Maria no se anda bromas....va a escribir el libro 5! Bravo por ella! Y ya tiene 3 capítulos! Y sigue trabajando, aparentemente, mas rápido que Rowling, ...Acá tienen, disfruten!
Capitulo
uno |
Capitulo dos |
Capitulo 3 |
Capitulo 4 El plan de Dumbledore |
Capitulo
uno
Quince años no se cumplen todos los días.
En el número 4 de
Privet Drive viven Vernon y Petunia Dursley con su hijo Dudley un gordinflón
adolescente de 15 años. En verano acogen a su sobrino Harry Potter, de la misma edad que Dudley pero todo lo
contrario a él. Según los Dursley Harry estudiaba en el Centro de Seguridad San Bruto para
delincuentes incurables, y eso era lo que hacían creer a los demás. Pero la
realidad era otra: desde que tenía 11 años Harry estudiaba en el colegio
Hogwarts de Magia y Hechicería, y es que Harry, de delincuente incurable, nada
de nada; de mago, mucho.
El
31 de Julio Harry cumplía 15 años. Como todo los años los Dursley lo pasaron por
alto, lo que les unía a Harry, además del parentesco (la difunta madre de Harry
era hermana de tía Petunia) era una relación odio-miedo. Hasta el segundo año
habían tenido miedo de que Harry les convirtiera en sapos verrugosos pero luego
se enteraron que a Harry le estaba prohibido hacer magia fuera del colegio. Las
cosas volvieron a cambiar cuando Harry finalizó tercer curso en Howgarts y
descubrió que tenía un padrino, Sirius Black. Este había sido el mejor amigo de
sus padres y había estado condenado en Azkaban la prisión mágica por unos
asesinatos que no cometió. Se había escapado hace dos años y Harry, al informar
a los Dursley sobre su padrino, olvidó decirles que era inocente. Ahora el temor
de los Dursley era que Sirius les convirtiera en sapos verrugosos o Dios sabe que otras
cosas.
La
noche del 31 de Julio Harry dormía plácidamente inconsciente de que en cuestión
de minutos tendría un año más. Fueron las lechuzas las que le despertaron, había
cuatro y cada una portaba un sobre con un paquete. Harry sabía perfectamente de
quien serían: de Sirius, de Ron, de Hermione y de Hagrid. Harry tomó la primera
en la que distinguió la esmerada caligrafía de
Hermione Granger, su mejor amiga en Hogwarts.
Harry abrió el paquete, se alegraba
muchísimo por ella, ser prefecta significaba mucho para Hermione. Hermione era
la bruja más inteligente que Harry había conocido y eso que provenía de familia
Muggle. El regalo era la guía oficial de los mundiales de quidditch. Harry lo
ojeó, parecía muy interesante, en cada página al lado de la foto de jugador
había un círculo; si lo tocabas, el jugador te decía su mejor truco.
EL JUEGO DE LOS CANNONS
Harry la abrió, era una maqueta,
con las instrucciones para
montarla. En una bolsa unos jugadores diminutos trataban de salir volando, pero
el platico se los impedía. Aunque se veían muy frustrados, Harry lo dejó para
más adelante.
La otra lechuza era negra muy oscura,
portaba un sobre con una bolsa. Harry tomó el sobre. Era de Hagrid.
Harry
tomó la bolsa. Era lo que sospechaba, en cuanto había leído "Hecho yo
mismo" lo había adivinado. Bollos a la Hagrid. La verdad, no le podía
reprochar nada a Hagrid, pero, al menos que hubiera hecho un curso intensivo de
repostería francesa con Madame Maxime, las galletas irían a parar adonde
siempre...a la basura! Ni siquiera había podido comerlas cuando Tía Petunia los
puso a todos a dieta para darle apoyo moral a Dudley y eso que ese verano Harry casi muere de
hambre. Las galletas de Hagrid eran horribles. Mas que galletas, eran armas de
defensa personal. De repente Harry se percató ¿y Sirius? ¿Por qué no le había
escrito? Los peores temores vinieron a la mente de Harry ¿Y sí le habían
atrapado? Bueno, Hagrid o Ron se lo habrían dicho pero y... si le hubiera pasado
algo? Harry se acostó, pensando que no debería preocuparse inútilmente.
