah, te recuerdo, te quedan dos comodines que puedes usar cuando mejor te convenga.

Cuando Harry oyó la última frase del discurso de Dumbledore, se le iluminó la cara de esperanza; hasta que volvió a contemplar a su alrededor la triste audiencia invisible.

       Bueno –dijo Harry con desgana–, voy a utilizar el comodín de consultar a la audiencia.

       Está bien –luego Dumbledore se dirigió a la audiencia y le preguntó–: ¿Quién fue el último rey trasgo?: Coshia en la opción A, Maritit en la opción B, Loeaner en la C y Gashialf en la D.¡A votar!

Harry vio a través de sus tres “amigos” fantasmas lo que hacía el resto de la audiencia: inclinaban un poco la cabeza y tocaban un pequeño control con las cuatro opciones disponibles, después de unos segundos apareció en la pantalla las votaciones que daba la audiencia.

       La votación de la audiencia es la siguiente –dijo Dumbledore–: la opción A un 15%, la opción B un 32%, la opción C un 32% y la opción D un 21%. La audiencia está bastante dividida, Harry.

Harry miró fríamente la audiencia.

       En estas circunstancias –dijo– me voy por la opción B: Maritit, ya que ésta era por la que yo me quería ir al principio pero tenía dudas, así que con mi voto hacen un 33%.

       ¿Aún te quedan un comodín? –preguntó Dumbledore para hacerlo dudar.

       No, vamos a dejarlo para más tarde.

       Entonces la respuesta correcta es la...

       Opción B: Maritit.

       ¿Seguro?.

       Seguro.

       ¿Respuesta definitiva?

       Respuesta definitiva.

       ¿Sin comodín? –volvió a preguntar Dumbledore.

       Sin comodín.

Hubo un silencio duradero. Harry vio cómo Myrtle se mordía las uñas, parecía que estaba más nerviosa que él. Dumbledore miró a los únicos fantasmas visibles de la audiencia y les preguntó:

       ¿Ustedes qué creen?.

       Creo que ésa es la correcta –dijo Nick Casi Decapitado.

       Sí –dijo Peeves–, hay que tener fe. Miren que aposté bastante dinero por Harry.

Myrtle no respondió.

       ¿Harry? –dijo Dumbledore–, piensas que ésa es la respuesta correcta.

       No –respondió Harry–, pero me fui por esa opción.

       Pues tienes mucha suerte porque ésa es la respuesta correcta. ¡Sí, señor!

Hubo aplausos.

       Vamos por tu pregunta 12, por 12 millones 500 mil galeones –dijo Dumbledore–, ésta es la pregunta: ¿Cuál es el verdadero nombre de Huchet, el Elfo, escritor del libro Contra Todo lo Bueno?

a)     Marnon.

b)    Fuerfle.

c)     Liosor.

d)    Gaodor.

       La respuesta correcta es la opción A –dijo Harry muy seguro–: Marnon.

       ¿Seguro? –preguntó Dumbledore.

       Seguro.

       ¿Respuesta definitiva?, mira que si no aciertas ganas 3 millones. Puedes retirarte en cualquier momento con tus 6 millones 250 mil galeones.

       No, es mi respuesta definitiva.

       ¿Sin comodines?

       No, vamos a utilizar el comodín más tarde.

       Entonces –dijo Dumbledore– la respuesta correcta es la opción...

       A: Marnon.

       ¡Sí, señor! –hubo aplausos–. Marnon ha sido el primer y único escritor Elfo que haya existido en toda la historia de la magia; su única obra Contra Todo lo Bueno era, es y será la mejor historia de todos los tiempos.

       Exactamente –dijo Harry, pero esta vez sabía todo lo que decía Dumbledore.

       Pregunta 13 por 25 millones de galeones, ésta es la pregunta: ¿Dónde nació Griffindor?

a)     Inglaterra.

b)    Francia.

c)     Norteamérica.

d)    Bulgaria.

       La respuesta correcta es la opción D –dijo Harry–: Bulgaria.

       ¿Seguro? –preguntó Dumbledore.

       Totalmente.

       ¿Respuesta definitiva?.

       Respuesta definitiva.

       ¿Sin comodines?.

       Sin comodines.

       Ya que estás tan seguro, no te puedo hacer dudar; ¡Sí, señor!

Hubo aplausos.

       Pregunta 14 por 50 millones de galeones, ésta es la pregunta: En la magia Húngara, ¿a qué se le llama Shétité.

a)     Muggles.

b)    Varita.

c)     Sombrero.

d)    Túnica.

       Eh –Harry comenzó a dudar pero se decidió rápido–... la respuesta correcta es la opción C: Sombrero.

       ¿Seguro?.

       Eso espero.

       ¿Respuesta definitiva?

       Sí, respuesta definitiva.

       Harry –dijo Dumbledore preocupado –, acuérdate que si fallas esta respuesta ganas...

       Entonces déjeme utilizar mi último comodín...

       No, ya diste tu respuesta definitiva... y es CORRECTA, sí señor. Te salvó la suerte, Harry.

Hubo aplausos.

       Pregunta 15 por 100 millones de galeones –dijo Dumbledore lentamente –, ésta es la pregunta: ¿Cuál es el nombre científico que se le dan a los licántropos?.

a)     Gorrierteros máxliust.

b)    Kiántrapos Lóciust.

c)     Gurriépidos Saliust.

d)  Gonodrotoprinoestucias Galeorosnaciusct.

       Ésta sí que está difícil –dijo Harry dándole una mirada de compasión a Dumbledore.

       Te queda un importantísimo comodín.

       Bueno, vamos a usarlo –dijo Harry.

       ¿A quién vamos a llamar?.

       A Hermione... pero profesor, ¿cómo no vamos a comunicar con ella si no tenemos lechuzas?.

       Ya verás, Harry –dijo Dumbledore tranquilo–, sólo espera.

 

 

 

Ring – ring, sonó el celular de tía Marge. Luego ella dejó de abrazarlo y lo colocó suavemente en el suelo

       Marge –dijo tío Vernon–, contesta el celular.

Tía Marge tiró violentamente el aparato comunicativo, pero éste siguió sonando.

       Contesta, tía –dijo Dudley.

Tía Marge no dijo nada; tomó el celular pero no quiso ponérselo en el oído, éste siguió sonando.

       Contéstalo de una vez –dijo tía Petunia.

Tía Marge sujetó con más fuerza el aparato; después de unos instantes se lo colocó en el oído.

       Hola –dijo con miedo–, ¿quién habla?.

Apenas el celular terminó de oír la voz de tía Marge, le comenzaron a salir alas y salió volando, dirigiéndose hacia a Hermione.

       ¿Es que acaso todo aquí tiene vida? –preguntó tía Marge con furiosa.

 

 

 

       Patronus –dijo Cho cuando un dementor se acercaba a ella.

Justamente cuando Cho hizo el hechizo, el teléfono cayó en manos de Hermione.

Ringggg – Ringggg.

       ¿Qué es esto? –preguntó Hermione asombrada.

       No lo sé –dijo Cho–. Tú eres la que sabe de cosas muggles.

Hermione tomó el teléfono y colocó el auricular en su oreja.

       Hola, ¿con quién hablo?.

       Hermione, soy Dumbledore desde el estudio de la Primera Prueba –dijo la voz de Dumbledore que se oía un poco cortada–; tengo a Harry conmigo y tiene una duda...

       ¡Harry! –dijo Hermione alterada–, ¿estás jugando ese estúpido juego?, mejor dirígete hacia tu fiesta de boda a luchar con nosotros.

       Lo siento, Hermione –dijo Harry–, pero es que me atraparon y ahora estoy aquí...

       Bueno, Hermione –interrumpió la voz de Dumbledore–, como te iba diciendo Harry tiene una duda, te va a formular una pregunta y tú tienes 30 segundos para responderla, ¿entendiste?.

       Espero que sí –contestó Hermione frustrada.

       Bueno, Hermione –comenzó Harry–, ¿cuál es el nombre científico que se le da a los licántropos?; Gorri-er-te-ros Máxliust, Kiéntropos lóciust, Gurri-épidos sa-liust o Go-no-dro... Gonodrotoprinoes... Ya va, éste sí que es largo... Gonodrotoprinoestucias... ¡Oh!, al fin... Gonodrotoprinoestucias galeoros - naciusct. Te quedan diez segundos.

       ¿Qué dijiste? –preguntó Hermione asustada.

       ¡No me lo hagas repetir, Hermione!, dame una respuesta,.

       Eh... eh..., creo que fue la que mejor pronunciaste.

       ¿Cuál?, la opción que dice...

       Harry, no estoy segura, te recomiendo que te retires, esta pregunta debe ser..

El tiempo había acabado.

       Creo que me voy a retirar –le dijo Harry a Dumbledore–, ella dice que no está muy segura y que me debo... Hey, ¿cómo ella supo que me debo retirar si nunca ha hecho esto?.

       Fue una idea sacada de los muggles, pero eso no importa. Dime tu respuesta –dijo Dumbledore.

       Me voy a retirar.

       Te vas a retirar con tu cheque de 50 millones de galeones que te servirán en la próxima prueba y los obtienes muy bien ganados... Pero ahora –dijo Dumbledore–, Harry, ya te ganaste tu cheque de 50 millones; pero dime, ¡cuál hubiese sido tu respuesta si no te hubieses retirado?.

       Yo me hubiese ido –dijo Harry más tranquilo– por la opción B: Kián...

       No me lo deletrees –dijo Dumbledore apresurado–; ahora te digo, Harry, que si hubieses contestado la opción B, el cheque habría sido no de tres millones, ni de 50, sino de 100 millones: la respuesta correcta de esta pregunta era justamente la opción B.

Hubo aplausos.

       Pero ahora, Harry –siguió diciendo Dumbledore–, vamos a la siguiente prueba.

Luego Dumbledore se levantó de su silla y tocó a Harry con el dedo suavemente en la frente. Desaparecieron rápidamente de aquel lugar. Había comenzado la Segunda Prueba.

 

10

 

                                       La Segunda Prueba

 

 

 

 

       Bienvenido, Harry –dijo Dumbledore–, a la siguiente prueba.