Los
Dursley, para variar, no inmutaron ante la presencia de Harry a la mesa del
desayuno. Para ellos era como el hombre invisible. Tío Vernon leía el periódico, tía
Petunia preparaba el desayuno y Dudley tenía fija su cara de cerdito en la
televisión, estaban dando una película de acción de esas que tanto le gustaban
aunque nunca entendía que sucedía y preguntaba continuamente “QUE PASO?”. La
dieta a la que todos habían estado
sometidos no le había dado ningún resultado. Tía Petunia había debido abandonar
el intento ante las insistencia de su marido. Gracias a Tío Vernon, ya no
desayunaban un cuarto de pomelo. Harry
pensó que era la primera vez que se beneficiaba por una acción de su tío,
aunque sabia que no había sido por el. Tío Vernon también había estado a punto
de morir de hambre, y era un hombre que amaba comer.
-
Toma.- Le dijo tía Petunia a Harry y le puso un poco de bacon.
Cuando
Harry terminó, su tía le retiró el plato y le ordenó que bajara las maletas.
Aquella misma tarde los Dursley partirían de fin de semana a Bristol. A Harry,
naturalmente no le llevarían. Quedaría al cuidado de la señora Figg una vecina
anciana cuya casa siempre olía a viejo, y a orín de gato. La señora Figg había
regalado todos sus gatos desde que tuvo un accidente con uno de ellos, pero el
olor no se había ido. Harry hubiera preferido quedarse en su casa, pero los
Dursley no lo dejarían nunca solo, tenían miedo de encontrar solo cenizas al regresar.
Lo peor de los cumpleaños con
los Dursley no era que lo pasaran por alto sino que siempre se las ingeniaban para que fuera el peor
día del año. Cuando Harry cumplió 12 años se lo pasó limpiando para acabar
castigado, cuando cumplió 13 les visitó la Tía Marge y tuvo que huir en medio de
la noche después perder el control ante sus insultos e inflarla como un globo.
Ahora debía ir a casa de la Señora Figg. El mejor cumpleaños para Harry fue sin
duda su undécimo, cuando se enteró de que era una mago.
A
las 12 del mediodía ya estaba todo listo. Los Dursley dejaron a Harry en la
puerta de la casa de la señora Figg y Harry suspiro aliviado cuando los vio alejarse en el carro por Private
Drive, camino hacia Bristol. Por poco que le gustara la señora Figg era mejor
que estar con su familia.
Al
tocar el timbre de la señora Figg, Harry escucho ladrar a un perro y una mujer
que lo hacia callar. Harry recordó nuevamente a Sirius, que era un animago capaz de convertirse Hocicos, un
gran perro negro. Nuevamente pensó si le habría sucedido algo malo. Estaba cada
vez mas preocupado, pero la señora Figg le sacó de sus pensamientos al abrir la
puerta.
-
Querido Harry, pasa, pasa bonito.- Dijo la vecina.- Vas a pasarlo muy bien aquí.
Ven, pasa, pasa, quiero presentarte a mi hija Belly que está aquí, ha venido a
pasar una temporada. Espera un momento- la señora Figg apenas entreabrió
la puerta de la sala - Belly, ya guardaste esa bestia que has traído?-gritó-No
se como se le ocurrió venir con un perro, sabe que no me agradan- le dijo
confidencialmente a Harry.
-Si mamá, pasen.
Pasaron
a la sala. Belly era una mujer joven, con el pelo castaño liso y grandes
ojos marrones. Se acerco a Harry, y le tendió la mano, mientras su madre
los presentaba:
-Belly,
Te
presento a Harry, el sobrino de los Dursley, quien va a pasar unos días con
nosotros mientras sus tíos están en Bristol.