Harry ya no estaba en el mismo cuarto con las dos pantallas y la audiencia; ahora se encontraba en un cuarto oscuro que sólo poseía dentro de sí a Dumbledore y a Harry. De repente a Dumbledore comenzaron a brillarle los ojos de un tenue verdoso, y empezó a hablar con una voz más grave que la que él poseía anteriormente.

       Harry –dijo el cuerpo de Dumbledore–, soy Griffindor, me tocará a mí explicarte la Segunda Prueba.

’’Antes de empezar a explicarte en qué consiste esta siguiente prueba, te debo decir que ésta es la forma en que veremos cómo luchas en batalla; ya vimos que eres bastante inteligente, y por eso te recompensaremos: esta prueba se llevará a cabo de una manera distinta para que se te haga más fácil pasarla.

’’Primero haré que el cuerpo de Dumbledore te entregue la cantidad que ganaste anteriormente.

Dumbledore se acercó a Harry y le entregó un papel que tenía escrito en letras grandes 50 MILLONES DE GALEONES. Después apareció repentinamente una caja pequeña cerca de Harry.

       Mete el cheque en la caja –dijo el cuerpo de Dumbledore.

 Harry lo colocó encima de la caja; rápidamente se transformó en una control mucho más pequeño con un botón en el centro.

       Harry –dijo Dumbledore con su verdadera voz–, toma una carta.

Dumbledore sacó de su bolsillo cinco cartas.

Harry tomó una la volteó y leyó Snape.

       ¿Qué es esto? –preguntó Harry.

       La carta que quede dirá el nombre de tu próximo enemigo –contestó Dumbledore–. Ahora, toma otra.

       ¿Qué nombres dicen...?

       ¡Toma otra!.

Harry obedeció y la leyó la carta en voz alta.

       ¡Hagrid!.

       Toma la siguiente.

Tomó otra de las tres cartas y leyó:

       Sirius.

       Toma otra.

Harry tomó la siguiente carta y leyó:

       Dumbledore.

Dumbledore mostró la otra carta y se leía: McGonagall.

       Minerva será tu próxima contrincante –dijo Dumbledore–. Ahora Harry déjame explicarte las reglas de esta prueba: lucharás contra la profesora McGonagall en un puente, la primera persona que caiga de éste pierde. Pero va a haber algo nuevo. Toma el control –Harry agarró el control–. Tú te ganaste 50 millones de galeones eso quiere decir que te podrás recuperar un máximo de 5 veces; la profesora McGonagall se podrá recuperar diez veces; ¿qué quiere decir que se podrá recuperar?: si te caes del puente tocas el botón y serás transportado al lugar donde comenzaste. Aquí tienes tu varita, no es la misma ya que está hecha de pelaje de unicornio pero lanzará los mismo hechizos –Dumbledore sacó de su bolsillo una varita y se la entregó a Harry –. ¿Entendiste?.

       Eso espero.

       Bueno, todo queda a favor tuyo, Harry.

Volvieron a transportarse a otro lugar.

Harry estaba en un pequeño risco que se unía con otro a través de un ligero puente. Harry divisó que al otro lado del puente estaba la profesora McGonagall blandiendo una pequeña varita. Dumbledore no estaba con él. Harry sujetó con mayor fuerza la pequeña arma que traía en la mano izquierda y dio un paso hacia delante para enfrentarse a su nuevo enemigo.

McGonagall reaccionó de la misma manera.

El puente tenía de ancho apenas diez pasos, y estaba totalmente libre de barandas para sostener las manos. Harry puso su primer pie en puente.

La estructura se balanceó un poco hacia los lados. Harry elevó los brazos hasta dejarlos en forma horizontal para mantener el equilibrio. Volteó la cabeza en dirección a su enemigo y vio que McGonagall ya se encontraba en más de la mitad del puente blandiendo su varita que ahora se había transformado en un látigo.

Harry trató de acercarse a McGonagall pero se dio cuenta que no había que hacer el más mínimo esfuerzo: su profesora caminaba en forma lenta y tranquila hacia Harry blandiendo su feroz látigo. Él miró hacia abajo y vio un profundo infinito y pensó que si se caería alguna vez tardaría millones de años para tocar fondo. Miró de nuevo hacia McGonagall: su profesora ahora estaba a más de diez pasos cerca de él. Pero Harry no se movió.

Levantó su varita fuertemente y gritó: ¡Sali di puenti!. De la varita de Harry salió un rápido destello que se dirigía velozmente hacia su profesora. La maestra de Harry hizo un movimiento que él nunca había pensado que se podía hacer en la magia: Saltó hacia al lado izquierdo del puente elevándose de tal manera que hizo que el destello destruyera las rocas del otro risco y no su objetivo principal. McGonagall volvió al puente acercándose lentamente hacia Harry hasta que blandió su veloz látigo hacia los pies de Harry. Éste saltó y mientras permanecía en el aire por la falta de gravedad producida por el salto, lanzó un hechizo que hizo que la profesora perdiera el equilibrio en el puente mas no cayera de éste.

Harry aprovechó la oportunidad para lanzar a su profesora al abismo pero en el momento en que se acercó para darle su patada, ella desapareció ferozmente del punto en donde estaba. Harry volteó todo su cuerpo hacia atrás y vio que su profesora ya no blandía un látigo sino una espada y con intención de cortarle el cuello a su alumno.

McGonagall lanzó su pesada espada en dirección al cuello de Harry. Él se agachó evitando así la muerte segura; rápidamente sacó su varita y gritó: ¡Sali di puenti!. El hechizo hizo que la profesora se cayera al abismo. Harry volteó hacia el risco en donde apareció por primera vez su profesora. Después de un rato apareció de nuevo su enemigo.

Faltaban nueve vidas.

Harry miró profundamente a su enemigo. A McGonagall se le notaba rápidamente el odio en sus ojos. Ella avanzó rápidamente hacia el puente. Harry sujetó fuertemente su varita, la levantó y gritó: ¡Descontrolius!: la porción del puente en donde se ubicaba la profesora McGonagall comenzó a temblar haciendo que ella se cayera; McGonagall volvió a deslizarse hacia el abismo, y cuando el hechizo terminó volvió a subirse en el puente. Ella voló hacia lo cielos y desde allí gritó: ¡Ojius desvanecius!. De la varita de su profesora salió un centello verde que iluminó todo el lugar; Harry se tapó los ojos porque el centello era demasiado fuerte, así que caminó a ciegas hacia algún risco que pudiera sacarlo de aquel infierno que no lo dejaba ver. Dio unos cuantos pasos hacia atrás hasta que se detuvo porque alguna fuerza lo empujaba hacia delante.

McGonagall seguía empujándolo hacia delante hasta que Harry no pudo dar más pasos ya que no había tablones que conformaban el puente. Una fuerza lo sujetó por la cintura y le agarró algo que Harry no supo hasta que ella lo tumbó del puente.

Harry caía y caía del puente mientras veía a su profesora riéndose al momento que sujetaba el control de tele transportación. El viento hizo que el cuerpo de Harry virara poniéndolo boca abajo para que así pudiera mirar el profundo abismo; volvió a cerrar los ojos y no recordó más.

Harry volvió a abrir los ojos. Levantó su cuello y miró a Dumbledore enfrente de él. Luego volvió a acostarse y entró en un profundo sueño.

 

11

 

                                       La Tercera Prueba                         

 

 

 

 

       Harry -dijo la voz de Dumbledore–, despierta, ya terminó la Tercera Prueba.

Harry volvió a abrir los ojos y notó que ahora se encontraba en otro cuarto oscuro.

Mágicamente recuperó todas sus fuerzas y se levantó. Enfrente estaba Dumbledore, sonriente como siempre.

       Ay, Harry –dijo Dumbledore–, quién se imaginaría que perderías en la Segunda Prueba.

       ¿Pero es que acaso se valía quitar el control del enemigo?.

Pero Dumbledore no respondió. Ahora comenzaban a brillarle los ojos del tenue verde: se estaba preparando para ser poseído por otro mago de Hogwarts.

       Harry –dijo el cuerpo de Dumbledore–, soy Hufflepuff y es mi deber presentarte en qué consiste la siguiente prueba: Antes debo decirte que como castigo por no haber superado la prueba anterior se te descontará una petición del Oráculo. Bueno, Harry, bienvenido a la Tercera Prueba.

’’Hasta ahora has visto que se te ha aplicado una prueba de inteligencia y una prueba de fuerza, de las cuales sólo pudiste pasar una... Pero bueno, ya estamos aquí. Esta prueba nos hará ver si tu eres un mago que ama, si en verdad amas entonces se te hará fácil esta prueba, pero si en tu corazón no hay amor olvida que vas a poder pasar lo que te viene en estos instantes... Te preguntarás por qué un mago tiene que tener amor, porque sino le sucederá lo mismo que Voldemort y caerá en una maldición de puro odio.

’’La prueba consiste en lo siguiente: tú vas a caminar, con los ojos vendados, por todo el país Breo, un país muy pequeño en donde viven las criaturas más espantosas que jamás hayas visto. Tu misión es encontrar el ser a quien más amas en el mundo, lo deberás tocar con tu varita y una vez que lo hayas tocado serás transportado de nuevo hacia acá. Si ese ser muere por una criatura del mundo Breo serás descalificado. El espécimen que buscas va estar por un lugar muy distante tuyo y te repito que lo tienes que encontrar.

       Pero –dijo Harry–, ¿cómo lo podré ver con los ojos vendados?

       En el país Breo la cosas no se ven, se sienten, y si te quitas las vendas o llegas a ver algo en ese país con tus propios ojos, serás descalificado –contestó la dulce voz de Hufflepuff–. Ahora toca la espalda del cuerpo de Dumbledore para tele transportarnos.

Harry le hizo caso a la hechicera y rápidamente le tocó la espalda a Dumbledore, después de un abrir y cerrar de ojos ya Harry se encontraba en el maligno país Breo.

 

 

 

       Harry –dijo Dumbledore con su verdadera voz–, ante tus ojos tiene el famoso país Breo –Dumbledore sacó su varita rápidamente y la hizo golpear en la cabeza de Harry, haciendo que le apareciera una venda en los ojos de él–. Lo siento, Harry, pero es mi deber; te deseo la mejor suerte del mundo. Ahora comienza a caminar.