-
Hola Harry, me alegro mucho de conocerte.- Dijo amistosamente, sonriendo, y
Harry pensó que era muy bonita cuando sonreía. - Mi madre me ha hablado mucho de
ti.
-
Harry, cariñito, ven sube a tu cuarto y deja las cosas. – Le dijo la señora Figg
pasándole la mano por el pelo. Harry no estaba acostumbrado a esas
manifestaciones de afecto y se sentía muy incomodo.
- Dime Harry.- Preguntó Belly.- ¿Qué tal
en el colegio?
-
Oh, Harry, ha tenido problemas para adaptarse, le mandan al centro de Seguridad
para Delincuentes Incurables de San Bruto, pobre bonito, pero sin duda de debe a los problemas de
su familia. Harry es huérfano, -dijo la Señora Fig., como si ser huérfano
fuera un defecto que Harry debiera intentar superar.
- Si.- Musitó
Harry, cada vez mas incomodo.
-Sin embargo, se que el es capaz de
salir de ahi y no darte
problemas en el futuro, Belly.- La señora Figg miro a su hija antes de declarar
orgullosamente - Mi hija es policía en Londres.
-
Bueno, mamá, supongo que Harry tendra hambre ¿no, Harry? ¿Qué les parece si
comemos?- Intentó cambiar de tema Belly. A Harry le dio la impresión de que
ahora ella estaba incomoda.
La
comida fue repollo cocido y carne guisada, nada comparado con los banquetes de
Hogwarts. Después de comer vieron la televisión en silencio, un programa de
debate para mujeres. Harry pensó que en este cumpleaños no moriría de hambre,
pero si de aburrimiento. Si al
menos pudiera armar ahora la maqueta de los Cannon, pero imposible hacerlo en
esta casa, los Muggles no tenían muñecos que volaran. A las 4 (Harry hubiera pensado que era
medianoche, por lo lento que transcurría el tiempo en esa casa) la señora Figg
anunció que se iba al bingo con una amiga y que llegaría a las 8. Acaricio a Harry
de nuevo, le dijo “Bonito” y partió. Evidentemente pensaba que Harry lograría
solucionar sus problemas de adaptación con una buena dosis de “Bonito” y
“Cariñito” Cuando quedaron solos Belly rompió el silencio.
-
Harry, ¿te gustaría jugar con mi
perro?
-
Oh, si!.- Dijo Harry. Cualquier cosa seria buena para romper esa monotonía.
Belly
se levantó y trajo a un gran perro negro. Harry pensó que era muy parecido a
Hocicos, pero la sola idea de su padrino en Prívate Drive era ridícula.
-
Harry, ¿te pasa algo?- Preguntó Belly acariciando al animal, que movía la cola
alegremente – Pareces preocupado. ¿Qué sucede? ¿Te hubiera gustado ir con tus
tíos a Bristol?
-
No, no es eso. Es que hoy es mi
cumpleaños y ...
-
Felicidades! ¿cuantos cumples?
-
Quince, Mis amigos de Howg..., del centro de San Bruto me han mandado una lech..
una carta felicitándome, pero mi padrino no. Eso me preocupa, tengo miedo de que
le haya pasado algo.
-
Y ¿quieres mucho a tu padrino?
-
Sí, es el único adulto en el que puedo confiar, es que mis tíos son mug...-
Harry intentó cambiar de tema.- Y
su perro de un modo curioso me recuerda a mi padrino.
-Mi
perro te recuerda a tu padrino!-rió Belly, y de nuevo se vio muy bonita. -Harry,
tan feo es tu padrino!?- El perro mostró los dientes, pero sin verse amenazador,
mas bien parecía sonreír también. Belly continuaba acariciándolo en la
cabeza.
Harry
bajo la vista, avergonzado. No podría explicarle que en realidad su padrino era
un animago.
-
¿Así que es feo tu padrino?- Preguntó jocosamente una voz de hombre. El perro
había desaparecido y en su lugar estaba Sirius Black.