Harry se encontraba totalmente ciego sin saber qué hacer. Dio sus primeros tres pasos y sintió un suelo caliente que hasta se podía sentir con los zapatos puestos. Volteó hacia la izquierda y sintió mucho frío; volteó hacia la derecha y sintió demasiado calor; volteó de nuevo en dirección norte y sintió mitad frío y mitad calor. Así, pues, siguió caminando dirección norte sin tratar de desviarse hacia la izquierda o hacia la derecha. Harry caminaba lento e impaciente hasta que sintió que ya no pisaba un suelo duro y rocoso, sino unas tablas frías y soñolientas. Harry pensó que aquellas tablas formaban otro puente inseguro. Desde la Segunda Prueba Harry juró que nunca más volvería a pisar un puente. Pensó rápido y decidió ir hacia donde se sentía frío.

Caminó a la izquierda por el frío camino con más seguridad en sí mismo, hasta que después tropezó con unas piedras; las palmó y sintió que no eran piedras sino hielos que tapaban el camino. Sacó su varita y le gritó a las piedras: ¡Derritius!. No supo qué sucedió hasta que después de cinco minutos trató de palmar las rocas de hielo paro no las encontró: el hielo se había derretido. Comenzó de nuevo la marcha. Dio cuatro pasos inseguros hacia delante y cuando iba a dar el quinto se dio cuenta que no había más camino. Sintió ganas de quitarse el vendaje pero no quiso perder el juego sin antes haber luchado.

Trató de sentir de nuevo el calor e ir otra vez por el camino derecho. Después de un largo tiempo de caminar y no sentir ni una pizca de calor de repente se pegó con una pared; la palmó con las manos para ver si encontraba una entrada pero sus búsquedas fueron en vano. Siguió palmando la pared hasta que sintió que unas manos agarraban sus pies; buscó su varita rápidamente y gritó: ¡Quítitis!. No supo qué apareció pero de todas formas los pies seguían jalándolo hacia abajo; se resistió aún más pero no pudo, hasta que aparecieron dos manos más y lo agarraron también por las piernas; así que Harry decidió no resistirse e ir hacia al lugar de donde se originaron esas manos.

Sintió que un hueco se abrió repentinamente en el suelo, y en éste él cayó; ahora Harry sentía que se deslizaba por un tobogán en sentido oblicuo hasta que por fin cayó en un frío suelo. Pero una onda de calor rodeó su cuerpo.

El suelo era frío pero el calor rondaba por los aires; Harry pensó que sólo había una criatura capaz de hacer que el aire fuera tan caliente: un dragón. Caminó hacia delante despacio y con miedo hasta que oyó una dulce voz que decía:

       ¡Harry, estoy aquí!.

Era Cho.

Los ánimos de Harry se le subieron como el calor que había dentro de aquella cueva: ir ciego y sin esperanzas de encontrar algo que ni siquiera sabes qué es, es una cosa... pero ir ciego y con esperanzas de encontrar a la persona a quien más amas, era otra cosa. Harry siguió la voz de Cho que seguía repitiendo la misma frase hasta que se cayó con lo que parecía un tronco. Se levantó de nuevo y sintió más calor de lo común; el aire que circulaba era difícil de respirar por el inmenso calor que hacía. Harry pensó que a lo mejor estaría inhalando humo. La voz de Cho volvió a retumbar en la cueva formando ecos que ampliaban la voz de su próxima esposa.

Harry siguió caminando hasta un lugar en donde el calor se podía hasta oler. La voz de Cho se escuchaba cada vez más cerca pero parecía que cada vez que Harry caminaba hacia ella, parecía que se alejara lo mismo que él había caminado. Él comenzó a sentir más calor que incluso aquella vez que había estado en aquella horrorosa tumba.

Después de un rato duro de caminata sin encontrar lo que él estaba buscando el calor comenzó a hacer de las suyas, haciendo que Harry empezara a sentir sed. El sudor que producía su frente transcurría por todo su cuerpo. Harry pensó que lo mejor era quitarse la camisa para que el dolor producido por el horroroso calor que emanaba la cueva fuera menor. Realizó rápidamente su idea y sacó la rosa Leurm de su bolsillo y la guardó poniéndola en el mismo bolsillo del pantalón en donde estaba su varita;  tiró la camisa al suelo y siguió caminando con el pecho desnudo hasta donde estaba su querida esposa.

         Las voces retumbaron de nuevo a través de los ecos. Harry siguió corriendo cuidadosamente por donde el creía que provenía la voz. Todo iba bien hasta que el calor empezó a multiplicarse aún más; de pronto Harry comenzó a ver: primero eran líneas que formaban una figura abstracta, luego las líneas iban tomando color a través de las vendas, y a continuación formaban figuras claras y precisas que podían ser diferenciadas por la mente de Harry.

         El calor lo estaba volviendo loco.

         Se tiró al suelo rendido y sin fuerzas. Al rato se volvió a levantar y decidió rendirse: no había pasado la Segunda Prueba y seguramente no pasaría la tercera: quiso sacarse las vendas que tapaban no sólo sus ojos sino también su mente.

         Agarró las vendas por los lados y comenzó a empujarlas hacia arriba con todas las fuerzas que tenía, pero éstas estaban fuertemente amarradas. Cuando por fin las vendas ya estaban suaves para ser removidas, una voz le habló a Harry, que también se ampliaba con los retumbes que producía el eco.

       ¡Harry, no lo hagas!.

Era Dumbledore.

       ¡Profesor! –dijo Harry hablando hacia arriba–, el calor me mata, no veo nada... No puedo pasar esta prueba.

       Si tú no pasas esta prueba –dijo Dumbledore–, es por el simple hecho que no amas a Cho.

       ¿Qué quiere decir, profesor? –preguntó Harry sorprendido.

       Esta prueba nos hace ver a nosotros si en verdad hay amor en tu interior; acuérdate de lo que dijo Hufflepuff: “Te preguntarás por qué un mago tiene que tener amor, porque sino le sucederá lo mismo que le sucedió a Voldemort: caerá en una maldición de puro odio”. Esta prueba es para mí la más fácil de las tres. Si en verdad amas a Cho puedes pasarla con mucha facilidad. ¡Vamos, hombre, ve por tu mujer!.

Los ánimos de Harry se volaron hasta su cabeza. Dumbledore tenía razón: ésta era la más fácil de las tres y Harry tenía que aprovechar la oportunidad que se le daba; además con esta prueba le demostraría a Cho que en verdad la amaba y que sí le juraría su amor eterno. Con las palabras de Dumbledore aún en la cabeza, se sujetó más fuerte las vendas y siguió su marcha.

Ahora ya no sentía tanto calor como antes, aun Harry se arrepintió de haberse despachado la camisa, ¿pero qué podía hacer?, caminaba a ciegas siguiendo una voz que se extendía a través de los ecos.

Después de una larga caminata el calor comenzó a desvanecerse y el aire en aquel lugar comenzaba a entibiarse. Ahora Harry se sentía más seguro de sí mismo y caminaba sin estar titubeando por el miedo que le producía ya no estar pisando suelo. La voz de Cho se sentía mucho más cerca.

       Harry, estás a pocos pasos de encontrarme. Sigue derecho y me encontrarás. Pero ten cuidado con el dragón.

Aquella última frase de Cho, Harry no le hizo caso.

Aquélla era sin duda la voz de Cho que ya no se ampliaba por los ecos, era la misma voz de ella producida por su propia garganta. Harry comenzó a trotar feliz de que había encontrado lo que estaba buscando. Hasta que algo lo hizo caer.

       ¡Acabas de caer en la cola del dragón, Harry, no me hiciste caso!.

Harry palmó lo que Cho decía que era la cola de un dragón. Pasó sus manos por la escamosa cola y se levantó rápidamente, sin pensar en el dragón, sólo quería llegar a Cho.

        Cho –dijo Harry–, háblame para saber dónde estás.

Cho comenzó a gritar y Harry se apresuró hacia donde se oían sus gritos. Siguió corriendo sin importarle lo que haría el dragón. Hasta que se pegó de nuevo con una pared

        Tienes que subir unas escaleras que están a la derecha –gritó Cho–. ¡Rápido, Harry, que el dragón se levanta!.

       Caminaré hacia la derecha y tú me dirás cuándo debo parar para subir.

       De acuerdo.

¡Pum, Pum!, sonaron los enormes pasos del dragón.

Harry trotó rápidamente hacia derecha. Después de unos cuantos pasos Cho emitió un grito que no significaba que Harry ya tenía al lado la escalera, ese grito significaba temor.

       ¡Harry! –gritó Cho–, el dragón está enfrente de mí, me quiere comer.

       ¡No! –gritó Harry.

Otro grito surgió de la voz de Cho.

Harry tomó rápidamente su varita y pensó en lanzársela a Cho. Deseó con todas sus fuerzas que la varita tocara por lo menos el pie de ella o algo, pero que la tocara. Todo su amor se generalizó en una sola esperanza. Llevó la varita hacia atrás, se volteó mirando de nuevo a la pared y lanzó la varita fuertemente hacia arriba con un blanco indefinido. Se oyó otro grito. Luego una luz iluminó todo el lugar. Las vendas también se iluminaron y gracias a luz Harry pudo ver, aunque algo borroso, la horrorosa imagen: se veía que el dragón agarraba fuertemente a Cho y se la metía en su boca. Luego sintió una fuerza metálica que sujetaba su cintura. Sintió que algo a alguien le había golpeado en la cabeza, quedó inconsciente y no recordó más. 

12

 

                            La Verdad se Descubre

 

 

 

 

Harry abrió los ojos y vio un suelo sólido y de color negro; levantó más su cuello y vio a Dumbledore con los brazos cruzados y formando una pequeña sonrisa.

         Mágicamente Harry recuperó sus fuerzas y se levantó.

       Dumbledore –dijo Harry–, ¡qué sucedió!.

       Ay, Harry –contestó Dumbledore volviendo a sonreír–, no sé si pasaste esta prueba porque en verdad tienes amor en tu corazón o simplemente por suerte.

       ¿Cómo? –preguntó Harry sorprendido–, a Cho se la comió el dragón... Yo había tirado la varita, pero no le llegó así que...

       Sí, llegó –contestó Dumbledore–. Allí es donde se encuentra lo interesante.

       ¿Qué?