-
¡Sirius! ¿Qué haces aquí? Ella, ella no puede verte.- Dijo señalando a Belly,
pero esta no estaba asustada ni sorprendida, solo sonreía mas ampliamente.
-¿Arabella?
¿De qué se va a sorprender? Sabe que soy un animago.
-
Exacto,- corroboró Belly.- Harry, yo soy una bruja y Sirius es amigo mío.
-
Pero, pero..- Harry estaba totalmente aturdido. Entonces recordó lo que le pidió
Albus Dumbledore, el director de Hogwarts a Sirius el año pasado y entendió por
que el nombre de Belly le sonaba
tan familiar. Dumbledore había dicho: ”Ve a buscar al viejo grupo, Remus
Lupin, Mundungus Fletcher y Arabella Figg”
-
Bueno Harry, menuda sorpresa ¿eh?- Dijo Sirius.- Muchísimas felicidades, toma,
te he traído un regalo.- Pero al ver la cara de desconcierto de Harry añadió.-
Arabella, creo que Harry está desconcertado, explícale quien eres.
-
O.K, Sirius. Verás
Harry, yo soy una bruja de familia Muggle, como lo era tu madre. También recibí
una carta de Hogwarts y estudié allí, solo que entre un año después que Sirius y
tus padres. Eran tiempos felices, pero el año en que acabé Hogwarts sucedió una
cosa terrible. Lord Voldemort
ascendió al poder. Entonces Sirius, Remus Lupin y yo éramos aprendices en el
ministerio con Mundungus Fletcher. Hartos de las injusticias que cometía
Voldemort creamos un grupo llamado La resistencia y nos dedicamos a luchar
contra el. Cuando tu terminaste con Voldemort habían transcurrido once años y ya
no éramos los mismos. Luego pasó lo
de Sirius, yo me hice auror, Remus
se fue y Mundungus siguió con su camino con lo cual todos nos fuimos
distanciando. Pero este verano Sirius llegó a mi casa informándome de lo
sucedido con Voldemort. El nuevo grupo debería volver a la lucha. Luego le
comenté que pasaría esta semana con mi madre quien no es tu vecina por
casualidad, Harry. Tus tíos tampoco han viajado por casualidad, ideamos este
plan como una sorpresa para el día de tu cumpleaños!
- Pero,¿señorita Figg, su madre sabe que
usted es bruja?
-
Oh, claro que lo sabe, lo que no sabe es que Hocicos, o Sirius, es un animago ni
que tú eres un mago. Ella sigue creyendo toda esa historia que inventaron tus tíos sobre
delincuente juvenil, aunque, ya lo has visto, ella cree que eres un pobre
muchacho inadaptado.
-
Bueno, Harry, tienes alguna pregunta más? O quieres ver mi regalo?
-
Si, si pero ¿qué ha pasado con Voldemort?
CONTINUACION
-
Bueno, Harry, no hablemos de eso hoy, es tu cumpleaños.- Dijo Sirius.- Ya habrá
tiempo para pensar en el.
-
Pero, si te interesa saberlo, todavía no ha pasado nada grave.- Dijo Belly en
tono tranquilizador.- Si no ¿crees que yo estaría aquí?
Harry
asintió, Belly tenía razón.
- Bien, Harry ahora tenemos
preparada una pequeña sorpresa para tí.- Prosiguió Belly.- Sirius ¿lo has traído
verdad?
-
Cómo se me iba a poder olvidar, Arabella?. Bien Harry, ¿preparado?-
Sirius
sacó una especie de caja que ponía algo en caracteres extraños algo así como rememoriadumendryaledeteeneres .
-
¿Qué es eso?- Harry no podía contener la curiosidad. Sirius y Belly sacaron sus
varitas y las posaron sobre la varita murmurando un conjuro tan extraño como la
inscripción de la caja, que lógicamente estaba en otro idioma
Le
memoriadum non deteerneresde
Non
edumendry endryal
Varidiasa,
rememoriandumendryaledeteeneres
Ouns
meamnesaesmos ja
La
tapa de la caja se abrió y de ella salió como una especie de pantallita de humo
en la que aparecieron ¿cómo era eso posible? ¡Sus padres!