       Al parecer tu futura novia cargaba en su bolsillo una rosa Curn –dijo Dumbledore–, ésta tiene el poder de atraer a cualquier varita que esté hecha del pelaje de algún ser que puede volar mágicamente, y la varita que tú le tiraste a Cho estaba hecha de pelaje de unicornio, por eso fue que la varita la llegó a tocar antes de que fuera devorada por el dragón... Te acuerdas la primera pregunta de la Primera Prueba: ¿Qué animal biológicamente no puede volar?: el unicornio es uno de los pocos seres que puede volar sin necesidad de alas, vuela mágicamente.

       Pero entonces –dijo Harry–, ¿quién le dio la rosa?, y ¿por qué las rosas Curns tienen ese original poder de atraer las varitas que estén hechas del pelaje de algún animal que no pueda volar biológicamente?.

       En cuanto a la primera pregunta no te la sé responder –dijo Dumbledore–; y en cuanto a la segunda es porque las rosas Curns están compuestas de un material llamado Ciolóteno, que actúa como un imán capaz de atraer todo tipo de pelaje de algún ser que necesite la magia para poder volar. Hay investigadores que usan el Ciolóteno para buscar animales raros, se dice. Bueno, Harry, creo que es hora de ver si en verdad pasaste la prueba o no.

       Hey –interrumpió Harry mirando su cuerpo–, tengo mi camisa.

       Sí –contestó Dumbledore–, te la puse mágicamente cuando yacías en el piso; en las dos últimas pruebas te has quedado inconsciente una hora en... Harry, esta vez no me van a poseer, te encerrarán en el cuarto del Oráculo y harán que se cumpla lo que te deben. Yo te podré escuchar y ver pero tú no me podrás oír, sólo me verás, así que no podré aconsejarte nada, todo estará bajo tu cuenta.

       Haré lo que en verdad sea necesario –dijo Harry con ánimos.

Cuando terminaron de hablar, una nube de humo encerró a Harry y lo llevó hacia el Oráculo de los Delfos.

En menos de un abrir y cerrar de ojos, Harry se encontraba en una especie de cápsula en donde permanecía callada la misma estatua que Harry había visto antes de empezar la Primera Prueba.

Harry miró hacia la derecha y vio a través de las paredes transparentes a Dumbledore que lo miraba con los brazos cruzados y el ceño fruncido.

       Harry –dijo la voz del hombre que permanecía pegado en la pared del Oráculo–, creo que Dumbledore ya te dio la noticia de lo que sucedió en la prueba y tengo que darte la noticia de que la pasaste. Aunque haya parecido más suerte que amor, la prueba estaba hecha para que sólo los magos que tuviesen amor en el corazón pudieran pasarla.

’’Antes que me preguntes qué sucedió con Cho, te diré que ella, la profesora McGonagall(tu contrincante en la Segunda Prueba), y Hermione(quien fue la persona a quien tú llamaste para usar el comodín de llamar a un amigo) se han olvidado completamente de lo que sucedió cuando tuvieron algún contacto contigo. Pero de todas forma lograste lo que en verdad querías: Cho se siente ahora más alegre porque piensa que algo le ha demostrado tu amor hacia ella. No te preocupes, lograste lo que querías.

’’Ahora, Harry, es el momento de hacerte entrega de tu premio por haber pasado la Tercera Prueba, y, además te podrás llevar otro por tu gran actuación en la Primera Prueba; pero acuérdate que fallaste la segunda y por eso se te será descontado uno de tus dos premios. Tú decidirás cuál.

         ’’Harry, me dirás cuál es el premio que no quieres que te demos. Elige entre un deseo, saber toda la verdad de Voldemort y toda la tuya, o aprender en menos de cinco minutos todos los hechizos mágicos que han existido en la historia de la magia. Harry, dime cuál de éstos no deseas aceptar.

         Harry bajó la cabeza y se puso a pensar un buen rato; luego dijo:

       Quiero todos a excepción de aprender todos los hechizos mágicos que han existido en la historia de la magia en menos de cinco minutos.

Cuando Harry terminó de hablar miró a Dumbledore que hacía un signo de negación y golpeaba fuertemente la pared transparente, furioso. Harry no sabía por qué Dumbledore se ponía tan furioso, hasta que el hombre de del Oráculo habló:

       ¡Qué raro!. Muchos magos siempre han deseado saber todos los hechizos que han existido en la historia de la magia, aun han existido hechiceros que sólo vienen acá para pedir esa petición. Te diré que si estás arrepentido, con el deseo no podrás remediar el daño.

Harry levantó los hombre mientras miraba a Dumbledore.

       Bueno, Harry –dijo la voz del hombre–, ¿por cuál de las peticiones quieres comenzar?.

       Empecemos por saber la historia de Lord Voldemort y la mía –contestó Harry.

       Lord Voldemort el famoso mago de todos estos tiempos –dijo la cara–, fue conocido en otras épocas... por lo menos hace ya unos años, Voldemort era conocido como Rasputín, un famoso mago que desafió a una familia rusa y murió ahogado... En fin, Lord Voldemort ha recibido millones de nombres y ha llegado a vivir más de lo que un mago normal ha podido vivir; y esto no se produce porque él sea inmortal, ni porque sea poderoso... Cuando estábamos construyendo Hogwarts me di cuenta de quién era Voldemort(en ese tiempo conocido como Salazar Slytherin), y cuál era su primer nombre... Harry, el verdadero nombre de Lord Voldemort es Adán, el primer hombre en el mundo.

Cuando Harry escuchó lo que dijo la voz, dio dos pasos hacia atrás ya que no daba crédito a sus oídos. Volteó a mirar a Dumbledore y vio que éste movía la cabeza en forma negativa porque tampoco creía lo que decía la cara.

       Ésa es la razón del por qué Voldemort –siguió diciendo la cara– puede reencarnar en otros seres: Él ha sido el único que ha podido aprender el hechizo de la reencarnación, y fue gracias a que Dios se lo enseñó, aun Adán no le quiso enseñar aquel poderoso conjuro a Eva... Después de que la serpiente los engañó a los dos, fue tanta la furia que tuvo Adán con Dios por haberlos sacado del paraíso que juró vengarse, diciendo que él sería el que decidiría el Día del Juicio Final. Él Ha tratado todas las  millones de veces que ha sido reencarnado de poder realizar su juramento, mas sus intentos han sido en vano, pero después de tantas insistencias, creo que por fin ha podido realizar lo que quería, y lo que quiere se va a cumplir hoy.

       Pero –dijo Harry–, y esa historia de las rosas Leurm, ¿qué tiene que ver con lo que esté pasando?.

       Eva –contestó la cara– comió de las manzanas que producía el árbol del Bien y el Mal, pero Adán comió equivocadamente una rosa Leurm que en aquellos tiempos parecía una simple manzana; esto no se dice en la Biblia al igual que el juramento hecho por Adán. Las rosas Leurms, en cada etapa de la tierra, evolucionan en otra cosa. Antes ellas eran llamadas manzanas Leurms. Éstas las producía también el árbol del Bien y el Mal, pero la diferencia que tenía con las verdaderas manzanas eran que aquel que las comiera sus poderes iban a ser triplicados la máximo e iba a poder sentir lo que era la inmortalidad; en conclusión, le iba a dar más poder que cualquier otro mago existente en el mundo.

 ’’La serpiente endemoniada llegó a sacar del paraíso cinco manzanas Leurms y éstas fueron dispersadas de las cuales una llegó a tus brazos... o debería decir a tus bolsillos.

       Pero entonces –dijo Harry–, ¿por qué ustedes dicen que yo soy el Elegido para matar a Adán?.

       Porque tú eres descendiente de Eva –contestó la cara.

Harry le dio una mirada de miedo a Dumbledore.

       Ésa es la respuesta a la pregunta de cómo has podido sobrevivir con una rosa Leurm en tus entrañas –dijo la cara, iba a seguir hablando pero Harry le interrumpió.

       Pero si es por eso –interrumpió Harry furioso–, todos somos descendientes de Eva.

       La Biblia oculta demasiadas cosas para mi gusto –dijo la cara con tono pensativo–. Verás, Dios creó seis parejas de humanos, de las cuales una de ellas, que fue la última pareja que creó, la puso de origen muggle, es decir, no le dio la capacidad de hacer magia. Ellos una vez vieron que Adán y Eva habían comido del árbol del Bien y el Mal, se marcharon hacia otras tierras y formaron todo lo que hoy es el mundo muggle. La otra pareja hizo lo mismo y de ella se formó todo lo que es el mundo mágico; de esa separación que tuvo la pareja que formó el mundo muggle de la pareja que formó el mundo mágico, es que así el planeta se dividió en magos y en muggles; todos decimos que somos de la misma descendencia, mas eso es mentira. Pero en cuanto a Adán y Eva, la Biblia dice que llegaron a tener a Caín y a Abel como hijos, pero eso es también una mentira; todas las descendencias de Adán y Eva fueron tomadas por las parejas muggles: Tarín y Caní, es decir, que la verdadera descendencia de Tarín y Caní fue toda la descendencia que los miles escritores de la Biblia dijeron que tuvo Adán y Eva.

’’La verdadera historia que tuvo Adán y Eva fue la siguiente: Una vez que Dios los expulsó del paraíso, Adán siguió a la serpiente y de allí ya no se sabe más de él, ni siquiera se sabe la fecha de su muerte(es mentira lo que dice la Biblia sobre la edad que tuvo Adán cuando murió); en cuanto a Eva, ella empezó a vagar por el mundo, aun se llegó a olvidar de Dios, y después de un largo tiempo conoció a Caín, el primer hijo de Tarín y Caní que también fue desterrado de la gracia de Yavé por haber matado a su hermano Abel. En la Biblia no se dice el nombre de la mujer con quien Caín tuvo relaciones, pues los escritores de la Biblia no pudieron inventar otro nombre que sustituyera al de Eva. Después de un largo tiempo Caín por fin se dio cuenta de que su mujer era Eva, la primera mujer creada por Yavé; Eva le contó todo lo que le había pasado con Adán, Caín sintió rabia por lo que habían hecho con su mujer, y realizó un conjuro que consistía en que uno de sus descendientes sería capaz de comer una manzana Leurm y podría llegar a tener las mismas habilidades que Adán. Por eso, Harry Potter, tú vienes de esa descendencia, y después de tantos milenios sin esperanza, ha llegado el Elegido, el que será capaz de imitar a quien fue el primero. Tú has podido sobrevivir por 27 años con una roza Leurm en tus entrañas, tú, Harry Potter, eres el Elegido.