-
¿Papá? ¿Mamá?
El
hombre y la mujer asintieron
-
Hijo, aunque no podamos estar materialmente queremos desearte muchísimas
felicidades.-
Dijo su padre mientras su madre sonreía.
-
Estamos muy orgullosos de tí, eres todo un hombre.- Dijo
la madre.- Has tenido que sortear muchas pruebas pero las has superado muy
bien.
- Hoy cumples 15 años, es una edad que no se cumple todos los días. Ya no eres un niño, eres un hombre. Has demostrado ser valiente con todas las pruebas que has pasado, especialmente el ultimo curso. Pero ahora, sabes que las cosas han cambiado y mucho, este año no va a ser como los demás. Por eso queremos decirte que, cuando vuelvas a Hogwarts, siempre obedezcas a lo que te diga Dumbledore, con él estarás seguro, no vayas nunca al encuentro de Voldemort, no trates nunca de vengar nuestra muerte.
- Harry.- Dijo su madre sonriendo con dulzura.- No deseamos que te ocurra algo malo, nosotros nos sacrificamos para que siguieras vivo. No queremos que te metas en líos.
- Se nos acaba el tiempo, Harry. Felicidades y recuerda, aunque no nos tengas materialmente estaremos siempre en ti en tu corazón. Estamos orgullosos de ti.
Y sus padres se desvanecieron en la
caja.
-
Y, Harry?- Preguntó Sirius
-
Ge, genial.-intento decir Harry, pero solo le salió una “g” temblorosa. Tenía
lágrimas en los ojos pero hacia un esfuerzo por contenerlas.- Belly se acercó a
él y le abrazó.-
- Harry, no estés triste!. Sirius, a lo
mejor no ha sido tan buena idea.
-
Ha sido el mejor regalo que me podríais haber hecho lo que pasa es es...
-
Harry, sabemos que es impactante hablar con tus padres muertos, creímos que hoy
estarías preparado, cumples 15 años, pero no te preocupes. Además aun queda otra
sorpresa ¿verdad Sirius?
-
Ah sí, sí. Volvió a sacar su varita y pronunció un conjuro. Inmediatamente
después una tarta enorme de chocolate vino volando. Tenía 15 velas que largaban estrellitas que volaban
lentamente por toda la habitación, cambiando de color y cantando como un gran
coro el “Cumpleaños feliz”. La tarta se poso obedientemente sobre la mesa
-
Esto, esto es maravilloso.- Dijo Harry que apenas podía articular palabras.- No,
no,.. tenían que haber molestado.
-
Por qué Harry, ¿Que clase de padrino sería si no haría nada por ti en tu
cumpleaños? Un cumpleaños sin tarta no es cumpleaños y ahora vamos a comer, me
muero de hambre! Esas galletas para perros de los Muggles son horribles!
-
Si, pero antes hay que soplar las
velas.- Dijo Belly. – piensa un deseo y si se apagan todas de una vez se
cumplirá.
Harry
pensó que deseaba que Voldemort desapareciera lo antes posible y sopló las
velas. Estas se apagaron todas juntas de golpe y Harry no pudo evitar
sonreír.
-
Cortarum.- murmuró Belly y la tarta se partió en porciones.- Toma Harry,
el centro para el cumpleañero.
Degustaron
la tarta, que estaba deliciosa. Las estrellas seguían cantando suavemente
distintas melodías y Harry pensó que hacia mucho no se sentía tan feliz. De
repente, el reloj anunció 8 campanadas.