         Harry tragó saliva y volvió a mirar a Dumbledore que ponía una cara de asombro mezclado con miedo.

       Ahora –dijo Harry–, quisiera que me concediera mi segunda petición: quiero que me cumpla un deseo.

       Dime lo que deseas y te lo cumpliré –dijo la cara.

       Deseo –contestó Harry con miedo– que resucites a mi amigo Ron.

Tanta fue la rabia que apoderó a Dumbledore por la decisión de Harry, que los golpes que daba a la pared transparente se podían escuchar con bastante firmeza.

       Entonces, pues –dijo la cara–, que se cumpla tu decisión.

 

 

 

       ¡Oh!,¡ por Dios! –dijo Ron sentándose de un salto del piso en donde estaba acostado–. ¿Qué ha sucedido?, ¿qué ocurrió?, ¿señora Pomfrey qué hace usted aquí? –gritó

       ¡Por Dios, Ron! –contestó sorprendida la señora Pomfrey–, has resucitado.

       ¿Qué?.

En ese momento llegó Cho y Hermione que al parecer habían escuchado los gritos que había hecho Ron.

       ¡Ron! –dijo Hermione, que al verlo fue directamente a darle un abrazo.

       ¿Ron? –preguntó Cho sorprendida–. Señora Pomfrey , apenas son las tres y quince de la noche, ¿es que acaso pudo repararle todos los huesos en menos de seis horas?.

       ¡No! –respondió la enfermera–. Algo hizo que este muchacho resucitara mágicamente. No me vean que yo no sé qué fue lo que lo ocasionó.

       Pero –dijo Ron–, lo único que recuerdo fue que me caí y desde allí ya no...

       Espero que nadie haya cometido un error –dijo Hermione mientras empezaba a explicarle a su esposo lo que había sucedido.

 

 

 

       Harry –dijo la cara–, tu deseo ya se ha cumplido.

       Menos mal –contestó Harry al momento que miraba a Dumbledore que seguía golpeando la pared.

       El Elegido –siguió diciendo la cara–, debe cumplir lo que dice la profecía, tú, Harry Potter, debes matar a Adán.

Cuando Harry terminó de escuchar lo que decía la cara, tomó la rosa Leurm de su bolsillo y con un rápido movimiento se la comió; la masticó un poco pero casi toda la rosa llegó completa al estómago de Harry. Dumbledore ahora no lo miraba con odio sino con asombro.

       Las Tres Pruebas te han enseñado, Harry, más de lo que sabías en un principio... y través de ellas hemos podido asegurar que en verdad, Harry, tú eres el Elegido. Por eso fue que Dumbledore te envió hacia acá: para comprobarlo, además que nosotros se lo ordenamos...

’’Al haber comido esa rosa, Harry –siguió diciendo la cara–, has hecho que tus hechizos se tripliquen en cuanto a su poder, y has podido alcanzar una resistencia a la magia insuperable. Tú y Voldemort, en estos instantes son los magos más poderosos que han existido en la faz de la tierra. Son los únicos que han podido llegar a tener un poder posiblemente comparado con los dioses; por eso será también que tú lucharás solo contra el Mal, Dumbledore ni nadie te acompañará para ayudar a destruirlo. Estás totalmente listo para cumplir la profecía. Te transportaremos hacia donde está Adán, tu enemigo.

El cuarto se oscureció completamente y en menos de un abrir y cerrar de ojos, Harry estaba en un lugar que nunca había visto.

 13

 

                                      La Batalla Final

 

 

 

 

Harry no sabía exactamente el lugar en donde estaba: parecía que se encontraba en una especie de sótano con millones de lanzas tiradas en el suelo. Caminó hacia delante con mucho cuidado y cruzó hacia a la derecha, cuando miró lo que allí se ocultaba, ahogó un grito...

 Había una cobra gigantesca, que tenía dos enormes manos en donde sujetaba cada una lo que parecía un varita. Al lado de la serpiente estaba Peter Pettigrew.

       Amo – le dijo Peter a la serpiente–, todo está listo para que las criaturas que esconde el Edén, salgan de su hogar a destruir este despreciado mundo. Sólo falta que asegure las lanzas para que éstas puedan ser lanzadas hacia la tierra en forma meteoros. Además, señor, tengo que decirle que no pude recuperar el Libro de los Siete Sellos; es una lástima ya que cada sello que usted sacara del libro, haría que se creara del infinito algún catástrofe, para que así fuera más fácil la destrucción de no sólo el mundo muggles, sino también del mundo mágico. ¡Qué lastima!.

       ¡Quédate quieto, Adán! –gritó Harry. Voldemort (Harry se dio cuenta que Voldemort era aquella serpiente y que sería un animal su verdadero enemigo) y Peter se voltearon a ver quién les gritaba–. Yo, Harry Potter, no permitiré que destruyas mi mundo.

       ¡Señor! –dijo Peter alterado–. ¿Usted es –tragó saliva–... Adán?.

       ¡Esto no es problema tuyo! –contestó Voldemort–. Así que no te entrometas. Ve a asegurar las lanzas. ¡LÁRGATE DE AQUÍ!.

Peter quedó asustado y desapareció bajo una nube.

       Oh, Harry Potter –dijo Voldemort con una voz que parecía a una serpiente–, ¿es que acaso pudiste superar las Tres Pruebas, descendiente de Eva?, si las pudiste pasar es porque en verdad hay en tu sangre alguien que me debió pertenecer y ser mía... Tantos años luchando y por fin me doy cuenta que mi enemigo más poderoso es justamente hijo de aquel que pudo buscar una solución para matarme: él hizo que tú pudieras comer una manzana  Leurm y que pudieras ser comparado con mi poder... Harry Potter, desde ahora eres la única solución para salvar este mundo; si mueres, verás que repentinamente suben millones de almas al lugar a donde tú irás; y así podré utilizar este mundo para que mi amo, la Serpiente, pueda crear sus propias criaturas y gobierne este mundo con mano dura. Yo seré su mano derecha y tú no permitirás que se me cumpla ese deseo... Entonces, ¡que dé comienzo la Batalla Final!.

Voldemort lanzó un sonido gutural parecido bastante a la de una serpiente(ya que eso era), y empezó a mirar a Harry con sus furtivos ojos. Harry sacó la varita y gritó: ¡Experllianus!. Voldemort unió rápidamente las dos varitas que tenía en las manos e hizo que la chispa que había salido de la varita de Harry, se destruyera.  Voldemort volvió a emitir otro sonido gutural. Harry convirtió su varita en una espada y comenzó a lanzarse ferozmente hacia la bestia, pero cuando iba a dar su primer golpe hacia la serpiente, ésta desapareció repentinamente.

       ¿Dónde estás, Adán? –preguntó Harry con un tono en donde se podía deducir rápidamente que sentía miedo.

Harry volteó y no miró a Voldemort. Observó hacia los lados y no se veía ninguna silueta que indicaba el lugar donde estaba Voldemort. Sintió que una fría mano se posaba en su hombro: Voldemort estada detrás de él.

Harry quedó paralizado como una estatua, y bajó su varita en forma de espada.

       Tranquilo, Harry –dijo la voz de serpiente–, no estoy en donde tú crees.

Harry levantó la espada y con todo su miedo convertido en valentía, se volteó rápidamente y lanzó su arma hacia el enemigo, pero se dio cuenta que atrás de él no había nada.

Tom, tom. Eran sonidos que comenzó a escuchar Harry, él no sabía con certeza si aquellos sonidos era producidos por Voldemort o simplemente eran los latidos de su corazón que sonaban producidos por el enorme miedo que sentía en aquellos instantes...

Tom, tom. Parecía una especie de golpe que retumbaba en una pared. Harry comenzó a palmar su pecho pero se dio cuenta de que aquel sonido no era producido por los latidos de su corazón.

Harry volvió a voltearse y miró una silueta que tenía forma de una serpiente; volvió a transformar rápidamente su espada en una varita, apuntó a la silueta y gritó: ¡Rayius Podeirus!. Un centello de color rojo salió de la varita y se dirigió directamente hacia la silueta; cuando llegó a su objetivo se formó una explosión que logró abrir la dura pared, pero no llegó a matar a Voldemort.

Harry sintió curiosidad por saber dónde estaba cuando vio el hueco que había hecho la explosión de su hechizo. Caminó hacia allá y vio un cielo oscuro iluminado por estrellas que indicaban que era de noche; bajó la mirada y observó un montón de casas y edificios. Harry pensó que estaba en algún país muggle. Bajó la cabeza completamente y vio un inmenso reloj que movía fuertemente sus agujas: Harry se dio cuenta rápidamente que estaba en la cima de la Torre del Reloj, en Londres.

       ¡No puedo creer que hayas establecido tu centro de destrucción en un monumento turístico! –gritó Harry hacia el cielo.

De repente él sintió un empujón desde atrás que lo tiró fuertemente hacia fuera del hueco: y una vez más, Harry comenzó a caer.

Iba cayendo dirigido hacia el duro suelo, hasta que el temor le dio una idea: rápidamente elevó su varita y gritó: ¡Cuerdius!.Una soga salió de la punta de la varita y se ató ágilmente en la aguja más larga del reloj. Harry comenzó a subir lentamente hacia la aguja.

Cuando llegó a la aguja, volteó la mirada hacia el hueco y vio a Voldemort con el cuerpo de serpiente, haciendo sonidos guturales. Harry deseó que Voldemort no lo viera pero su petición no se hizo realidad: Voldemort volteó la mirada hacia Harry, levantó sus dos varitas, las unió y gritó con todas sus fuerzas: ¡Destructionesmond!. Y de las dos varitas unidas salió un centello que iluminó todo el cielo oscuro como si fueran fuegos artificiales empleados en fin de año. Harry lanzó rápidamente otra soga hacia la aguja más pequeña impidiendo que el centello lo tocase; tanto fue el poder de éste que destruyó la aguja haciendo que una mitad de ésta cayera al suelo tan rápido como una gota de agua; cuando se desplomó en el suelo, un ruido estruendoso parecido al sonido que produce una bomba atómica reinó entre la tierra. Harry miró a Voldemort que ahora se preparaba para lanzar otro rayo...