-
¡ Sirius, Harry! Mi madre estará por
llegar, tenemos que ordenar todo esto.- Dijo Belly.- Recogitem.-
Murmuró y las estrellas se apagaron, lo que quedaba de la torta salió volando
hacia la cocina y la
sala volvió a tener el mismo aspecto de antes.- Sirius, creo que se
tendrán que despedir por hoy. Mañana, cuando se vuelva a ir mi madre podrán
conversar otra vez pero ahora...
-No
hay problema, Arabella, pero por favor no me des mas de esas galletas de hígado.
Prefiero las de pollo.-Dijo Sirius. Se despidió de Harry con una palmada en el
hombro y se convirtió en perro. Harry y Belly le sacaron al patio trasero justo
un minuto antes de que la señora Figg regresara. La cena transcurrió en silencio
y luego, al igual que lo habían hecho tras la comida se pusieron a ver un
programa de televisión. No era mucho mas divertido que el de la tarde, pero
Harry estaba tan contento que hasta le gusto.
Cuando
el reloj dio las 10 apagaron la televisión y se levantaron,
dirigiéndose hacia su cuarto. Justo entonces una lechuza entró por la
ventana.
-
Aaay!- Gritó la señora Figg que
casi se desplomó al suelo.- Que susto! Es una lechuza, Bella, serán cosas tuyas, toma.- Pero al
acercársela leyó el sobre.- El señor ¿Harry Potter? Harry ¿una lechuza para tí?- leyó el
remite .- ¿Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería? Bella ¿no es allí?
-
Mamá, creo que será mejor que Harry la lea.- Dijo Belly.
-
Claro pero ¿colegio Hogwarts de Magia y Hechicería? Harry ¿qué tienes que ver tú
con eso? Harry ¿tú no ibas al Centro de Seguridad ese? No me digas que tú eres,
eres, eres...
-
Un mago.- Dijo Belly.- Sí mamá, Harry es un mago como yo. Harry no ha ido nunca
a ese colegio San Bruto, dudo incluso que exista. Harry ha pasado estos últimos
4 años en Hogwarts, el colegio donde yo estudié. Esta es la carta que mandan
siempre a principios de curso ¿no lo recuerdas?
-
Sí, señora Figg, pero por favor, no diga anda de esto a nadie o mis tíos me
matarán.
-
Ya sabía yo, mi Harry bonito, que tú no
eras un delincuente juvenil!
-
Bueno, mamá y ahora ¿por qué no nos vamos todos a dormir? Toma Harry, tu
carta.
Harry
subió por las escaleras en silencio y ya en la habitación leyó la carta.
Estimado
señor Potter:
El próximo curso dará comienzo el 1 de
Septiembre. El Expreso de Hogwarts partirá a las 11 en punto de la mañana de
la estación de King´s Cross (Londres), andén nueve y tres cuartos.
A continuación se adjuntan la lista de
libros del próximo curso.
Atentamente
Subdirectora
Harry
observó la lista de libros, entre otros necesitaría “Libro reglamentario de
hechizos curso 5º” y “La guía de la transformación” nivel intermedio. Se quitó
los lentes y se tumbó en la cama.
Quince
años no se cumplen todos los días, le habían dicho Hermione, Sirius, Belly y sus
padres. Y era verdad, este cumpleaños, al igual que el 11º, no lo olvidaría en
vida. Había descubierto que no era el único brujo del vecindario, había visto a
Sirius, había celebrado su cumpleaños y encima había hablado con sus padres.
“cuando vuelvas a Hogwarts, obedece siempre a
Dumbledore, no trates nunca de vengar nuestra muerte.” Esas
palabras revoloteaban en su cabeza .
El fin de semana resultó muy agradable. Cuando la señora Figg se iba con sus amigas, Sirius se convertía en hombre y él, Harry y Belly charlaban animadamente. Pero lamentablemente llegó el día en que los Dursley regresaron de Bristol. Harry y Sirius se despidieron y este le aseguró de que le mantendría informado. Harry se fue tranquilo. La vida con los Dursley era otra cosa, aunque, eso hay que admitirlo, Harry regresó mucho, mucho más contento de lo que se había ido.