Harry ya no tenía esperanza. Hubiera deseado que el reloj se pareciera al de los Weasley con millones de agujas, pero éste no tenía sino dos agujas. Miró hacia todas partes buscando una solución hasta que rápidamente encontró lo que buscaba: había una calle bastante estrecha que sobresalía de la parte inferior del reloj; Harry lanzó de nueva una soga y pudo salir de la aguja antes que el rayo lo alcanzara, ésta cayó en suelo y produjo el mismo sonido que la otra.

         Harry miró hacia abajo y notó que ahora millones de espectadores observaban lo que él hacía. Volvió a subir la mirada y vio que Voldemort no se arrastraba bajando hacia el reloj, sino que bajaba hacia él porque le habían salido dos enormes en su parte inferior; ahora era tan grande que parecía King Kong cuando había subido hacia el edificio.

         Voldemort sujetó sus dos extremidades inferiores hacia el reloj y dejó caer todo su cuerpo libremente, haciendo que éste se pegara bruscamente hacia la Torre; Voldemort retorció totalmente la cadera mirando la estrecha calle en donde estaba Harry, levantó su enorme mano y se preparó para golpearlo... Harry sacó su varita pero su miedo le dijo que ya no había tiempo para realizar un hechizo, así que cerró los ojos... De pronto escuchó un fuerte ruido, parecía que era el sonido de alguna explosión, abrió los ojos y vio que Voldemort ya no estaba tratando de matarlo, ahora Voldemort lanzaba hechizos a objetos que Harry no pudo distinguir, hasta que una voz de mujer habló a través de una especie de micrófono y le aclaró las dudas.

       En nombre de la línea aérea de Londres –dijo la dulce voz–, le ordenamos a aquella persona que esté detrás de todo esto que salga con las manos en alto.

Los refuerzos aéreos de Londres habían venido a “rescatar” a Harry, aunque a él le pareció más casualidad. Aprovechando la oportunidad, Harry lanzó otra soga hacia el hueco y se ocultó para que ninguna fuerza aérea lo pudiese ver.

Después de que Harry escuchó millones de disparos y bombas que desprendían las armas muggles, y explosiones que causaban los hechizos que lanzaba Voldemort hacia sus nuevos enemigos, por fin Harry escuchó de nuevo la paz; todo era tranquilo hasta que Harry vio que surgía del hueco una figura de un hombre que era totalmente calvo, en su mirada no se reflejaba amor y su cara era totalmente blanca, su aspecto demostraba que no era ni viejo ni joven; tenía puesto unas mantas negras. La criatura(pues aquello no era un hombre) dio varios pasos hacia delante, hizo aparecer una varita mágicamente en su mano, dijo unas palabras en voz baja y la pared acomodó su deformidad en menos de un santiamén.

       Quiero que los malditos descendientes de Turín no se metan en esto –dijo aquella criatura con una voz fría y grave.

Era Voldemort.

         Harry sacó de nuevo su varita y la transformó en una espada. Voldemort también transformó su varita en una espada. Desde allí los dos comenzaron a luchar.

         Harry admitió que la rosa comenzaba a manifestar sus efectos, ya que esgrimía bastante bien su arma.

         Los clin clan que producían los choques de las espadas comenzaron a sonar más fuerte y más a menudo que antes. Voldemort casi siempre usaba su arma para atacar a su contrincante, pero nunca pudo penetrar la espada en la carne de su enemigo porque Harry sabía perfectamente esgrimir y hacía unas defensas impresionantes.

         Cuando por fin Harry decidió comenzar a atacar, levantó su espada y rápidamente la lanzó contra Voldemort, pero ésta falló el repentino ataque ya que Adán había desaparecido.

         Harry se sintió furioso. Se volteó de nuevo mirando hacia el lugar por donde había entrado, y comenzó a esperar, con la espada lista para dar su último movimiento.

         Ya habían pasado cinco minutos (lo que a Harry le pareció una eternidad) desde que Voldemort había desaparecido. Tanta fue su desesperación que gritó:

       ¡Adán, sal de una –pero no pudo terminar la frase ya que una luz había comenzado a iluminar todo el lugar, tanto era el destello que Harry cerró los ojos ; una fuerza lo empujó e hizo que Harry se cayera.

Cuando sintió el dolor por haber caído al piso, abrió los ojos rápidamente y vio a Voldemort que sujetaba la espada con las dos manos y la tenía puesta con la punta hacia abajo en sentido vertical, listo para matarlo. Pero Harry no se movió.

El miedo se había apoderado de él y no lo dejaba moverse. Esta vez sintió que ya no tenía esperanza. Vio que Voldemort bajaba la arma para matarlo...

La bajaba rápidamente pero algo repentino hizo que la tirara: al parecer algo le había clavado por detrás...

Voldemort lanzó un grito de desesperación y odio. Harry no sabía qué era lo que a él le había sucedido, ya que el hueco estaba cerrado y las fuerzas aéreas no habían podido entrar; además que si Voldemort pudo sobrevivir a una bomba lanzada por los muggles, entonces podía sobrevivir a otras armas que ellos poseían. ¿Qué era lo que lo había golpeado?.

Voldemort volteó todo su cuerpo y lanzó un grito que no significaba odio, significaba interrogación.

Harry miró entre las piernas abiertas de Voldemort y observó a una persona bajita: Era Peter Pettigrew.

       ¿Por qué hiciste eso? –bramó Voldemort con desesperación.

       Porque yo soy el verdadero descendiente de Eva, por eso Harry no es tu enemigo –contestó Peter

       ¿Qué? –preguntó Voldemort aterrado–, mi sirviente es mi enemigo.

La sangre de Voldemort comenzaba a chorrear por el piso: le quedaba podo tiempo para morir, pero Harry estaba seguro de que haría lo que fuera para saber la verdad. Siguió escuchando lo que decía Peter.

       ¿Es que acaso, amo, nunca te has preguntado cómo Griffindor consiguió saber quién eres en realidad? –preguntó Peter.

       ¡Cuéntamelo todo maldito traidor! –gritó Voldemort.

       Verás –dijo Peter–, amo, yo llevo viviendo ya casi 3000 años y fue porque llegué a encontrarme una rosa Leurm por la calle ahí tirada, así que me la comí cuando apenas tenía 28 años. Nadie supo eso porque yo era un simple vagabundo que andaba vagueando por todas partes. Me di cuenta que pasaron los años y no podía envejecer, así que decidí investigar qué era lo que me hacía vivir más. Nadie siguió sin saber mi secreto. Hasta que un día el mismísimo espíritu de Caín me contó todo lo que yo era; me contó además todas las transformaciones que tú ibas a tener y todos los enemigos que también te iban torturar por toda las transformaciones que irías a poseer hasta el Fin de los Tiempos. ¿Cómo él lo sabía?: no lo sé, pero pensé que Dios se las había dicho. Cuando me enteré de que yo era el heredero de Caín, decidí ponerme a trabajar, y por 1000 años estuve ideando todas tus transformaciones hasta que por fin decidí cuál sería la mejor opción para eliminarte. ¿Por qué no te quise matar en aquellos instantes?, por el simple hecho que sabía que aunque yo tenía un rosa Leurm en mi estómago, no podía matar a un mago que tenía más de 100 mil años de vida. Hasta que hace más o menos mil años, empecé a producir mi primera parte del plan.

’’Un día visité a Griffindor y le conté todo lo que tú eras y parte de la verdad, él no me creyó así que me preguntó cómo había obtenido esa información, desaparecí enfrente de él. Pasó un largo tiempo sin creer ninguna palabra de lo que yo le había dicho, hasta que un día te pilló haciendo hechizos no permitidos. En ese momento se dio cuenta que era verdad lo que yo le había dicho, se lo contó a sus amigos “fieles” y te sacaron de su grupo.

’’Hubo algo que hizo que los tres magos no pudieran construir el Oráculo de los Delfos, ese problema me trajo muchas desilusiones a mi plan, así que un día se me ocurrió una idea: me transformé en Salazar Slytherin y me puse a pelear contra los tres magos; perdí apropósito pero les dejé la profecía de que algún día volverías cuando se realizara la boda de un muchacho llamado Harry Potter.

’’Después de que escucharon esto, rápidamente se pusieron a trabajar en algo para prevenir la desgracia. Yo diseñé el Oráculo de los Delfos de tal manera que ellos lo hicieran y que más tarde fuera utilizado en la cuarta parte de mi plan. Así, pues, entré en el castillo y dejé los planos en una mesa de la biblioteca; Ravenclaw los encontró y sin pensar en cómo había llegado ese papel allí, se pusieron a trabajar en mi diseño.

La sangre de Voldemort brotaba ferozmente hacia el suelo, pero no le hacía caso, quería conocer la verdad al igual que Harry.

       Después de esto –siguió diciendo Peter–, comenzó la segunda parte de mi plan(y es aquí en donde viene lo más interesante). Yo sabía que Harry iba a ser mi “sustituto” en cuanto a lo del heredero de Eva, así que tenía que conocer a los padres de mi ayudante. Hice un conjuro para que pudiera reducir mi edad, y así, pues, pude conocer a los padres de Harry, un 1º de septiembre en la estación de King Cross’s. Me hice amigo de ellos porque sabía perfectamente que de Lily y James saldría mi sustituto.

’’La segunda parte de mi plan, concluyó cuando le entregué una rosa Leurm a Lily como regalo de su boda con James. Pasaron los años y tuvieron a Harry (yo ya era su ayudante cuando Lily tuvo al niño)... y entonces un día sucedió lo que te hizo famoso: tu madre te protegió para matar a Voldemort, se dice, pero es pura mentira. Lo que en verdad sucedió es que como tú sabes, Harry, llegué a contaminar a Voldemort con ideas para que él matase a tu padre; lo siento de verdad pero tenía que cumplir la profecía como fuera posible.. Bueno, y por fin un día hice que usted, amo, cediera; pero el hecho que en verdad ocurrió fue el siguiente: Lily y James caminaban por un callejón, escucharon unos ruidos y se fueron directamente a ver qué sucedía; James se fue con Lily y Harry hacia el lugar de donde provino el sonido. Hubo una luz totalmente cegadora, allí fue cuando yo actué en forma invisible: rápidamente saqué la rosa Leurm del bolsillo de tu mamá mientras ella te dejaba en el suelo para defender a su esposo(una verdadera madre nunca deja a su hijo, por eso fue que tuve que controlarla para que fuera a defender a James), hice un conjuro antiguo para hacer que las rosas Leurms no te hicieran daño y te di de comer unos cuantos pétalos; ese proceso me llevó mucho tiempo, cuando me faltaba poco tiempo me ocurrió un problema: había perdido el control total sobre Lily, ella venía hacia ti, Harry, huyendo del poder de Voldemort, no podía volverla a controlar porque ya no quedaba tiempo: faltaba poco para usted lanzara la última maldición para hacer que ella muriera, ella te cubrió con sus brazos y te protegió. James ya yacía en el piso, muerto. Usted lanzó la maldición y mató a la mamá de Harry, hice que el conjuro rebotara en usted pero sabía que iba a sobrevivir. Y así me fue fácil protegerte, fui yo quien le salvó la vida, eso fue fácil, pero el problema estaba en cómo haría para que todo se pareciera realidad, con que tú mamá te abrazara, eso no podía explicar cómo sobreviviste sin ningún rasguño a una maldición tan poderosa, así que hice un conjuro y te formé una cicatriz en la frente, la famosa cicatriz que te hizo famoso, Harry, no la hizo Voldemort, la hice yo. Pensé que los magos darían alguna excusa sobre eso, y me fui un poco aliviado. Me quité el conjuro de invisibilidad y no sé los hechos que sucedieron, lo único que sé es que tuve que hacer algo para mantener la verdad sobre tu cicatriz, así que me transformé en rata y me dirigí hacia una casa cualquiera, me encontró un muchacho y a través de mi magia, hice que el muchacho que me encontró llegara a tener un contacto contigo. En cuanto a la cicatriz, hice un conjuro que consistía en que cada vez que Voldemort estuviera cerca de ti, Harry, la cicatriz te comenzara a producir dolor, pero el problema era que no me acordaba muy bien del hechizo, así que tuve que hacerlo “manualmente”, es decir, que cada vez que supiera que Voldemort estaba cerca de ti, en ese momento sería cuando yo tendría que ejecutar de nuevo el hechizo. Si no me crees, Harry, tócate la cicatriz con la varita y pronuncia la palabra: Desesius.

Harry iba a transforma su espada en varita pero Voldemort se apresuró: se volteó hacia donde estaba Harry y le tocó la cicatriz con la varita pronunciando la palabra que Peter le había indicado. Cuando Voldemort guardó de nuevo la varita, Harry palmó su frente y sintió que su cicatriz ya no permanecía allí. Voldemort ahogó un ruido y se volteó hacia Peter.

       Esa cicatriz –siguió diciendo Peter– me causó muchos problemas ya que tenía que activarla cuando usted estuviese cerca, si te das cuenta, Harry, la cicatriz no te produjo dolor cuando viste a Voldemort en la fiesta, o cuando te caíste en aquel ataúd, en donde aprovechamos para poseer a Ron y así nos fuese más fácil entrar en la fiesta. Voldemort no te tocó por el simple hecho de que yo no se lo permití –Voldemort miraba con más furia a Peter–. Mi tercera parte del plan comenzó desde le entregué la rosa Leurm a tu madre, hasta el día de tu boda; ésta fue la parte más difícil del plan, ya que tus 7 años en Hogwarts tenía que protegerte de mi amo, por el simple hecho que él pensaba que tú lo habías matado, cuando en verdad lo que sucedió fue que yo había hecho un conjuro rebotadizo en Harry, para que así la maldición saltara en usted. No fue él quien casi lo mata, fui yo... Y la cuarta parte del plan ha sido todo esto: desde la posesión de Ron, la aparición de todas las criaturas en el salón de Hogsmeade... en fin, todas esas cosas que yo ya las había predicho. Bueno, supongo que ésa es toda la historia.

       ¡Maldito seas! –dijo Voldemort que ahora su sangre ya estaba esparcida en todo el suelo–, eres una rata en verdad, ¡imbécil!, te mataré.

Voldemort se lanzó hacia Peter, transformó rápidamente su varita en espada, pero cayó en el suelo, a los pies de Peter.

       Te veré en el infier... fierno –bramó Voldemort, que ahora su cuerpo comenzaba a desvanecerse junto con su sangre. Una nube roja lo rodeó, pero sucedió algo sorprendente: Voldemort no quería morir, ni quería que se lo llevara la nube, así que pataleó con todas sus fuerzas en el suelo y gritó–: ¡Serpiente mi misión no se ha acabado!, ¡DÉJAME AQUÍ! –pero sus intentos fueron inválidos y la nube abrió un hueco inmenso en la tierra. Harry usó su varita para recuperar su fuerzas y se levantó rápidamente, se paró en uno de los extremos del cuarto porque el hueco que surgía del suelo se abría ocupando más espacio. Voldemort que yacía en el suelo a los pies de Peter, seguía pataleando produciendo además sonidos guturales. Cuando el hueco se abrió ya bastante, Harry estaba de puntillas en un extremo del cuarto evitando caerse en la entrada del Infierno: miró hacia abajo y vio el hueco: era bastante profundo y de éste salía pequeñas chispas de fuego, en su interior se veían las almas que gritaban por el dolor producido por las llamas que nunca se apagan. Después de una larga visión de almas torturadas, comenzó a surgir de las llamas del Infierno, una enorme mano que se levantaba hacia las profundidades de la superficie, hasta que por fin ya había salido desde las llamas que nunca se apagan; la mano era totalmente roja y se le veían las articulaciones rotas y descompuestas, ésta se colocó totalmente en posición vertical, luego dobló la muñeca y agarró a Voldemort desde los pies. Voldemort seguía gritando fuertemente, después la enorme mano tumbó a Adán hacia las profundidades, y rápidamente bajó ésta también. Después se cerró el hueco.

Cuando por fin ya no había hueco, Harry decidió ir hacia donde estaba Peter, y hacerle más preguntas que tenía en mente. Cuando llegó vio que éste poseía una cara totalmente funesta. Harry le comenzó a hablar, pero Peter lo interrumpió diciendo:

       No puedo seguir viviendo, tengo que suicidarme, es la única forma de dejar este mundo horroroso.

       Pero entonces –dijo Harry– eso significa que yo también tendré que suicidarme...

       ¡No! –le interrumpió Peter–, se me olvidó decirle a nuestro enemigo que tú no posees una verdadera rosa Leurm, lo que te comiste fue una rosa Sinr, eso fue lo que le vendí a aquel muchacho para que te lo entregara, es parecida a las Leurms, con la diferencia que las Sinrs no alcanzan la inmortalidad. No te suicides, amigo o debería decir enemigo... ¡Oh!, ya va –Peter sacó de su bolsillo una varita y se la entregó a Harry–. Creo que esto te pertenece... Pero en fin, vivirás lo que tu cuerpo quiere que vivas.

De repente se escucharon unos pasos.

       ¡Oh, no! –dijo Peter–, los muggles rompieron la protección que había puesto en la entrada. Bueno, Harry, hasta luego –Peter hizo que una lanza viniera hacia su mano, luego se la clavó en el estómago e inmediatamente su cuerpo desapareció sin dejar rastro alguno. Harry se apuntó a sí mismo y pronució en voz baja: Desmayius, su cuerpo cayó nuevamente al suelo, sin energía, y guardó la varita rápidamente en un bolsillo del pantalón... Lo último que llegó a ver Harry fueron millones de pies que lo rodeaban, después no recordó más.

 

 

       Dejen al paciente tranquilo –dijo una voz de mujer que Harry no reconocía–. Al parecer se encuentra en coma, por favor, señores, más tarde le diremos a la prenso qué sucedió, por los momentos déjenos tranquilo.

Harry volvió a cerrar los ojos.

Después sintió que algo comenzó a moverse y que luego él también se movía: se dio cuenta de que debía estar en un carro; iban a investigarlo policías muggles y seguro le harían muchas preguntas, pero Harry volvió a quedar dormido sin importarle lo que le harían los muggles. Hasta que se oyó la misma voz de mujer.

       Todo esto es increíble, Larry, imagínate –dijo la voz de mujer–, un hombre que se transforma en serpiente y camina por toda la Torre del Reloj, además de que destruye sus agujas, diez helicópteros militares y aún así este hombre pudo matarlo...

Cuando la mujer terminó de decir la palabra matarlo, se acordó completamente de todo lo que había sucedido con Voldemort y Peter; y pensó que el verdadero héroe de todo esto era justamente el acompañante de Voldemort, él había sido el que lo había matado, pero se suicidó... Harry era él único que sabía aquello y decidió contar toda la verdad sobre Peter, pero hubo algo que lo hizo cambiar de opinión: se puso a recordar nuevamente todo lo que había sufrido en los siete años de Hogwarts; recordó también la muerte de sus padres... Él había sufrido demasiado toda su vida para cumplir una simple profecía, él era el que había sido elegido por Peter para cumplir un deber... Peter había tenido razón cuando decía que él fue el que mató a sus padres, no Voldemort... Además que Harry hubiese preferido tener una vida normal que haber sido el Elegido y sufrir todo lo que había sufrido en Hogwarts. Harry se imaginó cómo hubiesen pasado los años en Hogwarts si Peter no lo hubiese aceptado como su “ayudante” como así lo llamaba; se imaginó cómo sería tener padres, no haber vivido con los Dursley y ser un gran mago. También trató de verle lo positivo a todo aquello de ser el Elegido, gracias a la decisión de Peter, Harry había podido aprender una verdad que había estado oculta por toda la existencia(algo realmente bueno, aunque ustedes no lo crean), a lo mejor no hubiese conocido a Ron y a Hermione, a lo mejor no se hubiera casado con Cho... Después de un mundo de pensamientos, Harry tomó la decisión finalmente que él debería llevarse toda la fama por ser la persona quien más sufrió, y juró que algún día daría honor al NOMBRE de Peter, pero sin que nadie se diese cuenta.

       ¡Oh, por Dios! –dijo la mujer que ahora Harry la veía claramente. Era una mujer catira de ojos azules, que sin duda alguna era la mujer más hermosa que Harry hubiese visto–. Señor, perdone si mi comunicación lo ha despertado... Venga, tengo que quitarle la camisa, es mi deber saber si usted ha sufrido alguna herida en el tórax u otra parte del cuerpo.

       De... de acuerdo –dijo Harry sin pensar en lo que decía.

La enfermera agarró una tijera y le cortó la camisa  por el centro, después comenzó a usar materiales que Harry no conocía, para examinar su cuerpo.

       A ver –dijo la mujer–, dígame qué sucedió.

       Bueno –contestó Harry sin pensar en lo que decía–... Bueno, la serpiente con cuatro patas se transformo en persona y después agarré un cuchillo y...

       ¿Lo mató?.

       Eh, eh –dijo Harry sin acordarse de lo que había dicho anteriormente. Estaba totalmente hipnotizado contemplando la belleza de la enfermera–. Sí.

       ¿Y sin sufrir ningún rasguño? –preguntó una voz desde más atrás, parecía que era el conductor pero Harry no respondió la incógnita que él le formulaba.

       Oiga –dijo la enfermera–, tiene el cuerpo más poderoso que he visto en mi vida... Mi nombre es Katty Pernol, llámeme Katty, es un placer conocerlo.

       Para mí también es un placer –dijo Harry–, y no sabe cuánto... Mi nombre es... es..., creo que se me olvidó.

       Creo que sí llegó a sucederle algo –dijo la enfermera.

Su nombre no quiso decirlo por miedo.

Después el carro se detuvo. La enfermera abrió las puertas y sacó a Harry en una camilla.

Harry ahora sí le preocupaba lo que haría en estos momentos; los muggles seguramente lo interrogarían, así que tenía que estar preparado, hasta que una voz le salvó la vida.

       Harry Potter, ¡qué haces con esa mujer a tu lado!

Era Ron.

         Harry sacó su varita y la usó para recuperar sus fuerzas. Se levantó de la camilla y miró hacia el cielo, y notó que venían cuatro escobas en su búsqueda.

         La enfermera y el chofer no dijeron nada, se echaron hacia atrás asustados.

En las escobas venían Hermione, Ron y Cho, pero en la cuarta escoba no había nadie. Harry supuso que aquélla la usaría para salir del mundo muggle.

       ¡Por Dios!, Harry –dijo Cho al momento que dejaba caer su escoba –, creíamos que ya habías muerto.

Cho fue directamente a abrazarlo. Hermione y Ron se quedaron atrás.

       Bueno, todo fue una confusión y –dijo Harry– entonces...

       No importa –contestó Ron que le traía la cuarta escoba vacía. Harry la montó–. Explícanos todo cuando ya estemos en el cielo... y en cuanto a los muggles –Ron miró a la enfermera y al chofer que se escondían entre las sombras. Sacó la varita y la apuntó en dirección hacia ellos, y dijo–: ¡Olviditititis! –de la varita de Ron salió una chispa que hizo que les cerrara los ojos a los muglles–. Vámonos, cuando abran los ojos, no sólo ellos sino todos los muggles que vieron el hecho olvidarán lo que sucedió.

Todos se subieron en sus escobas y volaron hacia el cielo; mientras volaban comenzaron a surgir las preguntas.

       ¿Cómo supieron que yo estaba aquí? –preguntó Harry.

       Porque Dumbledore nos avisó –contestó Ron–; él nos dijo que te habían aprisionado. Dumbledore también fue encarcelado, pero al parecer él nos dijo que eran extraterrestres buenos, que sabían que tú eras el que más había luchado contra Quién-tú-sabes, entonces te mandaron a destruirlo. Si más recuerdo, Dumbledore nos dijo que los extraterrestres también habían sufrido daños en su planeta por causa de él.

       Ah –suspiró Harry con alivio–... Sí, los extraterres tenían problemas porque los hechizos de Volde –Harry notó que sus compañeros ahogaban un grito–... de Quién-tú-sabes ocasionaban problemas biológicos en la atmósfera de su planeta... Por favor, amigos, creo que es hora de que vayamos llamando las cosas por su nombre, además, Voldemort ya murió.

Todos se llenaron de felicidad.

       ¿Y cómo lo mataste?, pero Harry, es acaso impresión mía, o tú ya no tienes la cicatriz –preguntó de nuevo Ron, cuando todos se acercaron hacia Harry para ver el maravilloso milagro.

 

 

 

 

Desde ese momento(o mejor dicho un poco antes), fue que comenzaron las mentiras de Harry. Harry nunca le contó a sus amigos la verdadera historia, los únicos que la sabían era Harry y Dumbledore, que justamente cuando llegaron al salón de Hogsmeade(ya destruido por todos las criaturas hechas por Voldemort), Harry le contó todo lo que había sucedido.

Después de todo lo ocurrido, Harry renunció a su trabajo como auror, para así poder casarse con Cho y ocuparse de ella. Fue nombrado como mejor mago del milenio por haber matado a un hechicero que había sido todo un “fastidio”(como muchos ahora llamaban a Voldemort porque ya no le temían) por casi 30 años. Harry más tarde recibió otro premio dedicado por la Gran Asamblea de la Magia, que además de eso le ofrecieron más de 100 millones de galeones, que Harry recibió gustosamente.

En cuanto a Ron y Hermione, ella se hizo escritora, que con ayuda de J. K. Rowling(escritora de los siete libros que hablaban sobre los siete años que Harry estuvo en Hogwarts), escribió para todos los muggles, la segunda parte de la vida de Harry(ocultando la verdad que ahora les hago llegar). Ron se hizo médico y se graduó en el colegio Learn very fast to be doctor, en donde recibió además otros premios.

 

         Todo en la vida iba bien, hasta que un día los Potter y los Weasly(conformada la familia por dos integrantes cada una, por ahora), decidieron ir a algún lugar diferente de donde vivían(le parecerá raro pero eligieron ir a Miami <E.E.U.U>), para así poder tomar unas vacaciones. Cuando al fin llegaron al enorme país, se adentraron en él y se quedaron comiendo en una pequeña plaza, contemplando el maravilloso lugar(aunque un poco sucio). Allí comienza el siguiente y último capítulo de esta historia.

 

 

 

 

   14

 

                         LA LLEGADA DE UN SER NUEVO

 

 

 

 

       ¡Por Dios, Cho! –exclamó Hermione–, esa barriga tuya está grandísima. ¿Cómo se te ocurre venir de vacaciones con ocho meses y medio de embarazo?.

       Tú mismo lo dijiste, Hermione –dijo Cho–, llevo ocho meses y medio de embarazo, falta medio mes para que salga.

       No lo sé, pero si fuera tú, no vendría –respondió Hermione furiosa.

Caminaron por toda la plaza, observaron los árboles, la naturaleza.. todo el bello lugar que los rodeaba, hasta que después de tanto amor, Cho comenzó a sentir fuertes dolores que provenían de su vientre. Pasaron un tiempo caminando hasta que Cho se detuvo por fin y dijo:

       Creo que allí viene, Harry.

       Se los dije –contestó Hermione–. Llevémosla hacia el hospital que queda por aquí cerca, ¡vamos!.

       Cariño, por favor, ponte tranquila –dijo Harry–, ya que si no te pones tranquila...

       ¡Maldita sea, Harry! –gritó Cho mientras sujetaba con fuerza la corbata de Harry–. Llévame a donde dice Hermione, ¡por favor!.

Harry y Ron levantaron a Cho, y la cargaron entre los dos formando a través de las manos una especie de silla, y corrieron directamente hacia el hospital que decía Hermione.

Cuando llegaron a las puertas del hospital, Ron sacó ágilmente, sin dejar de cargar a Cho, un carnet que lo identificaba como doctor, y corrió velozmente junto con Harry hacia el puesto de información.

         Al llegar a dicho puesto, había una señora de apariencia muy bonita, sentada y organizando algo en unas carpetas.

       Señora, por favor atiéndanos –le gritó Ron para que ésta escuchara–. Tenemos a una paciente que está apunto de dar a luz, así que necesitamos su ayuda. Soy doctor, aquí tengo mi carnet. Díganos dónde se encuentra una sala viable y los materiales para hacer estas operaciones.

       A ver su carnet –Ron le dio el carnet a la mujer. Se veía que estaba nervioso al igual que Harry–. Mmm, ¿cuál es esta escuela?, Learn very fast to be doctor, ¿qué rayos es eso?.

       Olvidé que estamos en el mundo muggle –contestó Ron en voz baja para que sólo Harry lo escuchara–. Lo siento, deme eso –Ron le quitó ferozmente el carnet–. Necesitamos un doctor y una sala.

       Sala 48, pasillo al final, cruce a la derecha –dijo la secretaria–. ¡Vamos!, muévanse.

Hermione, Ron y Harry se llevaron velozmente a Cho, hasta que se detuvieron y entraron en el cuarto que les había indicado la secretaria.

Allí estaban otras enfermeras, haciendo cosas de muggles.

       ¡Esta mujer va a dar a luz! –gritó Ron–. Soy médico, así que les ordeno que muevan ese trasero rápidamente para comenzar la operación.

       Mejor me quedo afuera –dijo Hermione–, odio estas cuestiones de médicos.

       Creo –dijo Harry– que yo también...

       ¡No! –gritó Cho a Harry, que ahora comenzaba a sudar–. Tú te vas a quedar aquí.

       Siempre es así, Harry –dijo Ron.

Después de varios sucesos que no quiero contar aquí, por fin había nacido el dichoso bebé.

       Es varón –dijo Ron al momento que despegaba al bebé de los brazos de su madre, y se lo enseñaba a Harry–. ¿Qué nombre le pondrás? –preguntó a Cho.

Cho no pudo responder: estaba bastante agotada.

       Harry –dijo Ron–, necesito un nombre para la lista de inventarios de todos los bebés que han nacido en este hospital, tienes que darme el nombre ya.

Harry no tardó mucho tiempo en pensarlo.

       Peter Potter –contestó.

Ron le dirigió una mirada confusa a Cho. Ella le devolvió la mirada, y Ron pudo entender que nunca habían podido comentar el nombre del recién nacido. Supuso que Harry lo había inventado.

       ¿Y por qué le pones ese nombre? –preguntó Ron.

       Así lo podríamos llamar con cariño doble P, y me recordaría siempre a una persona que me salvó la vida hace no mucho tiempo –dijo Harry.

Ron colocó el nombre del nuevo infante en la lista del inventario, y volvió a mirar de nuevo que Cho y ella le devolvió la mirada de confusión porque ninguno de los dos sabía lo que decía Harry.

 FIN

 

 

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